Crónicas
Sôber y Ciclonautas: La luz al final del túnel
«Nos sentimos muy agradecidos de haber podido presenciar en vivo y en directo un concierto único en un momento excepcional y adverso para todo el planeta, pero del que confiamos ya estar en la recta final»
24 julio 2021
Buesa Arena, Vitoria
Texto: Iker Vicente. Fotos: Iñigo Malvido
Segundo sábado consecutivo de noche de rock en tiempos de pandemia dentro de la iniciativa cultural “Las Noches del Buesa Arena” donde, como ya comentamos en la crónica de Rulo del sábado pasado, la Diputación Foral de Álava y Saski Vasconia, con muy buen criterio, han hecho un gran esfuerzo por reconocer también a la cultura como un enfermo más afectado por el fatídico Covid19, y han apostado por no dejarla morir, traduciéndose esto en la organización de todo un programa completo de eventos culturales desarrollados dentro del estadio de Baloncesto de Tau Baskonia Vitoria a lo largo de este verano.
Con una escrupulosa puntualidad y unas exigentes medidas de seguridad de trasfondo, arrancaba una especial noche de rock de la mano de Ciclonautas, el trío formado en Pamplona y capitaneado por Alén Ayerdi, batería de Marea, que si bien llevan pateando escenarios desde hace ocho años, la prensa musical los sigue recibiendo en la actualidad casi como banda revelación. El último plástico que nos venían a presentar, 'Camping del hastío', ha sido un gran trabajo de refinada producción muy bien recibido tanto por prensa como por el público, con una portada súper trabajada, propia de los guionistas del apreciado programa Cuarto Milenio, que tranquilamente podrá optar a la sección de “mejor portada” dentro del Rockreferéndum que anualmente organiza La Heavy.
Con un enorme abre corchos serigrafiado como telón de fondo, daban un potentísimo pistoletazo de salida con “El Sol” y “Abrazado a un misil”, seguida de “Deseo”, primer hattrick de su último álbum, que nos ponía en antecedentes de lo que venían a ofrecer esa noche: rock urbano de gran calidad cantado en el idioma de cervantes, que de alguna manera bebe también del argentino, aunque solo sea por la voz de su cantante, del mismo origen que la del Che.
"Bombo Sicario”, ese gran single que fue acompañado hace unos meses por un trabajadísimo videoclip donde el cuarto protagonista del mismo era el cuervo, ave de mal agüero que simultáneamente también es animal de portada del último trabajo de la banda que venían a telonear, sonó potentísimo y asentó sin dejar ya duda alguna el sonido tan característico, personal y reconocible de este gran power trío pamplonés.
La pegada que tiene Alén a la batería es bien conocida, pero en este proyecto adquiere más protagonismo y suena brutal. Entre canción y canción constantemente nos preguntaban si estábamos bien, a lo que el público respondía afirmativamente. Continuaban sin salirse de sus últimas composiciones para proseguir con “Agua va” y “Eterno aprendiz”, este último con algunos guiños al sonido western. Tras reconocernos Mai, cantante de Ciclonautas, cuya voz nos recuerda de pleno a una versión en castellano de nuestro querido Lemmy Motörhead que en paz descanse, que ese día era su cumpleaños, con el correspondiente aplauso del respetable, nos lanzaba una pregunta retórica de si habíamos venido a jugar para presentar otro tema nuevo más, “Dele al play”.
Destacable la presencia de Javier “Txo”, bajista del grupo, que no paraba de moverse eléctricamente fusionándose en cada acorde con su instrumento. Llegados a este punto entendíamos que empezarían a intercalar cortes de trabajos anteriores, pero este momento aún se haría esperar porque siguieron interpretando ' Camping del hastío' casi íntegramente, con otros dos temas que fueron los que mejor conectaron con el público: “El ombligo” y “El souvenir”, ambos con coros muy pegadizos que hicieron las delicias de los allí presentes, cadencia propia del sonido de la banda y que de algún modo consiguieron activar la chispa que citaban en la letra de ese último corte. Cerraban, ahora ya sí, con dos grandes composiciones anteriores: “Bienvenidos los muertos”, que pudo sonar como la mejor del repertorio, y “Qué tal”, otro corte que nunca falla en el planteamiento del combo navarro.
En resumen, un buen show de una banda con gran sello personal muy reconocible, cuyo sonido especial y característico, ayudado por la imagen y puesta en escena del propio grupo, podría encajar como anillo al dedo en alguna peli de Tarantino donde el guion central pivote sobre antros de carretera en mitad de desiertos mexicanos llenos de humo y tequila, sicarios peligrosos y algún que otro cadáver en el maletero de alguno de ellos. Si aún no los conoces desde aquí te recomendamos dar una oportunidad a una de las bandas últimamente más escuchadas (y con gusto) en la redacción de La Heavy.
Y tras la descrita puesta a punto de motores por parte de Ciclonautas era el turno de los madrileños Sôber, otra banda que, como la anterior y como tantas otras, haciendo un gran esfuerzo por reestructurar recursos y medios para poder ofrecer música en vivo, han cogido los bártulos y han salido a la carretera para poner su granito de arena en la ya descrita y tan necesaria sanación de la cultura, y más concretamente de la música en directo. En ese contexto, y tras una intro súper atmosférica y muy bien elegida, “10 años” abría una velada llena de auténticos clásicos, incluyéndonos Carlos Escobedo una pequeña “masterclass” de bajo en la misma, dejando de este modo claro que no solo poner voz al sonido que tan único hace a Sôber es lo que tan bien sabe hacer.
Con una banda a la que se le notaban las ansias por volver a los escenarios después de tanto involuntario tiempo en reposo, “Blancanieve” era muy bien acogida al igual que “La araña”. Con “Eternidad” hacían el primer guiño a 'Paradÿso', el disco que colocó al cuarteto madrileño en lo más alto de rock estatal.“Oxigeno”, como ya nos tienen acostumbrados, nos traía una clara reminiscencia a los primeros tiempos de furgoneta y carretera, antesala de lo que sería uno de los momentos más esperados: primer tema interpretado en directo de su último trabajo, 'Elegía', que no fue otro que el segundo single del mismo, “Verona”. Lo cierto es que esta canción, con toda su energía, crudeza y peso, unida a la sobrecogedora temática que aborda, no defraudó en absoluto para el gozo de los que desde abajo veíamos con absoluta curiosidad cada detalle de esta interpretación que forma parte de un disco que, en mi opinión, ya ha pasado a ser el mejor de la carrera de Sôber hasta la fecha.
Dicho esto, hay que añadir que no nos hubiese importado que replicasen el planteamiento de Ciclonautas de interpretar prácticamente el disco entero, porque como digo, teniendo en cuenta que ha sido un disco con composiciones mayúsculas en las que no había un solo tema de relleno, no creo equivocarme afirmando que al público no le hubiese importado, sino todo lo contrario. Aún con todo, sabedores que su posición en lo más alto de nuestro metal lo es en gran parte gracias a la fama que le dieron sus múltiples clásicos, tras un breve agradecimiento por parte de Jorge Escobedo, refiriendo que para ellos también se había hecho largo el parón y que solo esperaba que fuésemos poco a poco viendo la luz, prosiguieron con “Prisión del placer” y “Sombras”.
He de reconocer que con una banda que destila fuerza por todos sus poros, se hacía muy difícil mantener el tipo sentado y que tal vez esto supuso una especie de energía contenida por parte del público, una cierta impotencia que de alguna manera el propio grupo pudo percibir en algún momento. Intercalaban entonces una “Impro”, una especie de "jam session" a la que suelen recurrir en sus directos para concatenarla con una de mis preferidas, sin duda, como fue “El hombre de hielo”, tras lo cual “Cubos” servía de prólogo a “Naufrago”, donde fue grato recordar que el público sigue agradeciendo ese tipo de momentos de balada súper clásica con mechero en mano, aunque hoy por hoy sean suplidos por la luz de los móviles. Bonita estampa para cerrar el primer tramo del show.
Tras un breve descanso, volvía nuevamente el tan esperado momento de la noche para echar la alfombra roja a “Mi heroína”, primer single del último plástico de nuestros queridos castizos, que sonó tal vez con un poco menos de fuerza que lo que teníamos en la retina tras la escucha en bucle el disco durante las últimas semanas, pero aún con todo conectó muy, muy bien, y gustó mucho.
El concierto ya estaba a punto de tocar cumbre y lo hizo con los grandísimos “La nube” y “Arrepentido” para volver a amagar con el fin del concierto, tras el cual regresaban para tranquilizarnos con cuatro temas más, el primero de ellos marcando el momento más especial de la noche, ya que Carlos bajó a regalarnos con refinada interpretación “Estrella Polar”, paseándose entre el público y recorriendo prácticamente todo el aforo del estadio Buesa Arena. Nunca deja de sorprender la seguridad que desprende en el escenario (y bajo él, como era el caso), y las tablas con las que sabe meterse al público precisamente donde él quiere: en el bolsillo. La gente, pese al gran esfuerzo por mantenerse sentada, comenzó a amagar el poderse poner de pie con “Vulcano” y “Tic Tac”, para ya con “Loco”, cierre definitivo del evento, sentirnos todos un poco eso, precisamente locos de estar presenciando un concierto de puro metal y seguir obligados a permanecer sentados en nuestros asientos.
En definitiva, un gran concierto de Sôber que, pese a llevar tiempo sin que la maquinaria del conjunto madrileño estuviese engrasada en directo, pudimos ver de manera unida, compacta, y que transmitía sentirse como siempre, muy a gusto en el escenario. El mayor contrapunto tal vez fue la ya citada e involuntaria ligera desconexión por momentos por parte de los presentes respecto a la gran vibra que desprendió en todo el momento la puesta en escena que nos ofrecieron nuestros amados e incombustibles Sôber. No obstante, aún con todo, y a pesar de las circunstancias, creo que la mayoría nos sentimos muy agradecidos de haber podido presenciar en vivo y en directo un concierto único en un momento excepcional y adverso para todo el planeta, pero del que confiamos ya estar en la recta final consiguiendo ver la luz al final del túnel. Mientras tanto, nos quedamos con la satisfacción de poder seguir disfrutando de noches tan especiales como esta. Grandes Sôber.
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3 comentarios
Concierto aplastante por parte de ambas bandas presentando cada una de ellas su nueva placa de estudio la cual y como nos tienen acostumbrados ha calado de puta madre por estos lares. Yo creo que lo más importante fue ver de nuevo sobre un escenario a uno de nuestros mejores hachas como es JORGE ESCOBEDO después de ese bache el cual le mantuvo en el hospital pero el cual vuelve más potente que nunca. Pués a disfrutar en casa del Dvd en directo en La Riviera Madrileña.