Crónicas

Ñu: ¡Estamos todos muy vivos!

«El que un músico como José Carlos Molina siga en activo, con ganas de transmitirnos sus sensaciones y enriqueciéndonos con sus líricas, es algo que tenemos que saborear y valorar. Él está vivo, ¡pero eso también nos hace sentirnos muy vivos a los demás!»

19 mayo 2023

Teatro Barceló, Madrid

Texto: José Luis Martín. Fotos: Charly RnR

Hace unos pocos días asistíamos al punto y final de los míticos Asfalto, con Julio Castejón a la cabeza, Rosendo colgaba las botas antes de la pandemia, Barón Rojo están rematando la gira de despedida, mientras que Miguel Ríos aprovecha el cuarenta aniversario del 'Rock & Ríos' para un regreso momentáneo. Así, poco a poco, nos están dejando unos músicos y formaciones que han sido parte de la banda sonora de nuestra vida, que comenzaron en los setenta y ochenta, en aquellos años de transición política, y que nos han dejado una huella imborrable, que nos acompañará siempre.

De los pocos que siguen al frente de aquella generación irrepetible, nos encontramos con el polifacético Ramoncín, al que vimos en estas recientes fiestas de San Isidro; nuestros queridos Topo, Obús, con Fortu y Paco al frente; Medina Azahara,y la banda de la eñe, los Ñu, única formación en nuestro país que empieza con dicha letra, como único es su líder y fundador, el incombustible y singular José Carlos Molina.

Que Ñu siga mostrando nuevas composiciones y con un nivel más que notable, sobresaliente en algún caso, es una bendición para los que seguimos a la banda desde los inicios y para los que se han ido enganchando por el camino. 'Yo estoy vivo', es un golpe sobre la mesa para reivindicar un legado, pero a la vez para manifestar que todavía fluyen por las venas de Molina esas musas que le inspiran y le insuflan energía para estar muy activo musicalmente.

Respecto al Teatro Barceló, donde se celebró el concierto, junto al Teatro Eslava uno de nuestros recintos favoritos para disfrutar de un concierto cómodamente, tenemos que decir que posee una buena visibilidad desde cualquier sitio y una excelente acústica, además de una céntrica ubicación.

La formación que presentaron fue la habitual en esta última época, con José Carlos a la voz, flauta y piano; Manolo Arias a la guitarra, César Sánchez al bajo, Juanmi Rodríguez a los teclados, Sara Ember al violín y Óscar Pérez a la batería.

Arrancaron con la pequeña intro que dio paso a “Cabalgando entre los muertos” y entrelazaron con “La sirena del lago”, por si había alguna duda de que estábamos ante la presentación del nuevo álbum. Un trabajo que ha sido muy bien recibido por la crítica y el público, entrando en la séptima posición en las listas de ventas en formato físico en su primera semana, coincidiendo con el 68 cumpleaños de José Carlos.

El tirón con el vasto cancionero de clásicos que atesora Ñu, que no son moco de pavo, comenzaba con “No hay ningún loco”, “La granja del loco”, donde Molina ensalzaba sus habilidades con la flauta mientras Manolo y César le daban la réplica; o “Manicomio”, que eran cantadas con fervor por una sala muy entregada.

La flauta y la poderosa pegada de Óscar en un inicio muy de la primera época de Ñu a lo “Entrada al reino”, daban paso al tema que abre y da título a su última creación, “Yo estoy vivo”, que fue muy bien recibido. Notamos la guitarra de Manolo un poco baja de volumen durante casi todo el concierto.

La instrumental “Celebración”, compuesta por Juanmi, permitió a Molina retirarse momentáneamente para cargar pilas, dejándonos ver la complicidad que hay entre sus músicos, especialmente entre Sara y Juanmi en este caso.

Para la desgarradora “¿Dónde está el límite?, se sentaba Molina al piano, acompañándole Manolo a la guitarra e incorporándose posteriormente el resto de la banda en una nueva composición que tiene aires de clásica.

La maravillosa e imprescindible “Ella”, muy coreada por toda la sala, tuvo un pequeño desajuste en el tono de entrada, confesando Molina que le costó dar con un botón del piano, saliendo con rapidez del apuro, y levantándose del mismo a media canción, agarrando con energía el pie de micro.

En una de nuestras favoritas, “Tocaba correr”, Molina se dio cuenta que la guitarra no sonaba, y es que estaba desenchufada, pero una vez conectada pidió que quitaran el sonido y la comenzó “unplugged”, en un tono divertido y sonriente. Otra de las nuevas, la instrumental “Plaza de Legazpi”, fue realizada en acústico, con Juanmi a la guitarra y Óscar sentado al cajón.

Para volver a subir las revoluciones, nos ofrecieron después la festiva y contagiosa “La danza de las mil tierras”, que desató la euforia entre todos los seguidores, continuando con la fantástica “Calor nublado”, que a la postre fue la única que sonó de su anterior trabajo, su segundo álbum en solitario.

Un comunicativo y cercano Molina preguntaba más tarde a todo el público que si una canción de las nuevas les iba a cortar el rollo, obteniendo un rotundo no como respuesta. “Luchar a tu lado” fue la elegida, con un Molina de nuevo al piano, un corte que tiene todos los ingredientes para enganchar a un seguidor de Ñu, incluyendo una rica y variada instrumentación.

Llegaba la parte final, con un Molina muy apurado y mirando el reloj como en distintas fases del concierto, pues el estricto horario de las salas no permitía ninguna licencia a la hora de alargar un repertorio que se nos quedó un tanto corto, ya que comenzó un poco más tarde de lo deseado, teniendo que dejar fuera parte del setlist.

Sus composiciones más emblemáticas, como la indispensable “El tren” y la adictiva “El flautista", subían la temperatura de una sala que se convertía en un gran karaoke. Molina ya nos advertía que no había tiempo para hacer el paripé de los bises, así que, sin ninguna demora, nos ofrecieron  “La copa”, bautizada por Molina como “música de garrafa”, tras mostrar su lado más blusero improvisando unas notas con Manolo.

Su tema más heavy por excelencia, “Más duro que nunca”, que siempre nos gustó mucho, pues la vivimos en primera persona en la época dorada del estilo, donde los medios y las televisiones nos daban cancha, puso el punto y final en un emotivo concierto, aunque posiblemente fuera el más corto que recuerdo.

El que un músico como José Carlos Molina siga en activo, con ganas de transmitirnos sus sensaciones y enriqueciéndonos con sus líricas, es algo que tenemos que saborear y valorar en su justa medida, al desconocer hasta cuándo durará esta maravillosa andadura. Él está vivo, ¡pero eso también nos hace sentirnos muy vivos a los demás!

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Esta entrada fue escrita por José Luis Martín

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extenso como interesante resumen para otro gran concierto de los históricos ÑU presentando su nuevo álbum que junto a sus temas más miticos lo bordaron en dicha sala ante sus paisanos.

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