Crónicas
Rufus T. Firefly + Reme en Bilbao: Un insondable mañana
«Se erige ante ellos un insondable mañana que debería producir vértigo ante el descomunal nivel que han exhibido durante toda esta genial etapa, únicamente desear que el próximo viaje sea todavía mejor.»
3 junio 2023
Kafe Antzokia, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Hacer las cosas de manera sincera tal vez sea uno de los mayores actos revolucionarios hoy en día. Ir en dirección contraria a la establecida y transitar el camino opuesto al que nos dictan los que quieren mansos borregos en vez de ciudadanos de pleno derecho. Pero ojo, que aquí no se trata de convertirse en rebelde o malote porque sí, sino más bien de confrontar las tendencias imperantes en el momento y demostrar que siempre existe un amplio margen de maniobra, por mucho que el callejón se estreche hasta el límite de lo soportable.
Que Rufus T. Firefly no pertenecían a este mundo nos lo dijeron hace bastante, pero quizás no fue hasta que sacaron ‘El largo mañana’ cuando ese aspecto quedó más patente que nunca al apostar por una gira mayoritaria de salas, con alguna gloriosa excepción como Sonorama Ribera, tocando un disco entero, y encima publicarlo solo en vinilo antes que en digital, para terminar de rizar el rizo. Romper las dinámicas de mercado nunca resultó sencillo, pero cuando uno cuenta con una visión sólida entonces hasta los más descomunales gigantes de piedra caen por su propio peso.
Debido a un aplazamiento por enfermedad, Bilbao se erigió como la última fecha de un periplo en el que pasaron de la embriagadora psicodelia a un sonido de marcado poso soul como el que caracterizaba al último trabajo de los de Aranjuez. Precisamente, en la sala BBK de la capital vizcaína también catamos uno de los primeros conciertos de esa inmensa transformación que fue desde los porros a los gin tonics.
Y al igual que si estuviéramos hablando de un bolo de Bruce Springsteen, su recital en el bilbaíno Kafe Antzokia nada tuvo que ver con los de otras fechas de la gira que habíamos presenciado. Fue también especial a su manera, pero sin encadenarse a un repertorio que otros grupos llevarían esculpido en piedra por lo menos. Puro frenesí creativo o magia de esa que brota cuando se actúa siguiendo los designios del corazón y no lo que dictan las modas del momento.
Engrandecieron todavía más la velada con la participación de Reme, un grupo afincado en Londres formado por españoles expatriados que le dan al glam rock o al rock de los setenta de una manera más general. Uno los escucha y enseguida le empiezan a entrar en la cabeza referencias del calibre de T. Rex, Supertramp o el Elton John de ‘Goodbye Yellow Brick Road’, ahí es nada. La peña además se sumergió bastante en su rollo, por lo que los aplausos fueron constantes. Posteriormente, Víctor Cabezuelo, uno de sus productores, les calificó como “la mejor banda del mundo”. Una pasada su directo, apunten su nombre desde ya.
Con un escenario casi en penumbra que supuso un desafío extra para fotógrafos, Rufus T. Firefly iniciaron su viaje sideral de la mano de “Torre de marfil” y no tardaron en echar la vista más atrás con “Tsukamori”, aquel corte que abría su obra maestra ‘Magnolia’ y que nos sigue poniendo la piel de gallina como la primera vez que la escuchamos. No esperábamos un arranque así, desde luego.
Recuperaron el tono soul trufado de psicodelia con “Esta persona no existe” y rememoraron una de las frases más recordadas de ‘El guardián entre el centeno’ en “Sé dónde van los patos cuando se congela el lago”. Como nos explicaron, en la elaboración de ‘El largo mañana’ se metieron de lleno en el soul de los setenta y eso les inspiró para tocar de otra manera, dando mayor importancia a la intensidad y eso contagió no solo las piezas de su material más reciente, sino también algunas anteriores, caso de “Un breve e insignificante momento en la breve e insignificante historia de la humanidad”, a la que sometieron a un espectacular lavado de cara.
El vocalista y guitarrista Víctor Cabezuelo nos anunció esta intención de revisitar el material antiguo bajo el prisma actual y podría afirmar que las interpretaciones ganaron en todos los casos, lo único malo sería que se olviden de esta curiosa aproximación de cara al próximo disco. “El hombre de otro tiempo” seguramente alcanzó uno de los puntos álgidos de la perspectiva soul y ni una pizca de emoción se dejaron por el camino al pasar a “Me has conocido en un momento extraño de mi vida”, cuyo título alude a una frase de ‘El club de la lucha’ de Chuck Palahniuk. Tantas referencias a obras que un servidor considera de cabecera solo nos podían hacer adorarles todavía más.
Y como si fueran el Boss cascándose una pedazo intro en “Prove It All Night”, así introdujeron la genial “Polvo de diamantes”. Igual está mal que lo diga, pero la de porros que nos habremos fumado escuchando ese soberbio comienzo en plan The Doors total. Y ya que estamos de confesiones, en otra ocasión, al encontrarme con una chica pelirroja guapísima en un hotel, me vino a la cabeza de inmediato esa canción. Que venga a mí un aguacero de diamantes.
Con las emociones absolutamente desbordadas, los ribereños abandonaron el escenario, pero no tardarían en regresar con una apabullante “Lafayette”, que sonó incluso más potente que en disco. La peña se desató por completo cantando “lo lo lo”, una práctica que en otras circunstancias hubiéramos considerado condenable, pero que en esos momentos no nos molestó lo más mínimo. Y encima Víctor terminó rasgando la guitarra frente a la batera Julia, que sigue siendo un auténtico espectáculo en directo. La ovación se tornó monumental. Con razón.
Confesaron que “Selene” era una de sus piezas favoritas de ‘El largo mañana’. No nos podemos olvidar de cuando la tocaron en Sonorama con Anni B. Sweet a los coros, pero les quedó tan majestuosa que proliferaron los gritos de aprobación entre el respetable. “¡Les va a dar algo!”, decían desde atrás. Que no se ponga coto nunca a la emoción.
Anunciaron que interpretarían los tres últimos temas del tirón y el vocalista Víctor aprovechó la coyuntura para reivindicar “el circuito de salas” y llamar la atención sobre el hecho de que “la gente tiene una cara muy guay” cuando ellos tocaban. Normal si se arrancaban con “Pulp Fiction”, que sonó sublime, como siempre que la hemos escuchado en directo.
Y no podría faltar esa declaración de amor a la música llamada “Nebulosa Jade”, en la que el cantante se sentó en las míticas escaleras del Antzoki para entonar aquellas recordadas estrofas en las que mencionan “la psicodelia de Pink Floyd” o “la pegada de John Bonham”. Touché. Solo un “Río Wolf” cargado de referencias a Led Zeppelin nos terminaría de elevar hasta lo indecible.
Esta sí que era una manera con galones de finalizar una gira, con un repertorio dinámico que parecía más un organismo con vida en vez de las rígidas tablas de Moisés a las que otros nos tienen acostumbrados. Se erige ante ellos un insondable mañana que debería producir vértigo ante el descomunal nivel que han exhibido durante toda esta genial etapa, únicamente desear que el próximo viaje sea todavía mejor. Recuperando sus propias palabras en redes sociales: ¡Viva la música libre!
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2 comentarios
Extensa crónica hacia el buen y rockero concierto que se marcaron RUFUS T FIREFLY y los teloneros REME los cuales estuvieron muy a la altura en el Antzokia bilbaino.
Grupazo