Crónicas

The Fleshtones en Bilbao: Licenciados en garitos

«De todas formas, dadas las circunstancias de los veteranos, meter semejante tralla durante cerca de una hora no está al alcance de cualquiera. Muchos otros divagan durante minutos que parecen interminables. Supongo que aquí influirá su condición de licenciados en garitos.»

28 febrero 2023

Sala Crazy Horse, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Hay que reivindicar los conciertos en recintos reducidos, o selectos, como diría un servidor. Frente al oropel y las luces deslumbrantes de los grandes festivales, la intimidad y el tú a tú presentes en los bolos de espíritu modesto. Esos lugares donde conoces a la mayoría de asistentes por lo menos de vista y la comunión imperante se asemeja a la de una especie de familia que se encuentra unida con un mismo propósito.

De tocar en garitos saben bastante los míticos neoyorquinos The Fleshtones, que comenzaron su andadura a finales de los setenta y no tardaron en debutar en el legendario CBGB, aquel santuario por donde pasaron Patti Smith, Ramones, Talking Heads, Television y una infinidad de estrellas relevantes de la época. Ya solo por haber formado parte de ese elenco convendría considerar a esta banda una parte muy importante de la historia de la música.

Las visitas de Peter Zaremba y compañía suelen ser frecuentes por la península. No en vano en esta ocasión se habían montado una extensa gira de doce fechas seguidas, sin descanso entre medias, lo que prueba la pasta de la que están hechos estos señores que superarían la edad de jubilación en cualquier otro trabajo.

Son un nombre de culto en el rollo garajero, por lo que siguen gozando de un tirón espectacular en el norte. Menuda juerga se montó en el bilbaíno Crazy Horse una jornada como cualquier otra de comienzos de semana. Entramos ahí y de primeras nos encontramos a peña dando vueltas de peonza a petición del vocalista. La labor de hacer fotos fue ardua debido a la desmedida acumulación de personal, pero es lo que tiene este oficio.

Los veteranos The Fleshtones se mostraron desde el inicio con un ímpetu realmente juvenil, como si en verdad fueran un grupo nuevo y aquel su primer recital. Ya tiene mérito conservar la emoción de principiantes a unas edades en las que la mayoría anda pensando en jugar con los nietos. Será que el rock n’ roll rejuvenece.

Como si alguien les persiguiera, los de Queens se cascaron un repertorio frenético en el que si parpadeabas, ya te habías perdido medio tema. De esta guisa rescataron varias piezas de ‘Face of the Screaming Werewolf’, su último trabajo de estudio hasta la fecha, como la versión de The Rolling Stones “Child of the Moon” o la inapelable “Manpower Debut”, que se acerca con poco disimulo al protopunk.

Calentaron todavía más el cargado ambiente con la soberbia “I Surrender”, uno de sus grandes clásicos para cantar a pleno pulmón. Esto último lo decimos más bien entre comillas, pues siempre fueron un combo underground que no conoció algo cercano a la popularidad hasta sus últimos años. De hecho, el disco que más alto ha llegado a la prestigiosa lista de Billboard es el más reciente precisamente.

Se acordaron de todos los compañeros que habían recalado en el CBGB antes de una suerte de homenaje a uno de los grupos neoyorquinos más influyentes y queridos. Estaba clara la referencia que colaban en “Remember the Ramones”, compuesta con esas señas de identidad que patentaron Joey, Johnny, Dee Dee y Tommy. Hasta contaron 1, 2, 3, 4 antes de empezar, igual que harían las leyendas de Forest Hills.

El micro no se antojó propiedad de una sola persona, pues también ruló entre el bajista y el guitarra, que no cantaban nada mal. El cariño de los fieles era algo fuera de lo normal, el voceras Peter Zaremba cada dos por tres chocaba puños con los entregados fans y en una ocasión hasta permitió a un forofo tocar el teclado, pero una nota nada más, tampoco es cuestión de abusar.

La bomba “Alright” parecía pensada para incitar al cante y al desparrame total, por algo se desataron palmas de forma natural, nada verbenera. Lástima que este corte implicara ya una despedida cuando apenas llevaban una hora o algo menos en escena. La gente decía que siempre hacen lo mismo, aunque la vez anterior en el Antzoki no nos diera la sensación de que su bolo fuera tan corto.

En cualquier caso, la parroquia tuvo que desgañitarse y currárselo un poco para que regresaran a las tablas al de cierto tiempo. Una instrumental surfera sirvió para que el guitarrista demostrara sus habilidades como equilibrista subido a la mesa del merchandising y de esta manera incrementar todavía más el ambiente de fiesta total.

El bis fue doble, pues volvieron una segunda vez con las siguientes palabras: “Somos los Fleshtones y tenemos esto para ti”. El regalo en cuestión era “Ama como un hombre”. Así tal cual en castellano. Esperemos que los censores contemporáneos no se tomen el título al pie de la letra, pues se trata de una mera gamberrada para desparramar en las distancias cortas. La juerga jamás hizo división de sexos.

El respetable comía de la mano de los norteamericanos con una devoción tal que hasta consiguieron que todo el mundo se agachara mucho más tiempo del que aconsejaría la edad media de la parroquia, pero había que aguantar, el rock n’ roll a veces tiene estas cosas. La gimnasia y demás acrobacias nunca fueron uno de nuestros fuertes.

Como ya hemos mencionado previamente, en su anterior visita no nos pareció que su recital fuera escaso. Tal vez pudo influir en la percepción lo de llegar con el tiempo justo al segundo o tercer tema. De todas formas, dadas las circunstancias de los veteranos, meter semejante tralla durante cerca de una hora no está al alcance de cualquiera. Muchos otros divagan durante minutos que parecen interminables. Supongo que aquí influirá su condición de licenciados en garitos.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extenso resumen hacia la currada descarga que se marcaron estos veteranos bajo el nombre de FLESHSTONE en una de las mejores salas bilbainas como es la Crazy Horse.

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