Crónicas
Doyle en Bilbao: Un Frankenstein helador
«Al igual que en la inmortal novela de Mary Shelley, tal vez al monstruo lo que le convenga sea contar con una compañera o alguien que ejerza la labor de contrapunto dentro de la formación, pues querer despojarse de toda atención debe ser realmente agotador.»
2 julio 2022
Sala Azkena, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Normalmente los conciertos malos solemos recordarlos con igual intensidad a los buenos. Existe ese sentimiento de incredulidad que nos obliga a preguntarnos si eso está sucediendo de verdad o por el contrario se trata de una broma pesada que desearíamos olvidar cuanto antes. Luego influye, por supuesto, las expectativas con las que vaya uno al evento en cuestión, a pasar el rato o a vivir una experiencia que le marcará de por vida. Lo segundo parece mucho más factible, incluso aunque el resultado sea negativo, siempre podrá utilizarse como anécdota para contar a las nuevas generaciones.
Lo cierto es que un servidor todavía se acuerda de Glenn Danzig cantando como una cabra en un Azkena, todo un trauma para alguien que tenía en gran estima al vocalista de “Mother” o de la etapa gloriosa de The Misfits. La decepción que sufriríamos esta noche tendría que ver también con esta banda mítica de horror punk, pero con otro de sus componentes, el guitarrista Doyle Wolfgang Von Frankenstein.
Tal vez el periodo veraniego no se antoje la coyuntura más propicia para los recintos pequeños, menos todavía si el día siguiente visitaban la ciudad unos colosos como Metallica, pero el legado de Jerry Only y compañía debería poseer cierto tirón para cualquier melómano que se precie. Por ese motivo la parada de Doyle en la bilbaína sala Azkena se tornaba una propuesta más que interesante entre festival y festival.
Apenas medio centenar de personas se congregaron en la capital vizcaína para contemplar al guitarrista de aspecto gigantesco, que al parecer nada quiere saber de su época con The Misfits, a pesar de que varios asistentes portaran camisetas del grupo en cuestión. Ni siquiera sería la noche de los que tuvieran intención de hacerse una simple foto con su ídolo, pues este huyó hacia el hotel como alma que lleva el diablo en cuanto acabó su labor, igual que un funcionario al finalizar su horario de trabajo.
Amenizó la velada Lex Lüger, cuyo último trabajo ‘Rey del terror’ nos llamó bastante la atención por su combinación de horror punk y synthwave, pero que en las distancias cortas se torna algo artificial al no contar con una banda en condiciones y emplear varios elementos pregrabados, como la batería, entre otras cosas. Ningún ordenador jamás será capaz de reproducir la pegada de un aporreador humano.
Una lástima, puesto que “Christine” o “It” nos parecen temazos que con un grupo al completo verdaderamente atronarían, pero en el reducido formato escogido, únicamente con bajo, guitarra y voz, se quedan en muy poca cosa. La versión de “Lobo-hombre en París” de La Unión tampoco resultó del todo acertada, pues seguramente habría brillado mucho más el “Wild Puppets (We Love You So)” de La Mode, una joya de los tiempos de la Movida que también suelen rescatar en directo. Ojalá volvamos a coincidir en mejores circunstancias.
Lo del bolo de Doyle de esa noche podría ser algo digno de estudio, pues había detalles que eran muy raros. Para empezar, esa manía de colocarse en un rincón y evitar las fotos en la medida de lo posible, una actitud que desde luego no debería ser habitual en una estrella de rock, seguro que los peones de obra no sufren ese contratiempo. Dadas las desmedidas proporciones del norteamericano, si abre la mano, es probable que te desmonte, así que no convenía cabrear a un bicho así.
Otro aspecto para comer aparte era la manía de Doyle de utilizar una guitarra diferente para cada canción, ahí se lució sin duda el técnico de guitarras Álvaro Segovia, que se comió toda la gira y preparó los instrumentos para la tralla y los mamporros que les daba el miembro de The Misfits, si alguna no se partió por la mitad, sería de pura chiripa. Y en lo alto del despropósito, mención especial para ese vocalista con máscara sado, como la que aparece en la escena de los polis corruptos de ‘Pulp Fiction’, que siempre decía lo mismo al presentar un tema: “Esta es una canción de amor, podéis bailar si os apetece”. Menuda chaladura.
En lo musical, el repertorio se concentró en el álbum en solitario de Doyle ‘Abominator’, por ahí sonó el corte homónimo o “Dreaming Dead Girls”, entre otras, aunque en realidad tampoco se distinguían demasiado. La presentación era siempre igual, ya lo hemos dicho. Todo el mundo venía a ver al guitarrista, pero este no pronunció ni una sola palabra hacia la concurrencia, tal vez esta tarea implicaba un esfuerzo descomunal o algo así.
“Valley of Shadows” despedía ineludible fragancia a Pantera, un grupo al que un servidor nunca le pilló el punto, así que la mayoría puede hacerse una idea de lo mucho que disfrutamos. Del legado de The Misfits es que no sonó ni un amago. Ombliguismo en un grado sumo, un recital en el que todos estaban para celebrar la trayectoria de Doyle en la banda de Jerry Only, pero no se incluye ni una sola canción. Que alguien lo explique.
Hubo una primera fila de chavales que estuvo dejándose la piel agitando la cabellera, por lo que cierto ambientillo de concierto sí que había, pero cuando parecía que se había calentado la cosa, se terminó aquello sin siquiera haber llegado a la hora. Decencia cero. No hubo tampoco bises, a pesar de que se reclamaron con insistencia, pero estaba claro que de aquella velada solo cabía esperar lo peor.
En definitiva, este concierto se acercaba más a un trámite incómodo que había que completar que a un acto de disfrute de los que se realiza sin esperar nada a cambio. Al igual que en la inmortal novela de Mary Shelley, tal vez al monstruo lo que le convenga sea contar con una compañera o alguien que ejerza la labor de contrapunto dentro de la formación, pues querer despojarse de toda atención debe ser realmente agotador. El show fue el de un Frankenstein helador, carente de emoción alguna.
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3 comentarios
Correctos conciertos por parte de ambas bandas en tan emblemática sala de la rockera Bilbao.
Me parece que el redactor se nos enfadó porque Doyle no hizo lo que él esperaba... Antes de escribir una crítica de mierda, mírate la suela de los zapatos... Y Misfits tiene dos fechas en USA, que ni si quiera estás informado...
Dices: "Del legado de Misfits es que no sonó ni un amago (...). Que alguien lo explique" es fácil: la banda se llama Doyle. Este músico tiene una gran carrera en USA y no vive de su pasado. Es de celebrar que alguien no viva "de las rentas"... En fin...
Y Lex Lüger estuvieron enormes (como siempre) pese a las circunstancias.