SONISPHERE 2012: PRIMERA JORNADA

26 mayo, 2012 6:17 pm Publicado por  3 Comentarios

Completada con éxito rotundo de asistencia la primera jornada del Sonisphere, que nuevamente se está alzando como festival de referencia del verano metalero de este país. El adelanto de fecha con respecto al año pasado, con medio sector estudiantil (de ese que aún ha podido afrontar tasas menos abusivas de lo que serán) con la cabeza metida en los exámenes no ha sido palo en la rueda para una masiva respuesta que pronto ha resultado en una zona de acampada que se está quedando pequeña, colapsada de tiendas de entusiastas metaleros atraídos por un cartel que este año iba por derroteros diferentes al del anterior.

Opiniones encontradas al concluir un día de actuaciones que se antojaron a veces un tanto densas y descafeinadas. Inauguró el evento Six Hour Sundown, la nueva banda de Lauren Harris, hija del bajista de Iron Maiden, Steve Harris; que hizo frente con diligencia a un sol abrasador que contrastaba con el nombre del conjunto. En el escenario dos, solapándose con más de la mitad del mentado concierto en la escena principal, lo cual es tónica general a lo largo del festival, otro primogénito de un miembro de la doncella de hierro, esta vez Austin Dickinson, hijo del vocalista Bruce Dickinson y cabecilla de los modernos metalcoretas Rise To Remain, acometía con ganas su primera aparición por nuestro país. El conjunto, para unos atractivo y para otros susceptible de suspicacias hacia lo que el padre del cantante pensaría al escucharlo (según Austin, le encantó), exprimió sus 45 minutos de actuación para presentar su álbum debut, ‘City of Vultures’, y hacer sonar temas como “The Serpent” o “Bridges Will Burn”.

Con un público creciente a medida que avanzaba la tarde, Corrosion of Conformity se trajeron rotundidad metalera y experiencia (no en vano la banda se fundó en 1982) desde Carolina del Norte y allanó el camino para los esperados Sonata Arctica en el primer escenario, mientras que del segundo escenario se adueñaron los sonidos industriales de la mano de los carismáticos galeses Skinred, que trasladaron ese carisma a su sonido.

Al fin llegó el turno para los finlandeses Sonata Arctica, que se decantaron por un repertorio acusadamente escorado hacia las nuevas producciones de la banda, algo discutible para el seguidor de a pie que acude a un festival, con todo lo que ello conlleva. No titubearon a la hora de presentar temas de su recién estrenado ‘Stones Grow Her Name’, como “Losing My Insanity”, el adictivo single “I Have a Right” o la hardrockera “Shitload of Money” que unidas a algún que otro corte de sus dos anteriores obras como “Paid in Full” del ‘Unia’ o “The Amazing Days of Grays” hicieron flaco favor a su época, llamémosla, clásica, de la que sobrevivió “Fullmoon” y poco más. No lograron, Tony Kakko y los suyos, terminar de conectar con una audiencia más hecha y sedienta de otro tipo de composiciones, a la que apenas consiguieron entusiasmar con los pocos temas más antiguos que interpretaron en el marco de un show al que le faltó brillo aunque no diálogo con la audiencia. Algo más de frescura estaba teniendo la emergente banda canadiense Kobra and the Lotus en el segundo escenario, con la vocalista Kobra Paige desprendiendo simpatía y buena actitud ante los presentes. Con solo un álbum en el mercado, ‘Out of the Pit’, han conseguido cruzar el charco.

Una de las bandas más señaladas del cartel eran los retornados Limp Bizkit, ataviados con pintorescos trajes y empleando guitarras luminosas. Ofrecieron un show muy trabado, continuamente ralentizado por parones injustificados e interludios plomizos, y con una disposición ante su público que dejó bastante que desear. Como también se echó en falta más firmeza a la hora de interpretar clásicos de un nu-metal del que este redactor no es especialmente seguidor pero que ayer hastió hasta decir basta. Concierto aburrido, de muy discutible ejecución, que tuvo no obstante sus puntos álgidos en algunos pasajes de las canciones más conocidas, como “My Generation”, “Eat You Alive”, “My Way”, la aclamadísima “Take a Look Around”, que hizo saltar a toda la audiencia o “Rolling (Air Raid Vehicle)”.  Mientras, en el segundo escenario aparecían Kyuss Lives! sin su bajista Nick Oliveri, envuelto en problemas de índole personal tras haber sido demandado por su novia. Los que sí estuvieron en escena fueron los originales de Kyuss Brant Bjork y John García, batería y cantante respectivamente. Encandilaron al respetable con temas como “Hurricane”, “One Inch Man” o “Gardenian”.

El relevo a la banda californiana se lo cogieron sus paisanos The Offspring, que hicieron vibrar de lo lindo a la peña con una inabarcable retahíla de clásicos del punk rock americano cuidadosamente ejecutados y con un sonido magnífico. Saben lo que funciona y tiran de ello sin dudarlo. Elegancia y diversión se dieron la mano en cortes imperecederos como “All I Want”, “Falling”, “Starring At The Sun”, “Walla Walla”… y cómo no, los himnos intergeneracionales “Why Don’t You Get a Job?”,  “Pretty Fly (For a White Guy)” y “The Kids Aren’t Allright”. Aunque sonaron de lujo, los músicos se mantuvieron tremendamente estáticos toda la actuación, mucho más parados de lo que cabe esperar de su enérgico estilo, si bien las canciones se valieron por sí solas para contagiar la emoción a todo el mundo.

En otra onda musical completamente diferente, Paradise Lost enfocaban su actuación en el otro escenario en su nuevo disco, ‘Tragic Idol’, del que sonaron un buen puñado de canciones relegando a un segundo plano sus composiciones más añejas, como “Say Just Words”, lo que propició cierto desasosiego entre los fans de la vieja escuela.

Los que tienen vieja escuela de sobra son los cabezas de cartel de la jornada, unos introspectivos Soundgarden que no estuvieron demasiado comunicativos con la gente y que evidenciaron que la de su música es una vocación algo más ambiental, pues pocos saltos dio su audiencia en un show que se hizo más largo y plano de lo que cabía esperar. Sonaron exquisitos, nada que reprochar a la impecable ejecución de canciones como “Spoonman”,  “The Day I Tried to Live”, “Fell on Back”, “Black Hole Sun”, “Live To Rise” o “Slaves & Bulldozers”; pero su quietud y el monótono desarrollo del show hizo que quienes no comulgaban demasiado con su obra no las disfrutaran del todo. Chris Cornell cantó estupendamente, moldeando su voz con su innato talento, y se mostró muy agradecido con el público sin ser en modo alguno la alegría de la huerta. Pioneros del grunge, llamó la atención que la grabación de sus evoluciones en escena que proyectaban las dos pantallas gigantes a ambos lados del escenario, fuera emitida en blanco y negro. Al acabar el show, el bueno de Chris levantó la guitarra con ahínco en señal de ofrenda a un público del que se ganaron los aplausos mayoritarios mientras sonaba un prolongado acople de guitarra.

Pudo venir bien para volver a segregar adrenalina el potente show de stoner metal a cargo de otros que tampoco son nuevos en la materia, Orange Goblin, quienes dieron caña en el segundo escenario antes de que Machine Head llegara al principal para dar tralla de la buena. Con un sonido que no les hizo justicia, sensiblemente más enmarañado que en el resto del festival, la demoledora formación estadounidense derrochó entrega, energía y brillantez a partes iguales en fulminantes cortes no exentos de brillantez técnica como “I Am Hell”, “Imperium”, “Beautiful Morning” , “Locust” o “Halo”, canciones todas ellas de sus tres últimas obras, en buena medida prolongadas con mucho espacio para desarrollos instrumentales ejecutados en una vorágine de colérico metal de lo más efectivo que merecía mejor ecualización. Las voces de Robb Flynn sonaron a veces algo menos guturales que en estudio, pero bien acompasadas con su arrasador sonido. A pesar de dejarse en el tintero la insigne “Aesthetics of Hate”, la banda dejó a sus seguidores un muy buen sabor de boca y puso el broche de oro a una jornada que hoy tendrá su continuación, esperemos, que con más intensidad y más garra sobre las tablas por parte de la mayoría de grupos.

TEXTO: JASON CENADOR

FOTOS: ANTONIO MARTIN

Mariano Muniesa
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