Blog: Mariano Muniesa


Crónicas

The Rolling Stones: No Filter Tour en Stuttgart

«La banda ha vuelto a demostrar por qué muchos somos capaces de hacer cualquier cosa por seguirles»

30 junio 2018

Mercedes-Benz Arena, Stuttgart (Alemania)

Texto: Mariano Muniesa. Fotos: Rudolf Schweigenstein

Viernes 29 de junio

Cada noche anterior a un viaje para ver a los Stones es similar. Hasta que dejo terminado todo lo que tengo que dejar hecho antes de irme unos días, bien sean programas de radio, artículos para la revista o el periódico, hacer la mochila, etc. me dan las tantas de la madrugada. Normalmente esas noches casi no duermo, pero esta vez, quizá por toda la tralla de trabajo que llevo encima en esta semana, lo cierto es que según apago la luz, me quedo dormido en cuestión de segundos.

Ahora bien, exactamente cinco minutos antes de que suene la alarma del despertador, ¡plas! Se me abren los ojos como platos. Y despierto fresco como si hubiera dormido doce horas -no han sido más de cinco- y hasta con el ritmo cardiaco algo acelerado. Ha llegado el día: viernes 29 de junio de 2018. Después de ocho meses de espera desde la última noche en Barcelona, ya solo quedan cuatro horas de avión y unas pocas horas más para volver a reencontrarme con los Stones en concierto. Esta vez será en Stuttgart, una ciudad alemana que conozco bien merced sobre todo a los festivales Bang Your Head, a los que he asistido con frecuencia desde 1999.

Ducha rápida – por supuesto con el “Start Me Up” de fondo-  zumo de naranja, último repaso a la mochila y hacia la T4 del aeropuerto. Dado que tengo que coger una conexión, como siempre me atenaza la preocupación de que el vuelo salga con retraso, pero... afortunadamente la Lufthansa cumple escrupulosamente con el horario previsto, y tras unas pocas horas de espera en la estación de tren del Aerpuerto de Frankfurt, tomo mi conexión hacia Stuttgart. Allí me cruzo con los primeros seguidores que veo con sus camisetas con la lengua stoniana que intercambian conmigo sonrisas y saludos de complicidad -yo llevo puesta una de la gira del ‘A Bigger Bang’-  y de inmediato surgen unos minutos de charla. Son franceses y me cuentan que han estado también en Marsella. Yo le cuento que tras Stuttgart, viajaré también hasta el concierto de Praga.

Cuando llego a Stuttgart, es ya de noche. En las marquesinas de los autobuses brillan en la oscuridad los anuncios de ese amarillo chillón de los carteles de la gira ‘No Filter’. Como en cada ciudad, se nota en el ambiente, en cada gesto, en cada detalle, que se va a vivir un concierto de los Rolling Stones. Hasta me lo recuerda la recepcionista del hotel cuando hago el check-in y me pregunta si voy a ir, al fijarse en mi camiseta.

Ya solo quedan unas pocas horas más...

 

Sábado 30 de junio

6:45 de la mañana, salto de la cama, ducha rápida y dado que afortunadamente mi hotel esta en Bad-Cannstatt, muy cerca del área en la que se ubica el recinto en el que va a tener lugar el concierto, el Mercedes-Benz Arena -antiguo NeckarStadion donde jugaba y sigue jugando sus partidos el VfB Stuttgart-, tras un paseo de unos doce o quince minutos, llego al estadio. Me sorprende que, al llegar, aún no están señalizados los accesos a las diferentes entradas y, de hecho, cuando siguiendo el plano que aparece en la web de los Stones donde se ubica la entrada al Pit 1 B, por donde entraré al concierto... ¡cuando llego están colocando el cartel que señala el acceso! Extrañados por ver a alguien por allí a esas horas dado que no había absolutamente nadie más, uno de los que trabaja en la organización se me acerca y me dice que el concierto empieza a las 19:00 horas, a lo cual le digo que ya lo sé... ¡como para no saberlo! Es más, le pido que me haga una foto para que quede constancia de que he sido el primero en llegar de todos.

Me extraña que, contrariamente a como sucede habitualmente en Barcelona, Amsterdam u otros lugares en los que he visto a los Stones, pasan las horas, las 8, las 9 de la mañana, las 10... y no aparece nadie. Los primeros fans que llegan al acceso al Pit 1 B donde yo me encuentro desde primera hora de la mañana aparecen pasadas las once, y no son demasiado numerosos. De hecho, le pregunto a una chica que llega sobre esa hora y me dice que en Alemania suele pasar, que ella ha estado en el concierto de Berlín y que la gente suele empezar a llegar a primera hora de la tarde. Lo cierto es que, si llego a saberlo, no me pego ese madrugón. Pero en fin... la espera va a ser cómoda, aunque calurosa. El sol pega como si estuviéramos en el desierto, y la cerveza no tardará en empezar a deslizarse por mi garganta.

En efecto, sobre las 16:00 ya hay por allí grupos de fans, aunque vuelvo a repetir, nada de grandes cantidades como en España. Como siempre, reconozco a muchos “veteranos de guerra”, como el viejo Kurt, un alemán con el que he coincidido en muchísimas jornadas stonianas y que vio su primer show de los Stones en 1970, o Jean Paul, un francés que estuvo conmigo en la primera fila de Barcelona el año pasado. Y, por primera vez en muchísimos años, no veo ni una sola bandera albiceleste ni un fan argentino. Apenas doy crédito, y lo lamento. El colorido, la alegría, la fiesta que montan siempre los fans argentinos durante la espera es ya legendaria, y se echa de menos.

Llega ahora el momento de máxima tensión: se van a abrir las puertas. Hay que correr como alma que lleva el diablo tras pasar el primer control de seguridad, pasar el check in de la entrada y después, literalmente volar unos 200 metros hasta la entrada del Pit para poder asegurar la primera fila. Lo consigo. Voy a tener a Keith Richards una vez más, escasamente a ocho metros de mí.

Alrededor de las 19:00 aparecen en escena los teloneros, una banda inglesa a la que solo conocía de oídas llamada The Kooks. Una formación esencialmente de brit-pop con alguna pincelada rockera poco original pero que cumple bien su papel, ofreciendo un show de unos 40 minutos que, como sucede casi siempre en estos casos, simplemente alivian un poco esa espera que se hace eterna hasta que empieza el show de los Stones.

A medida que nos acercamos a las 20:50, de nuevo esa calma que precede al estallido de la tormenta. Desde donde estoy, he podido ver a Bernard Fowler detrás de la Gretsch de Charlie tirando fotos con su móvil, muy poco antes de que los roadies abandonen el escenario y llegue la señal definitiva: Pierre de Beauport, el técnico de guitarras de Keith se acerca al centro del escenario, habla unos segundos por el micro con la mesa, hace un gesto con el dedo hacia arriba al técnico y se retira hacia el backstage. Ese gesto significa: “Equipo chequeado, banda OK, entra vídeo, empieza concierto”. Y significa también que se me empieza a acelerar el ritmo cardíaco. Ya es solo cuestión de segundos...

Todo el estadio empieza a temblar y estalla en una impresionante ovación cuando Keith Richards aparece en el escenario con paso enérgico y decidido, y ataca el riff de “Street Fighting Man”, al tiempo que toda la banda, con Mick Jagger al frente, hace un arranque de concierto fortísimo, con las guitarras muy altas, sonando muy duras e incluso con Jagger cantando este tema en un tono más alto. La calidad de sonido es excelente, y ya desde este primer momento todo indica que vamos a vivir un concierto espectacular.

Tras un fortísimo “Street Fighting Man”, “It´s Only Rock´n´Roll” y “Tumbling Dice” siguen la misma línea, con la banda a tope y un Jagger con unas facultades físicas extraordinarias. Ya ha recorrido al menos tres veces bailando, contoneándose y exhibiéndose las tres pasarelas que salen del centro del escenario. Tras unos saludos en alemán a la audiencia, la que viene a continuación es “Ride' em On Down”, una de las piezas del maravilloso 'Blue And Lonesome', que es muy bien recibida por el público y en la que se nota que los Stones lo están pasando realmente bien, que la magia está fluyendo por el escenario. Hasta tal punto que en una de las vueltas de la parte final de “Ride' em On Down” se han equivocado y han tenido que retomar desde otra estrofa... Mick y Keith se miran con cara de perplejidad unos segundos y se echan a reír.

La canción más votada según los fans para esa noche va a ser “Let´s Spend The Night Together”, que al igual que sucedió el año pasado en el primer tramo del 'No Filter Tour' con “Under My Thumb”, tratan de hacerla mucho más al estilo de la versión original de los 60, menos acelerada que cuando la hacían a comienzos de los 80, y recuperando la entrada con el piano y los teclados, donde esta vez se lucen como lo que son, unos intérpretes de una calidad extraordinaria Matt Clifford y el gran Chuck Leavell. Hay que decir que si “Under My Thumb” les quedó el año pasado floja, con poco feeling, este “Let´s Spend The Night Together” es todo un acierto.

Llega para mi otro de los momentos más emocionantes de la noche. Desde que en 1995 decidieron hacer suyo el viejo clásico de Bob Dylan “Like A Rolling Stone”, ha sido un tema relativamente frecuente en sus giras, y es una verdadera maravilla, una de esas canciones en las que los Stones se sienten reflejados y que a mí personalmente siempre me emociona escucharla, sobre todo el fragmento de armónica de Mick Jagger. Esta noche los Stones hacen el “Like a Rolling Stone” más vibrante, intenso y emocionante que les he visto en concierto desde la legendaria noche de Xixón de 1995. Una vez más, me estremece, me conmueve y me emociona hasta hacerme un nudo en la garganta, incluso ahora al recordarlo escribiendo este diario. Bajamos ahora un poco el pie del acelerador y disfrutamos de “You Can´t Always Get What You Want”, que ya no cuenta con los coros de las anteriores giras y vuelve a ser más como la original de 1969. Siempre que los Stones hacen este himno, mi recuerdo a uno de mis grandes maestros, junto al que más aprendí acerca de los Stones: Jordi Tardá. Para ti una vez más, Jordi... you get what you need.

“Paint It Black”, aunque personalmente no es de las que más me gustan, es de las que más gustan esta noche a la mayoría de la audiencia, y en esta ocasión me fijo especialmente en Charlie Watts. Aunque Charlie es conocido y respetado sobre todo por la precisión y la exactitud con la que toca, esa precisión propia de la técnica del jazz, en esta canción, y en general en todo el concierto, golpea la batería como si fuera Cozy Powell o John Bonham. Más que tocar, dispara. Nunca le he visto tocar con esa fuerza, al igual que Jagger, los años no parecen haber hecho la más mínima mella en la potencia de este inmenso batería. Y de un mundo a otro: su intro de “Honky Tonk Woman”, exactamente igual a la original, con su cencerro incluido, es otra gozada absoluta.

Cuando tras las presentaciones de la banda Keith Richards se acerca al micro, la ovación es tal que el riff humano, el eterno superviviente, el Rolling Stone, no oculta su emoción. Durante casi un minuto todo el estadio no paramos de corear su nombre, ante la asombrada mirada de Keith, que finalmente coge la acústica y casi susurra “this song is called “You Got The Silver”. Otro momento inenarrable, porque en cuestión de segundos, casi todo el estadio queda en silencio mientras escuchamos “Hey baby... What´s in your eyes...?”. Como siempre, me quedo absorto contemplando esa figura hierática, ese rostro lleno de cicactrices, escuchando esa maravillosa slide y esa voz aguardentosa...puro sentimiento. La siguiente es una estupenda “Before They Make Me Run”, tras la cual  toda la banda vuelve para hacer un “Sympathy For The Devil”” que no le va a la zaga y un “Miss You” que, si bien la última vez que se lo vi y escuché en directo me gustó mucho, esta vez no tiene el mismo groove y pierde en comparación con el resto de temas esta noche.


“Midnight Rambler”, una pieza histórica en el repertorio de los Stones desde 1969, siempre marca un momento de intensidad especial en cada show, y esta noche no va a ser ninguna excepción. Empieza lenta, algo más lenta que la original, pero... a medida que la canción avanza, Charlie le va metiendo poco a poco más velocidad hasta que llegamos a ese estremecedor “Have you heard about the Boston...?” y a partir de ahí, el crescendo final con unas guitarras brutales sonando a toda potencia, como en el histórico “Midnight Rambler” de La Habana y Mick Jagger, en una demostración de resistencia física descomunal, corriendo, saltando de una pasarela a otra y poniendo al público a 200 premiando esa sensacional versión de clásico de “Let It Bleed” con una de las más ensordecedoras ovaciones de la noche.

Después de un tema con tal intensidad, no es de extrañar que en la siguiente bajen un poco la velocidad y por tanto “Start Me Up”, bastante más lenta de lo normal, esta noche no va a estar entre las mejores. Ahora bien, antes de llegar a los bises, “Jumpin´Jack Flash” y “Brown Sugar” vuelven a poner la temperatura del evento a tope.

De vuelta para las dos canciones finales, la primera es un “Gimmie Shelter” en el que el protagonismo es para Mick Jagger y Sasha Allen, para llegar definitivamente al final con “(I Can´t Get No) Satisfaction”. Si bien en otras ocasiones “Satisfaction” es ya un tema que tocan muy relajados, como despedida y casi como fondo musical a los fuegos artificiales o al confetti, esta vez, en tanto en cuanto la puesta en escena del ‘No Filter Tour’ es muy sobria, sin apenas ningún elemento visual más allá de las cuatro gigantescas pantallas de  vídeo, el tema es todo un huracán, lo tocan con una garra de verdad impresionante, lo alargan bastante más de lo normal y, sobre todo, termina con un espectacular mini solo de batería de un Charlie Watts que como si del mismísimo Keith Moon se tratara. Acaba el tema con un juego final de redobles cuyo último golpe final nos saca a todos un grito final de admiración que suena infinitamente más fuerte que cualquier pirotecnia. Toda la banda sale a saludar al público y se encienden las luces del estadio. Ha terminado el sueño... de momento.

Salgo del Mercedes Benz-Arena por supuesto, maravillado y emocionado por haber disfrutado una vez más de un gran concierto de la banda a la que Bill Graham definió como “the greatest rock´n´roll band in the world”, pero también por comprobar que son capaces de hacer un concierto intenso, lleno de rock fuerte, baladas cargadas de sentimiento y una energía increíble si pensamos que cada uno de sus miembros tienen ya más de 70 años.

Al día siguiente la prensa, desde el Stuttgart Nachrichter al Bild Zeitung, se deshacían en elogios hacia la banda que ha desafiado todas las barreras y que ha vuelto a demostrar por qué muchos somos capaces de hacer cualquier cosa por seguirles, por verles de cerca, por sentir toda su energía.

Próxima estación: Praga.

Mariano Muniesa
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