Entrevistas |Jorge Escalante y Miguel Hernández (1984)

«No somos de “cualquier tiempo pasado fue mejor”, pero hay cosas del mundo actual que dan bastante asco»

Por: Borja Díaz

Mirando hacia los 80 pero con un sonido actual, esa es la apuesta de los madrileños 1984 a lo largo de toda su carrera. Ocho años después de su anterior trabajo, nos presentan ‘Tras la tempestad’, donde el rock duro se abre paso entre diferentes estilos. Con mucho que analizar, Jorge Escalante (guitarra) y Miguel Hernández (voz y guitarra) contestan al duro interrogatorio de Borja Díaz.

Vuestro trabajo anterior se publicó en 2016. ¿Qué ha pasado durante todo este tiempo en la banda?

(Jorge)“La banda ha seguido activa todo el tiempo, pero no siempre es fácil mantener la máquina funcionando de puertas hacia fuera. Rubén, nuestro batería hasta el anterior disco, ‘Perdiendo el juicio’, se bajó del barco tras la grabación, y después de un tiempo buscando encontramos a Nono, que estuvo dos años con nosotros… Conseguimos coger muy buen ritmo con él, pero vino la pandemia.

Durante la pandemia Nono volvió a su tierra (Cazorla), y vuelta a empezar para la banda. Después tuvimos la gran fortuna de encontrar a Matías justo al salir de la pandemia y nos pusimos a funcionar. En este tiempo hemos madurado las canciones, hemos dado conciertos, hemos trabajado en proyectos paralelos, pero lo que decíamos al principio, no siempre es fácil mantener un proyecto activo de cara al público, aunque la maquinaria siempre esté funcionando”.

La banda ha tenido una constante evolución, pero sin perder de vista el sonido más clásico, heredado de los 80. ¿Ese equilibrio es fundamental para 1984?

(J)“Siempre hemos peleado con no repetir la misma canción, incluso cuando hay canciones que han funcionado bien en el pasado y han llamado más la atención de la gente, no hemos intentado repetir la fórmula. Debemos ser así de idiotas (risas). Hemos intentado buscar diferentes enfoques a la hora de componer, empezando el trabajo desde distintos puntos de vista. A veces tienes un estribillo, a veces empezar con un ritmo de batería, muchas veces desde un riff de guitarra… También hay cosas que, con el tiempo, sabes que funcionan mejor o peor. La experiencia siempre ayuda a encontrar el camino adecuado para encauzar las canciones”.

El título, ‘Tras la tempestad’, invita a pensar en una mala racha, pero en vuestras letras también habláis de tempestades del día a día. ¿Creéis que son estas las menos visibles y las más peligrosas?

(Miguel)“Pues sí. Quizá el nombre del disco resuma un poco la situación que hemos vivido desde la pandemia hasta aquí, pero, sinceramente, creo que no ha sido premeditado, más casualidad que otra cosa; ahí es donde entra esa parte del subconsciente que nos ha llevado a ese título. También queríamos que el nombre de este disco tuviera continuidad con los anteriores, como si estuviéramos escribiendo un texto con los nombres de los discos, y este, cuadraba perfectamente.

Respecto a las tempestades del día a día, eso es algo, que nos guste o no, tenemos que lidiar con ellas. El ritmo social en el que estamos inmersos quizá sea lo más peligroso. Nos vendieron un estado de bienestar que es todo lo contrario al bienestar.1984 es un grupo comprometido socialmente y nuestras letras siempre cuentan cosas del día a día y, como tú dices, ayudamos a darles un poco más de visibilidad”.

(J)“En este disco, al igual que en los anteriores, cuando buscamos el título tratamos de ver todo bajo un concepto, saber cuál es el paraguas que lo cubre todo. Pensamos en lo que hablan las canciones, en la situación del mundo alrededor y también en el estado de la banda en ese momento. ‘Tras la tempestad’ tenía un poco de todo eso. En cuanto a la situación de la banda, habíamos pasado un tiempo largo de inestabilidad, tal como hemos comentado antes, y el hecho de materializar este disco ha sido para nosotros un modo de dejar atrás nuestra propia tempestad”.

¿Cómo se consigue conjuntar el rock urbano, el heavy y el punk dentro de un mismo trabajo sin que nada desentone?

(J)“Si esa es la percepción desde fuera, personalmente, me alegro. No nos gustan mucho las etiquetas, aunque hay que reconocer que no todo en ellas es malo. Por un lado, es cierto que a la gente le ayuda a saber qué es lo que se va a encontrar entre tanta demanda musical, pero las etiquetas también te encorsetan, y eso es algo que tratamos de evitar. Nosotros preferimos definirnos como rock duro y ya cada uno que se monte la película que quiera.

Pero es cierto que dentro del denominador común del rock duro nos gusta movernos arriba y abajo. Somos abiertos a todo lo que sea unas guitarras a todo trapo y un bajo y una batería dando cera. Depende de a quién preguntes del grupo pues nos flipan los Rainbow, Cicatriz, King Crimson, Leño... y a alguno de nosotros todo eso y mucho más al mismo tiempo. Pero todas esas influencias al final pasan por un filtro que es 1984 y que de alguna manera consigue aglutinar todo en un bloque”.

En el final de algunos temas como “Calibre 42” o “Tempestad” sacáis la vena más punk. ¿Para vosotros la música es una forma de desfogarse?

(M)“Totalmente (risas). Pero no es porque hagamos punk, rock urbano o heavy metal, cada tema pide una cosa en un momento determinado y nosotros intentamos dárselo. “Calibre 42“ debe terminar así, la progresión sonora del tema está marcada por lo que cuenta la letra y su desenlace es “una descarga de puro rock and roll” que nos lleva a terminar con rabia, energía y locura. Si eso es punk, pues que sea.

En cuanto a la pregunta, para cualquiera de los componentes nuestras horas de ensayo siempre las definimos como esos momentos en los que tu cabeza deja de lado tus problemas del día a día, ya sean familiares, laborales, de salud… Son dos o tres horas que piensas en música y, efectivamente, eso ayuda a desfogarse bastante”.

“El club de los perdedores” tiene un toque blues, estilo surgido de los negros pobres en sus orígenes con mucho sentimiento. ¿Queríais darle ese ambiente al tema?

(J)“No, realmente no buscamos darle intencionadamente un aire blusero al tema, pero sí buscábamos que tuviera un aroma crudo, desnudo, sin mucho artificio… De todas formas el blues es una influencia innegable: a mí me flipan Rory Gallagher, Robert Johnson, Muddy Waters, Gary Moore… e intencionadamente o no, ellos, junto a otros, son la base del lenguaje musical que uno emplea.

Pero efectivamente la canción habla de la pobreza, y de cómo mira la sociedad a la pobreza: del miedo y el desprecio al pobre. Es la cara oscura de la meritocracia: esfuérzate y triunfarás, por lo que, si no triunfas, algo malo debiste hacer. También, por otra parte, podemos discutir qué es triunfar y qué es fracasar.

Volviendo al blues, antes de la Segunda Guerra Mundial, sus letras hablaban de la Gran Depresión, la crudeza de la sociedad, las desigualdades sociales, la marginalidad, etc., y obviamente eso tiene mucho que ver con “El Club de los Perdedores”. Así que, intencionado o no, en lo artístico o en el sentimiento, el paralelismo es muy acertado”.

 “La tribu” tiene destellos de los himnos de Ñu con toques de Iron Maiden. ¿Son vuestras influencias o habéis buscado un sonido en específico?

(J)“A los Ñu y a los Maiden los llevo escuchando desde que tengo uso de razón y, como decíamos antes, lo hagas adrede o no, forman parte de tu vocabulario. Pero voy a contar realmente cómo se hizo esa canción porque, como todas, siempre hay una historia detrás. Matías trajo ese fill de batería con el que empieza la canción, y también tenía claro cómo iba a ser la base de la estrofa y un esbozo del estribillo. Yo compuse el riff pensando más en Thin Lizzy que en Maiden, pero no hay que negar que los Maiden también bebieron mucho de estos. La canción se estaba fraguando poco a poco y el caso es que yo en verano paso mucho tiempo en Galicia. Durante ese tiempo estaba un día en una sardiñada en Quilmas, con la hoguera, las gaitas, los tambores… y en ese momento tuve claro que ese aroma era lo que necesitábamos en la canción. De ahí salió la idea de la letra y toda la parte instrumental que desarrollamos después entre todos en el local. La canción bebe de esa tradición celta, pero llevada al rock”.

Dentro de la conciencia social de vuestras letras, “De usar y tirar” me parece muy acertada con nuestra sociedad. ¿Creéis que dentro de la música también hay composiciones que sean “De usar y tirar”?

(J)“Parte de la reflexión de la canción es precisamente esa, ya no es que las cosas sean de usar y tirar, es que hemos convertido a las personas, a las canciones y a los sentimientos en números, así que todo puede ser arrojado al retrete sin el menor problema. Desechamos a otras personas en aplicaciones móviles moviendo un dedo a izquierda o derecha, se despide gente sin temblar el pulso por una buena cuenta de resultados y si la canción no te ha enganchado en quince segundos, pasas a la siguiente. No somos amigos del “cualquier tiempo pasado fue mejor”, pero hay cosas de este mundo actual que dan bastante asco”.

¿Cómo surge hacer un videoclip animado para “Calibre 42”?

(M)“Bueno, los videoclips animados es algo que está a la orden del día, y nosotros en este lanzamiento queríamos echar toda la carne en el asador, que por nosotros no sea. Está claro que al oyente le gusta más o le es más entretenido o le engancha más escuchar un tema viendo diferentes imágenes que escucharlo con una imagen fija. Todos los temas de este disco o son videoclips o son lyric videos. Como te he dicho antes, que por nosotros no sea. Hay que actualizarse a todos los niveles, y si las actualizaciones son mejoras, por qué no utilizarlas. Como dice el dicho: renovarse o morir”.

(J) "Eso sí, nada de inteligencia artificial, lo hizo una persona, el ilustrador chileno Esteban Montero. Vimos trabajos suyos, nos gustó y nos pusimos en contacto con él y le propusimos nuestras ideas. La letra de "Calibre 42" es un relato con su presentación, nudo y desenlace y nos cuadraba muy bien en ese formato, como una especie de corto de animación. Es puro rock, no dudéis en entrar a verlo".

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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