Crónicas

Dance With the Dead en Bilbao: Bailas o agitas

«En definitiva, resultó una propuesta muy curiosa que aconsejamos encarecidamente a aquellos a los que eso de los géneros y las etiquetas se les queda corto y no padecen complejos de ningún tipo.»

28 septiembre 2022

Sala Stage, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Hay cosas que siempre están en boga. ¿Alguien recuerda un momento de nuestra historia reciente en el que los ochenta no estuvieran de moda? Un servidor, que ya acumula varias décadas sobre las espaldas, empieza a echar la vista atrás y es que no consigue rememorar un instante en que no existiera ese furor por la época de los cardados y las hombreras. Seamos sinceros, el inmenso legado cultural que se dejó entonces tanto en la música como en el cine difícilmente se superará. Podrán sacar nuevas versiones, o más bien aberraciones, de clásicos de entonces, pero jamás lograrán reproducir esa magia que te embriaga al escuchar ‘Slippery When Wet’ de Bon Jovi o la BSO de ‘Top Gun’, entre muchas otras obras maestras.

El auge de combos de synthwave tipo Carpenter Brut o Dance With the Dead tal vez obedezca a la desmedida popularidad de series tipo Stranger Things, si este producto ha conseguido que vuelva a pegar el pelotazo algo tan quemado por los veteranos como “Master of Puppets” de Metallica, entonces todo es posible. Otro enfoque consiste en creer que estamos hablando de un género con pocos o ningún detractor, de existir deben contarse con los dedos de una mano, si llega. Quizás hasta se torne más fácil encontrar enemigos acérrimos de Queen.

El caso es que la bilbaína sala Stage andaba bien nutrida de personal un día entre semana en el que imaginábamos que acudiríamos cuatro y el del tambor, como se suele decir. Nada más lejos de la realidad, pues el recinto presentaba una afluencia más que digna para una época con conciertos hasta debajo de las piedras. Eso sí, mira que siempre te topas con algún conocido, pero en esta ocasión parecía que toda aquella peña había salido de las catacumbas, no reconocimos a nadie, salvo a un compi fotero de otro medio.

Por motivos laborales apenas llegamos para los últimos temas de Daniel Deluxe, un DJ que no nos llamó mucho la atención, puesto que lo que pinchaba se antojaba más cerca del tecno que de lo que entendemos por synthwave, o esa es la impresión que nos dio por lo menos. Un mero hilo musical para que se fueran incorporando más curiosos a la fiesta.

La simple presencia de batería y guitarras reales ya nos daba a entender que lo de Dance With the Dead no se trataría de un espectáculo artificial en el que uno pulsa el botón de play y listo. Era un híbrido debidamente justificado entre electrónica y metal, una simbiosis de géneros que no se suele vislumbrar demasiado por estos lares.

El formato completamente instrumental del concierto no implicó que no hubiera conexión con el respetable, pues había por ahí peña muy fan. El pistoletazo de salida “March of the Dead” sirvió para calentar el ambiente y meter a los asistentes en una peculiar atmósfera con teclados sobrecargados, enigmáticas voces en off e incendiarios solos de guitarra de esos que incitan a pillar la escoba o cualquier objeto alargado.

Reconocer temas en este rollo podría considerarse una de las arduas tareas de Hércules, pero la explosión controlada de “Sledge” no iba a pasar desapercibida. Unas luces de discoteca vintage formaban un elemento más junto a una batería atronadora y unas enérgicas guitarras que creaban un conjunto dotado de una personalidad sin igual. Para los aguerridos, mencionar que la base electrónica tal vez era lo que menos llamaba la atención, el componente humano aquí no se escondía ni había que buscarlo debajo de la alfombra, uno se topaba de lleno.

El dúo estadounidense no escatimó en posturitas de guitar hero, se notaba que vivían el espectáculo y se lo pasaban en grande encima del escenario. Y abajo tampoco había muermos, los fieles se dividían entre los que agitaban la cabellera y los bailongos, a veces incluso las dos cosas a la vez, una no excluía a la otra.

Había fragmentos que podrían pasar tranquilamente por post rock y es que los integrantes del grupo eran bastante competentes, sobre todo ese batería descomunal bajo cuyos hombros recaía la complicada tarea de marcar el ritmo, frenético, por supuesto. Aquello no era una discoteca al uso, tampoco un concierto de puro metal, sino algo intermedio que llamaría la atención tanto de un público como de otro.

Los riffs ochenteros incitaban a mover la cabeza mientras que ciertas partes a lo Rammstein nos ponían a tono como si fueran chupitos desperdigados para mantener el subidón. Y a un solo gesto del aporreador, la concurrencia se ponía a dar palmas. Como si se tratara de una logia con un código secreto.

Lo que no se puede negar es que la banda sonaba potente en directo y la ausencia de voz se sobrellevaba gracias a esas subidas y bajadas típicas de la música electrónica. Hubo hasta un intento de pogo en un momento dado, allí no había gatos de escayola, quedaba claro.

Otro de los atractivos de la cita estaba en contemplar cómo cada uno vivía la movida, esa rivalidad no escrita entre bailongos, que solían ser chicas, y agitadores de cabelleras, un poco como los indios y vaqueros de antaño. Definitivamente, recomendaría acudir a un sarao de estos por lo menos una vez en la vida.

Para finiquitar la sesión recurrieron a un corte que era reconocible de inmediato, “Kickstart My Heart” de Mötley Crüe. Con la voz de Vince Neil pregrabada de fondo, pero dándole una zapatilla al tema que ni siquiera se vislumbra en la original. Todo un puntazo que sorprendería fijo a la mayoría. Lástima que no hubieran contado entonces con un vocalista invitado, pues semejante himno vaya sí lo merecía.

En definitiva, resultó una propuesta muy curiosa que aconsejamos encarecidamente a aquellos a los que eso de los géneros y las etiquetas se les queda corto y no padecen complejos de ningún tipo. Tal vez en unos años haya que cambiar el casposo y ridículo “¿Estudias o trabajas?” por “¿Bailas o agitas?”. El santo y seña en conciertos de este estilo.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extensisimo resumen hacia el gran concierto que se marcaron estos cojonudos músicos como son DANCE WITH THE DEAD en la Stage bilbaina que tanto con temas de cosecha propia como alguna que otra versión lo bordaron.

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