Crónicas

Crónica de Ringo Starr and His All Starr Band: El “malo” de los Beatles

«El reclamo de los Fab Four se antojó una farsa, pues aparte de centrarse en unas escasas piezas de lo peorcito de su discografía, ni siquiera se acordó de “Octopus’s Garden”, quizás el más sobresaliente de los temas cantados por Ringo»

1 julio 2018

Palacio Euskalduna, Bilbao.

Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos: Iñigo Malvido

 Rodearse de talentos estratosféricos nunca fue una buena manera de destacar, eso está claro. Cuando tus compañeros tienen una capacidad compositiva fuera de lo común, asomar la cabecita puede tornarse una tarea de lo más titánica, o quizás imposible. De todas formas, también posee cierto mérito eso de que te consideren el peor de los componentes de una de las bandas más importantes de la historia de la música, alcanzar ese nivel no resulta nada fácil y cualquier mortal no podría presumir de ello.

Si uno evoca la filmografía de los Beatles, probablemente recuerde que las escenas más plagadas de chistes absurdos estaban casi siempre protagonizadas por Ringo Starr, una actitud que se situaba a años luz del tímido aparvamiento de Harrison o la bordería de comentarios hirientes de Lennon. Pero también sus giros gramaticales conocidos como “ringoísmos” sirvieron para titular canciones legendarias como “A Hard Day’s Night” o “Tomorrow Never Knows”. Su peculiar sentido del humor no lo aguantaba todo el mundo.

Que uno de los Fab Four aterrice por la península no era un hecho ni por un asomo habitual, pero lo cierto es que tampoco desató una expectación inusitada, dado que el precio de las entradas podría sobrepasar los cien pavos tranquilamente. No sorprendió por tanto cuando anunciaron hace escasos meses el cambio de ubicación del concierto del BEC al Palacio Euskalduna, con un capacidad bastante menor de aforo. Y a pesar de este considerable recorte, todavía el recinto presentó muchas filas vacías, en especial por la parte de atrás.

El pureteo se puso las mejores galas para recibir al mítico “beatle” y con la puntualidad exquisita de los garitos de alto copete, Ringo Starr inició la verbenilla con el clásico “Matchbox” de Carl Perkins, que ya aparecía en el primer volumen de la recopilación de singles de los de Liverpool ‘Past Remasters’. El impresionante realce de su banda compuesta por insignes veteranos del rock como Steve Lukather (Toto) o Greg Rolie (Santana, Journey) sobresalió a la hora de hacer coros en “It Don’t Come Easy”, de los temas más característicos de su trayectoria en solitario, antes de que Ringo dejara la voz cantante y cediera el testigo a sus reputados compis.

El “Evil Ways” popularizado por Santana demostró que aquello funcionaba mejor cuando la leyenda le daba a los tambores y no nos daba la tabarra con sus insufribles chistes y sus cantinelas de paz y amor de hippie trasnochado. “Rosanna” de Toto otorgó el primer pico de la noche con un Lukather soberbio tanto en el apartado vocal como al mástil y los veteranos espectadores dando palmas como si no hubiera un mañana.

Cuando le llegó el turno a Colin Hay de Men At Work estaba claro que se decantarían por el celebérrimo reggae pop ochentero de “Going Under”, que aunque no sea exactamente de nuestro rollo, siempre es agradable escuchar, más todavía si uno se acuerda de su delirante vídeo. Pero Ringo exigía algo de atención, por lo que volvió a retomar el micro para marcarse el “Boys” de The Shirelles, un homenaje a esos grupos de chicas de los sesenta que se convertirían en influencia fundamental en el punk neoyorquino.

“Don’t Pass Me By” es una infumable pieza country del ‘White Album’ que no llega ni de lejos al nivel del resto del redondo, por lo que no nos pareció una elección muy adecuada. Y desde luego no arregló el asunto la pachanguera “Yellow Submarine”, que a veces producía hasta vergüenza ajena, ya lo hemos dicho, la idiosincrasia particular de Ringo no es para todos los públicos. A nosotros nos parece un tipo un tanto insufrible, pero eso ya dependerá de los gustos y el aguante de cada cual.

Ringo Starr (der.) con Steve Lukather (Toto) y Warren Ham (Kansas)

Sin temor a ser tachados de moñas, señalaríamos la entrañable balada “I’m Not In Love” de 10cc como de lo mejor de la noche, la típica canción de baile de instituto americano y que debería figurar en la banda sonora de todo enamoramiento junto con el “Crazy On You” de Heart. El himno a las hembras de rompe y rasga de “Black Magic Woman” de Santana puso asimismo los pelos de punta con Lukather bordando los punteos del inicio y coronándose posteriormente como un dios de las seis cuerdas en una pieza en la que se lució de lo lindo. Qué grande es este señor.

Ringo regresó al primer plano con una estrambótica chaqueta que aludía a los colores del Orgullo Gay y preguntó al respetable su nombre para que lo corearan como una estrella del rock, encima el señor tenía el ego subidito, de hecho, mandaron a los fotógrafos donde Cristo dio las tres voces. Ante semejante concentración de veteranía en las filas, pidió a las chicas jóvenes que se manifestaran y levantaron la mano unas 3 o 4 chavalas a las que les dedicó el “You’re Sixteen” de Johnny Burnette.

Siguió la moralina hippiosa con Starr haciendo cada dos por tres el símbolo de la paz y regodeándose en el buenrollismo con “Anthem”. “Who Can’t It Be Now” de Men At Work y su inolvidable saxofón es otra de las canciones fundamentales para el pureteo, por lo que su presencia era obligada en un repertorio enfocado decididamente hacia lo comercial, esos cortes que todavía hoy siguen sonando a machamartillo en las emisoras nostálgicas de turno. Y si lo último por lo menos tenía un pase, el “Oye cómo va” de Tito Puente cantado por el teclista ya se nos fue de las manos, de verbena de pueblo total, para sacar la cabra.

Las jovenzuelas fueron requeridas de nuevo por el insigne batería antes del histórico “I Wanna Be Your Man” que el prodigioso tándem Lennon-McCartney cedió a los Stones en los comienzos de su carrera. Y se alcanzó otro de los puntos álgidos de la velada con el inmenso “Hold The Line” de Toto con el colosal Lukather sentando de nuevo cátedra con sus habilidades vocales y un solo mayúsculo.

Todavía faltaban más movimientos ridículos de Ringo con la country “Act Naturally” y su inevitable “With A Little Help From My Friends”, que no resiste la comparación con la enérgica revisión de Joe Cocker, antes de que el vómito ya nos subiera por el esófago con el colofón hippie del estribillo del “Give Peace A Chance” de Lennon, lo que faltaba. ¿La papelera, por favor?

Había que tener jeta para cobrar a precio de oro aquella pachanguilla de lujo que tampoco distaba tanto de lo que podría verse en cualquier fiesta patronal veraniega. El reclamo de los Fab Four se antojó una farsa, pues aparte de centrarse en unas escasas piezas de lo peorcito de su discografía, ni siquiera se acordó de “Octopus’s Garden”, quizás el más sobresaliente de los temas cantados por Ringo. No hay que llevarse las manos a la cabeza, por algo siempre fue el “malo” de los Beatles.

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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

2 comentarios

  • Javier Mora dice:

    Qué honor ser el primero en comentar.
    Qué enorme desacierto de artículo. Está sólo a la altura de los rebuznos del ínclito Julián Ruiz, que es experto en despellejar por hacerse el listillo.

    Alfredo Villaescusa, te creerás que le descubre algo a alguien. La All Starr Band lleva ya 30 años tocando en este formato. El nombre no es casual, el juego de palabras es evidente. Ringo Starr tampoco es imbécil, y es perfectamente consciente de su condición frente a los otros miembros de la banda, como lo era en los 70 cuando se dejaba ayudar por todos ellos y algunos amigos más en sus discos, que por cierto, en ocasiones cosechaban más éxito que los de sus compañeros (pequeño apunte que quizá debas repasar, Ringo en 1973 estaba donde Lennon, McCartney y Harrison no alcanzaban). Creo que Ringo ha cargado con el peso de estar a la sombra de los otros con la suficiente dignidad a lo largo de sus años, sin por ello dejar de actuar en facetas no Beatle como las de actor. También es consciente de que Yellow Sumbarine, quizá la canción más boba que los Beatles colocasen en el número 1, es uno de sus grandes activos. Por supuesto. En estos 30 años Ringo celebra principalmente los temas que hizo con los Beatles (que no son más de 15, uno por disco) y algunos de los éxitos de sus primeros discos en solitario, y consciente de ello, te trae a una banda que rota con el tiempo y asegura otra serie de canciones conocidas por el gran público. Personalmente tampoco me parece la panacea este formato o repertorio, pero hay que tener muy poco cerebro como periodista para hacer creer que le estás descubriendo algo a alguien, para hacerte el violado como si hubieras pagado por asistir al concierto, como si Ringo se hubiese reído de ti en persona. Hace falta ser cerril.

    Te debes de creer una gran eminencia por alabar a, por qué no decirlo, toda una banda de trasnochados como el plomizo de Lukather, o gente procedente de bandas tan anodinas como Men At Work, o saber diferenciar la superioridad musical de Octopus's Garden frente a la mediocridad de Don't Pass Me By. Bravo!!! Ardo en deseos de oír una canción tuya visto lo visto. Cierto es que la All Starr Band actual no es la más entretenida, Joe Walsh daba mucho color antes de salir del alcoholismo, también Dr. John, Rick Danko o Levon Helm, no sé, era otro nivel. Cierto es que la voz de Ringo no está ni siquiera en sus modestos estándares (Paul nos ha demostrado con su Carpool Karaoke que él tampoco está ni de lejos en los sutos), puedes decir muchas verdades sobre Ringo. Sobre su insistente mantra del "Peace and Love", sobre su peculiar actitud como frontman, que tampoco es nada nuevo, pero está claro que, una vez más, nos encontramos ante un tío que no sabe por dónde le da el aire cuando se enfrenta a reseñar un show y le preocupa más ir de gracioso y original en un artículo que no va a llegar a ninguna parte. Si pones en tela de juicio la honestidad de Ringo Starr, quizá deberías revisar con mimo la tuya propia.

    • prisioner666 dice:

      no deja de ser nada más que la opinión, pues no se trata de una crónica, de una persona con ciertos síntomas de amargura. Plumilla de baja estofa que acude a conciertos sin pagar, y con un conocimiento musical nulo

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