TRUST: EL BAILE DE LOS CORAZONES SOLITARIOS

17 junio, 2014 12:53 pm Publicado por  2 Comentarios

Kafe Antzokia, Bilbao

Siempre se ha entendido la soledad como una especie de estigma social que conviene esconder. No queda bien ir al cine solo ni tampoco salir de fiesta, y no digamos ya eso de emprender algún viaje de solanas a algún lugar remoto. Pues al contrario de la opinión mayoritaria, a uno le parece algo muy literario, de grandes de verdad, de peña tipo Oscar Wilde, Salinger o incluso el maestro Bukowski, que a menudo en sus novelas retrataba sus peripecias en bares o carreras de caballos con la única compañía de sí mismo. Ya lo decía el inefable autor de ‘El Retrato de Dorian Gray’: “Amarse a uno mismo es el comienzo de un romance para toda la vida.”

Pero hay que tener cuidado con estos amores, al final acaban convirtiéndose en un vicio y uno acaba pasando del culo de cualquiera para centrarse únicamente en su propia persona, en un ejercicio de egoísmo sin límites. Mucho de culto a la personalidad solitaria tiene el proyecto Trust, formado en un inicio por el canadiense Robert Alfons y Maya Postepski, batería de Austra. Un dúo que ha soportado múltiples comparaciones con sus compatriotas Crystal Castles por una propuesta sonora oscilante entre la electrónica tristona de Depeche Mode y el post punk sombrío de Joy Division, aunque gane por goleada el legado de Ian Curtis.

No existen demasiadas oportunidades de disfrutar de un bolo de un palo cercano al gótico por estos lares, así que, como entendido del género, la asistencia era obligatoria, aunque no se vieran demasiados aficionados en este sentido. El grueso del público lo componían personajes ambiguos, algún gafapasta, tipos con túnicas y hasta una chupa de cuero con la cara de Jesucristo había por ahí. Dicen que ahora lo que se lleva es que el respetable vista de manera más llamativa que los propios artistas, podemos dar fe de ello.

Con un bajo taladrante a lo Joy Division, las chicas franco-españolas Opale dieron el primer paso con un post punk que bordeaba en ocasiones el indie o la electrónica, un rollo muy similar a los locales Belako, aunque sin esa furia congénita de los de Munguía. Una de las vocalistas llevaba además una especie de atuendo en plan bolsa de basura similar a los que utilizaban en su época Aviador Dro y al igual que el combo mencionado líneas antes también tenían la costumbre de intercambiarse instrumentos. Entretenidos en su tristeza.

Una puesta en escena digna de The Sisters of Mercy, con niebla a tutiplén y escenario en absoluta penumbra dio la bienvenida a Trust, que desmontaron de un plumazo esa máxima que vincula el bailoteo oscuro con el hedonismo en “Geryon”, quizás la mejor pieza de su último plástico titulado irónicamente ‘Joyland’. Robert mantuvo en un momento inicial la pose de atormentado a lo Curtis, con voz grave retumbante y apoyándose en el micro como si un desasosiego vital le impidiera valerse por sí mismo.

Las constantes luces parpadeantes producían tal enajenación mental que cada cierto tiempo era necesario tomarse un respiro ante tanto bombardeo visual, un espectáculo no apto para epilépticos, desde luego. A veces empero, se les iba la mano con el rollo electro y aquello se asemejaba a una discoteca con un aire vintage ochentero, cuando no abrazaban el nihilismo sintético de Crystal Castles, aunque lo suyo esté más cerca de New Order o el reverso tenebroso de Joy Division.

Eran un grupo de dos facetas, por un lado, la atormentada, sobria y poco dada a las alegrías que se adelantó al salir del armario, por otro, una parte andrógina que le lleva a Alfons a poner voz casi femenina y establecer imaginarios diálogos consigo mismo, “Capitol” sería un ejemplo de ello. En otras ocasiones ceden a la comercialidad para acercarse en el aspecto vocal a U2 en “Are We Arc?”, sin perder ese halo hipnótico de sus paisanos Ethan Kath y Alice Glass.

Sorprendentemente, al contrario de lo que suele suceder en este palo, contaron con un batería de carne y hueso, aunque su presencia se vio eclipsada por los sintetizadores y por los continuos flasheados que hacían complicado distinguir vida inteligente a las tablas.

Y así se fueron balanceando entre el puestón de speed hedonista, pura colisión de cuerpos agitándose, y esa vertiente introspectiva que entronca con sus “historias de corazones rotos, deseos y nostalgia”, tal y como definen en su discográfica sus canciones. Robóticos a más no poder, con un par de álbumes tampoco se podían hacer virguerías, pero alternaron con acierto las tinieblas sonoras sintéticas con los rompepistas para todos los públicos, pese a que tal vez la balanza se inclinara ligeramente a favor de estos últimos.

No se prodigaron demasiado en los bises, donde para desconcierto de bailongos, miraron de nuevo a las profundidades del interior y dejaron reposar el éxtasis fiestero. Cesó el baile de los corazones solitarios con una reserva idéntica con la que comenzó. Al fotógrafo y voceras Robert Alfons no le gusta explayarse en las entrevistas, y por lo visto, tampoco en sus shows, prefiere ir a lo conciso, revelar una instantánea fugaz y aproximada de su tortuoso universo. Nada más.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

 

 

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Esta entrada fue escrita por Redacción

2 comentarios

  • Juandie dice:

    Según he podío leer por aquí un buen concierto el de estos TRUST con cierto parecido a los miticos JOY DIVISION mientras que su vocalista parecer ser que "imita" bastante a la figura de IAN CURTIS en escena.Sin duda esta banda mamó mucho del legado de las grandes bandas góticas inglesas!!!

  • Roy Rojas dice:

    Vamos que desde México me parece fuera de lugar las comparaciones que lo asemejan de Ian Curtis, Crystal Castles o peor aun, New Order. Yo también escribo de música y he escrito sobre TRUST y lejos de que la opinión sea diferente. Lo extraño son los absurdos en donde quedan las etiquetas. En fin, que desde que el mundo goza de libertad de expresión podemos decir cualquier idea, aunque no sea la más acertada al consenso social que conocemos como realidad.

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