Crónicas

Elliott Murphy en Bilbao: A la altura de París y Nueva York

«Que nadie se extrañe si cualquier día de estos se pilla un piso en la Gran Vía bilbaína, un lugar que en su universo particular se encuentra a la misma altura que París y Nueva York.»

19 abril 2024

Kafe Antzokia, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

En una época plagada de autotune y otros recursos para zánganos debería concederse más valor a esa insigne tradición de cantantes compositores que Bob Dylan o Bruce Springsteen llevaron a lo más alto y que contó con notables discípulos como Willie Nile, el malogrado Jeff Buckley y tantos otros. Dar valor a los textos frente a las pantallas podría considerarse hasta una extravagancia en un tiempo en el que la cultura de verdad empieza a ser un reducto para inadaptados o frikis irredentos.

Pocos pueden presumir de una carrera que supere el medio siglo como la de Elliott Murphy, que aparte de que su debut ‘Aquashow’ salió allá por 1973, que se dice pronto, también inició su carrera con un papel en la laureada película de Fellini ‘Roma’. Como hombre del Renacimiento, cultivó paralelamente una trayectoria literaria con varias colecciones de relatos, poemas y novelas que engrandecieron todavía más su leyenda y certificaron que su talento no se encontraba solo en el campo de la música.

Las visitas del cantautor neoyorquino a la capital vizcaína han sido tan incontables que en un momento determinado de su concierto en el bilbaíno Kafe Antzokia confesó que era el lugar en el que más veces había tocado, junto con su Gran Manzana natal y París, donde ha decidido establecer su residencia actual. Oportunidades para coincidir con él había habido para regalar, pero el formato de banda, con su inseparable escudero francés Olivier Durand como aliciente, tampoco se tornaba tan habitual.

Tal vez por todos estos motivos a la vez se agotaron entradas, pero eso no debería impedirnos valorar como se merece el indiscutible tirón que sigue teniendo este señor por estos lares. Eso sí, la parte delantera estaba copada por maleducados que impedían realizar su labor a los fotógrafos y si no fuera por la generosidad de algunos cuerdos habría sido imposible inmortalizar el evento. Lejos de parecer esto una mera apreciación personal, lo comentamos al día siguiente con el compi Txema Mañeru y coincidió en calificar al público como “talibán”.

Corramos un tupido velo sobre tan desagradable episodio que nos obligó a cambiarnos de sitio para no compartir aire con indeseables y centrémonos en la música. Que en ese aspecto Elliott Murphy no defraudó en absoluto, con una multitud volcada y un tipo que lo mismo podría haberse presentado en pijama y zapatillas de casa por lo a gusto que parecía sentirse.

Recurrió a artillería muy pesada desde el inicio con su himno “Last of the Rock Stars”, que puso piel de gallina en plan dúo con el gran Olivier Durand. Este último aporte a la guitarra podría antojarse algo menor, pero en realidad es uno de los pilares más sólidos de su sonido en directo, que en esa ocasión venía además reforzado por una violinista que aportó la guinda requerida en las piezas más reposadas.

La crepuscular “Not Enough Time” siguió tocando la fibra de los presentes y ya con “Green River” se levantaron con fuerza los primeros cánticos en el estribillo. Había peña muy fan, eso quedaba fuera de toda discusión, pero me atrevería a decir que oyentes casuales del norteamericano también podrían disfrutar de aquello, pues las interpretaciones conseguidas eran verdaderamente sobrecogedoras.

Medio siglo en la carretera puede dar para mucho, por lo que no extraña que de vez en cuando Murphy eche atrás en la memoria y se acuerde de cuando conoció por primera vez al difunto Lou Reed allá por 1978. Rememoró el apoyo incondicional que le brindó acudiendo a recitales suyos en los comienzos de su trayectoria, por lo que le dedicó “Deco Dance”, y seguro que le habría encantado por ese genial aire cabaretero. De los puntos álgidos del show.

Ya hemos mencionado que Elliott pertenece a una gloriosa tradición de trovadores contemporáneos, por lo que no podría permanecer ajeno a esas épocas de incertidumbre económica en las que todo parece irse a tomar por saco. De ahí le vino la inspiración para “What the Fuck Is Going On” mientras veía noticias en la CNN. Un ejemplo de lo que significa tomar el pulso a la calle, algo de lo que tantos presumen y pocos consiguen.

A pesar de que en la parte trasera del recinto las cacatúas y el postureo campaban a sus anchas, todavía se valoraba el talento, por lo que no era extraño que se desencadenaran ovaciones sin previo aviso. Que este hombre no tenía intención alguna de vivir de las rentas, que bien podría, lo certificaba la inclusión de temas de ‘Wonder’, su disco más reciente, como “Something Consequential” o “Lack of Perspective”, entre otros.

El repertorio, por norma general, cursó sosegado, con desmelenes rockeros los justos, pero las interpretaciones eran tan sobresalientes que uno apenas prestaba atención a este aspecto. “Esta es de las más bonitas que tiene”, decía un seguidor a su pareja desde atrás cuando Murphy se arrancó con “You Never Know What You’re In For”, otra de poner piel de gallina. Poesía callejera en vena.

La recta final no perdió ni un ápice de emoción con la celebrada “On Elvis Presley’s Birthday”, donde el cantautor se acercó a las primeras filas, y subió luego hasta lo alto de esta suerte de escalera sentimental con “A touch of kindness”, donde incluso mandó estar un rato en silencio sepulcral antes de retomar la canción. Remansos de paz que se agradecían debido al cacareo casi incesante.

Murphy regresó para los consabidos bises haciendo referencia a las cosas que habían cambiado en medio siglo y sorprende decantándose por una curiosa revisión del “Summertime” de George Gershwin. No podía faltar de ningún modo en la velada otro de sus grandes clásicos como “Come On Louann”, que por su animado aire folk hace que la mayoría se venga arriba.

Pero Elliott es de los artistas que atiende peticiones y a modo de regalo para la volcada concurrencia llegó “Drive All Night”. Metió brío con la autofirmativa “Rock n’ Roll n’ Rock n’ Roll”, que nos legó uno de los momentos más contundentes de la velada, con alguna alusión al Botxo, si no me equivoco. El público hasta le cantó por su 75 cumpleaños, a pesar de que fue el mes pasado. Una estrella incombustible.

Seguro que no existen demasiados artistas que posean un directo llamado ‘Live in Bilbao’, lo que da buena cuenta de por sí del idilio que aún mantiene con la ciudad del norte varias décadas después. Que nadie se extrañe si cualquier día de estos se pilla un piso en la Gran Vía bilbaína, un lugar que en su universo particular se encuentra a la misma altura que París y Nueva York.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extenso resumen hacia el gran concierto que se marcó este veterano músico como es ELLIOT MURPHY que con tantos temas propios como con alguna que otra versión dejó el listón bien alto en el mitico Antzokia bilbaino.

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