Crónicas
Sweden Rock 2019: El Olimpo del rock'n roll
«La evolución del evento es algo que en algunos momentos puede generar dudas a los más puristas debido a la cada vez más acusada apertura de miras de la organización»
Del 5 al 8 de junio de 2019
Norje-Sölvesborg (Suecia)
Texto y fotos: Josep Fleitas
Otro año más en el Sweden Rock Festival, un año más en el Olimpo del rock n roll. El Sweden es una cita ya clásica e ineludible para los que amamos la calidad, la variedad musical y hemos tenido la oportunidad de estar en él, aspectos que en este festival se cuidan de forma exquisita.
Eso sí, la evolución del evento es algo que en algunos momentos puede generar dudas a los más puristas debido a la cada vez más acusada apertura de miras de la organización en cuanto a ámbitos musicales, pero lo cierto es que tanto el cartel como la calidad en las propuestas que se viven en el Sweden Rock son del más alto nivel, sin importar tendencias o etiquetas. Pero ese nivel tiene un precio, y por desgracia el festival no está al alcance de todos los bolsillos, ya que, como todos sabemos, el nivel económico de Escandinavia es poco comparable al de países como el nuestro. Aun así, el Sweden es garantía de amortizar cada Corona gastada en él.
Miércoles 5
En esta edición los dioses escandinavos nos respetaron y contamos con una temperatura excelente, incluso alta, para celebrar los cuatro días de festival; unos días que iniciaron el miércoles a las 15:00 PM con la apertura de sólo tres de los cinco escenarios que lo presiden (la carpa Rockklassiker, el 4Sound y el principal del primer día: el Sweden Stage).
James Holkworth & The Coolbenders (4sound Stage)
James Holkworth es todo un clásico del blues, el southern, el folk y el hard rock en Inglaterra, un país en el que la combinación de estos estilos no es ni mucho menos mayoritaria. Aun así, James supo imponer su estilo y recibir la aceptación de un público que cuarenta años después puede volver a revivir algunos grandes éxitos y temas más actuales como: “Flight”, “Jerry Johnson”, “No Deliverance” o “Sexy in the USA”, gracias a The Coolbenders, el septeto sueco que ahora acompaña al granado artista. Su concierto significó un tranquilo inicio para empezar el festival.
Rock Pa Svenska (Sweden Stage)
La triste muerte del guitarra de Hellacopters, Robert Dahlvist (The String) hace dos años, propició un concierto del que sigo preguntándome: ¿Por qué tiene lugar exactamente ahora? ¿Se hace un disco y un concierto en su memoria? Eso y el desconocimiento de muchos de los músicos invitados a éste tributo, algunos bastante justos en calidad, hicieron que para mí éste concierto tuviera tan poco atractivo como para aprovechar la ocasión y comer algo antes de que el resto de cartel y las ganas de no perderme nada lo impidieran.
Black Mamba (Rockklassiker Stage)
Desde Italia y con muchas ganas, el cuarteto Black Mamba parecía no creerse lo que estaban viviendo. Con una carpa a medio llenar, la propuesta de blues rock y hard de estilo clásico, que se despliega con gran capacidad en los discos de la banda, pero que quedó algo mermado en un directo, que aunque apasionado, me agradó sin llegar a convencerme. Lo más destacado de Black Mamba se quedó en momentos como los propuestos por: “Heritage”, “Loop”, “Rock Me Baby” y las versiones de “Detroit Rock City” (Kiss) y “Highway Star” (Deep Purple), que sí lograron una buena y celebrada acogida.
Sinceramente, el de esta edición ha sido el inicio más flojo que he podido vivir en los 17 años de festival que he tenido la fortuna de disfrutar. Pero la cosa iba a cambiar, y mucho, a partir del concierto que dieron unos siempre majestuosos y expeditivos Demon. Con el “reverendo” Dave Hill a las voces y capitaneando a un sexteto que sabe muy bien cómo aplicarse para hacer valer el carácter y buen sentido de unos clásicos que siguen teniendo esa fuerza, esa magistralidad, que los convierten en himnos indelebles al paso de un tiempo que sólo hace que acrecentar la pasión con la que Demon despliegan descargas que hacen descarnar gargantas.“Night of the Demon”, “The Spell”, “Sign of A Madman”, “Victim of Fortune”, “The Grand Illusion”, “Don’t Break the Circle”, “No More Hell on Heart” y “One Helluva Night” fueron parte destacada de un nuevo momento de pasión y disfrute con una banda a la que me siento sentimentalmente unido. Lo mejor del día, sin duda.
Con la enervante sensación que el concierto de Demon me había dejado, me planté ante el 4Sound Stage para recibir con ciertos nervios a un proyecto que descubrí hace como año y medio. Ha sido una larga espera, pero el pasado mes de mayo, por fin, Gathering Of Kings editaron ‘First Mission’, álbum que recomiendo efusivamente a los amantes del AOR, el hard, el progresivo y las óperas rock en general, ya que sus excelsas melodías y pegadizas estructuras lo hacen especialmente suculento y dinámico. ¿Pero podrían 13 músicos representar con fiabilidad lo que ‘First Mission’ demuestra en estudio? ¡La respuesta es un sí más que enérgico y rotundo! Con cantantes de la talla de Rick Altzi (Masterplan), Bjorn Strid (The Night Flight Orchestra, Soilwork), Apollo Papathanasio (Spiritual Beggars), Tobias Jansson (Saffire), Jens Westin (Corroded) y Alexander Frisborg (Helldog), las composiciones de Frisborg y Victor Olsson (Saffire) se convirtieron en una gran y ampulosa fiesta que celebré hasta la afonía entonando al máximo volumen y con una permanente sonrisa los once temas que conformaron un setlist de verdadero lujo “Forever and A Day”, “Endless Paradise”, “Saviour”, “Love Will Stay Alive”, “Long Way from Home”, “Lonely Road”, “Angels”, “Heaven on the Run” (adelanto del que el próximo año será su segundo trabajo de estudio ‘Discovery’), “Passing Rain”, “The Runaway” y un “Out of my Life” que contó con la participación de todos los músicos sobre un escenario que vivió el primer recital de una banda, que de seguir así, desbancará en calidad a lo propuesto por Avantasia. Tiempo al tiempo… ¡Gracias GOK por un concierto inolvidable!
Joe Lynn Turner (Sweden Stage)
Poco o nada hace falta decir para presentar a un cantante como Joe, sin duda una de las voces más afinadas y valoradas del hard rock. Pero en esta ocasión, la voz de Turner no aguantó en la misma línea de intensidad y afinación que se dieron en los iniciales “Death Alley Driver” (Rainbow), “Power” (JLT Band), “Street of Dreams” (Rainbow) y Déjà Vu (Yngwie), bajando tonos y ritmos para intentar aguantar las exigencias que proponen “I Surrender” (Rainbow), “King of Dreams” (Deep Purple), “Can’t Let You Go” (Rainbow), “Spotlight Kid”, “Rising Force” (Yngwie), el homenaje a Dio con “Long Live Rock n Roll” y “Jealous Lover”, también de sus añorados Rainbow. Un concierto que musicalmente convenció, pero que vocalmente fue de excelente a un respetable aprobado.
Death Angel (4sound Stage)
Aunque el Sweden es un festival en el que predominan las partes más melódicas del rock, los aspectos más potentes y enérgicos también tienen su espacio, sobre todo si estos están concedidos por la calidad de bandas como la que despliega el quinteto de la Bay Area, Death Angel. Agresivos, comunicativos y convincentes, los himnos de esencia thrash old school hicieron su efecto ante un frontspace que respondió consecuentemente ante los envites que, después de nueve años de su última actuación en el festival, volvieron a percutir sobre nosotros, destacando del setlist trallazos como: “Throw to the Wolves”, “Voracious Souls”, “Father of Lies”, “The Moth”, el tema que da título a su nueva y recomendable obra ‘Humanicide’, o el impecable himno editado en ‘The Ultra-Violence’: “Mistress of Pain”, que sirvió como incendiaria bomba a un gran final. Por cierto, justo es destacar la gran voz que aún propone Mark Osegueda.
Llegaba el final del primer día de festival y la adrenalina acumulada en el concierto de Death Angel aún seguía influyendo en mis neuronas cuando Skid Row salió a escena a toda velocidad y con muchas ganas de cerrar la jornada inaugural con buen pie. Para ello Rachel Bolan y “Snake Sabo” se emplearon a fondo, pero la falta a las guitarras de Scotti Hill (de gira como tour manager de Phil Anselmo) y una inexplicable falta de agudos del ex-Dragonforce ZP Threat arrastraban la efectividad de unos himnos que, si bien coreamos y disfrutamos, no consiguieron el convencimiento que merecen. Aun así, la falta de calidez y postergación de los tonos altos en la garganta de ZP no fueron suficientes para que, a nivel general, himnos como “Slave to the Grind”, “Big Guns”, “18 and Life”, “Peace of Me”, “Psychoterapy” (Cover de los Ramones, con Bolan a las voces),”I Remember You”, “Monkey Business”, “In A Darkened Room” o Youth Gone Wild” sucumbieran a la falta de potencia vocal. En definitiva, buen final para un intenso día.
Jueves 6
El calor y una brisa que mitigaba su efecto fueron los partícipes climáticos que iba a acompañarnos en lo que iba a ser otro día repleto de buenas sensaciones, en las que ya los cinco escenarios del festival iban a acoger otro memorable día de intenso rock n roll en casi todos sus ámbitos musicales.
Desde Canadá y con la energía de una descarga eléctrica del más alto voltaje, el cuarteto The Wild! hizo honor al nombre de la banda en una actuación en la que todos se dejaron la piel, y unos cuantos kilos de peso, ante una audiencia que disfrutamos de lo que debería ser más usual en los directos: ganas, actitud, conexión y efectividad. Eso es lo que sí supieron proponer The Wild!, ¡y de qué manera! “Party ‘Til You’re Dead”, “Ready to Roll”, “Slow Burn” o “Living Free”, fueron algunis de los desfibriladores chispazos con los que The Wild! nos ofrecieron un gran y energético inicio de día.
Con un inicio como el The Wild! mi intención era no bajar el listón, por lo que propuestas como las del repetitivo Blaze Bailey en el Rock Stage y el de Lyllasister en el Sweden Stage no me convencían, por ello que me pasé por el siempre recurrido espacio de la carpa para disfrutar de una de las propuestas locales, y es que estábamos en el día nacional de Suecia.
Cobra Cult (Rockklassiker Stage)
Cobra Cult nace en Estocolmo en 2015, tras la coincidencia de la cantante y guitarra Johana Lindhult y el bajista Thomas Johnsson en un bar local. Cervezas en mano decidieron escribir sus primeros temas y amasar las influencias que les motivaban (Black Sabbath, L7, Motörhead, Turbonegro, Judas Priest, Monster Magnet…). Afianzados en cuarteto, Cobra Cult cerraron un circulo que les ha ido moviendo en clubes y festivales del país, en los que, al igual que en esta ocasión, martillean su propuesta con golpeos de un irreverente heavy/punk como los representados en “I am the Law”, “Red Flag”, “Lord of Nothing”, “Black Gold” o “Let your Hair Down” con los que supieron conferir la suficiente energía positiva como para salir triunfales a pesar de la poca afluencia de público.
Seguía con las ganas de descubrir nuevas bandas y la facilona y licantrópica ceremonia de Powerwolf para nada estaba en esta línea, por lo que decidí seguir en la carpa.
The Generations Army (Rockklassiker Stage)
Con la energía del thrash de carácter clásico, este cuarteto de teenagers ha conseguido ir haciéndose un lugar en la escena de su país a base de los temas inyectados en un larga durada y un EP que representan muy bien lo que demostraron en un directo en el que la pasión, la rabia y el estilo del joven cuarteto estuvieron muy bien representados ante las andanadas de piezas como “Wold Cop”, “Still Screaming”, “Voices and Visions” y “Exhale” demostraron ser una banda a tener en cuenta en un futuro muy cercano. Buen relevo generacional para un estilo necesitado de él.
Tras 45 años de trayectoria y un gran puñado de clásicos que han hecho vibrar a generaciones de amantes del hard & heavy, Krokus quiere finiquitar su historia con un tour mundial con el que despedir su longeva y fructuosa historia, el ‘¡Adios Amigos! World Tour’. Siempre enfático y comunicativo, Marc Storace volvió a proponer su voz a grandes clásicos que nos hicieron disfrutar de lo lindo, iniciando estos con el mítico “Headhunter” y escudado éste de manera destacada por “Long Stick Goes Boom”, “Hellraiser”, Hoodoo Woman”, “Bedside Radio”, “Easy Rocker” y “Heatstrokes” entre los que se intercalaron las ya clásicas versiones de su set: “American Woman” de The Guest Who y el “Rocking in the Free World” de Neil Young. Sinceramente eché mucho de menos la efectividad emocional que siempre han propuesto “Screaming in the Night” y “Tokyo Nights”, que bien podían haber suplido a los covers o a temas como “Winning Wizard” y “Live for the Action”, para acabar de manera sublime una despedida que recalará en el Rock Fest de este año. Veremos si ahí se deciden a incluirlos. Aun así, la banda actuó con las ganas de no querer decir un definitivo ‘¡Adios Amigos!’.
Desde que hace cinco años Alissa White-Glutz se hizo con el puesto cedido al micrófono por Angela Gossow, el death metal melódico de Arch Enemy no sólo ha dado un radical cambio visual, si no que musicalmente se han adaptado a un ámbito que ha calado en muchísimos más fans que en su anterior etapa. Ahora con la incorporación del exguitarra de Nevermore, Jeff Loomis (D.E.P. Darrel Dane), la banda ha ganado en potencia y dinamismo, puesto que éste se ha acomodado de manera especialmente práctica a lo que las seis cuerdas de Michael Amott disponen. Con una comunicación tan efectiva como su imagen, Alissa supo prender la llama de la pasión desde el primer momento dejándose la piel en cada uno de los temas que de su concierto pude ver (“The World is Yours”, “Ravenous”, “Stolen Life”, “War Eternal” y “My Apocalypse”), ya que quería aprovechar la oportunidad de no perderme a Lucifer, que coincidían en horario. Aunque finalmente acabé regresando a este mismo escenario para disfrutar del gran final que Arch Enemy propuso con “We Will Rise” y “Nemesis”.
Lucifer (Sweden Stage)
Tenía ganas, y curiosidad, de poder ver en directo la propuesta del quinteto sueco/alemán liderado por la cantante Johanna Sadonis, sobre todo esperando que sus conciertos me convencieran más que sus temas en estudio. Pero no fue así, y gran parte de la culpa de ello la tuvieron los registros excesivamente planos con los que Johanna imprimía su voz en la densidad de piezas musicalmente muy válidas como “Purple Pyramid”, “Morning Star” o “Anubis”, dejando como dato curioso el ejercicio doom en las versiones de Black Sabbath “Snowblind” y de Motörhead con “Bomber”, que Lucifer intercalaron en un set intrumentalmente muy válido, pero aburrido a nivel vocal.
A todo correr me dirigí hacia el escenario principal para poder llegar a tiempo de situarme en el photo pit y captar las imágenes de Amon Amarth que, más que ser profetas en su tierra, lo que son es venerados cual héroes en ella. Con un escenario en el que las astas de un casco vikingo (elementos que históricamente nunca lucieron en sus yelmos) emulaban a un drakar en el que se aposentaba la magna batería de un quinteto que aplastó nuestras cabezas a ritmo de los envites que, un siempre sonriente y entregado Joaquim Berg disponía.
El concierto de Amon Amarth se concibió cual despiadada batalla en la que los suecos lo dieron todo para machacarnos las vértebras y quebrarnos la voz a ritmo de poderosos himnos, que ambientados por intensas llamaradas, se desplomaban desde los iniciales “The Pusuit of Vikings”, “Deciver of the Gods” y “First Kill”, mientras en la parte media del set, entre otros, destacaron sobre los demás: “Crack the Sky”, “Death in Fire”, “War of the Gods” y “Raven’s Flight”, quedando para el apoteósico Ragnarök (batalla final) los nervantes himnos “Raise Your Horns” y “Twilight of the Thunder Gods”. Seguro que tras este concierto, esa noche en la ciudad de Asgard, el Valhalla acogió en tranquilo descanso a un orgulloso Odín y sus Valkirias. La batalla había finalizado en sublime éxito.
Tenacious D (Rock Stage)
Tenía mucha curiosidad por ver cómo se comportaban en directo los actores Jack Black (‘School of Rock’, ‘King Kong’, ‘Nacho Libre’...) y Kyle Grass (‘Friends’, ‘Casi Famosos’, ‘Año Uno’…). La cosa estuvo clara, mientras realizaba las fotos, vi los temas “JB JR Rap”, “Woman Time” y “Save the World”, que sinceramente no me parecieron tan divertidos como lo que había podido ver en sus videos. Tras ellos, desaparecí para no regresar, pues la banda de Geezer Butler actuaba en el Sweden Stage.
Deadland Ritual (Sweden Stage)
Superformación la que surge de la unión entre el ex-Black Sabbath y GZR, Geezer Butler al bajo, el exbatería de Guns n Roses, Velvet Revolver, The Cult, o Hollywood Vampires, Matt Sorum, el guitarra de Billy Idol y ex-Michael Jackson, Steve Stevens, y el cantante de Apocallyptica, Franky Perez. Imposible no recurrir a la socorrida frase: ¡Vaya conciertazo! Pero es que es la que más se acerca a la realidad que se pudo vivir delante de un escenario que hirvió hasta el desbordamiento.
La banda se mostró sólida, empleándose técnicamente a fondo en todo momento, lo que propició la total conexión con el público, que respondimos con igual mesura a la propuesta del magno cuarteto, cuyos temas sonaron redondos, pegadizos y ampulosos, intercalándose propios con revisiones de clásicos de algunas de las bandas por las que han pasado, siendo “Symptom of the Universe”, “Neon Knights”, “Sweet Leaf” y “War Pigs” de Black Sabbath y “Slitter” y “Rebel Yell”, de Velvet Revolver y Billy Idol, respectivamente, los elegidos para barajarse entre los más que dinámicos y válidos momentos que representaron “Dimas”, “City of Nights”, “Dead Before Sunrise” y “Down in Flames”. El de Deadland Ritual fue un concierto para revivir lo antes posible. En nuestro país será el Azkena el que se llevará a este gato al agua…
Def Leppard (Festival Stage)
De nuevo a la carrera para llegar al lejano escenario principal, en esta ocasión para recibir a Def Leppard en lo que fue un show lleno de espectaculares imágenes, sonido especialmente nítido y potente, una banda con gran actitud, comunicativa, dinámica y entregada, un show visualmente perfecto y unos himnos que han dado el paso definitivo como para reconvertirse en delicadas piezas que sin rubor contienen el más puro sentimiento y carácter del A.O.R. americano.
Sin duda, el concierto de Def Leppard está pensado para que la voz de Joe Elliot pueda aguantar las dos horas de set sin problemas, pero también para que todos los componentes de la banda saquen a relucir su mejor disposición técnica y, ¿por qué no decirlo? Para dar tiernos abrazos a la pareja, en caso de tenerla al lado. La parte más potente del show se propuso en su inicio, en el que la banda supo y quiso dejar sus poses más fotogénicas, facilitando así la labor de los fotógrafos que nos apostábamos en el amplio photo pit que este año se acomodó al efecto en el escenario principal, siendo “Rocket”, “Animal”, “Let it Go” y “Foolin’” los protagonistas de esa parte más intensa y provocativa del concierto. A partir de ahí, el sentimental “When Love & Hate Collide” inició una parte en la que su feeling se contagió a himnos que otrora eran pura y marchosa adrenalina, como “Let’s Get Rocked”, “Armaggedon It” y “Rock On”, en los que las guitarras del atlético Phil Collen y un felizmente recuperado Vivian Campbell relucieron de manera tan especial como lo hicieron los coros que los recogían.
Tras un receso y en acústico, “Two Steps Behind” propuso una parte de distensión en el concierto. La banda estaba siendo más que correcta y el público respondía de forma equitativa a lo que el quinteto de Sheffield estaba proponiendo. Volver a tirar de corazón y romanticismo era la opción más lógica en el momento, y esta llegó, no sin que antes el, a mi entender, sobrante y discotequero “Man Enough” chirriara en la engrasada cadena secuencial del setlist.
Sentimentalismo y armonía se fundieron en los minutos que los melosos ritmos de “Love Bites” y “Bringin’ on the Heartbreak” tuvieron su dulce protagonismo, roto éste por el proceso instrumental que surgido de ese extraordinario ‘High n Dry’ dio nuevamente brillo a Vivian, Collen y Clark, cuyos respectivos solos nos introdujeron en los masivamente aclamados “Hysteria” y “Pour Some Sugar on Me”, con los que la banda dejó espacio a un encore que se dio con la efectividad de los himnos del ‘Pyromania’: “Rock of Ages” y “Photograph”, tan retocados que casi en nada se asemejan a lo que en su día (1983) pude vivir en el antiguo ‘ex picadero’ (Palau Blaugrana). Un buen concierto que dio sosiego antes de la tormenta que se nos venía encima.
Como decía, la calma siempre precede a la tempestad, y en este caso la despedida de Slayer en su ‘Final World Tour’ nos abría las puertas de un infierno repleto de velocidad, poder, furia y destrucción, la de nuestras fuerzas, gargantas y cervicales… Con una banda poderosa en la que claramente podíamos ver que Tom Araya estaba bien al pendiente de todos los detalles, escudriñando fallos y gesticulando con una simple elevación de su cabeza cuando alguien entraba fuera de tempo, aunque el responsable de ello fuera Kerry King. Pero eso sucedió en muy contadas ocasiones, ya que la banda estuvo muy acorde con la calidad y potencia musical correspondientes.
Con una producción muy cuidada, en la que las llamaradas y los cambios de cartel se iban sucediendo secuencialmente para recrear un infierno en el que atronaron y destacaron sones motivantes y desgarradores como “Repentless”, “World Painted Blood”, “War Ensemble”, “Chemical Warfare”, “Born of Fire” y la ristra de mazazos finales que aplastaron cual martillo del gran Thor en “Seasons in the Abyss”, “Hell Awaits”, “South of Heaven”, “Raining Blood”, “Black Magic”, “Dead Skin Mask” y el siempre apoteósico “Angel of Death”, tras el que Kerry King, Gary Holt y Paul Bostaph desaparecieron del escenario, dejando solo a un Tom Araya que se situó al frente de la pequeña pasarela que el Rock Stage disponía, sobre la que, en postura altiva y silencioso, aguantó las aclamaciones de un público que no queríamos que ese concierto finaliase. Tras unos tres minutos, un simple, emotivo y contundente Good Bye! del chileno despidió a la banda, el Slayer day, el día nacional sueco y el segundo día de un extraordinario festival.
Viernes 7
Día calurosamente ventoso e intenso el que se vivió en Norje-Sölvesborg, día en el que el cartel fue especialmente completo y suculento, tanto que en ciertos momentos me costó decidirme entre algunas propuestas que coincidían en horario, pero que, por lo que personalmente viví, fue de lo más intenso y gratificante...
Burning Witches (4sound Stage)
El día lo abrieron las suizas Burning Witches con su esquema básico de heavy old school, que sin duda fue lo más flojo de lo que pude ver en este día. Aunque en directo se comportan, su estética no es lo suficiente como para amparar la calidad de su propuesta en directo. Sólo el inicial “Executed” y las versiones del “Jawbreaker” de los Judas y el “Holy Diver” de Dio hicieron responder de forma masiva en su concierto.
The Night Flight Orchestra (Sweden Stage)
Tras el justo inicio de las helvéticas, la cosa mejoró y mucho, gracias a las buenas artes de The Night Flight Orchestra que propusieron un espectacular vuelo en el que las pegadizas melodías de piezas como “Sometimes the World Ain’t enough”, “Midnight Flyer”, “Paralyzed”, “1998”, “This Time” y “Lovers in the Rain” fueron las alas de un grato viaje al AOR de miras abiertas y de reactiva confluencia entre la pasión, la efectividad y la conexión con el público, que, sobre todo, se transmitió a través del buen trabajo que el cantante Bjorn Strid ejerció en todo momento.
Fuera de mi ya conocida pasión de fan por la banda de Birmingham, debo decir que Magnum estuvieron inconmensurablemente sobresalientes y comunicativos. Dirigidos siempre por el carisma de un Bob Catley que construyó y propuso hasta la excelencia. Los nuevos miembros de la banda, el batería Lee Morris (ex-Paradise Lost) y Rick Benson a los teclados, estuvieron mucho más fusionados con la calidad de la banda que lo que pude ver en el concierto que la formación dio en la sala Salamandra de L’Hospitalet (Barcelona) el pasado mes de abril del pasado año, lo que supuso un ensalzamiento a lo que de ellos pude disfrutar en aquella ocasión.
Ésta era la primera vez que Magnum actuaba en el escenario principal del festival, y desde luego que su actuación mereció que así fuera. Con un gran setlist, en el que, como siempre, despuntaron grandes clásicos como el inicial “Wild Swang”, el enervante “How Far Jerusalem”, el pasional “All England’s Eyes”, el siempre intenso “Vigilante”, el exuberante “Don’t Wake the Lion (Too Old to Die Young)” y el gran final que supuso “Sacred Hour”. Unos clásicos a los que se les intercalaron temas menos reconocidos pero con símil capacidad, como “Sacred Blood ‘Divine’ Lies”, “Lost on the Road to Eternity” y “Crazy Old Mothers” ¡Simplemente mágicos y convincentes!
Con todo por lo alto, gracias a lo disfrutado por Magnum hacía unos minutos, me situé frente al segundo de los escenarios en importancia para seguir disfrutando de las buenas sensaciones del hard rock melódico, en éste caso gracias a la propuesta de un muy envejecido Kee Marcelo (sobre todo si lo comparamos con la imagen que siguen ostentando sus excompañeros en Europe). Kee se cuadró en el escenario con una buena e interesante propuesta, el retorno de la banda que en los 80’s le dio a conocer como guitarra y compositor. Un retorno en el que las melodías, las buenas estructuras y la buena voz del cantante Tommy Nilson dio buena cuerda a canciones como “Code to your Heart”, “Partners in Crime”, “Love Reaction” “Talk of the Town” y el genial “Eye to Eye”, al que le sucedió un solo de Kee que aproveché para dirigirme al escenario del Sweden Stage.
Royal Republic (Sweden Stage)
Mi idea inicial era ver un par de temas de este cuarteto oriundo de la cercana ciudad de Mälmo. Nacidos en 2007 y liderados por el divertido y comunicativo cantante y guitarra Adam Grahn, la propuesta que Royal Republic desplegó con su desenfadado y humorístico Disco/Rock hicieron que temas como “Stop Movin’”, “Tommy-Gun”, “Hanna-Leight”, “Boomerang“, un cover del “Battery” de Metallica y “Baby” me anclaron en el frontspace del escenario, espacio que la propuesta de Royal Republic convirtió en toda una fiesta en la que saltar, bailar y cantar fue la máxima que se vivió con buen humor e intensidad. Muy originales.
Axel Rudi Pell (Festival Stage)
Nuevamente frente al enorme escenario del Festival Stage, Axel Rudi Pell daba cuenta de otro sobresaliente y apasionado concierto, que contó con un sonido excepcionalmente bueno, un lujoso setlist y una voz, la de Johnny Gioeli, increíblemente embaucadora. El concierto comenzó con problemas en la guitarra de Axel, y afectó al sonido de un potente “The Wild and the Youg” pero la cosa se arregló para el segundo tema en curso: “Wildest Dreams”. A partir de ahí el hard & heavy desplegado de manera exultante por el quinteto se convirtió en toda una muestra de fuerza, destreza, elegancia y grandes dosis de técnica. Técnica que destacó, sobre todo, en las ejecuciones de los pasionales: “Mystica”, “Long Live Rock”, “The Line”, “Eternal Prisioner” y esa mágica y enérgica confluencia entre “The Masquerade Ball” y “Casbah” que hizo tocar las nubes en uno de los mejores conciertos del día, y del festival. Un concierto que podemos rememorar en el doble álbum en directo que Axel acaba de editar bajo el título de ‘XXX Anniversary Live’, todo un regalo para nuestros oídos y memoria.
Y pasamos de un maestro de la guitarra que cumple años en la escena, a otro master de las seis cuerdas, en este caso ocho y diez, las que lucen las Sky Guitars de un Uli Jon Roth, que sigue encandilando con su ‘50th Anniversary Tour’, en el que despliega una propuesta que consigue que las palabras música, virtuosismo y rock tengan un brillo común y especial ante magistrales muestras que Uli nos ofreció de manera distendida, comunicativa y destacada en su set, en: “Electric Sun”, “Starlight”, “Enola Gay (Hiroshima Today?)” y los covers de Scorpions, a los que el ‘maestro’ recordó en aquella gran noche que en el Festival Stage dieron con su colaboración en el 2007, y lo hizo representando de manera intensa temas como “We’ll Burn the Sky”, “In Trance” o “Pictured Life”, además de un, como siempre en él, excepcional momento con ese “All Along the Watchtower” de Dylan que de las manos y guitarra de Roth suena soberbio. Excelente concierto de un músico, que visto lo visto, tiene cuerda para mucho tiempo.
Los siguientes, y también incombustibles, fueron esos ‘tres hombres’ que llevan su blues rock de carácter texano a un nivel que debe ser respetado al igual que lo son las largas barbas de los mal llamados hermanos Gibbons. Y es que ZZ Top siguen actuando ‘a degüello’ y ofreciendo humor y buenas sensaciones en cada oportunidad que tenemos de poder verles en acción. Sé que hay mucha gente que critica el que ZZ Top sean cabezas de cartel de uno de los días del Rock Fest Barcelona de este año, pero su propuesta y su entrega, sin ser excesivamente visual, va mucho más allá de lo que muchas bandas de power (que es lo que se reclama) accionan. Seguro que al igual que en esta ocasión en Barcelona la calidad estará servida en canciones que en sonaron eficaces como: “Jesus Left Chicago”, “Gimme All Your Lovin’”, “My Head’s Mississippi”, “Beer, Drinkers & Hellraisers”, “Legs”, “La Grange”, “Tush” y el cover de Elvis “Jailhouse Rock”. Suavemente encandiladores.
Disturbed (Rock Stage)
Si ayer fue la propuesta de Blaze Bailey la que me pareció excesivamente lineal, en este caso he de decir que lo mismo me ocurrió con Disturbed (disculpen sus fans). Disturbed actuó en el Rock Stage y me aburrió, no por no ser expeditivos, sino porque su líder y cantante, David Drainman, no me trasmitió, o no conecté, con su onda. Por ello, y por la obligatoria necesidad de estar en el foso de fotógrafos para realizar el reportaje fotográfico de Kiss un tiempo antes del inicio de estos, tuve que retirarme tras los temas iniciales: “Are You Ready?”, “Prayer”, “Liberate”, “Vengeful One”, “The Animal” y “Stupify”, que contrariamente a lo que personalmente me ocurrió, sí conectaron con la mayoría de un frontspace lleno hasta la bandera. Como decía, yo debía estar fuera de onda.
Quienes sí me sorprendieron, y debo confesar que antes de su concierto el recuerdo de su actuación en el Rock Fest me hacía rechinar los dientes, fueron Kiss. ¿Qué decir de sus himnos y su show? ¡Espectaculares! Si no hubiera sido porque cada vez que Paul hablaba su voz denotaba que para nada era la que se escuchaba en las canciones que él proponía en un show repleto de grandes dosis de la más cuidada y visualmente ampulosa producción.
Aun con ese refrito de Paul, y comparando este concierto con el vergonzoso espectáculo del Rock Fest, Kiss dio un gran concierto en el que no faltó ninguno de esos clásicos que todos queremos escuchar de ellos. Si hay alguna duda, poco razonable, sobre si Paul tenía las voces pregrabadas o no, no la hay sobre que en los primeros dos temas no lo estaba. Desde el foso de fotógrafos me fijé bien en ese detalle y pude comprobar que en ese inicio su voz sí era la que salía por los equipos. Sólo tuvimos la oportunidad de estar en el photo pit durante los dos temas iniciales “Detroit Rock City” y “Shoot it Out Loud”, y fue tras los siguientes, “Deuce” y “Say Yeah” donde quedó muy clara la diferencia entre tonos y afinación, pero no sólo eso, el esfuerzo que hizo Paul para crear un juego vocal entre él y el público dejó claro, si aún había alguna duda, que los coros y voces que surgían de “I Love it Loud”, y sobre todo “Heavens on Fire”, no eran los mismos. Pero el show estaba siendo muy bueno, musical, estética y cualitativamente.
La banda tenía ganas y se empleó a fondo en el ámbito comunicativo, grandes maestros de ello. En ese sentido, uno de los momentos espectaculares es en el que, durante el tema incluido en ‘Creatures of the Night’, el potente y denso “War Machine”, Gene escupe fuego mientras desde el escenario este cálido elemento surge en formas eruptivas de los cañones de gas que engalanan el enorme escenario principal del festival. Es una emocionante alegría ver cómo los niños alucinan y se sorprenden tanto como lo hacen mayores que seguramente hayan visto a Kiss en más de una ocasión, pero que siguen sintiendo esas sensaciones que uno de los más grandes shows del mundo pueden transmitir. Para dejar rastro de ello y llegados al ecuador del show se dispensaron los intensos momentos de “Lick it Up” y “Calling Dr. Love”, tras los que llegaron los solos y voces de Erick y Tommy en los respectivos “100000 Years” y “Cold Gin”, en lo que fue la parte más insulsa del espectáculo.
Para elevar las sensaciones y recuperar escénicamente la parte teatral nada como ese “God of Thunder” en el que el vampiro regurgita la sangre sobrante de un banquete que se amplía en ese vibrante “Psycho Circus”, tema que retomó una participación que volvió a caer en picado en un alargado “Let Me Go, Rock ‘n’ Roll”… Y para dar fin de manera eficiente en un vuelo de ida desde el escenario hasta la plataforma plantada frente a la torre de mezclas en “Love Gun”, con Paul nuevamente evidenciando lo antes comentado de su voz en el juego vocal con el público. Craso error realizarlo. Pero el show continuó y el viaje de vuelta al escenario se amenizó con la disco/heavy “I Was Made for Loving You” y se cerró con un “Black Diamond” bastante flojo… Papelitos, globos y cintas, flotaban y volaban mientras el final del show se convertía en una fiesta pirotécnica celebrada al unísono con los intensos “Crazy Crazy Nights” y “Rock ‘n’ Roll All Night”, evocados tras un ‘Beth’ en el que Erick Singer aparcó las banqueta de su batería cambiándolas por la delicadeza de sus yemas pulsando las teclas de un blanco piano de cola.
¿Debemos aparcar la polémica y asumir la realidad, o debemos exigir que nuestro dinero sirva para obtener lo que se nos promete? Cada uno que saque sus conclusiones, pero la esencia de los directos debería estar en ser capaces de ofrecer una realidad, no un juego de prestidigitación, en mi opinión para eso ya están las estrellas del pop. Para mí el rock es esencia, técnica y virtuosismo en estudio y en directo. Si no se exigen esas premisas pronto pagaremos por ver los conciertos en pantallas gigantes…
El día acabó con la cercenada actuación de Dream Theater, que mostró su parte más oscura, enérgica y majestuosa, hasta que, sin previo aviso y con un simple “Good Night!”, cortaron su show de raíz cuando aún quedaban más de 20 minutos de actuación y sólo habían sonado siete temas: “Untethered Angel”, “As I Am”, “Fall into the Light”, “Peruvian Skies”, “The Dance of Eternity”, “Lie” y “Pale Blue Dot”. Nadie dio explicaciones al respecto. Una lástima, porque la banda estaba siendo especialmente entregada y su concierto fluía con toda naturalidad y expresión, así que la mayoría de los que estábamos frente al Rock Stage nos quedamos con un buen recuerdo, pero con ganas de mucho más para cerrar la noche de forma excelsa.
Sábado 8
La previsión era que la lluvia hiciera acto de presencia, y en esta ocasión lo hizo, pero de una forma tan fugaz como intensa, y por fortuna lo hizo a una hora en la que sólo afectó a unos pocos; eso sí, un único rayo afectó a parte del circuito eléctrico del recinto, lo que confluyó en que el inicio del festival se retrasase unos quince minutos, que poco a poco se fueron recuperando en las primeras actuaciones.
Iniciaba el día con las ganas de ver en directo a una formación que ha supuesto una de las revelaciones en el power desde que su primera obra, ‘Berseker’, salió a la venta en 2017, recogiendo cualitativamente el relevo de lo que Anton Cabanen había iniciado con Battle Beast. El concierto de Beast in Black fue como me esperaba, entregado, efectivo y con mucha actitud. Los temas de power melódico con guiños disco/heavy de “Cry out for A Hero”, “Eternal Fire”, “Sweet True Lies”, “From Hell With Love” y “End of the World” destacaron durante la hora y quince minutos que la banda dispuso para mostrar sus cualidades, un tiempo en el que la conexión del público fue total y la voz y posicionamiento del griego Yannis Papadopoulos mostró su gran capacidad, menos en los agudos, que sorprendentemente estuvieron ejecutados por el bajista Mate Molnar. Buena propuesta para desperezar los músculos.
Esta era la cuarta vez que el Sweden Rock acogía a la banda que en 1972 nació, tras nueve años de anteriores proyectos, de la mano de los hermanos DeYoung y John Panozzo. En este caso, fue la mejor de las cuatro ocasiones en las que Styx ha actuado en el festival, dando una excelente muestra de lo que debe ser un directo. Calidad, ambientación, entrega, comunicación, estilo, elegancia, fuerza, sentimiento y mucha pasión, son los adjetivos más que merecidos que puedo dedicar a lo que Styx nos ofrecieron en un show en el que no necesitaron de efectos especiales, ni de grandes producciones, incluso, por la hora, ni de los efectos que recogen y ensalzan los buenos juegos de luces que el escenario dispuso en otros. A mi entender, Styx dieron el concierto más destacado del festival, por encima de los grandes cabezas de cartel, sabiendo tocar la fibra con temas que sonaron especialmente esenciados como: “Blue Collar Man”, “The Grand Illusion”, “Radio Silence”, “Miss America”, “Too Much Time on my Hands”, al que se soldó la parte operística y vocal del “Bohemian Rhapsody” de Queen, un especialmente excitante “Come Sail Away” y los bises que propusieron la exaltación total en “Mr Roboto” y “Renegade”. Pocas palabras más hay que añadir cuando la magia de la música es capaz de traspasarte y hacerte sonreír de principio a fin. Con conciertos así, Styx merecen ser cabezas de cartel en cualquiera de los festivales en los que tengan el acierto de contratarles.
En ésta edición del festival hubo pocas bandas que en mi personal lista coincidieran en horario, pero que lo hicieran dos de mis grandes favoritas del cartel era algo que inicialmente me contradijo. Pero en estos casos dividirse es vencer, máxime cuando voy a tener la oportunidad de ver a las dos bandas en cuestión en diferentes espacios y eventos. La primera de estas bandas eran, como reza el titular, los Demons & Wizards del guitarra y líder de Iced Earth, Jon Schaffer, y la voz de Blind Guardian, Hansi Kürsch.
Con un espectacular escenario en el que el telón del primer álbum de la banda presidía y ambientaba el cementerio dispuesto en él, otorgando una especial ambientación a lo que de forma potente y poderosa Demons & Wiards dispuso en su inicio, en destacadas muestras de su discografía como: “Poor Man´s Crusade” “Crimson’s King” y “Terror Train”, entre los que se cruzaron los himnos de Iced Earth “Burning Times” (en el que Hansi dejó claro que sus registros y potencia vocal no llega, ni de lejos, a lo que Stu Block propone en la actualidad del combo de Florida) y “I Died for You”, y de Blind Guardian en “Welcome to Dying” y “Valhalla”, himnos sumamente seguidos y en los que la voz de Kürsch sí convenció. Como decía, UFO estaban actuando en el Sweden Stage y no quise perderme en final de su show. Ya estoy esperando el concierto de Demons & Wizards en el Rock Fest, allí no pienso moverme del frente del escenario en el que demonios y brujos actúen.
A la carrera para disfrutar todo lo posible del concierto que UFO estaba ofreciendo, me llevé la sorpresa de que el concierto había iniciado unos minutos antes de la hora prevista y que además del final de “Too Hot to Handle”, de su show sólo quedaban los temas “Rock Bottom”, “Doctor Doctor” y “Shoot Shoot”. Por suerte estos himnos son largos en ejecución y en ellos la intensidad y el dinamismo fueron unas máximas que gracias a la buena voz de un sonriente Phil Moog, el entusiasmo de Rob De Luca en el bajo (D.E.P. Paul Raymond), el virtuosismo de Vinnie Moore a las seis cuerdas, la ambientación a la guitarra y a los teclados de un entregado Neil Carter y la rítmica por parte de un efusivo Andy Parker. Por suerte en el Rock the Coast podré disfrutar de su ‘50th Anniversary Last Orders Tour’ al completo.
Saxon es una de esas formaciones que por muchas veces que se vean, por lo diferentes que sean los escenarios y ambientes, nunca defrauda. En este caso, Saxon viene con un nuevo aniversario bajo el brazo, el 40, y lo hace con un set repleto de esos grandes éxitos, himnos incombustibles de la NWOBHM, que saben motivar y excitar. En este caso, personalmente, esperaba encontrarme con un escenario en el que luciera el águila y parte del ‘Crusader Show’; pero no, sólo un escueto cartel del ‘Thunderbolt’ fue el que presidió un show del que sólo disfruté de los efectivos “Wheels Steel”, “Strong Arm of the Law”, “Denim and Leather”, “Sacrifice” y “Battering Ram”, tras lo que me dirigí hacia el 4Sound Stage, haciendo parada obligada en la carpa del Rockklassiker para ver el apoteósico final de una formación que resultó toda una revelación en los escenarios del Sweden, ya que tras el buen concierto que resultó en la carpa, y la suspensión de la actuación de Behemot, que perdieron el vuelo de conexión, la organización, con buen criterio, ofreció a los argelinos Myrath la posibilidad de suplir a los black/death metaleros polacos en el cierre de festival, situación que Myrath aprovecharon de manera ejemplar.
El día anterior, casualmente, y nunca mejor dicho, me topé con el guitarra de Green Jelly, Avran Laguna, charlando con él, y aunque no lo tenía previsto, le prometí que iría a ver su show, aunque fuera durante un par de temas. Resultado: si hay una banda que merece más que ninguna otra que conozca los calificativos de ser unos gamberros insultantes, unos irreverentes políticamente incorrectos, unos injuriosos merecedores de tres rombos, son la banda liderada por el cantante Bill Meanspeaker, quién nos deleitó con todo tipo de gamberradas e insolencias, dirimidas estas en un cómico tono de complicidad entre el público y la formación. Disfrazados cual diversa y divertida comparsa carnavalesca, la banda se apoyó por una veintena de voluntarios ataviados con irreverentes máscaras tras las que se divirtieron y nos asombraron usando como banda sonora temas como “Obey the Cowgod”, “The Bear Song”, “Anthem”, “Rock n Roll Pumpkin” y un encore de aquel divertido “Three Little Pigs”, cuyo video hizo furor en la MTV. Os recomiendo ver alguno de los videos grabados en el festival que ya corren en las redes. Por mi parte, estoy dispuesto a formar una banda así… ¿Quién se apunta?
Ritchie Blackmore’s Rainbow (Festival Stage)
Una de las características más destacadas del Sweden Rock es su espíritu ambicioso, en el que la calidad y exclusividad forman parte no sólo de su historia sino también de su alter ego. Hace dos años, con el nuevo resurgir de Ritchie y su arco iris, lo intentaron, pero el maestro no accedió, aunque sí permitió que el dedo quedase en el reglón, sólo faltaba otra oportunidad para que el majestuoso festival se hiciera con el colorido nombre entre los grandes y exclusivos momentos que se han podido vivir en él: Rush, Triumph, Sammy Haggar and the Wabos… y ahora, por fin, Rainbow. Pocos son, y serán, los carteles que luzcan ese nombre en su haber, y antes de que en una semana un recién nacido Rock the Coast vuelva a conseguir que esta leyenda vuelva a tierras hispanas, hemos tenido la oportunidad de ver, de disfrutar, de gozar, de la magistralidad y fantasía del señor de la Fender Stratocaster blanca.
Aposentado frente al inmenso escenario principal, consciente de poder vivir una experiencia que nunca voy a olvidar, mi pulso temblaba y mi corazón retumbaba dentro de mí hasta que sonó un ambiental, sobrio, tenue y folki ‘Land of Hope and Glory’ que me calmó, pero sólo fue durante unos segundos, ya que ese arco, camino semicircular de luz fraccionada, estaba a punto de hacer acto de presencia ante nosotros. La advertencia fue el preámbulo musical del mítico “Over the Rainbow” que paseando por ese camino dorado popularizó Judy Garland. Con el vello de punta y la electricidad recorriendo mi columna vertebral vi salir a la banda, respiré hondo y tragué saliva en un vano intento de soltar el lastre de los nervios, cuando la explosión de “Spotlight Kid” me asentó y empecé a enfocar y disparar con mi cámara intentando encontrar principalmente a Ronnie y a Ritchie. El primero fue fácil, Romero se movía y proponía mientras su voz encumbraba con contundencia el potente himno al que Blackmore imprimió parsimonia en el solo. Lo de enfocar a Ritchie fue otra cosa, situado a la izquierda de la batería, el gigante escenario impedía cual muralla buenas tomas. Pero eso ya era lo de menos, sinceramente, tenía ganas de dejar de tomar fotos para unirme a la gran fiesta que se estaba viviendo tras la valla. Hubo quién sí lo hizo, y se perdió el momento en el que Ritchie se acercó al foso, se arrodilló y dejó fotografiarse por unos segundos, señalando a su esposa, Candice Night, con un simpático gesto de expresar un “Ya está ¿no?”
Tras el efervescente inicio, la mítica versión de Russ Ballard “I Surrender” dejó claro que Romero estaba en plenitud de facultades vocales, sobrepasando en mucho lo que Joe Lynn Turner había mostrado el día anterior en el mismo festival y no sólo eso, el exigente “Mistreaded” le puso a la altura de lo que Coverdale mostraba en su mejor época con Deep Purple. “Mistreaded” fue un tema que cambiado de tempos versus el original en su parte duelística, empleando Johansson y Blackmore partes de folk, blues y jazz en el lugar de la potencia del hard rock. Una inflexión, en la que Ronnie mostró su parte comunicativa ante un público que ya estaba a sus pies y para cuando otra versión de Russ Ballard, “Since You Been Gone”, permitió a Ronnie sacar el carácter vocal que Graham Bonnet dispendió en aquel magnificente ‘Down to Earth’, cuya portada se reflejó en una pantalla que previamente había lucido la del ‘Straight Between the Eyes’, pantalla que tras la versión iba a lucir el castillo con forma de Stratocaster del primer álbum de Ritchie Blackmore’s Rainbow, representado por el que un largo y esenciado “Man on the Silver Mountain” fue embajador.
La garganta de Ronnie se había puesto a prueba y había sacado matrícula. Voces como las de Turner, Bonnet, Coverdale y Dio habían puesto en evidencia que la elección del chileno como nuevo cantante de Rainbow fue una más que acertada elección para proponer las excelencias de este míto que revive de una manera que no permite críticas. Tras bromear Ronnie con Ritchie y hacer que Johansson se explayase en sueco, tocaba el turno a ese regreso a la banda madre de Blackmore, que en 1984 propuso el retorno a ella y que iba a comparar las cuerdas vocales de Romero con las de Ian Gillan. “Perfect Strangers” fue un himno absoluto en la campiña de Norje/Sölvesborg, un monumento que tuvo su culmen en otra exigencia de los Purple con un “Black Night” en el que las voces de Candice Night y su compañera de coros amplificaron la ya de por si enervante atmosfera que el tema y el escenario disponían.
El set continuó con esa oda a la alegría que Beethoven inyectó a su novena sinfonía y que Rainbow inmortalizaron en un excelso “Difficult to Cure”. En esta ocasión el instrumental estuvo ensalzado por las imágenes de fuegos artificiales y los solos de Jens Johansson con su Hammond, de David Keith a las baquetas, de Bob Nouveau a las cuatro cuerdas y del maestro Blackmore en las seis.
Tocaba aproximarse al entregado público, Ronnie y Ritchie se acercaron para preguntar qué tema preferían escuchar. Ronnie hizo como que no entendió lo que un fan de primera fila le dijo, Ritchie le apuntó que había pedido algo llamado “Ace of Spades”… No, el clásico de Motörhead no apareció ni en su riff, pero “All Night Long” se celebró casi con la misma intensidad que la tormenta que siempre supuso, y supone, el himno de los Motör.
Y si todo parecía que era perfecto, intenso e incontestablemente brillante, llegó la tormenta, la cúspide de la pirámide, el paroxismo total de una banda que sacó rabia y técnica, fuerza y expresión, carácter y solidez. Fueron algo más de diez minutos de enervamiento en los que la perfección pasional y escalonada ejecución de “Stargazer” nos apretó la garganta al igual que el puño estruja el arco iris en la portada de ‘Rising’ ¡Ronnie se salió por todos lados!
Necesitado de una cerveza para resistir el resto de un set que aferró su parte más participativa con ese himno que resume mucho más que un sentimiento y un deseo, otro himno que resonó cual trueno en la noche escandinava en un más que participativo “Long Live Rock ‘n’ Roll”, que provocó las chispas que acabaron prendiendo en las llamas de un “Burn” que Romero interpretó como si para él el concierto sólo hubiera hecho que empezar.
La llama del tiempo y del inmenso concierto se apagaba y ya sólo quedaba ese “humo en el agua” que cerró con excelencia un concierto de ensueño.
El arco iris desapareció, pero su imagen quedará indeleble en la memoria de quienes pudimos vivir otra de las paginas doradas del Sweden, unas sensaciones que seguro podremos revivir en el Rock the Coast, dónde Ronnie jugará en casa.
The Bones (Rockklassiker Stage)
Con toda la adrenalina concentrada decidí vivir el final del festival en la carpa, con la propuesta de una formación que rinde tributo a los clásicos del punk-metal, no con versiones, sino con unos temas propios que bien podían haber firmado influencias en ellos como los Ramones, Motörhead, Sex Pistols o Hardcore Superstar. Muestra de ello fueron los intensos, efectivos y divertidos empujones que el cuarteto nos lanzó en forma de piezas como “It’s My Life”, “Too Many Miles”, “Flatline Fever” o “Psycho Dad”. Un enérgico final para una extraordinaria edición del mejor festival de Europa, y quizás del mundo… ¡Hasta el próximo año SRF!
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4 comentarios
Genial crónica!! Como siempre . ...enhorabuena
Menuda pedazo de crónica de lo que dio de si uno de los mejores festivales rockeros que se pueden ver desde hace años por el viejo continente y que este año con este elenco de bandas creo que ha sido uno de los mejores carteles que han tenido los amigos suecos en su historia. Todas las bandas cada cual a su estilo estuvieron a la altura presentando sus mejores temas y es de elogiar que nuestro Ronnie Romero esté al frente de la vuelta de RAINBOW con el señor Blackmore.
Buena crónica, pero me gustaría hacer una precisión respecto al concierto de Demons n Wizards. Sólo he podido ver algunos temas por grabaciones subidas por fans, pero el nivel de Hansi en lo que va de gira (tanto por dichas grabaciones, como por las de otros conciertos, como el de Moscú, que está íntegro en decente calidad en YouTube), está siendo impresionante. Stu no es un mal cantante, pero sólo domina realmente bien los registros medios y bajos. No tiene el registro que tenía Barlow y no tiene el de Hansi. Buscaré a ver si está colgado algún video de la versión de Burning Times para valorarlo de primera mano de todos modos.