Crónicas
Pablo Und Destruktion en Bilbao: Reeducación para todos
«Qué alivio contar todavía con mentes independientes que defiendan la soberanía personal, mucho más importante que la de cualquier país o aldea. La autentica autodeterminación que no precisa de referéndum para hacerse efectiva, sino que responde a un incorruptible anhelo interior.»
17 marzo 2023
Sala Kremlin, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Lo hemos dicho ya en alguna ocasión, pero no nos cansaremos de repetir lo mucho que necesitamos espíritus libres, tipos con sentido crítico que no se arruguen ante los sinvergüenzas y planten cara a los pelotas que viven de aplaudir como borregos a los de siempre. Ir a contracorriente no resulta nada cómodo, menos todavía en una sociedad polarizada que censura debates y abre palabra en cuestiones que en realidad no interesan a nadie. No nos saltemos la programación que nos tienen reservada.
Si un artista ha demostrado desde su mismo comienzo una voluntad inequívoca de moverse a su rollo, al margen de modas o circunstancias del momento, ese ha sido Pablo Und Destruktion, cantautor visceral, o “trovador libre”, como le gusta definirse. Valga a modo de manifiesto, el título de su último disco, ‘Ultramontano’, que hace referencia a lo que está más allá del monte o de lo que se considera agreste o natural. Una especie de estar de vuelta de todo, que podríamos decir en román paladino simplificando demasiado.
Lo cierto es que la fecha de Pablo Und Destruktion en el Kremlin bilbaíno se había anunciado con anterioridad, pero por la dichosa pandemia no se pudo realizar hasta hace poco. Se trataba de un recital en solitario, pero eso no fue impedimento para que el recinto se llenara hasta los topes, no era la primera vez que el asturiano recalaba en la capital vizcaína, y por lo que me dijeron, parece que aumentó el número de fieles respecto a la vez anterior.
Pablo Und Destruktion goza del privilegio de la oratoria deslumbrante, del mismo modo que el mítico Jorge Martínez de Ilegales, por lo que por ese mero detalle tiene al público casi siempre ganado de antemano. Jamás se escuchará a alguien bostezar porque intercala anécdotas entre canción y canción. Al contrario, el respetable escuchará con la atención debida a una clase magistral, pues las opiniones de francotirador no es que abunden precisamente.
A modo de primera toma de contacto funcionó “El Cortejo”, una suerte de declaración de amor de una manera un tanto peculiar. “A la mar fui por naranjas” aportó ese punto tradicional que suele aparecer con frecuencia en la obra de Pablo y “Cruz de la Trova” recuperó el poso incisivo y deliberadamente turbio similar al Nacho Vegas de ‘El manifiesto desastre’ o ‘Cajas de música difíciles de parar’. Hagamos ya ese grupo armado.
El cantautor reivindicó “los agujeros negros” y “los cuartos oscuros”, por lo que pidió que imagináramos que estábamos en uno de los últimos con “homosexuales violentos”. Pero este bardo no cantaba únicamente a la desgracia, sino también a la posibilidad de que exista luz al final del túnel, de eso trata “Problemas”. Y no desechó de ningún modo esa utopía de formar “un corredor atlántico” para unir a las regiones de la cornisa cantábrica, pese a que varias de ellas estén gobernadas por despreciables populistas.
“Conjuro de cierre” fue sin duda uno de los momentos álgidos, con letra descarnada en la que lo mismo se habla de amor puro que se cita a “Adolfo Hitler” o a Belcebú. Los misterios de la fe. Pablo no es un santo, por eso tal vez abogó por “la borrachera llorona” antes de “Powder”. Luego admitiría que esa noche estaba un poco “como Eugenio”, en alusión al mítico humorista que comenzaba chistes con el legendario “Saben aquel que diu…”. La afición entonó a pulmón las estrofas finales y alguno hasta gritó: “¡Esto sí que es punk!”.
Muchos recrearon aullidos al inicio de “Lobito”, que pareció una mezcla entre spaghetti-western, spoken word y el sermón de un convencido predicador. “Esos fueron los días” invitaba de una manera más clara a la celebración y a los cánticos populares. Profundizó todavía más en la vertiente nostálgica con “Gijón”, que es una adaptación muy suya del popular “Amsterdam” de Jacques Brel.
Este acercamiento al folclore asturiano provocó que alguien gritara: “¡Mucho Rodrigo Cuevas!” y el aludido respondiera con un “¡Poca diversión!” evocando a Eskorbuto. Rompió la tónica intimista de un plumazo con la letra a carne viva de “Pierde los dientes España” y en un “peculiar establecimiento” como el Kremlin había que tocar sí o sí “Limonov, desde Asturias al infierno”, donde señaló al busto de Lenin que había tras la barra. Piel de gallina.
“A veces la vida es hermosa” retomó el spaguetti-western y el ambiente fronterizo. Las llamadas “asturianadas” suelen ser una parte importante de sus improvisaciones, por lo que aquella noche no iba a convertirse en una excepción que prescindiera de esos inevitables guiños al terruño. Y muy fantasmagórica a lo Nick Cave le quedó “Ser profesor”, sobre su profesión al margen de la música. Brillante docente.
Pablo subrayó el hecho de que había más gente que en su anterior visita a Bilbao y no se quiso despedir sin darle también a la jota aragonesa, un prólogo ideal para “Mis animales”, que contó con unas últimas estrofas escalofriantes. Por petición expresa del respetable, tampoco podía salir de ahí sin tocar “Puro y ligero”, no sin advertir que era una canción “con banda”, pese a que el resultado fuera soberbio con alusión a la guerra de Ucrania, un chorro de voz impresionante y guiño final al “Ataque preventivo de la URSS” de Polanski y el Ardor. Punk total. Para explotar la cabeza.
Pablo estaba tan a gusto que incluso interpretó una canción al margen de lógicas de mercado, reproducciones y demás sandeces, algo que se cantaba únicamente cuando moría un minero en el ejercicio de sus funciones. En efecto, hablamos de “En el pozo María Luisa”, himno perpetuo a los trabajadores que desató algún que otro puño en alto tras la petición del cantautor de “echar a los sinvergüenzas del Parlamento y empezar a funcionar”. Grande.
Qué alivio contar todavía con mentes independientes que defiendan la soberanía personal, mucho más importante que la de cualquier país o aldea. La autentica autodeterminación que no precisa de referéndum para hacerse efectiva, sino que responde a un incorruptible anhelo interior. Reeducación para todos, como la que vivimos aquella noche, esa es la solución.
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1 comentario
Extenso resumen hacia el currado concierto que me marcó este músico como es PABLO UND DESTRUKTION en la Kremlin bilbaina a través de esos buenos temas.