Crónicas

Guns N' Roses + Volbeat + Nothing More: Sobredosis de rock 'n' roll

«Decidieron jugar a ser Bruce Springsteen y el tiro les salió por la culata. Un concierto que ptwodría haberse convertido en historia se transformó en una prueba de resistencia sin ningún tipo de sentido»

1 julio 2018

Estadi Olímpic Lluís Companys, Barcelona

Texto: Víctor Vallespir. Fotos: Elena Marco

El tanque calentó la llegada de Guns N' Roses al escenario

‘Not In This Lifetime Tour’ se ha convertido en uno de los ejercicios musicales más rentables de los últimos tiempos: se trata del rejuvenecimiento de una banda que vagaba por los escenarios de medio mundo y que vio cómo la vuelta del guitarrista con el sombrero de copa les devolvía a aquel puesto mediático que ya ocuparon en sus años mozos. Muchas eran las dudas de la capacidad de congregación de una banda que, ocho años atrás, tocaba en el Pavelló Olímpic de Badalona. De aquella noche recordamos a un Axl Rose que, todo cabe decirlo, tuvo tanto momentos bochornosos como actuaciones brillantes que despejaban cualquier tipo de crítica de forma más que momentánea.

En esa jornada de domingo, el Estadi Olímpic de Barcelona presentaría, pese a no agotar entradas, un aspecto fenomenal y un ambiente festivo como el de las grandes ocasiones: se notaban las ganas de comprobar el estado de forma de una de las formaciones más legendarias de la música moderna y de disfrutar de la interpretación de la banda sonora de la vida de muchos de los allí presentes.

En todo caso, aún tendríamos que esperar un rato hasta que esos ídolos de infancia pisaran el escenario, por lo que Nothing More, banda tejana nominada a algunos grammys, y Volbeat, actualmente cabezas de cartel de muchos de los mejores festivales europeos, tuvieron la oportunidad de caldear el ambiente. Los primeros, en este sentido, se vieron fuera de lugar desde el inicio de su concierto. Los americanos practican una especie de metal moderno con algunos toques rockeros que poco o nada atrajo a la mayoría del gentío allí congregado. Si bien su vocalista, Jonny Hawkins, lo intentó todo durante el concierto, desde interpretar trozos de percusión a subirse a una plataforma encima del escenario, no era el mejor escenario para presentar su producto.

El caso de los daneses fue algo distinto, pues temas como la inicial “The Devil’s Bleeding Crown”, “A Warrior’s Call” o la preciosa “For Evigt” arrancaron los aplausos de un público cada vez más entregado. El cantante Michael Poulsen y el antaño guitarrista de Anthrax Rob Caggiano fueron el principal foco de todas las miradas, paseándose por el escenario e interpretando con soltura llas canciones de una de las bandas modernas más grandes de Europa. Este fue probablemente uno de sus conciertos más grandes en España, donde por el momento aún no han tenido la oportunidad de generar una base de fans tan sumamente grande. Sea como fuera, acabaron con un bonito tributo a Vinnie Paul con las últimas “Seal The Deal” y “Still Counting”. Ambas formaciones tuvieron unos 35 minutos de repertorio y, entre una cosa y la otra, todo estaba preparado para la actuación de los grandes e indiscutibles protagonistas de la noche.

Axl y su troupe

El concierto de Guns N’Roses se convirtió en el perfecto ejemplo de cómo no estructurar un espectáculo musical, de cómo montar tu propio show en base a canciones que despegan los ánimos de la audiencia pero que se ven irremediablemente frenadas por largos pasajes instrumentales que poco o nada aportan al compendio final. ¿Qué sentido tiene, después de la sempiterna “Sweet Child O’Mine”, rebajar la euforia con un cover de Jimmy Web? Y es que eso fue el concierto de los Guns en el Estadi Olímpic condal, más de una decena de canciones que levantaron los ánimos del respetable pero que, a modo de coitus interruptus, no lograrían jamás un estado de éxtasis generalizado.

Slash estuvo soberbio toda la noche

El inicio del concierto con “It’s So Easy” y “Mr. Brownstone”, con unos 25 minutos de retraso, fue realmente enérgico, con una banda perfectamente engrasada y un arsenal de pirotecnia que fue acompañando muchos de los momentos cumbre del show. Incluso la interpretación de una “Chinese Democracy” que pasó sin más pena que gloria sirvió para que el público se fuera preparando para lo que, en teoría, podía ser uno de los conciertos más salvajes y macarras del año. Nada más lejos de la realidad, nos encontramos con que, después de una “Welcome To The Jungle” fantásticamente recibida, “Double Talkin’ Jive”, “Better” y “Estranged” bajaron el pistón con los primeros e innecesarios momentos instrumentales de la noche.  En ese momento, eso sí, nada estaba perdido, pues “Live And Let Die” levantó los ánimos como pocas canciones hicieron durante la noche y “Rocket Queen” o “You Could Be Mine” sonaron realmente bien, si no fuera por lo corta rollos que eran tantos momentos de pausa entre sección y sección.

Hubo canciones para todos los gustos, desde covers de Misfits con Duff McKagan a las voces hasta la recuperación de más temas de ‘Chinese Democracy’, como por ejemplo una “This I Love” que precedió a la emblemática “Civil War”. También fue curioso poder ver a Axl Rose cantando “Slither”, tema de Velvet Revolver, y obviamente no podía faltar el largo solo de Slash que acabaría convirtiéndose en la icónica melodía de la banda sonora del Padrino. De la banda que acompaña a los miembros de la formación original, es necesario volver a destacar la aportación de Melissa Reese a los coros y las interpretaciones a piano de Dizzy Reed, quien lleva ininterrumpidamente con Axl Rose desde su entrada en la banda allá por los noventa. Al final, se nota que todos y cada uno de los músicos de Guns N’Roses se tiene perfectamente estudiado su papel encima del escenario, y eso también conllevó una nula comunicación con el público durante la larga duración del show.

Lo peor de todo fue que, cuando se pusieron de verdad, se lo llevaron todo por delante. Tienen la capacidad de transportarnos al terreno que ellos desean, como en el tramo final del set principal con unas “Knockin’ On Heaven’s Door” y “Nightrain”, que sonaron realmente espectaculares y que hicieron botar y cantar al público barcelonés.

Duff McKagan con el símbolo de Prince en su bajo

Pero allí tenían que estar los momentos de instrumentación a lo “Wish You Were Here”, como excusa para que Axl se pudiera preparar bien “November Rain”, después de una “Don’t Cry” soberbiamente ejecutada. Amagar con ciertos pasajes instrumentales aquí y allí puede estar curioso, pero basar la duración de un concierto en esos momentos puede llegar a provocar un aburrimiento generalizado considerable.

Se retiraron del escenario momentáneamente para que, al cabo de pocos instantes, Slash, guitarra acústica en mano, interpretara las primeras notas de una “Patience” que sonó realmente conmovedora. “The Seeker”, tema de The Who que Axl lleva interpretando en vivo desde hace unos años, fue el puente elegido para que todo fluyera hasta el inamovible final de concierto que todos estábamos esperando. ¿Qué hubiera pasado si todo hubiese sido concebido para mantener una misma intensidad?

Lo tenían todo a su favor: un gran sonido, un estado vocal de Axl Rose que, sin maravillar, se había guardado todos los ases en la manga para el tramo final de show y, sin lugar a dudas, un público enfervorecido que les acompañaba en cada uno de los segmentos de su largo y tedioso concierto. Pese a ello, decidieron jugar a ser Bruce Springsteen y el tiro les salió por la culata. Un concierto que podría haberse convertido en historia se transformó en una prueba de resistencia sin ningún tipo de sentido. Nadie te obliga a hacer conciertos de más de tres horas: si la voz no da para más y necesita descansos, adelante, presenta un setlist de hora y tres cuartos y revienta los tímpanos de la audiencia con tus temas más emblemáticos y salvajes. Pero no, aquello fue una auténtica sobredosis de innecesario rock n’roll.

Eso sí, la final “Paradise City” y su arsenal de pirotecnia y confeti, con Slash interpretando sus emblemáticos solos de espaldas al público, maravilló a la audiencia allí congregada, convirtiéndose así en una postal ilusoria de un concierto que no tuvo en ningún momento la intensidad y regularidad que quisieron aparentar en tan gloriosa canción.

Etiquetas: , , ,

Categorizado en: , , ,

Esta entrada fue escrita por Víctor Vallespir

6 comentarios

  • Rockmartinez dice:

    Totalmente de acuerdo. Con una hora menos de interludios, hubieran tenido al público arriba todo el concierto. En el pase final, el personal ya estaba frio.
    En coniertos de Salsh he visto a la gente más efusiva en clásicos como Nightrain o Paradise City.
    Se me quedó un sabor agridulce.

  • Lauritall dice:

    Sin ser ni mucho menos una experta en crítica musical, sin lugar a dudas has relatado muy bien lo que ayer me hicieron sentir.
    Si algo puedo añadir, es que Slash sigue siendo el verdadero alma de la banda, sin él, Guns no son nada.

  • Rosassu dice:

    Yo estuve alli, y a mi no me parecio largo, de haber pagado 100€, mejor contra mas tiempo, si es verdad que sobraron las canciones que no son de ellos, y falto complicidad con el publico, pero ellos estan para llevarse la saca y nosotros para llenarsela. A cambio 3 h de rock. A mi me vale. Me queda la pena de no haber podido ir al concierto en los 89/90.... pero es lo que me queda

  • CRISTINA MENDEZ dice:

    Hola,
    Yo no estoy de acuerdo en dar tanta importancia a la duraciòn del concierto. Tienes un concierto q sonó brutal, con unos de los mejores músicos del mundo a quienes no teníamos ni la mas mínima esperanza de volver a ver juntos en la vida. Todas las canciones del Appetite y de los Use your ilusions sonaron BESTIALES. Sólo nos dejaron con ganas de volver a disfrutarlas en directo. Y qué si metieron canciones instrumentales? Y qué si es mejor un concierto algo más corto? El concierto fue la hostia. "Sí, pero podía haber sido más la hostia". Es q todo en esta vida, todo, es susceptible de mejora, pero no por ello algo deja de ser muy bueno. De verdad q las críticas en Espeña perdieron el norte hace años. Que nunca un árbol os impida ver el bosque.
    Saludos.

  • Rubén Miras dice:

    Hola,
    Hoy día se ha de agradecer que algún grupo nos ofrezca mas de tres horas de concierto, yo me siento estafado cuando pago una entrada y me ofrecen 1h 20min, creo que cualquier músico profesional ha de poder tocar un directo de unas 2h.
    Otra cosa es el tempo y el set list del concierto, Se abre fuerte pasas a las lentas y acabas con la traca final. G´n´R metieron muchas lentas entre medio que cortaron el rollo, supongo que para descansar a Axel.
    Yo agradezco el esfuerzo de tocar mas de 3 horas, sobretodo el de Slash que sudo la gota gorda.
    El sonido no fue demasiado bueno, el escenario un poco soso, las imágenes de la pantalla central no me gustaron nada y Axel con poca voz pero bien. Aun así el concierto me gusto y no me arrepiento de lo pagado. También es de agradecer que trajeran a Volbeat.

  • María Teresa Gámez Rubio dice:

    Yo también estoy de acuerdo con el artículo, describe 100% como viví el concierto. Sali de allí con una sensación agridulce, por un Axl nada volcado en lo que estaba haciendo: entrar antes de tiempo en las canciones no llegar a las notas, etc.. No estaban sincronizados seguramente porque Axl no pone de su parte como le ha sucedido siempre. A Axl le faltó vivirlo para poder transmitirlo, de ahí que el público no lo viviéramos con la intensidad que sentimos cuando vemos vídeos de conciertos de ellos de los 90. También metieron demasiadas pausas instrumentales que como decís hacia que a uno se le cortara el rollo. Slash y Duff sin embargo masgestuosos e impecables. Una pena que Axl sólo mire la caja para la gente que llevamos siguiendolos toda la vida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *