THE NAKED HEROES: LA QUÍMICA PRECISA

Crazy Horse, Bilbao

Hay cosas que no se pueden explicar desde el punto de vista de la lógica. Sucesos para los que la inteligencia o el nivel de estudios alcanzado apenas contribuye a arrojar luz al respecto. En esta categoría entraría esa conexión casi mágica que se establece entre dos personas que se conocen y enseguida conectan hasta crear una burbuja independiente al mundo exterior. Una química precisa que no se puede expresar con palabras, sino que se siente en el ambiente, una fuerza arrolladora que contagia a su alrededor eso que los franceses llamaban joie de vivre.

Merica y George coincidieron un buen día en un bar de East Village, Nueva York, mientras sonaba de fondo el “Do Ya Think I’m Sexy” de Rod Stewart. Una trivial conversación fue el inicio de una bonita historia de amor con el rock n’ roll clásico como banda sonora. Algo similar le pasó también a un joven llamado Jack Gillis con una camarera que respondía al nombre de Megan Martha White, el desenlace todos lo conocemos: los aclamados The White Stripes.

Sin ser tan mediáticos como la citada pareja rojiblanca en su momento álgido, el dúo The Naked Heroes ha optado por labrarse camino a la vieja usanza, a base de insistencia y tirando millas a punta pala, de hecho, esta era ya la tercera vez que recalaban en nuestro país. Definitivamente, les gusta el lugar, y si en cada fecha se encuentran un garito abarrotado y con una entrega tan descomunal no es en absoluto de extrañar.

La criminal subida del IVA decretada por los lumbreras del gobierno que condena a la población a la ignorancia entraba en vigor ese mismo día, por lo que la asistencia estaba en entredicho. Afortunadamente, muchos desafiaron la actual coyuntura y no tardó en llenarse el limitado recinto, pese a que cuando llegamos nada hacía presagiar que allí mismo habría un concierto un poco más tarde.

Con la peña agolpada junto a la barandilla que separa el escenario del resto del local, The Naked Heroes no tardaron con “Bad Dog” y “Sheila” en hacer honor a esas críticas tan elogiosas que les dedican a diestro y siniestro como por ejemplo cuando se compara su sonido con el whisky viejo y el sexo oral. Tienen sin duda un sabor añejo pero con un matiz incendiario que les gana para la época contemporánea, ya hubieran querido para sí semejante derroche de energía los White Stripes.

Impresionante el rollo que se trae encima de las tablas este matrimonio de Brooklyn, una conexión única. George con voz de poso soul a las seis cuerdas y tocando en ocasiones la harmónica e incitando al desparrame, mientras en la otra esquina Merica aporrea sin compasión las baquetas granjeándose enseguida la admiración del respetable por su desparpajo y sus pinitos en castellano.

“¡Ahí, ahí, pelirroja!” gritaban desde el público. Y con razón, pues la chica parecía que tenía fuego en el cuerpo, no paraba un segundo quieta y aun así todavía le sobraba tiempo para hacer coros y cantar algún fragmento. Sin ánimo de exagerar, creo que jamás hemos visto a una fémina darle a los palos con tanta clase e intensidad, a muchos tíos les mandaría para casa de una patada en el culo. Decía Bruce Springsteen que el que no haya estado con una pelirroja no sabe lo que es una mujer de verdad, bueno, sin menospreciar a rubias, morenas, etc, quizás en este caso sí que exista un puntito de justificación para una afirmación tan categórica y las pelirrojas realmente estén hechas de una pasta especial atendiendo a la habilidad de Merica Lee. Porque aquello no era ni medio normal, lo juro.

“Sophisticated Meat Machine” y “Foxy Moxy” reivindicaron la sencillez y las descargas puras de electricidad frente a las pajas mentales enrevesadas. Escucharles es como introducirse en un túnel del tiempo en cuanto a actitud y volver a esa dorada adolescencia cuando podrías alucinar con el solo de Jimmy Page en “Stairway To Heaven”, los punteos extraterrestes de Hendrix o incluso, si a uno le daba por elevar la vista, divisar los campos de algodón bajo el telón de la bandera confederada de la mano de Lynyrd Skynyrd u otras figuras del rock sureño.

La homónima “Demon The Whiskey Down” nos trajo aires vetustos del Mississippi y puso a todo dios a batir palmas antes de que “99 Diamond”  removiera algún foco de resistencia, si es que existía, con esa atmósfera funky a lo “Land of the 1000 Dances” de Wilson Pickett que invita a la interacción total. El público ya comía de la mano de George y Merica, por lo que el bigotudo vocalista no dudó en saltar la barandilla para darse el baño de masas y recorrerse el recinto de punta a punta para delirio del personal. Eso sí, a la vuelta casi se tropieza con la valla, menos mal que anduvo fino.

Estaban decididamente en modo interactivo, así que lo siguiente fue ver a la pelirroja con el bombo y demás utensilios fuera mientras su compañero hacia lo propio y se colocaba frente a ella en el hueco que les dejaron los asistentes. Y allí continuaron el recital igual que cuando Moisés abrió las aguas del Mar Rojo según la tradición bíblica.

Para quedarse con la peña no les faltaba nada, pero estos neoyorquinos no se conforman con el miserable aprobado y buscan la excelencia en todos los aspectos. El “TNT” de AC/DC era perfecto para enfervorizar a la afición  y les salió bien esa apuesta con dosis mínimas de riesgo. Ya habían hecho un bis, aunque la satisfacción era tal que nadie quería moverse del sitio, tuvimos suerte y condescendieron con un “Ugly Girls” (ndr: chicas feas) dedicado a todas las titis del planeta, qué cachondos.

En fin, no se me ocurre ninguna mejor forma de dar una sonora bofetada a este gobierno de incompetentes que trata de aborregarnos que abarrotando los conciertos y demostrando que la cultura es un derecho fundamental, algo más que el mero entretenimiento ese que dicen. Y quien quiera recortar que mire hacia sus partes pudendas. Menos que existen auténticos héroes que nos levantan del suelo.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

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