Crónicas
Urribeltz Metal Fest: Angelus Apatrida, Saratoga, Lèpoka y Orion Child
«Y la luz se volvió a posar... en Vitoria con la plena convicción de que dentro de poco, podremos volver a disfrutar como toda la vida, y que la luz se pose, de manera definitiva, sobre todas las salas de conciertos de este país»
31 julio 2021
Iradier Arena, Vitoria
Texto: Iker Vicente. Fotos: Iñigo Malvido
Decía nuestro querido Jero Ramiro, histórico guitarrista de Saratoga, en una de sus mejores letras que “la luz se posará, en el cristal”. Mientras esa luz a la que el hacha madrileño hacía referencia se posa de manera plena tanto en Vitoria como en el resto del estado con el esperado definitivo final del Covid19, hay admirables promotores como los amigos de la Sala de conciertos Urban Rock Concept, que tan buenos momentos rockeros nos viene regalando año tras año en Vitoria, que tras haber estado luchando y apostando con innumerables iniciativas a favor de la música en directo desde que la coyuntura afectada por la pandemia lo ha permitido mínimamente, tomaron la valiente decisión de pensar en algo más a lo grande y organizar un evento de gran calibre.
En ese contexto, y máxime jugándosela en tiempo todavía de pandemia, se presentaba el festival Urribeltz, consiguiendo en definitiva, aunque fuese bajo restricciones y estrictas medidas de seguridad, arrojar luz y esperanza a todos los que amamos esa imprescindible parte de la cultura que representa la música, y más concretamente la música en vivo.
Si los dos anteriores fines de semana disfrutábamos de Rulo y la Contrabanda o Sôber en otro estadio Alavés como es el Buesa Arena, en este caso, este evento se organizaba en el Iradier Arena, plaza de toros de la capital Alavesa, y contaba un cartel que hacía tiempo no se veía, empezando por Orion Child, Lèpoka, Saratoga y Angelus Apatrida.
Tras varios emotivos reencuentros fuera del estadio derivados de la limitada actividad musical reciente, daba comienzo este gran evento para la comunidad metalera de Euskadi. Marcado por auténtica puntualidad inglesa, y con una presencia en el foso del personal de prensa que ni con los Maiden, arrancaba el festival con los Durangueses Orion Child, quienes venían con la importante papeleta de ser el grupo encargado de echar las primeras sacas de carbón a la locomotora del Urribeltz, acción que no tardaría en convertirse en encendida llama gracias a la gran actitud que la banda denotaba desde que puso un pie en el escenario con “The Arrival Gate”.
Sabedores y conscientes de la importancia de ser la primera actuación en un evento de este tipo, donde el estadio aún está a medio fuelle y el respetable todavía no suele estar del todo centrado en la música, se les vio con muchas ganas acometiendo con “Fallen Gods” y “Unexpected Loss”, consiguiendo un buen feedback de los que ya nos encontrábamos sentados y expectantes dentro del Iradier Arena.“Fight Beyond The Bane” constataba un power metal de la vieja escuela conjugado con destacados guiños de death melódico, para en una abrir y cerrar de ojos finalizar con “Nuclear Horizons”, consiguiendo con creces abrir boca y dejar más que satisfecho al personal, aunque cierto es que se nos antojó una actuación un poco corta que no tuvimos casi la oportunidad de saborear, pero nos consolábamos con eso de que, lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Tiempo entonces para Lèpoka, banda que tras meterse una buena paliza en la carretera venía desde Castellón para regalarnos grandes himnos fiesteros y otros más épicos, todos ellos bajo el tamiz del mejor folk metal hecho en casa.
Trabajada puesta en escena con dos monjes inflables a cada lado del escenario sosteniendo la bebida más antigua del mundo después del hidromiel, que tiene un protagonismo destacado en las composiciones de esta banda revelación ya consagrada de nuestro panorama rockero. Tras un glorioso intro, cual Guillermo Tell, nos lanzaban las primeras flechas con “Eternia” y “El baile de los caídos”, consiguiendo emocionar a buena parte del público y logrando que comenzasen a verse varios puños al viento. Con todos los no pocos componentes de la banda con su atuendo de monje medieval, attrezzo perfecto para la fiesta que estaba por venir, daban paso a “Pandemonium”, que sonó espectacular, dedicada en palabras del cantante a varios cara duras que se disfrazan de gala. Tras este trepidante comienzo, decidían con “En este sueño” darnos un poco de tregua para poder coger aire y disfrutar de este medio tiempo, que con los logradísimos arreglos de flauta, violín y gaita hicieron las delicias del público.
“Chupito” era el mítico tema alegre, canalla y festivalero con el que nos hicieron brindar de nuevo. El fabuloso sonido de gaita del grupo cogía protagonismo para presentarnos uno de los temas más cañeros del setlist con “Goliardos”, expresión que la banda acuñaba para referirse a ellos mismos y que señalaremos se utilizó durante la Edad Media para denominar a cierto tipo de clérigos y estudiantes pobres, pero a su vez pícaros y vividores que proliferaron en Europa. Volvían a repetir fórmula a través de su gran último álbum 'El baile de los caídos' con “La huella”, que tan buena onda irradió, y también con la verbenera “Seguimos en pie”, significado que bien sirvió para un buen chiste sarcástico por parte de Dani, cantante de Lèpoka, ya que dadas las circunstancias en las que se encontraba el público resultaba un poco irrisoria.
Ya habiéndole cogido el pulso al ambiente festivalero y con claro objetivo de divertir y hacérselo pasar bien al personal, nos regalaban ese single prácticamente salido de cualquier película de la saga de 'Piratas del Caribe' llamado “Contra viento y marea”. A juzgar por el estado de algún asistente al concierto, con “Yo controlo” nos volvían a poner un chiste en bandeja para después dar por terminada la fiesta clerical con la que nos estaban haciendo pasar uno de los mejores momentos de la tarde con “El picorsito”, tema cuyo espíritu recoge a la perfección todo lo que es y representa una de las bandas más prometedoras del panorama de nuestro rock que más sonrisas y buen rollo levantó en el festival sin duda alguna.
Llegaba para gran parte del público el momento más esperado de la noche, ya que, pese a que los cabezas de cartel de esta inolvidable velada metalera eran merecidamente Angelus Apatrida, sin duda alguna la mejor banda de thrash del estado, las camisetas de Saratoga desgastadas que se lucían por doquier servían como muestra inequívoca de que el éxito y poder de convocatoria de este festival era fruto a partes iguales de que ambos mastodontes del metal patrio compartiesen cartel, más si cabe cuando estos últimos venían a presentarnos a su esperado y flamante nuevo batería. Primera sublime metralla con “Una vez fuimos héroes”, reconocible a más no poder composición de nuestro querido y virtuoso a las seis cuerdas Jero Ramiro, y posiblemente mejor corte del espectacular último trabajo de la banda de metal estatal con más presencia al otro lado del charco. Segunda bomba atómica con “A morir”, para precisamente eso, poner el estadio patas arriba y ponernos a todos a morir con ellos.
En cualquier caso, no sería honesto hacer este tipo de afirmaciones sin reconocer paralelamente un inevitable sentimiento de impotencia y frustración por escuchar himnos del calibre “Maldito corazón” mientras, con la energía y fuerza que un tema así irradia, nos encontrábamos obligados a permanecer sentados sin posibilidad de saltar y darlo todo como si no hubiese un mañana. Dicho esto, añadir como dice ese coloquial dicho popular “que nos quiten lo bailao”. Un millón de veces aplaudiremos y apoyaremos cualquier formato que nos permita disfrutar de nuestra mejor música y además hacerlo en vivo hasta que todo se normalice y podamos disfrutar plenamente como antes del Covid19.
Hacían su aparición temas más alternativos de la banda como “Vuelo del halcón” para seguir dosificando como tan bien saben hacer otros cortes pertenecientes a la época más gloriosa de la banda con “Las puertas del cielo” y “Vientos de guerra”, que no hacían otra cosa que provocar que el grado de ebullición del estadio fuese tocando cumbre, con la gente buscando alternativas de expresión corporal para acompañar la increíble buena vibra que nos irradiaban con cada ejecución. Nunca nos deja de sorprender el gran estado de forma, no solo físico sino vocal, de Tete Novoa, con su versatilidad de agudos y graves, incluso con repetidos e impecables gritos guturales, un vocalista cuya gran presencia escénica ya consagrada como frontman de primera categoría consigue siempre centrar la plena atención de los que tienen la fortuna de disfrutar en directo el show de la banda de metal más grande de nuestro país.
Momento entonces para un espectacular solo de batería de manos, nunca mejor dicho, del Estepario Siberiano, el joven y prometedor nuevo miembro en sustitución de Dani Pérez, quien se encargó de que nos cueste un poquito menos echar en falta a este último, demostrando que va a defender su legado con creces.
“Si amaneciera”, la más grande balada que se haya escrito jamás bajo el sello de nuestro metal nacional, conseguía marcar un punto de inflexión en la potencia de la propuesta de Saratoga, con la particularidad de que, por primera vez en la historia de la banda, fue interpretada con piano en vez de con guitarra acústica.
A continuación, envistieron con himnos del 'Agotarás', el disco que les llevó a lo más alto, tales fueron “Tras las rejas” y “Resurrección”, con un portentoso y siempre enorme Niko del Hierro dejándose la piel al bajo.
Como nunca puede ser de otra manera, iban cerrando ya con el mayor cañonazo de la noche como lo fue “Perro traidor” para júbilo de los espectadores con los puños más levantados y agitados a más no poder, para finalmente concluir con “El olvidado de Dios” y “Como el viento”. En definitiva, se nos volvió a brindar la suerte de presenciar por enésima vez una nueva y brillante actuación de la banda del máximo estandarte del orgullo heavy metal estatal, defendiendo los mejores temas de su historia, con una renovada y sólida nueva formación. Nunca defraudan en directo y suponen un sello de disfrute absoluto garantizado. Los esperamos de nuevo a final de año por estos lares vitorianos, atentos pues a las nuevas fechas.
Y una vez había oscurecido ya, jugando esto a favor de la ambientación y atmósfera de lo que se nos venía encima, llegábamos al plato fuerte de velada con Angelus Apatrida, en el sentido literal de la palabra. La apisonadora de Albacete venía a presentar su disco homónimo, mediante el cual recientemente conseguía un gran eco al conseguir el número 1 en la listas de ventas generales del país. El recién salido del horno “Indoctrinate” fue el primer puñetazo en toda la cara, golpe del cual no nos habíamos repuesto aun cuando volvíamos a recibir el siguiente gancho de izquierda con “One of Us”.
“Bleed The Crown”, que fue primer single de su último plástico, “Vomitive” o “Of Men and Tyrants” seguían llegando al público como una auténtica lluvia de hachas caídas no del cielo, sino del mismísimo infierno. Si los libros o las películas tienden a tener un comienzo, nudo y desenlace, cualquier concierto de estos dioses del thrash metal tiende a ser un constante desenlace porque los misiles y la artillería pesada no da tregua ni una mínima milésima de segundo.
Guitarras afiladas como cuchillas de afeitar envolvían todo el Iradier Arena, donde seguían sonando tanto nuevos trallazos como “Childhood's End”, así como mediante clásicos como “Downfall of the Nation” o "Violent Dawn” para seguir haciendo emparedados cronológicos con “We Stand Alone”, “Clockwork” y “End Man”. Riffs cañerísimos, constantes breakdowns y una voz súper dura pero muy rica en matices melódicos seguían dando continuidad a una actuación brutal con unos juegos de luces muy logrados, y más en medio del caldo de cultivo que ya desde hacía un buen rato se había generado.
Tiempo entonces para mirar bien atrás a los primeros tiempos con “Serpents on Parade” y “Give Em War” el cual nos trae a la memoria esos tiempos de brutales pogos como en el del Resurecction Fest 2014 que tenemos grabados a fuego en la retina y que ya parecen formar parte de la prehistoria por lo surrealista que ahora parecería algo así.
Con “Versus the World”, continuaban con ritmos trepidantes sin piedad ni tregua, con algún asistente ya, como por otro lado es normal, ligeramente desmadrado e incluso por momentos y de manera muy puntual, todo sea dicho, perdiendo “la compostura” exigida por las restricciones para ponerse de pie y agitar la cabeza, no consiguiendo superar el reprimir toda la energía que irremediablemente y de algún modo veníamos acumulando durante todo el festival.
“Sharpen de Guillotine”, de su anterior trabajo, y “You Are Next” daban por concluida una gran noche de metal para la capital de Euskadi, con caras de auténtica satisfacción entre el público por haber vivido una velada de puro fervor metálico en medio de un contexto y momento histórico tan adverso como el actual, pero con la plena convicción de que dentro de muy poco, podremos volver a disfrutarlo como toda la vida se ha hecho, y que la luz se pose, de manera definitiva y definitoria sobre todas las salas y estadios de conciertos de este país.
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1 comentario
Extenso resumen de lo que dio de si este concierto por parte de 4 de nuestras mejores bandas de estilos diferentes pero con el denominador común de la caña por bandera y presentando cada una de ellas sus últimos álbumes. A ver si se va a tomar por culo de una vez por todas el dichoso virus y poco a poco volvemos como antaño a lo que a conciertos se refiere.