Kike M: Ha nacido una estrella

‘Antipersonal’ saldrá en octubre, pero diez de sus once canciones sonaron en El Sol, sala madrileña donde Kike tuvo que hacer doble pase debido a las limitaciones de aforo.  Yo acudí al primero de ellos, en horario vespertino, que fue presentado por Rodrigo Contreras, locutor del programa RockFM Motel.

Me descolocó un poco que el cantante comenzara el concierto con los ojos vendados mientras tocaban la alegre tonadilla con la que da comienzo “Prefacio”. Enseguida me llaman la atención los ingeniosos ritmos de Gabriel Vidanauta, que la mayor parte del tiempo huye de los patrones habituales del rock –hasta las jotas caben en su ideario- para potenciar el componente bucólico del grupo y la vivacidad que desprende el violín del sonriente Chavi Ces, que sustituía eventualmente a Manu Clavijo.

En lo que llaman “Introducción para saltar a escena” dan la primera muestra de que, en cuanto le dan rienda suelta a la imaginación, se transforman en una banda de folk rock progresivo. “El ladrido de mi voz retumba”, canta Kike, que lejos de gañir, tiene la garganta a tono y trina como una jilguerillo.

“Destellos” viene a confirmar que en directo suenan más enérgicos que en el disco, y en la segunda mitad, el violín vuelve a encender a un público anclado en sus asientos.

Más lenta es “Sensibilidad”, dedicada por el cantante a los mecenas del arte. La otra debilidad de Kike es la naturaleza, y dice tenerle “envidia sana e insana al mundo animal”, protagonista de “Sur”, una canción de su EP ‘Pobladores del suelo, las nubes y el mar’ (2018).

Agradece el vocalista que “Fortaleza” haya estado sonando en RockFM –también MariskalRock Radio le ha tendido la mano- y nos cuenta que es una canción que nació durante una visita a Toledo. Rock de toda la vida que es rara avis en su repertorio, que se aleja de los convencionalismos.

En la parte intermedia de “Puertas abiertas” renuevan sus votos con la música progresiva, siempre con la impronta personal del violín y la guitarra acústica del señor M.

Diego Aragón de Papawanda se les une con su trompeta en “Infiel felicidad”, un acelerado tex-mex que, en otras circunstancias, nos habría levantado de nuestros asientos.

“Shere Khan” es un medio tiempo que va ganando en intensidad, algo parecido a lo que ocurre con “Agua y piel”. Para este último, Kike anuncia la colaboración de Anika (Ombligo), pero resulta que aún no estaba presente en la sala (sí llegó a tiempo para el segundo pase); en cualquier caso, el guitarrista Jose Bueno hizo coros con mucha solvencia.

El cantante se queda solo en el escenario para tocar “Ojos de dragón”, una canción totalmente nueva y muy bonita que nos deja apreciar su destreza con la guitarra acústica.

A continuación presenta a la banda -de la cual solo me queda por nombrar al bajista Isaac González, a quien le pediría un poco más de gallardía en su interpretación- y se arrancan con otro tema rescatado del EP: el movidito “Los mejores” y sus aires de western, que se anuncia como el último de la función. No es así, lo empalman directamente con ese demencial “Trance” que el respetable corea, constatando que está destinado a ser el tema que propulse la carrera de Kike M, un artista al que me le imagino ovacionado en Viñarock pero que tampoco desentonaría en Sonorama.

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