Malos Versos

Salir corriendo

Autoeditado (2024)

Por: Alfredo Villaescusa

9

Lejos de la inevitable tendencia al centralismo, el rock urbano sigue gozando de una salud realmente espectacular en diversos puntos de la península desde que Barricada o Leño sentaran hace varias décadas los parámetros de un género que parece inagotable por lo menos en lo que respecta a relevo generacional. Desde León llega Malos Versos, formación con una receta bien reconocida por todos los aficionados al género y que debería acogerse con la misma ilusión que uno acude a degustar el cocido de siempre de la abuela.

Por lo tanto, que nadie se espere emulsión de ostras ni otras pijotadas semejantes, aquí lo que se ofrece es rock contundente, a ras de suelo, plagado de vivencias cotidianas y con ese punto poético en las letras que podría acercarles a los primeros La Fuga o a los momentos más enérgicos de la trayectoria de Rulo en solitario.

Con una declaración de principios tan sólida como “Terrorismo al corazón” comienza ‘Salir corriendo’, un más que reseñable primer larga duración que certifica que los sabores de toda la vida continúan siendo imbatibles en ciertos aspectos. “Deshojando primaveras” se acerca a las enseñanzas de Kutxi Romero y Marea, otra referencia inevitable en el género, mientras que “Mejor así” no posee menor empuje con otro temazo que seguramente en directo cobre su verdadera dimensión.

“Dime la verdad” reincide en el guitarreo y en las letras con ese leve vuelo poético que desde luego no debe resultar sencillo de conseguir sin caer en la pedantería barata. Y “Tenemos más”, engancha de primeras con un inicio épico de los que se clavan en la memoria y un estribillo no menos luminoso en consonancia con el tono positivo de la canción.

“Estrellas de papel” parece que baja revoluciones en un comienzo, pero la entrada de un certero riff nos disipa de un plumazo esta percepción con otra pieza que no resulta complicado imaginar cantada a pulmón en los conciertos. La homónima “Salir corriendo” pisa el acelerador y diría que se trata de lo más granado del redondo, al igual que “Somos capaces”, con la reseñable colaboración de Carlos Balacera.

“Miedo” no baja la tendencia vertiginosa del trabajo, pero en terrenos más melódicos, casi AOR, se mueve “Perdida en las redes”, que además aborda el profundo cambio que ha supuesto en nuestras vidas el hecho de que todo el mundo sepa lo que hacemos en cada momento. Crítica más que necesaria. ¿Hemos evolucionado o involucionado? Que cada cual lo valore.

“La mitad de la mitad” nos concede del mismo modo un leve respiro en cuanto a electricidad desbocada, un descanso del guerrero antes de que recuperen pegada en “Tú y yo”, que se torna otro prodigioso equilibrio entre el poso contundente que les caracteriza y una letra con sustancia que no pasa desapercibida. “Recuerdos” explota esos pequeños detalles que en realidad significan mucho y “Dile corazón” vuelve a evocar la magia y el ambiente cercano de los conciertos de garito.

En resumen, he aquí un notable catálogo de composiciones que no inventan la rueda, pero que tampoco lo pretenden, sino que apelan a emociones más sencillas que se captan al vuelo desde el mismo comienzo de muchos de sus cortes. Ingredientes de calidad de los que se componen esos grandes manjares que quizás no ganen premios gastronómicos pero que resultan demoledores por su convicción. Rebañen hasta la última gota.

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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

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