Crónicas

Girlschool: Hembras indómitas

«Ya les gustaría a muchas bandas con más de cuatro décadas de historia exhibir hoy en día semejante robustez escénica. Hace tiempo que estas hembras indómitas entraron en la categoría de leyendas»

Sala BBK, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

En un mundo ideal se tendría por pilares de la lucha feminista a figuras de la talla de Patti Smith, Siouxsie Sioux o PJ Harvey, artistas que supieron hacerse respetar, independientemente de su género, hasta situarse en un pedestal para contemplación perpetua de generaciones venideras. Eran tiempos en los que no existían cotas, lenguaje inclusivo ni otras medidas proteccionistas que consideran a las mujeres seres incapaces de valerse por sí mismos a los que hay que ayudar como a negritos del África tropical. El mismo pensamiento misógino que subyacía en aquella sociedad franquista que impedía a las esposas abrirse una cuenta en un banco sin el permiso del marido.

No cabe duda de que la demostración apabullante de talento constituye el argumento definitivo para que te tomen en serio y el aspecto físico deje de entrar definitivamente en la ecuación. Eso les sucedió a las británicas Girlschool, que desde muy temprano en su trayectoria destacaron por su pericial musical y presencia escénica. De hecho, gracias a eso les fichó Gerry Bron, propietario de la discográfica Bronze Records, aunque previamente ya hubieran llamado la atención de Lemmy (Motörhead) con ese primer single llamado “Take It All Away” que le motivó para intentar conocer a la banda en persona de inmediato.

Con una carrera que supera ya las cuatro décadas, quedaba claro que estas aguerridas señoras se habían ganado a pulso su inclusión en el ciclo Music Legends organizado en la sala BBK, un exclusivo formato reservado a mitos fundamentales de la historia de la música. Eso sí, el selecto recinto de butacas, sin barra de bar y con acomodadoras que de vez en cuando miraban asustadas al escenario, se antojó un tanto fuera de lugar para una propuesta a caballo entre el metal y el punk ante la que no era entendible permanecer sentado como las vacas al pasar el tren.

De eso se dieron cuenta nada más salir las propias Girlschool, que mandaron al personal levantarse de los asientos y acercarse a las tablas, como debería ser en cualquier concierto de rock con fuste. “Demolition Boys” fue el primer trallazo en la frente, seguido de un “C’Mon Let’s Go” de marcada actitud punk antes de acordarse de “Hit and Run”, el tema homónimo de su disco más celebrado. Agallas para regalar.

Con el tiempo que llevan en el ruedo no es de extrañar que hayan coincidido con estrellas como Dio, del que se acordaron en la pieza “I Spy”, interpretada por la bajista Enid Williams. Rememoraron, asimismo, su postrero lanzamiento en estudio con “Come The Revolution”, que la encargada de las cuatro cuerdas presentó como una canción sobre defender lo que uno crea, ya sea “paz, justicia o heavy metal”. Como era de esperar, lo último desató una salva de aplausos.

Y otro de los astros unidos indefectiblemente a su órbita siempre fue Lemmy, por eso no dudaron en homenajearle con “Take It Like a Band”. Hubo ahí alusiones a la senectud del respetable diciendo, para los que no veían sin gafas, que la camiseta de la vocalista era en efecto del líder de Motörhead. En esa línea no desentonó “Never Say Never”, sobre “las cosas que no deberías hacer, pero no las puedes evitar”. Y ahí estuvo chistosa la cantante al soltar: “¡Como beber agua!”, en alusión a la única bebida que tenían por ahí disponible. Una sala de conciertos sin bar, eso debería ser terrorismo.

Presentaron el clásico “Screaming Blue Murder” como una ocasión para meter mucha bulla y ahí la voceras no tardó en señalar a un par de entusiasmados fieles guiris que había entre la concurrencia. La profanación de tan estirado lugar iba teniendo su efecto y alguno incluso se tomó la licencia de hacerse un porrazo. El incienso de los impíos.

La sobriedad del recinto no impidió que ellas mismas se encargaran de flanquear las barreras físicas para acercarse a la peña y batir palmas, pero les perdonaremos ese innecesario aminoramiento de ritmo. El sonido sucio que se gastaban daba gloria oírlo y reivindicaron su condición de discípulas de Motörhead con la punkarra “Watch Your Step”, que precedió al himno “Take It All Away”, el primer single con el que empezó todo allá por 1978.

Los ánimos de la afición subieron en intensidad, por lo que las londinenses aprovecharon para ceder el micro con pie y todo, aquel par de foráneos no se cortaron tampoco a la hora de aportar su granito de arena al despiporre colectivo. Las acomodadoras se acercaban de vez en cuando para comprobar que no se prendía fuego al garito, pero no había peligro, el verdadero combustible incandescente residía en el interior.

“Emergency” supuso la guinda a un encomiable derroche de energía que no podía finiquitarse de esa manera tan abrupta, así que no tardaron en regresar con un par de bises: “Tonight” y la versión de ZZ Top “Tush”, una revisión que ya aparecía en su mítico ‘Hit and Run’ y que valió para insuflar a la cita más ambiente festivo del que ya había.

Uno no está acostumbrado a salir de bolos y que no sean ni las diez de la noche, pero la cita había estado entretenida de veras, con su peculiar amalgama más escorada hacia el punk que hacia el metal. Ya les gustaría a muchas bandas con más de cuatro décadas de historia exhibir hoy en día semejante robustez escénica. Hace tiempo que estas hembras indómitas entraron en la categoría de leyendas.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Las históricas GILRSCHOOL a base del mejor Punk Rock lo bordó en tierras vascas y ni la edad de sus componentes pueden pararles los pies.

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