TROGLODITAS: ¡POR SIEMPRE LIBRES!

4 marzo, 2014 1:29 pm Publicado por  4 Comentarios

Crazy Horse, Bilbao

La soledad escogida no es algo que goce de una excesiva popularidad en nuestra sociedad. Ya desde los envases tamaño familiar de los supermercados, reservas de hoteles o aviones  se contribuye a estigmatizar a los osados que deciden ir por su cuenta sin rendir cuentas a nadie. Ay, pobrecito, exclamarán los bienpensantes, al tiempo que dirigen una mirada de condescendencia al susodicho, en plan nadie le quiere y tal. Mira que se ha repetido hasta el extremo esa máxima de la sabiduría popular de mejor solo que mal acompañado, pero algunos anclados en la prehistoria siguen considerando a los solitarios poseedores de cierta tara mental cuando en realidad tal vez dispongan de una amplitud de miras a la que pocos llegan.

En esta categoría de asuntos de menor enjundia entrarían las bandas de acompañamiento, para la mayoría un mero apéndice del artista en cuestión, aunque en ocasiones formen parte de un todo más grande incluso que sus propios miembros. Un ejemplo claro estaría en la E Street Band de Bruce Springsteen, que desde 1972 todavía perdura a día de hoy a pesar de la muerte de varios de sus componentes más carismáticos.

Si en el panorama patrio existen unos acompañantes con tanta solera esos tienen que ser Trogloditas, cuyo origen se vislumbra allá por 1982 en un garito de la barcelonesa Plaza Real. Fue en aquel lugar donde coincidieron con un tipo llamado Sabino Méndez destinado a fraguar auténticos himnos del rock en castellano y que buscaba montar un grupo junto a un tal Loquillo. El resto es historia conocida, años de excesos, y el consiguiente divorcio del Loco, más centrado en emprender nuevos caminos en lo artístico.

Tras una gira que repasaba ese legado primerizo que tocaba la fibra sentimental, volvían en el marco de su 30 aniversario para presentar un flamante debut que para nada desmerece su gloriosa carrera. Ante una muchedumbre considerable ansiosa por escuchar clásicos, Trogloditas apostaron de entrada por el nuevo material con “Agua Negra” y enseguida recordaron al ‘troglo’ fallecido Guille Martín, uno de los guitarras más demandados en su época, con “Ráscale”, compuesta precisamente por el hacha Diego García y cuyo estribillo guarda un aire con el “Lady Madrid” de Pereza.

Los bailoteos generalizados se desataron con “Piratas”y su rollo a lo Elvis antes de que “Carne Para Linda” permitiera reparar en la grandeza a la batería de Jordi Vila, con una pegada que atronaba y una actitud auténtica que resume los principios básicos del rock n, roll. Por eso, el momento cumbre del show llegó a nuestro entender con “María” cantado por el tatuado batera con deje macarra a lo Burning. Quizás haya los que les echen en cara reflotar esta historia únicamente con dos miembros originales, pero mientras Vila siga imprimiendo desde el fondo su incesante ritmo a los demás la esencia de Trogloditas no habrá muerto. Sin desmerecer la labor del resto de sus compañeros, la carismática forma de empuñar los palos del susodicho es lo mejor del concierto.

Complicada papeleta tenía también el voceras Lobo, con clase y elegancia innata a la altura del propio Loquillo, pero sin limitarse a convertirse en un clon. Otorgó su sello personal, más cercano al puro rockabilly, a los viejos éxitos y se le vio cómodo interpretando los cortes del nuevo disco, caso de la soberbia “Llora Norma Jeane”, con su irreconocible sabor fronterizo. La emoción no se perdió tampoco en la mítica “El Rompeolas”, con el público ya completamente desbordado.

Pese a la abundancia de material reciente, cualquiera podría pensar que la recepción sería mínima, poco más allá de lo que marca la cortesía, pero para nada, la indiscutible calidad de las composiciones ganó incluso a los más escépticos. En un momento dado, el cantante, al pedir bebida para refrescarse, exclamó: “¡Se han ido hasta los de la barra! ¡Esto es mucho rock n’ roll”. Tras semejantes palabras, la declaración de principios “Ya No Puedo Bailar” era la sucesión natural.

La adaptación del “I’m So Lonesome I Could Cry” de Hank Williams, titulada “Estoy Tan Solo” sirvió para relajar antes de insuflar cierto poso country rock en “Besos Robados” y pedir muestras de cariño a las chicas de las primeras filas, aunque algún macho también quiso apuntarse a esta espontánea exhibición de afecto.

Enfilaron la recta final después de una breve pausa con “El País Te Necesita”, composición de Sabino rescatada del álbum  ‘La Mafia del Baile’ y terminaron levantando mástil al cielo en la tremenda “Rock Suave”. Desafiaron lo políticamente incorrecto con “La Mataré” mientras una chica con antifaz y pistola simulada apuntaba con convicción al voceras. Es lo que tienen los carnavales.

Era hora de desgañitar gargantas con “Rock N’ Roll Star” y la ineludible “El Ritmo del Garaje”, con la parroquia enfervorizada en el estribillo, definitivamente, el que no conozca esta canción debe haber vivido en una cueva ajeno al espacio tiempo. Les aclamaron como a dioses y no se hicieron de rogar con el himno “Siempre Libre” y un “Cadillac Solitario” en el que el cantante tuvo que pedir permiso para cantar abrumado por el griterío de la multitud.

Tal vez habríamos insertado “Pégate a Mí” o “La Mala Reputación” en vez de dar tanta cancha al nuevo disco, pero por lo menos certificaron su intención de no querer vivir de las rentas y continuar escribiendo con letras de oro la historia del grupo. Bruce Springsteen escribió acerca del repentino fallecimiento del gran saxofonista Clarence Clemons lo siguiente: “Clarence no abandona la E Street Band cuando muere, la abandona cuando nosotros muramos”. Toda una reivindicación de espíritus siempre libres como el de Trogloditas.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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