Crónicas
Bilbao BBK Live Udazkena con Teenage Fanclub + Dorian + Bulego: El frenesí y la armonía
«Al final siempre te obligan a elegir, entre blanco o negro, rojos o azules y así en una espiral infinita de polarización. Con lo sano que es quedarse con el frenesí y la armonía. Todo a la vez. Sin vetos cruzados.»
13 noviembre 2021
Bilbao Arena, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
No gozar de un amplio gusto a veces puede convertirse en un problema. Sobre todo si vas a un festival y no sales de un estilo concreto, el sota, caballo y rey de toda la vida y que nadie me saque de ahí. Al igual que comer todos los días lo mismo cansaría hasta el más forofo, casi lo mismo podríamos aplicar en lo que respecta a la música y afirmar sin ambages que se disfruta mucho más la experiencia de ir a un concierto cuanto más variado se antoja un cartel concreto. Alubias y de segundo solomillo, ¿quién se resistiría a eso?
Por desgracia, vivimos en un mundo lleno de acomplejados que necesitan sentirse los más duros por lo menos en algún momento de su vida o demostrar que a tolerancia y buenrollismo no les gana nadie. Que no se ponga en duda su intachable compromiso social, a pesar de que luego en redes sociales persigan a los disidentes con auténtica saña medieval.
Lo cierto es que no serían muchos a los que les agradaría por igual el cartel de la última sesión del ciclo BBK Live Udazkena conformado por Teenage Fanclub, Dorian y Bulego. Si a uno le daba por mirar las primeras filas del pabellón Bilbao Arena ante un grupo y más tarde ante otro es que aquello parecía como la noche y el día. Como si uno se hubiera teletransportado a otra dimensión a años luz de aquel lugar.
Con un respetable muy reducido, dadas las enormes dimensiones del recinto, se tuvieron que batir el cobre los euskaldunes Bulego. Ya les habíamos catado anteriormente, por lo que sabíamos que su pop rock de ínfulas electrónicas tenía su punto y que incluso en sus momentos guitarreros podrían recordar a U2. Y la verdad es que, guste o no lo que hacen, cuentan con un vocalista muy competente y sus temas enganchan a la primera, a pesar de que en ocasiones sobrepasen la dosis recomendable de almíbar para un servidor. Un agradable entremés.
Quién nos iba a decir que alguna vez escribiríamos en esta web sobre Dorian, uno de los nombres fundamentales del indie pop patrio. Pero antes de que nos suelten a las bestias, mencionar que hemos visto en bolos suyos a peña con camisetas de grupos de metal cantar sus canciones a pulmón en primera fila y me jugaría el cuello a que no son pocos los seguidores de sonidos duros que valoran las letras melancólicas a lo The Cure del vocalista Marc Gili.
Vale que lo suyo se acerque más a la new wave o al pop ochentero, pero la actitud de los barceloneses en directo va más en la línea del rock, entendido esto como un vendaval que te azota en los oídos en temas como “Duele” o “Hasta que caiga el sol” y una cuidada puesta en escena con plataformas, torrentes de luz y demás detalles de estrellas totales. Si a esto sumamos un sonido tan nítido como apabullante, muy ciego habría que estar para valorar negativamente el recital de esa noche.
Hubo además nota reivindicativa cuando dedicaron la novedad “Dual” a Samuel, el chico de La Coruña “que fue asesinado por una turba de imbéciles”, según dijo Marc mientras censuraba los crímenes de odio y alentaba a no tolerar bromas homófobas, machistas o xenófobas en pleno siglo XXI. Y por supuesto lograron que se nos pusiera la piel de gallina con estrofas como las de “Cualquier otra parte” o su impepinable “La tormenta de arena”, en la que el cantante aprovechó para acercarse a los seguidores. Si no te remueve algo en las entrañas escuchar a tantas almas chillando al unísono, mejor tómate el pulso, no sea que te desplomes en breve. Frenesí elevado al cubo.
Cambio de rollo total para Teenage Fanclub, que vienen a ser una especie de eslabón perdido entre el power pop y el rock alternativo. Después del fiestón precedente, cualquiera se metía entre pecho y espalda un grupo de poso reposado, cuidadas armonías vocales en la senda de The Beatles y un ambiente repentinamente envejecido que parecía más de sala para sibaritas que de pabellón multitudinario.
Los pronósticos se cumplieron, no había que ser muy listo para imaginarlo. El paisanaje mutó de un plumazo, pero no bajó la calidad de la velada. La última vez que estuvieron en la capital vizcaína los escoceses agotaron entradas con varios meses de antelación y se vivió una auténtica explosión descontrolada de felicidad. La atmósfera no se antojaba igual aquella noche, aunque la veteranía de estos señores daba por sentado que no saldríamos defraudados en absoluto.
Nos subieron de primeras en una nube de algodón con “About You” y “Start Again”, dejando claro que en lo que respectaba a los coros y las voces entrelazadas a lo Simon & Garfunkel eran unos maestros. “Alcoholiday”, de su celebrado álbum ‘Bandwagonesque’, fue casi de saltar lágrimas, a un servidor es que las piezas de regusto tristón le pueden. Una maravilla para rumiar miseria que combinan al final con cierto guitarreo.
Del mismo modo, seguimos flotando con la deliberada sencillez y el pegadizo estribillo de “What You Do To Me”, imposible resistirse a eso. Y “Your Love Is The Place Where I Come From” les quedó impresionante, diseñada al milímetro para despertar emociones desbocadas. El punteo de “I Don’t Want Control of You” con la melodía principal parecía una parodia, pero ellos no son los únicos que utilizan ese viejo truco. Una tradición que se remonta a los Beatles por lo menos, no en vano muchos los consideran precursores del power pop.
El repertorio no tuvo mácula alguna, ni siquiera cuando se turnaba a la voz en “It’s A Bad World” el guitarrista Raymond McGinley, al que se le notaba especialmente el paso del tiempo en su aspecto exterior, aunque no en su destreza a las seis cuerdas. Tal vez la abundancia de piezas relajadas pudo llegar a sobrecargar en algún momento, pese a que éramos plenamente conscientes de lo que íbamos a ver y no esperábamos ni mucho menos derroches de electricidad.
Como era de esperar, “The Concept” se tornó en uno de los momentos álgidos de su actuación, con esa flotante parte final como si fueran los créditos de un film. Amagaron con encender las luces y no hubiera estado mal salir del recinto con semejante borrachera sentimental en la cabeza, pero regresaron todavía para un corte más, “Everything Flows”, otra de esas canciones que linda con el shoegaze que te podría colocar solo escuchándola repetidamente. Una guinda impecable a una velada de bolos de muy alto nivel.
Comentábamos con algunos foteros al inicio del evento la inusual combinación de géneros que habían hecho en esa jornada del Bilbao BBK Live Udazkena y lo complicado que resultaría establecer un mínimo común denominador. Al final siempre te obligan a elegir, entre blanco o negro, rojos o azules y así en una espiral infinita de polarización. Con lo sano que es quedarse con el frenesí y la armonía. Todo a la vez. Sin vetos cruzados.
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1 comentario
Extenso resumen de lo que di las actuaciones que se marcaron estas bandas en el mejor recinto de la ciudad de Bilbao.