Crónicas
Noctem + Perennial Isolation + Murmur en Bilbao: Una batidora como un tizón
«No existió margen para finalizar el repertorio previsto, se les quedó en el tintero la última canción, pero a buen seguro que la mayoría salió de la sala con el convencimiento de haber visto a un auténtico grupazo, una batidora como un tizón que se te metía en la cabeza y no te soltaba hasta terminar el bolo.»
30 septiembre 2023
Sala Azkena, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Ya hemos dicho en alguna ocasión que probablemente el black metal, junto con el punk, sea uno de los pocos vestigios que quedan de autenticidad en un mundo dominado por el postureo y las redes sociales. Podrán pasar décadas, pero todavía se seguirá recordando aquel escalofriante episodio en el que ardieron iglesias y hasta hubo un asesinato. Al margen de sensacionalismos, aquella escena escandinava inspiró a miles de bandas con una influencia que llega hasta nuestros días.
En el caso de los valencianos Noctem, cumplir más de veinte años en un género eminentemente underground y encima labrarse fama internacional no está al alcance de cualquiera. Tiene que haber algo detrás muy grande para que en muchos países de Europa se reverencie a un grupo como si se tratara de auténticas estrellas. De hecho, señalaremos que, según nos cuenta Spotify, la mayoría de sus oyentes a día de hoy proceden de Bélgica.
En el marco de una gira llamada ‘The Blackened Spanish Tour’ arribaban a la capital vizcaína tres bandas con el black metal como denominador común, aunque luego hubiera diferentes matices entre ellas. Este estilo, al igual que el gótico, tampoco puede decirse que arrastre ingentes multitudes por el norte, pero por lo menos se congregó el suficiente número de fieles para que el ambiente no estuviera desangelado y se pudiera montar una buena gresca.
Abrieron la terna los madrileños Murmur, con un sonido muy versátil que iba desde el death o black tradicional hasta destellos melódicos a lo Cradle of Filth, e incluso atmósferas en plan Paradise Lost. Presentaban su último largo ‘Pvtrefactio’ y algún espectador al escuchar el nombre soltó un grito gutural a modo de aprobación. Contaban con una vocalista muy dramática que agitaba de lo lindo la cabellera y creaba el entorno adecuado para disfrutar de una propuesta de estas características. No desentonaban para nada.
Los catalanes Perennial Isolation definieron Bilbao como su “segunda casa” por la cantidad de veces que habían recalado por estos lares y abogaron por celebrar la reciente llegada del otoño, “aunque fuera a treinta grados”, como relataron sorprendidos por las altas temperaturas registradas en esa jornada. En lo musical, también hicieron gala de una variedad de sonidos muy similar a la de los precedentes a las tablas, pues lo mismo se atrevían con pasajes atmosféricos que con momentos realmente tralleros. Les echó un capote a la voz Bea, la vocalista de los teloneros, en “The Silent Solace”, si no me equivoco. Se les notaba muy rodados.
El factor tiempo jugaba en contra, por lo que Noctem no podían irse demasiado por las ramas ni perderse en esas típicas charlas de concierto que a menudo no aportan nada. Que en su caso llevaban cuidado hasta el más mínimo detalle lo demostraba ese altar con cachivaches esotéricos que habían colocado delante del batería y que sin duda contribuía a generar una imagen lúgubre o el detalle de derramar un poco de sangre en el setlist como si se tratara del sello de un pergamino milenario.
La parafernalia no se quedaba ahí, puesto que los valencianos empleaban del mismo modo ese maquillaje preceptivo del género y que hacía la tira que no veíamos encima del escenario. Pero que nadie se confunda, todos estos elementos no se utilizaban por mero postureo, sino con el noble objetivo de lograr una cuidada puesta en escena, con personalidad y que no pasara desapercibida. Hacer algo así en la época de las distracciones sin fin debería valorarse como un tesoro impresionante.
Bastaba escuchar el colosal muro de ruido que generaban mientras agitaban las melenas en modo centrifugado para convencerse de que estábamos ante un grupo bueno de verdad. Lo del batería no tenía nombre, parecía una proeza casi digna de los trabajos de Hércules o de récord Guinness, ya nos decían en esta entrevista que lo iban a “acabar matando”.
“The Black Consecration” inició el rito impío y no tardaron en rescatar la homónima “Credo Certe Ne Cras” que daba nombre a su última obra de estudio y hacía referencia a una inscripción en la tumba de un legionario romano que podría traducirse como “Creo con certeza que no hay ningún mañana”. Más nihilista, imposible.
Si la puesta en escena molaba lo suyo, al igual que el repertorio en el aspecto puramente musical, la actitud de los levantinos era apabullante, con el vocalista conjurando a las sombras y poniendo los ojos en blanco, podría codearse con la escalofriante tropa de cenobitas de ‘Hellraiser’.
No extraña que con esta confianza tan rotunda puedan patearse sin problemas el continente europeo. Al final todo se reduce a creer en uno mismo y recordar aquella frase que decía Carlos Escobedo (Sôber) de que “cuando vas con la misma actitud o mayor que los guiris, directamente te los zampas”.
El frontman realizó del mismo modo algunos de los rituales típicos del rollo, como alzar la figura del macho cabrío o beber sangre que cayó derramada por el pecho. Al parecer, antes solían utilizar animales, o más bien casquería de atrezzo, pero prescindieron de ese elemento ante las suspicacias que pudiera levantar en gente que no pillara el significado. La ignorancia es muy peligrosa, ya se sabe.
El personal no se mantuvo como convidados de piedra, pues hubo momentos de verdadera conexión entre artistas y público con la concurrencia levantando el puño igual que en una especie de eucaristía de lo oscuro. Mandaron alzar cuernos a la sala al completo, incluso a los camareros, y con el conciertazo que estaban dando, era una petición a la que no cabía negarse.
No existió margen para finalizar el repertorio previsto, se les quedó en el tintero la última canción, pero a buen seguro que la mayoría salió de la sala con el convencimiento de haber visto a un auténtico grupazo, una batidora como un tizón que se te metía en la cabeza y no te soltaba hasta terminar el bolo. Menos mal que ya hemos dejado atrás esos viejos complejos de aldeanos que minusvaloraban a bandas patrias frente a las de fuera. Gracias a combos como Angelus Apatrida o Noctem hemos desechado esos prejuicios bobos.
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1 comentario
Cojonudo resumen hacia las curradas descargas que se marcaron estas tres bandas en especial la de una de nuestras bandas más internacionales como son los valencianos NOCTEM a base del mejor Black Metal a través de su nuevo álbum el cual ha calao de puta madre en nuestro pais.