Lo primero, ¿cómo se gestó este proyecto? Creo que algunos procedéis de Discordia, ¿verdad?

(V) “Como las mejores historias, no fue premeditado ni fuimos recolocando piezas en base a un guión preparado. Juankar y yo dejamos Discordia cuando ya nos habíamos hecho un hueco en el panorama musical, y lo hicimos por principios, sin pensar en ningún momento en iniciar otro proyecto. Sin embargo, nuestros caminos se volvieron a cruzar y, esta vez sí, para seguir haciendo juntos (y con Michel a la batería) lo que queríamos hacer y con aquella antigua formación ya no era posible. Libres de prejuicios, con más conocimientos y, lo que es más importante, siendo primero buenos amigos”.

A pesar de que hay un poso de rock urbano o punk rock, parece que la intención era acercarse a otros terrenos, ¿es así?

(J) “Hacemos lo que nos sale sin pensar demasiado en ello. No queremos ocultar nada ni forzar nada. Escuchamos muchos estilos y artistas, y eso obviamente se tiene que reflejar de una manera u otra. Lo que si tenemos claro es que queremos sonar contemporáneos por mucho que amemos a Led Zeppelin o Iron Maiden. Vivimos en 2021, y, como tal, somos un grupo de ahora. Por otro lado, tampoco nos ponemos límites a la hora de crear canciones. Somos un grupo de rock, y hay esa cierta “ley innata” de sonar a rock, pero con una perspectiva muy amplia y sin perder coherencia con respecto a nuestra música y nuestro mensaje”.

En este sentido, “Reversible” o “Dos segundos más” mostrarían vuestra faceta más accesible, ¿no os asusta exponer tanta vulnerabilidad al gran público?

(V) “Como ya se ha dicho, nosotros somos los únicos dueños de nuestra música y de su trasfondo ideológico. Autoproducimos este trabajo y no nos debemos a nadie. Tampoco a eso que se señala como “gran público”. Lo que quisiéramos es que nos escuchen y, si al hacerlo, muchos llegan a emocionarse, pues de puta madre. Lo que hemos hecho con canciones como “Reversible” o “Dos segundos más” no es hacer concesiones o buscar el favor mayoritario, sino precisamente ser honestos, contar y cantar aquello que nos pasa y que brota piensen lo que piensen los ‘talibanes del rock’”.

Por el contrario, el rollo potente lo cubrís de sobra con “Mis queridos enemigos” o “El avispero”, ¿es fundamental soltar la rabia por algún lado?

(J) “El rock sin rabia y sin una actitud decidida es mantequilla. La rabia sale porque la hay y nuestras mayores influencias provienen del rollo duro y contundente. Los tiempos acompañan también a expresarse de esa manera y por muchos matices y colores que haya en nuestra música el rock y la rabia son pilares fundamentales”.

Diría que las letras constituyen un elemento bastante importante en ‘Siroco’, ¿qué cosas o asuntos os inspiran a componer un tema?

(V) “Nosotros entendemos que la música, y el arte en general, no puede ser ajena a la realidad en la que surge. Es esa misma realidad cotidiana la que nos golpea cada día, con su violencia, sus desigualdades, su adoctrinamiento encubierto, sus inmundicias, lo que nos mueve a ponerle letra a unos acordes. Pero también lo que llega de otro lado, el amor, la libertad, el sexo y la convicción de que también hay motivos para levantarse, para morder, para resistir”.

¿Qué hay acerca de la colaboración junto a Huracán Romántica en “Maratón Man”?

(J) “Se buscaba otro color para esa parte de la canción en concreto y había cierta relación con Huracán Romántica, así que se le propuso y se hizo”.

Otra de las piezas más sobresalientes de este trabajo me parece “Espartanas”, ¿siguen siendo necesarias las letras de reivindicación feminista?

(V) ““Espartanas” es uno de esos cortes a los que, desde el primer momento, nos ata una relación especial. Primero, por su fuerza, esa contundencia rítmica que invita a tocarla en directo y forzar la máquina todo lo que se pueda. Y segundo, porque ejemplifica a la perfección la que ha sido una de las reivindicaciones predominantes desde que empezamos en esto de la música. La lucha contra la violencia machista y la causa feminista son de paso obligado en nuestro camino como grupo y como individuos sociales”.

Muchos temas parecen nacidos para explotar en las distancias cortas, ¿cuáles son vuestros planes de directo?

(J) “Pues la intención es tocar donde se pueda, pero parece ser que grupos como nosotros, que están empezando y buscando su hueco,  lo tenemos muy difícil, y de momento no tenemos nada cerrado. Sad but true. Esta situación nos va a afectar mucho en ese sentido. Nuestro entorno natural, que podría ser las pequeñas salas o locales, lo tienen muy complicado, y solo grupos con cierta trayectoria tienen su espacio en ciertos eventos. Además, los festivales no suelen apostar por nuevas propuestas y repiten cartel una y mil veces... Con todo, la respuesta de la gente a la que ha llegado el disco está siendo muy buena y asoma el interés por la banda. Mientras que la situación se va despejando, nosotros seguimos preparando un directo que deje satisfecho y con ganas de más, al respetable, porque esa es otra cuestión. 64 Nudos no es una anécdota, tenemos inspiración y rabia para rato”.

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