Crónicas
Sonorama Ribera en Aranda de Duero (Burgos): Una magnitud inabarcable
«Definitivamente, el festival Sonorama se ha convertido en algo de una magnitud inabarcable, capaz de atraer unas multitudes que asustan y que entra de lleno en la categoría de los eventos más multitudinarios del país.»
Del 10 al 14 de agosto de 2022
El Picón, Aranda de Duero (Burgos)
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Que un evento en un inicio familiar se convierta en una cita multitudinaria que pulverice todos los records debe proporcionar cierta sensación satisfactoria. Nadie desde luego pensaría hace un cuarto de siglo que ese concierto en una modesta plaza de toros al que acudieron unas 300 personas con el paso del tiempo mutaría en esplendoroso cisne y superaría los más de 140.000 asistentes de la edición de 2022.
Lo de los recitales con sillas permanecerá ya para siempre al ámbito de las pesadillas que nos mostraron la fría realidad de que, por muchos aires que se den, la cultura a los gobernantes les importa un pepino. Por eso mismo cobran más valor si cabe iniciativas que han conseguido propagar el mensaje universal de la música y al mismo tiempo visibilizar la problemática de esa España vaciada por un bipartidismo infame que ni ha pedido perdón ni ha manifestado propósito alguno de enmienda. Que una ciudad con tanto potencial como Aranda de Duero permanezca incomunicada sin ferrocarril ni apenas transportes públicos es de una vergüenza que clama al cielo. Hay que decirlo bien alto.
A pesar de los aciertos en el 25 aniversario de Sonorama, que han sido muchos, también debería seguir insistiéndose en los males endémicos del lugar, como la saturación excesiva de la Plaza del Trigo o esa carencia de alternativas para regresar a casa o al lugar de hospedaje tras cada jornada. Lo del bus al centro de la ciudad está bien, pero no resulta ni de lejos suficiente para acoger a las multitudes que proceden de los pueblos de la periferia. Conseguir un taxi se antoja poco menos que una utopía y se torna fundamental apalabrar los servicios para no quedarse tirado a la primera de cambio. Menos mal que nosotros nos topamos con Fernando, un señor de los de antes, profesional como la copa de un pino y con una dedicación al cliente que iba más allá de lo necesario. Esta gente los días de festival realiza verdaderas obras de caridad una detrás de otra. Que los beatifiquen ya.
Impecable de principio a fin
No suele ser frecuente que una jornada en un festival resulte impecable de principio a fin, pero así fue el primer día de Sonorama, que además contó con un cartel versátil a más no poder, desde esa joya oculta de los setenta llamada Jeanette hasta la pura vanguardia de Triángulo de Amor Bizarro. Sin miedo a romper moldes.
De esta forma, los que inaugurarían el Sonorama no eran para nada unos chavales, sino una banda tan veterana como Los Secretos, cuyo recital fue una auténtica maravilla, te guste el pop, el rock o lo que sea. El comienzo no pudo alcanzar mayor cota de emoción que con “Buena chica”, con un Álvaro Urquijo entonando como los ángeles. Que a alguien se le escapara una lagrimilla era lo menos que podía suceder.
Al ser los primeros, el factor tiempo jugó en su contra, pero administraron cada minuto con precisión de cirujanos. Sonó “Ojos de gata”, “Agárrate a mí María”, “Sobre un vidrio mojado” y cualquier éxito fundamental en su trayectoria, no se dejaron nada pendiente. Se acordaron de lo que supuso “Pero a tu lado”, una composición muy de enamorados, pero un temazo al fin y al cabo. Y reivindicaron los setenta, “la mejor década en la historia de la música”, según Urquijo, con su hit “Déjame”. Si les alabó hasta un grande como Jorge Ilegal, por algo sería. Brillantes.
Ciclonautas, por su parte, sufrieron problemas técnicos en un inicio que retrasaron su actuación, pero una vez que abrieron la veda con “El sol”, muy apta para las temperaturas que soportábamos esos días, ya se tornaron imparables. La banda de Alén Ayerdi puso la nota eminentemente rockera en un recinto en el que no abundaban los conjuntos con tanta electricidad desatada. “¡Agua va!” o “Abrazado a un mísil” demostraron su tremenda competencia en las distancias cortas.
Lo de los directos de Triángulo de Amor Bizarro es de una bestialidad sin precedentes. Aparte de que su característico sonido chirriante era una auténtica rara avis de las que te volaba hasta la peluca, los gallegos se marcaron un repertorio impecable en que tocaron casi todos los palos, la experimentación en “No eres tú”, dark wave en “Fukushima”, colchón shoegaze a lo Slowdive en “Asmr para ti” o los arrebatos punk en “Ruptura” y “Calígula 2025”, tremenda en especial esta última. A la “puta cara”, como dicen en la canción.
El contrapunto a la voz entre Isa y Rodrigo funcionó a pleno rendimiento, además con una entrega del respetable monumental que posibilitó que hasta se montara un pogo con “Barca quemada”. Remataron al extasiado personal con “Vigilantes del espejo” y sus melodías The Cure total. Lo único que echamos de menos es que no se arrancaran con el hard rock vía Black Sabbath de “Gallo negro se levanta”, pero no es cuestión de quejarse después de un bolo de semejante envergadura. De lo mejor del festival.
Vimos el nombre de Jeanette en el cartel, aunque ni de lejos imaginábamos que se tratara de aquella artista que lo petara en nuestro país allá por finales de los sesenta y principios de los setenta. Esta señora de 70 tacos apostó fuerte de primeras con “Porque te vas”, su gran éxito popularizado por la película de Carlos Saura ‘Cría cuervos’ y ya nos tuvimos que quedar el resto de su inmenso recital.
Muchos atribuían aquello a una ida de olla del director del Sonorama, al igual que sucedió en otras ediciones con Raphael o El Dúo Dinámico, pero ya lo hemos dicho en otras ocasiones, siempre será mejor recurrir a leyendas, aunque sean de la música melodramática, que a vulgares apologías contemporáneas del chonismo de las que nadie se acordará en un par de años.
La vocalista de origen británico intentó hacerse la moderna y para ello invitó a gente como Alberto de Miss Caffeina para “Soy rebelde” o a Gabriel de la Rosa (Shinova) para un soberbio “Frente a frente” que ya versionó Bunbury en su disco ‘Las consecuencias’. Y hasta se atrevió a emular a Nancy Sinatra con “These Boots Are Made for Walkin’”. ¿Por qué a la actriz y cantante estadounidense en su país la consideran una diosa y en cambio en el nuestro a algunos Jeanette les parecerá mera caspa? Spain is different.
Basura de la buena
Otra presencia que desde luego era un puntazo era la de Future Islands, combo de synth pop estadounidense que podría tener su atractivo para fans de Depeche Mode y que encima contaba con un vocalista que realmente vivía la experiencia encima del escenario. Poco después, los provocadores Doctor Explosión se definieron como “basura de la buena” y montaron una reseñable jarana garajera con temas tan adictivos y con tanta mala leche como “Drácula Ye-Ye” o ese “Vestir de mujer” en el que aseguraron que “practicar el travestismo es saludable”. Llevaban por completo el gen políticamente incorrecto de Siniestro Total o Ilegales, por lo que no se cortaron a la hora de marcarse una versión en su rollo muy curiosa del “Blue Monday” de New Order. En teoría su presencia se justificaba porque estuvieron en aquel primer Sonorama en una plaza de toros, aunque andaban sobrados de cualidades propias. Grandes.
Es evidente que los cántabros afincados en Madrid Los Estanques están viviendo un momento bastante dulce y su presencia comienza a ser recurrente en todos los grandes festivales. A pesar de que no conectemos demasiado con su propuesta de pop progresivo psicodélico, jamás les quitaremos el mérito en escena ni su capacidad para conectar con la peña haciendo una música que no posee el menor atisbo comercial. Impresionante la reacción que suscitó su himno “Soy español, pero tengo un kebab”.
Rulo y la Contrabanda son una garantía absoluta para disfrutar de una buena velada, sobre todo si aparte de temas propios como “La cabecita loca” o “Me gusta”, capaces de enganchar con el público de a pie de un plumazo, les da por rescatar piezas de La Fuga como “Baja por diversión” o “Majareta” que elevan las gargantas al instante. Lástima que a la misma hora estuvieran en el Escenario 25 Aniversario Def Con Dos marcándose un aquelarre antisistema en el que se ciscaban en fascistas, sociatas y otras criaturas despreciables.
Que no iba a resultar un recital para ofendiditos nos lo dejó claro César Strawberry cuando denunció “los señalamientos tunos” y se preguntó por qué “se respeta a los veganos pero a los simples coprófagos se les llama guarros”. Este comando subversivo andaba armado hasta los dientes, por lo que no dudaron en disparar proyectiles como “Acción mutante”, “A.M.V - Agrupación de Mujeres Violentas” o bombas lapa tan devastadoras contra el buenrollismo imperante como “Mamarrachismo Power” o “Zombi Franco”. Ante el recorte hacia la libertad de expresión que hemos sufrido en los últimos años, grupos como este son más necesarios que nunca en festivales y hasta en la vida. La lucha es el único camino. Apabullantes.
Y para cerrar la primera jornada había otro valor seguro como Belako, que les hemos visto infinidad de veces y nos sobrarían dedos de una mano para recordar bolos suyos malos o mediocres. A eso de las dos de la madrugada levantaron los ánimos de los más noctívagos con su post punk con pinceladas de rock alternativo en el que se concedió cierta importancia a su último trabajo ‘Plastic Drama’.
En este sentido, brilló “Tie Me Up” en la recta final, pese a que el primer punteo de Josu ya dio a entender que esa noche no fallarían en su cometido de dejar una impresión duradera. La vocalista Cris, que llevaba un vestido blanco en el que ponía “Tú qué miras”, estuvo inmensa, al igual que la bajista Lore aportando solidez en los coros o Lander definiendo directrices desde la batería. Les sobran tablas para lidiar eventos multitudinarios.
Un antisistema balcánico
No nos quisimos perder a la hora de comer peninsular a los vasco-argentinos Cápsula, que oficiaban en el Escenario Charco a orillas del Duero. En ese mismo lugar habíamos visto bolos pasar sin pena ni gloria, por lo que entendemos lo complicado que resultaba captar la atención en un momento dado, sobre todo cuando el calor apretaba de lo lindo.
Martín tiró de sus dotes de chamán mesiánico y no tardó en conseguir que el personal se acercara y comiera de su mano. “¿Que el rock estaba muerto? ¿Cómo era eso?, dijo para arengar a las huestes antes de un colosal “Russian Roulette” de The Lords of the New Church. Volvieron a incrementar la temperatura con un “Mejor no hablar de ciertas cosas” de Sumo que adquirió tintes proféticos y no renunciaron a acordarse del hombre de las estrellas David Bowie en ese siempre glorioso “Suffragette City”. Espectacular adaptación al entorno. Ninguna masa se les resiste.
Los también vascos Zea Mays poseían interés del mismo modo, e incluso nos sorprendió la considerable muchedumbre que confraternizó con su propuesta. El espectacular torrente vocal de Aiora Renteria despejaba varias dudas y a ello ayudaban del mismo modo piezas con enganche como “Negua Joan da ta”, “Bi Bihotz, Bi Ero” o “Kukutza III”. Muy correctos.
Ya en el recinto vespertino, el cantautor lisérgico Ángel Stanich era un viejo conocido del Sonorama, por lo que su capacidad para encandilar al respetable quedaba fuera de toda duda. Sus letras cada vez más postmodernistas llaman la atención, caso de “Rey Idiota” o “Nazario”, aunque un servidor quizás eche de menos el halo Bukowski que poseían “El Outsider” o “Chinaski”, entre otras piezas del álbum ‘Camino Ácido’. Eso sí, la traca final con la psicodelia de “Escupe fuego” y el canalleo de “Mátame camión” es casi imbatible.
Los punkis arandinos Zirrosis llevaban en el negocio más de tres décadas, por lo se habían ganado a pulso su derecho a estar en el festival, que dicho sea de paso hizo muy bien en incorporar grupos locales de tanta calidad como ellos. Facturaron himnos como “Kaña”, “¡Sobran hijos de puta!” o “Rosario, dinamitera” que captaron la atención de los aficionados a los sonidos subversivos. Y encima se cascaron una versión muy decente del “Nos engañan” de Parabellum. La nota discordante que siempre se agradece contra el borreguismo.
Ese “señalamiento tuno” del que hablaban Def Con Dos en la jornada anterior lo sufrió en sus carnes recientemente Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra cuando se pidió la cancelación de su espectáculo en el festival Noroeste de A Coruña porque en opinión de los inquisidores “apoya abiertamente al presidente ruso Vladímir Putin”. Lejos de alimentar polémicas, mencionar que cada artista tiene derecho a posicionarse como estime oportuno e impedir la libertad de expresión es fascismo en cualquier país del mundo. Que se lo pregunten al periodista Pablo González, secuestrado desde febrero por los que dicen que son los buenos.
En lo musical, el artista serbio ofreció en el Sonorama uno de los bolos más versátiles, pues comenzó en plan fiesta zíngara a lo Gogol Bordello, luego mandó gritar a la peña “Fuck you, MTV” y se declaró ajeno a las leyes del mercado discográfico por haber sacado un par de discos en veinte años. Desde luego el tipo era todo un antisistema balcánico, ya que cantó sobre el programa espacial soviético, montó una jarana tremenda con el tema en castellano “Cerveza” y hasta dedicó el tema “Mila Gora” a una deidad como Monica Bellucci.
Hubo incluso algún guiño a “Shine On You Crazy Diamond” de Pink Floyd, y a la hora de presentar a la banda, se apodó a sí mismo “Francisco Pancho Villa”. En este contexto, no era de extrañar que se decantara por “Comandante”, su canción favorita, según dijo. Que cada cual piense lo que quiera de sus ideas políticas, lo cierto es que su música mola y no te aburres ni un minuto. Gloria eterna a Emir.
Nadie imaginaría que un grupo originario de Berriz (Bizkaia) como Shinova pegaría el salto a los grandes festivales y sería uno de los nombres más asociados al Sonorama. Ahí se marcan recitales dignos de estrellas internacionales, ante miles de personas y con lanzamiento incluido de confeti y fuegos artificiales.
Su actual deriva sonora a veces se nos antoja algo empalagosa, pese a reconocer el atractivo de cortes como “Solo ruido” o “Gigantes”, aparte del hecho de que Gabriel de la Rosa es un vocalista excepcional, que se crece en las distancias cortas y lega interpretaciones impagables. “Te debo una canción” certificó lo mucho que sus composiciones llegan al público, no en vano su concierto fue de los más concurridos. Merecen mantenerse en este nivel.
El artista sorpresa de la jornada resultó ser Leiva, por lo que no nos detendremos demasiado, simplemente mencionar que encadenó varios temas de Pereza como “Estrella polar”, “Lady Madrid” o “Como lo tienes tú”. Lejos de los escenarios principales, una formación de soul a la vieja usanza como The Excitements añadió variedad al asunto con canciones que estremecían como “Find A Man”. Todo un lujazo escuchar vientos explotando y una de esas características voces raciales con las que te tiemblan hasta las pestañas. Para gente con clase.
Los malagueños Airbag, piedra angular del punk ramoniano patrio, eran de los grupos que más deseábamos ver, por lo que no dudamos en sacrificar lo que fuera. Por desgracia, esa noche dejaron bastante de lado los tres acordes y se centraron en sus piezas más melódicas, algo que en realidad tampoco nos importó mucho porque también valoramos su faceta power pop.
Realmente emocionante fue el comienzo con “Roswell 1947”, la adoraría hasta Joey Ramone, y con el canto a los amores juveniles de “22” se nos ponen los pelos como escarpias. La peña gritaba “¡Más rápido!” y lanzaba flotadores de playa que pulularon por los aires durante todo el bolo.
“Big Aquarium” y su poso nostálgico de las salas de juego de antaño siguió tocando la fibra sensible, al igual que “Tus rechazos golpean dos veces” y esas experiencias vitales que la mayoría habrá sufrido en alguna ocasión. Por fortuna, pisaron el acelerador al final con ese “Cómics y pósters” en el que nos dejamos la garganta cantando los coros. Letras de chicas, frikadas y verano, ¿qué más se necesita para ser feliz?
A Izal nunca les acabamos de pillar el punto, pero puesto que se trataba de una gira de despedida tras la que han anunciado un parón indefinido, decidimos darles una oportunidad. Y la verdad es que no nos desagradaron piezas como “Copacabana” o “Asuntos delicados”, auténticos éxitos gritados a pulmón por sus fieles. Muchos recordarán la interpretación de esa noche de “El baile”, donde deseó que si viniera otra pandemia, por lo menos “que nos pille bailando”.
Y finiquitaron el recital con “La mujer de verde”, dedicada por supuesto a todos los sanitarios y a la sanidad pública, “que es más necesaria que nunca”. Todavía les queda un baile por todo lo alto el 28 y 29 de octubre en el WiZink Center de Madrid.
Una de Radio Futura
En la tercera jornada nos animamos a acercarnos a la masificada Plaza del Trigo porque nos picaba la curiosidad con Suu, “cantautora intensita de Barcelona”, como se define en sus redes sociales. En su estilo pop rock tampoco se puede esperar demasiados desmelenes, pero se lo curra bastante a la voz y su banda cumple de sobra.
La verdad es que resultó un show divertido, porque se lanzó al público y la devolvieron al escenario en volandas, aparte de otros detalles que la mostraron como una chica cercana y sincera. Su corte emblema “Eres un temazo” puede llegar a empalagar, pero sorprendió con su versión de “Enamorado de la moda juvenil de “un grupo que se llama Radio Futura”, que presentó como si fueran unos auténticos desconocidos. Madre mía si nos lee Santiago Auserón.
De camino a la plaza La Sal nos topamos con el inesperado “sabotaje” de Kitai al Sonorama, del que ya nos hicimos eco hace escasos días. Poco podemos decir al respecto, puesto que pillamos de pura casualidad la parte final de “Quierote”, pero entre la muchedumbre acertamos a distinguir un comentario que decía: “El batería mola un huevo”. Se notaba a la legua que hubo un fiestón tremendo, lástima no haberlo descubierto antes.
Por lo menos catamos a un grupazo como The Royal Flash, que le daban con mucha actitud a lo que ellos llaman “garaje latino”. Desde luego que me apunto el nombre de esta peña de Alcalá de Henares, que combinaba el rock enérgico con ramalazos funkys o electrónicos, en un mundo justo “El baile” debería convertirse en todo un llenapistas, al igual que “Dura y salvaje” o ese “Me pones” con cierto rollo Arctic Monkeys. Hasta se animaron a hacer una especie de bingo entre los asistentes, no faltó el entretenimiento en ningún segundo. Un grato descubrimiento.
Precisamente el año pasado en Sonorama nos topamos con Arde Bogotá, que en esta edición daban el salto a la emblemática Plaza del Trigo. Fue un auténtico baño de masas que confirmaba la tendencia ascendente de estos murcianos que ya deberían formar parte del plantel de los festivales multitudinarios.
No había más que ver la reacción que suscitaban “Dangerous” o “Cariño” entre la afición para acabar con ese pensamiento en la cabeza. Un bolo de estrellas totales que mereció que en 2023 encabecen ya un escenario principal con todos los honores. Su camino a la cima va imparable a velocidad de crucero.
A Whisky Caravan teníamos ganas de escucharles, algo que resultó casi imposible en una Plaza de la Sal transformada en un lugar agobiante plagado de cotorras y de chorras con pistolas de agua a los que el concierto les importaba un comino. A pesar del ambiente hostil a la música, nos impactó el talento de su vocalista, muy en la línea de Bunbury, así como temazos de la envergadura de “Imaginaciones”, “Aquí y ahora” o su endurecida revisión del “Buena chica” de Los Secretos. En una sala en condiciones seguro que deslumbra su personal propuesta.
Cascada de diamantes
Ya en el recinto de El Picón inauguraba la velada María Guadaña, una suerte de cantautora descarnada que no renunciaba a lo fantasmagórico en “La muerte” o a la dignidad ante una ruptura sentimental en “Caballero”. No resulta frecuente toparse con letras con mensaje y por su aire decadente situaríamos a esta inclasificable artista entre el Nacho Vegas de los inicios, el poderío de Aurora Beltrán y la dinamita léxica de Pablo und Destruktion en su faceta más reposada. La versión del “Qué he sacado con quererte” de Violeta Parra fue todo un alarde de elegancia.
Las canciones con las que los artistas salen a escena dicen mucho de ellos y Rufus T Firefly lo hicieron al ritmo de “El lago” de Triana, probablemente porque comparten el ansia experimental del emblemático grupo de Jesús de la Rosa. Y es que pocas bandas habrá en el panorama que se reinventen tan profundamente de disco a disco y cuenten en su trayectoria con metamorfosis tan profundas como las que sufrieron en clave psicodélica en ‘Magnolia’ o en su reciente ‘El largo mañana’ con orientación soul.
Lo último que han sacado los de Aranjuez me parece una maravilla total, una cascada de diamantes engrandecida además por la incorporación en directo de una nueva teclista, un percusionista y los coros de Anni B. Sweet. Una combinación de elementos que no tardó en quedar patente con “Me has conocido en un momento extraño de mi vida”, que toma el título de una frase de ‘El club de la lucha’ de Chuck Palahniuk, de nuestros libros de cabecera. ¡Cómo no les voy a adorar así!
Se me cae la baba literalmente viendo tocar la batería a Julia, con ese nervio que en ocasiones uno duda de que sea humano y que la sitúa en otra órbita en lo que respecta a todo tipo de aporreadores. Mencionar además que disfrutaron de un sonido envidiable en el que cada instrumento se distinguía nítidamente, lo cual ya debe poseer mérito teniendo tanta gente en el escenario. La declaración de amor celestial “Polvo de diamantes”, en este sentido, con su inicio a lo The Doors, fue para saltar lágrimas, y la fundamental “Nebulosa Jade” dio la estocada emocional con sus alusiones a George Harrison y John Bonham. Aldebarán en el corazón.
Pocas cosas rockeras habría en lo que restaba de jornada. Los irlandeses Kodaline nos parecieron un bodrio infumable, indigno de un festival mayoritario. Para hacerse una idea de la expectación que generaron, decir que se hacía complicado andar entre tanta peña sentada o tumbada.
Y La Maravillosa Orquesta del Alcohol no me alucinan, a pesar de que les hemos visto en directo desde los inicios, cuando quizás tenían un enfoque más folk punk y hasta hacían versiones de Eskorbuto. Hoy en día es una banda eminentemente comercial, con lo bueno y lo malo que conlleva, aunque en las distancias cortas no estén mal temas como “Miraflores” de su ‘Nuevo cancionero burgalés’. Lo que sí se disfrutaba de verdad era “Vasos vacíos” o “1932” de su álbum ‘¿Quién nos va a salvar?’ de hace casi una década, que se dice pronto. Sonará a tópico, pero antes llevaban otro rollo.
Superwoman y la verdadera fusión
Crearse un alter ego es una de las herramientas más útiles que existen. De esta manera te descargas de responsabilidad, conservas cierta privacidad al distinguir entre un ámbito privado y otro público, y encima puedes hacer lo que te da la gana, son todo ventajas. Por eso mismo simpatizamos con la propuesta de Chica Sobresalto, proyecto que simboliza lo que a Maialen Gurbindo le da pudor hacer, ese es el motivo por el que aparece ataviada como una superwoman en directo. Así se presentó en una Plaza del Trigo abarrotada hasta los topes.
Nos da igual su paso por OT, antes de que la conociera el país entero ya hicimos reseña de su debut y nos sorprendieron sus letras crudas y sinceras, la palabra transparencia se podría aplicar a cada parte de su ser. Piezas como “Selección natural” o “Perdóname cuerpo por esta cabeza” se antojan casi confesiones, palabras que se susurran al oído y que no dejan diferente. Ella además se mostró muy divertida, soltando lo primero que se le pasaba por la cabeza, incluso pidió a la peña que en vez de pedir “otra, otra” cantara “El tractor amarillo”, lo que hay que oír. Y con esa naturalidad que le caracterizaba se despidió “Bailando raro”. Nos pareció una artistaza en 2017 y nos lo sigue pareciendo en 2022.
Tocaba ir al recinto de El Picón para The Gulps, combo creado por dos chicos de La Rioja, uno fan de Eskorbuto y otro de The Beatles, no es coña, que ha conseguido encandilar a la industria discográfica, en concreto a peces gordos como Alan McGee, descubridor de Oasis, Primal Scream o The Jesus & Mary Chain, entre otros.
La verdad es que molaba su sonido indie rock guitarrero con ínfulas garajeras y algún toque U2. “Stuck In the City”, “King of the Disco” o “The Kings House” se antojaban tan sólidas que casi resultaba increíble que no fueran ahora mismo la última sensación en las islas británicas, así de rotunda era su puesta en escena. A su versión del “Atomic” de Blondie quizás le faltase algo más de empuje, pero eso no disipaba las gratas sensaciones que nos dejaron. ¡Apunten su nombre desde ya!
Todo un acto de justicia parecía la inclusión de los veteranos La Frontera, que ellos mismos admitieron ser “un poco viejunos para Sonorama”. No en vano su carismático bajista Toni Marmota es de Aranda de Duero, por lo que ya habían tardado. Un Javier Andreu algo achispado se llevó las manos a sus partes pudendas como si fuera de los Sex Pistols, pero demostró que conserva las cuerdas vocales en plenas facultades.
Muy emocionante resultó en este sentido su éxito “El límite”, "Juan Antonio Cortés", “Cielo del sur” y otros temas de rockabilly o country rock que forjaron la leyenda de un grupazo que nunca se tuvo demasiado en cuenta, a pesar de facturar un estilo único e inimitable en la península, y hasta en el mundo me atrevería a decir. Aunque no se olvidaron de clásicos como “Si el whisky no te arruina, las mujeres lo harán” o “Duelo al sol”, echamos en falta piezas como “Siete calaveras” o “Solos tú y yo”, esas de ponerse poncho y mascar tabaco. Deuda pendiente para la próxima vez.
El concepto de fusión es algo que vende mucho, pero pocos lo practican con tanta convicción como Fuel Fandango, pura fusión de verdad que mezcla flamenco con rock o electrónica y que está a años luz de otros mestizajes que pululan por ahí más falsos que un duro de madera. Frente a poligoneras encumbradas por los modernos de turno, Nita es una cantante inmensa, que se le entiende lo que canta y a la que se le notan los años de estudio de danza e interpretación, con coreografías que son arte de los pies a la cabeza y casi parecen de película.
“Burning” puso el recinto patas arriba y para cuando llegó “La primavera” el fiestón que había montado era ya de proporciones considerables, diría que con ningún otro grupo se consiguió un efecto semejante. La peña siguió en movimiento con su célebre “Toda la vida”, en el que cambian del inglés al castellano sin despeinarse, y “Salvaje”, que hasta contó con un intervalo de cajón y taconeo. Aquí no había nada enlatado. Cualquiera que todavía no les haya visto en directo, que sepa que se está perdiendo algo muy gordo. El matrimonio imposible entre Triana y Depeche Mode.
Loquillo era otro de los platos fuertes de la jornada, aunque nos pillaba ya por tercera o cuarta vez en lo que va de año. Había pasado poco más de un mes desde que lo viéramos en el BBK Music Legends Fest y no demasiadas variaciones se habían introducido a ese repertorio. Comenzaron con la tríada habitual de “Los buscadores”, “Sol” y “Planeta rock”, un arranque que te arrastra de inmediato a su universo, salvo que lo hayas visto ya unas cuantas veces. No queremos quitar ni rastro de mérito por eso, pues el de El Clot sigue siendo un intérprete impagable, que se deja la piel en cada show y con una banda tan genial que llamarla de acompañamiento sería una profunda injusticia.
Recordó a Johnny Hallyday en “Cruzando el paraíso” y no faltaron las inevitables en sus últimos conciertos, caso de “Rey del Glam”, precedida de una intro evocadora a Gary Glitter, o ese “Rock and Roll actitud” que empieza con un guiño al “Baba O’Riley” de The Who. Que no falten las alusiones a los maestros.
Otras piezas no necesitan ni presentación, pues cuando el Loco da paso a Alfonso Alcalá ya sabemos que llega el turno de “La mataré”. Y basta que suenen apenas segundos para reconocer “El ritmo del garaje” y que se desate la histeria colectiva, un himno de los que no envejecen. “Cadillac solitario” se tornó tan descarnada como siempre, con los gritos de “Nena” retumbando durante una larga temporada en nuestras cabezas. Da igual las veces que le hayamos visto en el último año. Sigue siendo un profesional de escenario como la copa de un pino.
Y para cerrar el Sonorama por nuestra parte recurrimos a Dorian, otros a los que habíamos visto hace nada en el Bilbao BBK Live, pero que tampoco nos importó volver a coincidir con ellos. Aunque en el repertorio no hubo demasiadas diferencias respecto a la ocasión precedente, en la puesta en escena sí que hubo variación, con mayor despliegue de medios, tarimas y una pantalla gigante de fondo que simulaba una ciudad.
Ya hemos dicho anteriormente que su música es pop por los cuatro costados, pero por su actitud están más cerca de la sinceridad del rock y de los mensajes contrarios al borreguismo. En este aspecto, se acordaron en “Dual” de Samuel, “asesinado por una turba de imbéciles” e instaron a romper “la cadena del odio”. El inicio con “La isla” y “Vicios y defectos” resultó impecable y certificaron el atractivo del grupo en las distancias cortas, al igual que las piezas de su reciente álbum ‘Ritual’, perfectamente integradas en el repertorio. “Dos vidas” fue brillante en este sentido. Imposible que defrauden.
Definitivamente, el festival Sonorama se ha convertido en algo de una magnitud inabarcable, capaz de atraer unas multitudes que asustan y que entra de lleno en la categoría de los eventos más multitudinarios del país. Hubo en determinados momentos en los que hasta se colapsaron los móviles durante horas, hacía tiempo que no veíamos eso. Todavía hay margen para crecer y alcanzar a Coachella. De Aranda de Duero al cielo.
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2 comentarios
Extenso resumen hacia las grandes actuaciones de las únicas bandas rockeras que merecieron la pena de este festivales burgales como fueron LOQUILLO, BELAKO, WHISKY CARAVAN, DEF CON DOS o los navarros CICLONAUTAS.
Un festival insufrible para los vecinos del centro de Aranda. El escenario de la Plaza del Trigo es insistenible y algún día ocurrirá un accidente. Una población con las carencias de comunicación de Aranda no puede albergar a tanta gente año tras año y los organizadores no se quieren dar cuenta, poderoso caballero es don dinero y sus nuevas adquisiciones de inmuebles en la localidad así lo demuestran. El festival de la vergüenza para los arandinos.