Crónicas

Bime Pro en Bilbao con Los Punsetes, La Élite o VVV [Trippin’ You]: El verdadero nuevo punk

«Un acontecimiento de la industria musical que ya ha trascendido fronteras y que cuenta con una réplica al otro lado del charco. Próxima parada en Bogotá del 3 al 6 de mayo de 2023.»

Del 26 al 29 de octubre de 2022

Palacio Euskalduna y diversas ubicaciones, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Siempre es agradable comprobar cómo la vida vuelve a brotar en materia cultural. Tras un par de años en los que se capeó la devastadora pandemia, por fin volvíamos a disfrutar del congreso musical Bime en la capital vizcaína sin restricciones y con algunos cambios de formato que demostraban que esta propuesta mira por completo hacia el futuro. Hace un año esta cita supuso una tímida apertura antes de otro cerrojazo a los mismos de siempre, en 2022 se habló ya de una recuperación en la que todavía faltan flecos por cortar.

Los Punsetes

Al igual que en ediciones anteriores, la vertiente profesional del evento se celebró en el elegante Palacio Euskalduna durante tres jornadas, mientras que las actuaciones en vivo se repartieron por distintos rincones de Bilbao y dotaron a la urbe de una vida impresionante incluso en ese antaño páramo de las noches entre semana. Repasamos lo más destacado que nos topamos tanto en la faceta seria como en la más festiva.

Entre las conferencias del Euskalduna del primer día llamaba poderosamente la atención la titulada ‘Salud mental: retos de la industria musical en la postpandemia’, un asunto de plena actualidad que cada vez deja de ser menos tabú. Una conversación interesante en la que participaron la directora del festival MAZ Basauri Maite Alaña, la psicóloga Rosana Corbacho, la artista Olatz Salvador y el moderador Iker Bárbara de Mondo Sonoro.

Salud mental: retos de la industria musical en la postpandemia.

Alaña defendió la necesidad de bajar el pistón al trabajar en el sector cultural con una rotunda frase: “¿Estás operando a corazón abierto? Pues relaja.” Y no pintó un futuro muy esperanzador tras la pandemia al afirmar que “las condiciones laborales no van a mejorar”. Lo que sí exigió la responsable del MAZ Basauri es “unos mínimos en salud mental a partir de ahora”.

La profesional en la materia, por otra parte, subrayó la necesidad de saber distinguir las señales de alarma y señaló que cada vez son más los mánager que ponen a disposición de los artistas un servicio de terapia. En este sentido, destacó lo siguiente: “Trabajar en la industria de la música es como una olla exprés, todo lo que tengas te va a salir”.

Rosana Corbacho mencionó además el famoso documental de Metallica y dijo que “hacer terapia con bandas es como hacer terapia familiar”. La psicóloga hizo otras analogías y aseguró que en un grupo opera “una dinámica intrafamiliar” mientras enfatizaba en la necesidad de respetar los horarios de descanso para una adecuada salud mental. Un coloquio, en definitiva, muy interesante para el que se quedaron cortos los 45 minutos programados.

El legado de Eskorbuto

Respecto a la oferta del miércoles de Bime Live no había demasiado relacionado con el rock, salvo los geniales The Gulps, que ya vimos en la última edición del Sonorama y sabíamos de sobra que era un grupazo, pero coincidía con una de nuestras apuestas personales de la noche, así que hubo que desecharlos.

Karmento

Sin pretenderlo nos topamos con la voz de la España vaciada de Karmento, una cantautora natural de Bogarra, en la sierra albaceteña, que lleva ya un tiempo en el mundo de la música. Tal vez eso explique sus rotundas tablas en directo, en especial ese desbordante chorro vocal que llamaría la atención de cualquiera con una mínima inclinación melómana, o la muy competente banda que le acompañaba que para nada merecía considerarse algo secundario. Cuando a una persona le tira el postureo multicultural se nota a la legua y lo mismo podríamos aplicar al encontrarnos con aires manchegos que se fundían sin artificiosidad en música contemporánea. Muy recomendable para los que carecen de complejos y no les importa adentrarse en mestizajes arriesgados.

Lo de La Élite se ha convertido en todo un fenómeno entre las generaciones más jóvenes, así lo constataba un Kafe Antzokia con el aforo completo y una nada desdeñable multitud que se quedó en la puerta, un servidor entró de pura chiripa, seguramente gracias a lo bien que nos tratan siempre en ese sitio. Era un miércoles, pero la variopinta chavalería presente tenía las ganas de farra de un sábado.

La Élite

A menudo se sueltan profundas chorradas como que el trap es el nuevo punk, algo que se desmiente por completo cuando tenemos a este par de tipos de Lleida que sin duda serían el puente entre tradición y modernidad. Su descaro y pinta de quinquis suburbiales entronca directamente con la actitud del 77, no en vano sus temas están plagados de alusiones a Eskorbuto, caso de la frenética y visceral “Todos me miran mal” o ese enorme “Mucha policía, poca diversión” que sueltan en “Niño rata”.

Por si escuchar sus temazos de synth punk abrasivo no fuera suficiente, el personal corea cada canción como si fuera un himno, hay pogos, derramamiento de líquidos y peña en volandas. Su versión del “Autosuficiencia” de Parálisis Permanente fue apabullante. Y encima recuperan esa costumbre ya de otras épocas de ciscarse en las autoridades. Si existe de verdad el nuevo punk, es esto sin lugar a dudas. Que no os engañen.

La Élite

Otra charla destacada en la jornada del viernes del Bime Pro fue la que se preguntaba por el futuro del editor musical, donde se subrayó lo diferente que era el mundo de las discográficas hoy en día respecto a antaño y sorprendió la afirmación de la moderadora de que “las multinacionales están trabajando como lo hacíamos las independientes”. Y cierto interés poseía del mismo modo ‘La realidad de la industria musical: un futuro por explorar’, a pesar del esfuerzo del representante gubernamental Eduardo Fernández, del ministerio de Cultura y Deporte, por vender la moto del llamado bono cultural, una iniciativa coja que parece sugerir que la gente mayor o de mediana edad no tiene derecho a disfrutar de la cultura subvencionada. O quizás es que no dan votos suficientes, ya sabemos cómo funciona esta gente que nos gobierna encantada de haberse conocido.

En una época en la que estamos viviendo un boom total de la actividad en directo y la cancelación de algunas giras muy apropiada se tornaba ‘El sold out como santo grial de la industria del Live’. En este sentido, curioso se antojaba el dato de que la mayor parte de la música en directo se consume entre los 18 y los 30, porque después de esa edad ya se está “a otras cosas, como unas copas después de comer”.

La realidad de la industria musical: un futuro por explorar.

No se esquivó el asunto de la inflación actual y la manera en que repercute en el precio de las entradas, algo debido en su gran medida al coste del combustible. Y otra afirmación epatante que escuchamos en esa conferencia es que “en España la música en directo se sostiene gracias a la hostelería”. Cualquiera que haya estado en un festival y alucine con lo que se paga por bebida y comida probablemente ya lo sospecharía, pero bueno.

El título de ‘Periodismo musical en la era del #challenge’ quizás fuera demasiado rimbombante, pero captó del mismo modo nuestra atención. Se cuestionó desde el principio el mismo término de periodismo por evocar algo antiguo tipo la peli de Billy Wilder ‘Primera plana’ y tampoco se esquivó el tema de colar una crítica negativa cuando el sello o el grupo han hecho una inversión en el medio.

Supimos igualmente cómo se desenvuelven en este ámbito al otro lado del Atlántico y se destacó la reducción de los equipos humanos junto con el tipo de información que puede precisar cada lector, desde un artículo en profundidad a un post en redes sociales. Tuvimos que contener el vómito con esa afirmación  tan manida y profundamente errónea de que “el trap es el nuevo punk”, pese a que habíamos visto grupos en esta edición que justificaban más de pleno esta etiqueta que cualquier apóstol contemporáneo de los sonidos urbanos. Lo que hay que aguantar, en fin.

Todos los caminos son la destrucción

Sin duda una de las actuaciones más esperadas de la vertiente en directo del Bime era la de Los Punsetes en el bilbaíno parque de Doña Casilda, que reunió a una multitud nada desdeñable al aire libre en una noche tropical de casi treinta grados. Por desgracia, el sonido dejó bastante que desear, pues apenas se escuchaba la voz de Ariadna, que salió ataviada con uno de esos curiosos trajes que confecciona ella misma.

Los Punsetes

Mucha lástima nos dio no poder escuchar en condiciones himnos abrasivos como “Opinión de mierda” o ese fantástico “Dos policías” en el que se nota la herencia de Los Nikis, los Ramones de Algete. Podría haber sido un bolo tremendo, porque todavía nos acordamos de la manera en la que atronó “Alférez provisional” en su pasada visita al Kafe Antzokia. Tal vez en realidad grupos como ellos o Triángulo de Amor Bizarro luzcan más en salas que en festivales.

Eso sí, el repertorio no tuvo desperdicio, con piezas que se han ganado su sitio en el corazón de los aficionados, como “Vas hablando mal de mí” o “Idiota” de su último trabajo ‘Aniquilación’ y joyas de lo políticamente incorrecto como “Maricas” o “Me gusta que me pegues”, menos mal que ese furor puritano que vivimos en la actualidad todavía no ha conseguido meter mano a sus letras.

Los Punsetes

La faceta más post punk estuvo representada por “Mabuse” o “¡Viva!” y finiquitaron su tiempo en escena con “Tus amigos” y “Una persona sospechosa”, a cuyo término Ariadna pronunció las únicas palabras entre canción y canción de la velada para agradecer al personal su asistencia. Podrían haber molado más con mejor sonido.

Sabíamos que VVV [Trippin’ You] poseían cierto tirón entre la juventud, pero no hasta el punto de superar a Los Punsetes y a cualquier otro combo que hubiera actuado en Bime Live en los últimos días. A pesar de sus influencias tecno y electrónicas, su rollo representaría por completo ese nuevo punk del que ya hemos hablado antes en esta crónica.

VVV [Trippin' You]

Basta prestar atención al festín nihilista de “Invierno nuclear” o “Ya no tienes miedo” para darse cuenta de que su mensaje es el mismo que el del 77, pero adaptado a la época contemporánea. Los pogos que se veían entre la multitud daban fe de ello, al igual que la chavalada coreando aquellas piezas como si le fuera la vida en tal empresa. Impresionante el entusiasmo de la afición.

Piel de gallina con el ritmo frenético y estrofas tan supurantes como esa que decía “Todos los caminos son la destrucción” que seguramente disfrutarían hasta Johnny Thunders o Sid Vicious. Y sin cesar en esa suerte de pulso maquinal con ecos a lo Aviador Dro “Odiar Frontal” apeló a los “guapos, guapas y guapes”, como dijeron ellos antes de que el respetable se rompiera una vez más en pogos desmedidos y lanzamiento de diversos líquidos. Este es el verdadero nuevo punk. Que nadie vuelva a asociar esa expresión al trap y otras ponzoñas urbanas.

El balance de la edición del Bime 2022 nos dejaba también unos datos de participación considerables, como los más de 3.000 profesionales que se reunieron esas tres jornadas en Bilbao, así como las más de 1.500 personas que se sumaron virtualmente al evento. Un acontecimiento de la industria musical que ya ha trascendido fronteras y que cuenta con una réplica al otro lado del charco. Próxima parada en Bogotá del 3 al 6 de mayo de 2023.

Alfredo Villaescusa
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