XXIV FESTIVAL INTERNACIONAL DE BLUES DE CERDANYOLA

6 noviembre, 2011 7:25 pm Publicado por  Deja tus comentarios

El Blues, el padre del Rock n Roll, tiene una cita ineludible cada año en la barcelonesa localidad de Cerdanyola del Vallés, en ella, durante la segunda mitad del otoñal mes de octubre podemos encontrar una de las mayores fiestas que el estilo conoce.  El blues tiene una gran variedad de inclinaciones y tendencias …y todas ellas se dan cita en uno de los carteles de la mayor calidad y variedad que el estilo luce en circuito internacional.

Este año el brillo más intenso lo propusieron bandas como Midnight Rockets, Mary one Blues, Red & The Bluesbastards, Backdoors Strangers, Carlos Navarrete y David Gironelli, Johnny Shepherd & The Hurricanes, Fuzz-Off, Blue Heart, A Contra Blues, The Brimstone Band, Big Yuyu & The Hot Nite Band, Devon Allman’s Honey Tribe y muchas otras que también aportaron su talento y emoción a este gran cartel.

Pero en un festival donde la diversidad es premisa, también hay cabida para el descendiente más directo del blues: el Rock. En esta ocasión el honor de representar al estilo recayó sobre el Rythm & Blues Psicodélico y saturado de The Yardbirds, el Southern Rock de los Blackfoot, el Rock Progresivo de Martin Turner’s Wishbone Ash y el Hard Rock de Y & T. Precisamente estas actuaciones que tuvieron lugar en el municipal Teatre  Ateneu de Cerdanyola, son las que aquí vamos a relatar.

Viernes 21

THE YARDBIRDS

La expectación era mucha ya que en su gira del pasado diciembre, en Barcelona nos quedamos sin poder disfrutarles –sólo actuaron en Madrid y Bilbao-, los grandes pioneros del Hard Rock y del Heavy Metal, el trampolín de guitarristas como Eric Clapton, Jeff Beck o Jimmy Page a punto para hacernos sentir parte de las emociones que se pudieron vivir a principios de los sesenta y que gracias a ellos han perdurado hasta nuestros días.

De los originales The Yardbirds tan solo quedan el guitarra Chris Dreja y el batería Jim McCarty, aunque sólo este último pudo estar en el concierto ya que desgraciadamente Chris estaba recuperándose de un infortunado ataque al corazón del que esperamos se recupere sin secuelas. El resto de la banda, en una coja formación de cuarteto, demostró calidad sin actitud personal, es más para ser sincero esperaba algo más de entrega por parte de los noveles de la formación, que se limitaron a interpretar, sin proponer la pasión y el excentrismo sin limitaciones temporales de sus antecesores, esos que hicieron hervir la sangre tanto en los clubs londinenses como, más tarde, en los primeros espacios abiertos de festivales. Aun así demostraron sus aptitudes y cumplieron (Andy Mitchell voces y armónica y Andy Smale al bajo), demostrando por qué estaban en un lugar tan relevante de una banda cuyo nombres es pura historia del rock. Cabe destacar sobre todo al joven guitarra Ben King, que a pesar de su juventud, veintiún años, sabe recrear a la perfección los solos de guitarra y los riffs que otrora fueron parte fundamental en la paradoxis que The Yardbirds ofrecían en sus conciertos. Ben destacó y supo demostrar su calidad en los temas más celebrados de un amplio set list, que se exprimió más como homenaje que como banda con propósitos propios.

Temas como el apasionado “Drinking Muddy Water”, el ignifugo “The Nazz Are Blue”, esa excelente pieza de la época Jeff Beck que nos recordó al malogrado Gary Moore “Shapes Of Things”, un bluesero “Train Keep A Rolling” que tantos beneplácitos otorgó también a Aerosmith en una parte más revolucionada, la enérgica “Think About It”, esa primicia que en su tiempo significó la experimentación de las distorsiones de guitarra “Over, Under, Sideways, Down”, la pieza que compuso Graham Goldman (más tarde 10cc) y que a punto estuvo de formar parte de los éxitos de The Beatles, pero que la providencia puso en el camino de los Yardbirds para que disfrutaran de sus dulces y suculentas mieles. Tampoco faltó “For Your Love” que, como no, fue una temprana base que más tarde daría pie a otra parte de la historia, el Hard y el Heavy Metal, Led Zeppelin. Por ello “For Your Love” se empalmó eficazmente con lo que en su día fue el primer single de The Yardbirds con Jimmy Page en sus filas: “Happenings Ten Years Ago” a la que también se soldó la incombustible “Dazed And Confused”, que sirvió para poner final al concierto. Aún así el setlist preparaba una última descarga que se propuso con el éxito de Bo Diddley y que tanto superaron los Yardbirds: “I’m A Man”. No había tiempo para más, una hora y media que pasó rápida, pero en la que quedaron muchas dudas en cuanto a si una banda como The Yardbirds debe continuar en una línea más de nostálgico tributo o debería volver a revolucionar como antaño, ya que a pesar de contar con nuevas composiciones, éstas no son lo acertadas que todos quisiéramos. Espero que la respuesta positiva no tarde en llegar.

A pesar de que los siguientes en el cartel tenían también un peso muy específico en la historia del Rock, en este caso en el Southern Rock, Blackfoot, buena parte de la audiencia decidió que no eran lo suficiente para su interés y despejaron la sala. Así de las aproximadamente 500 personas que disfrutamos de los Yardbirds, sólo unas 350 nos dispusimos a volver a apasionarnos con las enervantes composiciones de los de Jacksonville.

Era la séptima vez que podía ver a Blackfoot en acción desde que pasaran por vez primera por Barcelona en su gira del ‘Medicine Man’ a principios de los noventa.  En aquella ocasión Blackfoot contaban con un Rickey Medlocke liderando una formación que me hizo soñar despierto –aunque ya hacía años faltara en la banda mi amigo Ken Hensley-.  Ese fue un concierto que perdurará en mi memoria hasta mi senilidad o mi deceso.

Las otras veces que he podido disfrutar de los directos de Blackfoot, bien fuera en salas o en grandes festivales, nunca había salido decepcionado de sus conciertos. En esta ocasión la cosa cambió, no por culpa de la banda que sí se entregó y supo recoger buena parte de la esencia que siempre han sabido mantener, pero el sonido dio al traste con la efectividad de su propuesta; cosa algo inexplicable ya que The Yardbirds sonaron en buenas condiciones.

BLACKFOOT

El responsable de que Blackfoot siga visitándonos sigue siendo el mismo que en aquel concierto de los noventa, Robert Mills (RM Concerts Promotions –gracias por tu siempre desinteresado apoyo-), pero la banda no.  A los cambios en la batería desde el fallecimiento de Jackson Spires, ahora sucedido por un distraído Kurt Pietro, debemos sumarle el relevo a las guitarras y la voz de Bobby Bath, desgraciadamente aun reponiéndose de una grave dolencia que le impide girar, el ex Lynyrd Skynyrd Mike Estes y que según él mismo comentó desciende directamente de la tribu que da nombre a la banda; en este caso su aportación se mostró más efectiva que la que durante todo el concierto aportó el nuevo batería y el veterano guitarra Randy Peak (38 Special), sustituto de Charlie Hargrett, y el mítico bajista y único miembro original en activo, Gregg T. Walker.

El concierto se inició con un gran “Good Morning” del memorable ‘Strikes’, para continuar con una seleccion de versiones como el “Whising Well” de los inigualables Free, el “Morning Dew” de Bonie Dobson (‘Vertical Smiles’ versión de la época en que contaban con Ken Hensley en sus filas, época de la que eché en falta que en el set list no se incluyera el mítico “Send Me An Angel” de aquel inimitable ‘Siogo’ del ’83), y como colofón a las versiones iniciales sonó el también mítico “I Got A Line On You” de Spirit. La banda se veía entregada y nosotros respondimos dejándonos las gargantas, aunque el general desconocimiento del tema de Spirit mermó la pasión que hasta “Morning Dew” se había vivido. Pero para arreglarlo otra interpretación del ‘Strikes’; una intro bluesera a dos guitarras dio paso a un animoso “Baby Blue” y tras él soportamos un insulso solo de batería que dio descanso a la banda, que retornó al escenario para volver a hacernos flipar como en el principio de su actuación…

Tras el saludo que propone la veterana frase: “Howdy folks, this is your old buddy Shorty Medlocke. I had like to tell you about an old bunch of fox hounds. I got Old Ring, an Old Tige and Old Rover. And when we start out across them Georgia hills a-hunting. And them foxes sound something like this…” tras ella, Randy Peak blandió una armónica y de sus entrañas surgió el sonido imitación de zorro que se usa como previa a ese inmenso “Fox Chase”, tema principal de ‘Tomcattin’ que nos puso la piel de gallina. La cosa se iba calentando y “Left Turn On A Red Light” sirvió como buena muestra de ello, el tema del ‘Strikes’ se convirtió en buena previa para una “Dry County” (‘Marauder’) bastante distinta que en su versión original, quizá por ello poco celebrada.

La banda se lo estaba pasando pipa mientras que en la sala el sonido hacía relegar la efectividad del set list, el clásico de Muddy Waters “Rollin´ Stumbin” quedó demasiado apagado, sonando turbio y confuso.

Por suerte, el final fue apoteósico y enervante, un tridente de temazos nos hizo subir la adrenalina a tope: “Fly Away”, en el que T. Walker tapeó sin cesar y un excelso “Train Train” acabaron con el resto de voz que aún nos quedaba. Pero el momento de máximo delirio todavía tenía que llegar, y cómo no, lo hizo con esa obra maestra del Southern Hard Blues, esa balada que va tomando forma y velocidad a la vez que se compacta y que acaba en un éxtasis a ritmo de guitarras dobladas, bases revolucionadas, voz rota y coros ampulosos... Tomamos aire y sacamos el resto de lo que nos quedaba para acompañar el excelso “Highway Song”.

No ha sido la mejor interpretación del “Highway Song” que he tenido la suerte de disfrutar, aunque como siempre: ¡Vaya temazo!

La cosa podía haber acabado aquí y todo hubiera quedado, a pesar del  sonido, en un concierto de grato final; pero Blackfoot regresaron y lo hicieron para apuntar un bis, podía haber sido el “Gimme, Gimme, Gimme”, el “On The Run”, el “Rollin´& Tumblin´”, el  “In For The Kill”, el “Rattlesnake Rock n Roll” o el “Diary Of A Working Man”… pero la escogida fue otra versión, en este caso el “Crossroads”de Robert Johnson, la que Blackfoot junto con la tercera guitarra que puso Devon Allman, hijo de Greg Allman (Allman Brothers), que había actuado el día anterior en la misma sala. Nada contra el tema y su interpretación, pero sin duda cualquiera de los clásicos que Blackfoot que se dejaron en el tintero hubiera propuesto un mejor cierre a su concierto.

Sábado 22

De regreso al Teatre Ateneu de Cerdanyola, nos preparamos para nuestra personal segunda jornada de festival. En este caso las bandas del cartel eran los británicos Wishbone Ash, liderados por el único miembro original, el bajista Martin Turner y los Californianos Y & T, capitaneados por un pasional y energético Dave Meniketti como lobo solitario de su manada original.

La expectación subió con respecto a lo vivido el pasado día en la misma sala, es decir, en cuanto a la presencia del público y a la calidad musical, unas 650 personas acudimos a disfrutar de dos potentísimos shows.

Martin Turner’s  Wishbone Ash

Wishbone Ash ya habían pasado por Barcelona veinte años ha (1991, concierto del que se puede conseguir un documento sonoro de bastante buena calidad), y regresaron en el 2004 para actuar en otro gran concierto que dieron en la sala Luz de Gas, aunque quizá entre estas fechas me he perdido alguna visita más...

Wishbone Ash ha dejado siempre claro que su Rock ambientado en los pasajes de la psicodelia, la experimentación, el Boogie y el Hard Rock sigue teniendo vigencia actual. En esta ocasión y a pesar de que la formación está totalmente renovada -si omitimos a Martin, claro está-, volvieron a demostrar su valía.

El concierto de Wishbone Ash fue muy pasional y logró sorprender gratamente a los seguidores de Y & T que superaban en buen número a los que sólo fueron a ver a los británicos, quienes por su parte se lo pasaron igual de bien con las dos bandas.

Por cuestiones de aparcamiento llegamos al evento algo tarde, aunque nos dio tiempo de poder disfrutar de la parte final del siempre apasionante “The King Will Come”, tema cabecera de muchos de los fans de Wishbone Ash y donde el famoso dueto de guitarras tiene una fuerza que sólo las interpretaciones de “Warrior” y “Rock ´n´Roll Widow” rebatieron. En la parte más psicodélica pudimos disfrutar de “F.U.B.B.” y “Sometime World”, que se alargaron para demostrar que Martin Turner ha sabido forjar una banda con mucha solvencia, tanta como para igualar a la formación más clásica (Martin Turner, bajo y voces; Steve Upton, Batería; Andy Powell, guitarra y voces y Ted Turner, Guitarra y voces). Siempre en formación de cuarteto y sin unos teclados que Wishbone Ash sustituyeron acertadamente por esas “guitarras gemelas” de las que parte de la crítica les atribuye ser pioneros –lo cierto es que The Yardbirds ya habían usado esa fórmula con aclamado éxito-, el cuarteto actual supieron atraer y apasionar en un concierto en el que los clásicos de la formación se unieron a unos no menos efectivas novedades.

Volviendo al concierto, la parte más intimista estuvo liderada por dos temas: “Blowin’ Free” y la apasionada “Lady Jay”, temas que destacaron por su rigor y su feeling.  Pero el concierto no hubiera sido completo si Wishbone Ash no hubieran tenido presente su parte más Boogie, siendo referentes del estilo en el concierto “Leaf And Stream”, “Phoenix” y la final “Jail Bait”, temas que dieron ese toque de pillaje moderado a unos músicos que se sentían tan cómodos y sobrados a la hora de las interpretaciones que se diría que estos han estado dedicando toda la vida a rendir homenaje a los temas incluidos en los veintitrés discos que Wishone Ash ha grabado en estudio.

Tanto la banda - Martin Turner estuvo acompañado por los efectivos Dave Wagstaffe a la batería; Danny Wilson a la Guitarra y Ray Hatfield también a la guitarra-, como sus acertadas interpretaciones nos propusieron una fiesta de hora y media como buen resumen a los cuarenta años de trayectoria desde los que nos vislumbra una banda ahora menos popular, aunque siempre haya demostrado poseer más valor del que la historia actual les ha concedido.

Y&T

Al igual que la noche anterior, tras el concierto de Wishbone Ash el aforo disminuyó, aunque el desalojo no fue tan acusado y los que decidimos quedarnos vivimos como premio una de las actuaciones más pasionales de las que he visto en mucho tiempo.

Ya desde un primer momento Y&T dejaron clara su intención de salir triunfantes de un concierto que sorprendió por su duración, casi dos horas y media, y por la entrega y la intensidad que el grupo nos transmitió. Como veremos  lo largo de la crónica Dave más allá de actuar, lo sintió y lo vivió como si de su último concierto se tratara.

Meniketti sigue teniendo una voz y un carisma que por desgracia es poco usual ver en el Rock n Roll más actual. Sigue siendo ese musicazo tan entregado como sorprendente, sigue teniendo esa magia que sabe trasladar, bien desde su desgarrada voz como a través de las seis cuerdas de sus ajadas guitarras. Meniketti  vive cada uno de los los riffs que sus grandes composiciones contienen, es un músico que siente de corazón cada nota y se integra en ellas a cada compás; enloquece al igual que provoca que lo hagamos nosotros… Todo ello es algo que por suerte sabe contagiar a sus compañeros de viaje, y les deja trabajar a sus anchas dando la sensación de banda compacta que con el tiempo va a más.

Desgraciadamente todos conocemos el porqué de la desgraciada ausencia del memorable Phil Kennemore en la banda, cosa que a Dave le ha afectado en alto grado. Primero fue su amigo Ronnie y luego Phil quienes le dejaron un con pliegue en el corazón. De ahí que en cada concierto, en sus canciones de más alta carga emocional, y como si de un mudo homenaje se tratara, su mirada se eleva hacia el infinito tributando a sus amigos el hecho de seguir ahí, en buena medida gracias a la aportación que ellos le habían otorgado; uno desde la inspiración, el otro compartiéndolo casi todo… ¡Descansen en paz!

El concierto apuntó las formas que iba a tomar ya desde un primer momento, “On With The Show” fue un claro relato de lo que íbamos a presenciar: fuerza, calidad, pasión, entrega; todo se amasó desde ese puntal inicial que da nombre al tour mundial que Y&T están abordando y que define la gran calidad que contiene su última obra, ‘Facemelter’.

Ya desde esos primeros minutos del concierto comprobamos con grata sorpresa la efectividad del nuevo bajista de la formación, el ex War & Peace Brad Lang,  bajista que en todo momento supo estar a la altura y que en muchos momentos fue el rotor que aportó mayor número de revoluciones al turbo reactor que es actualmente la banda. Brad hizo desfilar a su bajo multicolor por todo el escenario como queriendo presentarse y saludar a los fans que nunca antes le habíamos podido ver en directo. Supo defender un puesto nada fácil de cubrir, ya que Phil siempre estuvo en un lugar preferencial de la banda, lugar ganado más por méritos propios que por los años que estuvo al lado del maestro Meniketti.

Tras esa primera demostración de ambivalencia tocó desfondarnos con un intenso “Black Tiger”, que se interpretó con la solidez que debe reportar uno de los cimientos de la banda, cimientos sobre los que también se asentó un extenso “Dirty Girl” pleno de los pasajes del Hard Rock que tanto sonó en las radios de la zona Oeste de los EE UU, mientras que el siguiente, “Mean Streak”, hizo subir los decibelios de una sala ya completamente entregada a la maestría de los californianos.

Dave ya lo advirtió: “va a ser un concierto muy largo…”, pero aunque sí lo fue en duración –como antes apunté casi dos horas y media de puro éxtasis-, no lo fue en cuanto a lo que nos hubiera gustado que se éste durase, y es que cuando alguien disfruta como Y&T nos hicieron disfrutar, el tiempo sí importa.

“Midnight In Tokyo” se construyó a base de unos sentimentales riffs de Nymann que se encadenaron por ese solo sostenido de Dave que fue subiendo y subiendo, escalando hasta llegar a lo más alto de una pasión que disfrutamos a base de dejarnos la voz. Quizá muchos de nosotros nos habíamos quedado roncos, pero la voz de Dave siguió impoluta. Si pareció que “Midnight” se interpretó como agradecimiento hacia la entrega de los presentes, un tridente de himnos repletos de pasionalidad: “Shine On”, “If You Want Me” - dedicado a la memoria de su amigo Kennemore, que ese día debía haber celebrado su 58 aniversario- y “Blind Patriot”, temas que forman la mayor parte de la columna vertebral del escultural ‘Facemelter’. Estas interpretaciones remarcaron que el concierto estaba yendo cada vez a más. A más calidad, a más pasión, a más sentimiento…, un sentimiento que tocó fibra cuando Dave, micro en mano, entonó un “Winds Of Change” que finalizó con la genial esencia del buen Hard Rock.

Quizá “Winds Of Change” no sea lo más destacado del ‘Black Tiger’, pero no cabe duda que esa noche cualquier tema que Y&T se propusieran tocar tendría la misma carga de efectividad que el resto, sobre todo en un día tan especial, circunstancia que comprobamos con la interpretación del tema que abre ‘Earthshaker’, “Hungry For Rock” tema que gracias a la intensidad con la que Mike Vanderhule tañó en sus bases y la festiva energía del tema, estuvo al por igual del nivel de un coreadísimo “Don’t Bring Me Down”, uno de los nuevos hits de la banda que volvió a poner el concierto en el nivel decibelico más alto.

El himno del ‘Facemelter’ sólo había hecho que terminar cuando Dave quiso dedicar el siguiente tema a su mujer, “…gracias a su apoyo puedo estar aquí y seguir haciendo lo que más me gusta”, nosotros debemos agradecerle que le apoye para que podamos seguir viviendo veladas como esta.

Lentos, suaves, pausados; todos reconocimos sin más los acordes de una de las mejores baladas del Rock: “I Believe In You”. Esa  balada que compite con las mejores del género, esa de la que es imposible desprenderse de su intensidad, de su carácter, de su carga emotiva, de su sentimentalidad, de su incondicional y embaucadora magia; esa joya cuyo nombre evoca al feeling más pasional, ese título que aún ahora, escribiendo estas letras y recordando su interpretación logra que se me erice la piel y se me empañen los ojos. Cualquier adjetivo se me se queda corto para poder definir las toneladas de feeling que durante su interpretación se destilaron. Toda la banda lo sintió, pero Meniketti la llevaba dentro, la poseía… La emotividad con la que Dave la interpretaba iba en progresión, su voz lo inundó todo y su pasión en la melodía y el interminable solo que rasga casi todo el tema llegó a emocionarnos tanto que al final del tema, con Dave tan extenuado que el resto de la banda hizo cierto gesto de preocupación, le vitoreamos hasta hacer que de sus ojos brotaran lágrimas de emoción.

El nivel ya estaba tan alto que parecía haber tocado techo, pero nada más lejos de la realidad. La fuerza de “Hurricane” se encargó de poner el listón un poco más alto si cabe. Tras él la batería de Vanderhule daba algo de aire al resto de la formación marcándose un solo, técnico y lleno de sincronización cuyo final  propuso el retorno sobre las tablas del resto de la formación que se posicionaron para agasajarnos con los festivos “Summertime Girl” y “Rescue Me”.

Tras una breve explicación, Meniketti cedió el micro a Nymann que con voz aguda interpretó un efectivo “Squeezee”, tema que sirvió de preámbulo al enervante y acertado single de ‘Facemelter’, “I’m Coming Home”. Tras éstos y con los ánimos aún muy subidos, a pesar de la hora, Y&T se retiraron a un backstage en el que se prepararon para salpicarnos con las dos últimas salvas del concierto.

El recibimiento tras la pausa fue tan intenso como lo fue la bienvenida que se le dio a la banda al inicio del concierto, unas dos horas antes. La primera descarga la propuso un grandilocuente y celebrado “Hell Or Highwater”, el gran medio tempo del ‘Black Tiger’ que obtuvo la recompensa en la unanimidad con la que el tema de se entonó por parte de la audiencia, y es que aún teníamos fuerzas para mucho más.

Pero por muy despacio que se ande, el camino siempre llega a su fin… Y como no podía ser de otra forma, tocaba cerrar un gran concierto con un gran himno. Para ello ¿qué mejor cierre que hacerlo con esa obra maestra de la arquitectura del Rock, ese panteón que musicalmente se remata en una amplia cúpula en la que resaltan los ecos de su pegadizo estribillo? un estribillo que resonó  a lo largo y ancho de una sala que pareció estremecerse ante la grandeza de un himno llamado “Forever”. Un himno cuyo culto se mantiene impasible e inquebrantable al paso del tiempo; una genialidad que dio cierre al mejor de los nueve conciertos en los que he podido disfrutar de una banda que en su nombre lleva grabada la mejor de las denominaciones de origen: el Rock ‘n’ Roll.

Y&T demostraron que están en una de las mejores etapas de su larga trayectoria, una trayectoria que deseamos se dilate muchos años más, si puede ser ¡Para siempre!

TEXTO Y FOTOS: JOSEP FLEITAS

Mariano Muniesa
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