Crónicas

Watain + Rotting Christ + Profanatica: Fuego y sangre

«¿Qué es esto de estar parado mirándote a los pies? Watain consiguieron que su concierto fuera un tsunami de emociones»

Razzmatazz 2, Barcelona

Texto: Víctor Vallespir. Fotos: Pablo Gándara

Hay conciertos que toman matices especiales, que se convierten en eventos imprescindibles y que representan a todo un sector de la comunidad metalera. La visita de Watain en Barcelona se erigió como uno de los grandes momentos de nuestra música en este final de 2018, la constatación del tirón de una banda que sigue llevando el black metal más extremo hacia territorios realmente populares.

Sus conciertos destacan por la brutalidad de su propuesta, por el fuego y la sangre, por la violencia musical que desprenden por cada uno de sus pintados poros. Tras una visita al Primavera Sound (eso hubiera estado bien verlo), por fin les teníamos en sala para un ritual a la altura de las circunstancias. La ceremonia estaba en marcha.

Los primeros en inaugurar esa velada repleta de oscuridad serian Profanatica, formación estadounidense de black metal cuyas letras navegan entre lo explícito y lo brutal. Perfectamente vestidos para la ocasión, con unas elegantes túnicas negras y rojas, y con una especie de neopreno que les cubría parte de las cabezas, los tres miembros de la banda empezaron su actuación mientras la gente iba llegando a la segunda sala de la Razzmatazz de Barcelona. Presentaron su más reciente EP titulado ‘Altar Of The Virgin Whore’, toda una declaración de intenciones tanto en su estética como en su mensaje; esta gente no está para tonterías. El batería y vocalista de la banda, Paul Ledley, lideró el concierto en todo momento, blasfemando hasta por encima de sus posibilidades y aportando una estética final que, a decir verdad, daba bastante mal rollo. Temas como “Fuck The Messiah” o “Spelling Holy Blood” tomaron esos giros tan característicos de la banda, un compendio de blastbeats mezclados con partes mucho más machaconas y contundentes que hicieron mover la cabeza de los allí asistentes. Cerraron con “I Arose” y se retiraron sin decir una palabra.

Pese a que dejaron una buena impresión, fue evidente que vivimos un cambio de público para cuando Rotting Christ empezaban a tomar el relevo. Pese a que los griegos no son, para nada, una banda de estricto black metal, pueden ser considerados un buen grupo para completar el line-up de una gira europea verdaderamente atractiva. Ya les hemos visto por aquí muchas veces y en Barcelona volvieron a demostrar por qué es una de las bandas más en forma del panorama extremo mundial. Canciones como la inicial “666”, la celestial “Elthe Kyrie” o la rápida “The Sign Of Evil Existence” siguen siendo imprescindibles en cada una de sus actuaciones, con los miembros de la banda animando al respetable en todo momento y con unos samplers de fondo que dotan a la ejecución de sus temas de un empaque final realmente contundente. “Apage Satana” no nos cansa nunca, mientras que “Grandis Spiritus Diavolos” nos puso a cantar a pleno pulmón. Tendrán un nuevo disco en la calle en 2019, esperemos ver con él nuevas facetas de una banda que ha exprimido su último ‘Rituals’ hasta la saciedad. Unos grandes invitados que hicieron gala de su experiencia de más de treinta años sobre las tablas.

La sala ya lucía un aspecto realmente fabuloso cuando, por fin, se aproximaba el momento grande de la noche. Pese a que el cambio de bandas fue realmente largo, pudimos presenciar toda la liturgia que implica un concierto de Watain. Con los pipas llenando la escena de artilugios y decoraciones de todo tipo, empezamos a ver cómo se iban encendiendo poco a poco las velas colocadas a lo largo y ancho del escenario. Todo empezó a tomar matices ritualistas incluso antes que los músicos se subieran a las tablas. Para cuando, por fin, salieron a por nosotros el ambiente ya estaba totalmente servido. Se lanzaron a por todas con una genial “Storm Of The Antichrist”, demostrando un sonido realmente bueno y haciendo que la parte central de la sala se viera sumida en una verdadera batalla campal desde el minuto uno. Pero eso no sería nada en comparación con la sensación que suscitaría la nueva “Nuclear Alchemy”, de su más reciente ‘Trident Wolf Eclispse’, pura violencia encapsulada en tres minutos de canción.

A partir de allí, el cantante, Erik Danielsson, tomaría la batuta del concierto, haciendo alarde de su valentía tocando el fuego ante sus ojos y encendiendo de vez en cuando cálices y diferentes objetos inflamables que tenía a mano encima del escenario. ¡Incluso tiró sangre artificial al público para júbilo de los allí presentes! Pelle Forsberg, guitarra, no pararía de animar al respetable desde las plataformas a primera línea de escena, mientras que el resto de la formación demostraría un estado de forma increíble durante la más de una hora de duración de set.

Cayeron temas antiguos como “The Child Must Die” o “The Golden Horns Of Darash”, así como piezas de nueva hornada como “Furor Diabolicus” y “Sacred Damnation”. En definitiva, un repertorio muy potente donde reinaría el fuego y la sangre, con un manto de blastbeats como perfecto colchón sonoro y con una banda que se veía perfectamente engrasada. El concierto de los suecos fue un auténtico torbellino, con una conexión brutal entre público y banda que huyó en todo momento de los tópicos del directo del black metal. ¿Qué es esto de estar parado mirándote a los pies? Watain consiguieron que su concierto fuera un tsunami de emociones, una auténtica performance a la altura de muy pocos en su género. Danielsson tiró algo de fuego al aire y encararon las notas de la última de la noche, “The Serpent’s Chalice”. Aquello se quedó a oscuras y nunca más supimos de ellos. De acuerdo, quizás se podrían haber estirado un poco más al ver la expectación del público por su vuelta, pero con estas cosas ya se sabe. Tremendo espectáculo de una banda que bañó de brutalidad al público catalán.

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Esta entrada fue escrita por Víctor Vallespir

1 comentario

  • Juandie dice:

    Un placer haber leído esta crónica por parte de estas tres bandas de Metal Extremo que a su manera y con la caña de por medio lo bordaron en la ciudad condal.

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