THE JIM JONES REVUE: EL ROCE DE LOS CUERPOS

Kafe Antzokia, Bilbao

Hay voces que afirman que el rock n’ roll en realidad no necesitaba evolucionar demasiado desde mediados de los cincuenta, sino únicamente más fuerza y una buena dosis de distorsión. Y a pesar de nuestra profunda admiración por aquel sonido primigenio, directo, canalla, y con unas letras capaces de escandalizar a los adalides de lo políticamente correcto, probablemente sea cierto, con un mayor volumen, las cosas se ven de diferente manera.

Eso fijo que lo sabe de sobra el otrora líder de Thee Hypnotics, Jim Jones, uno de los máximos representantes en la actualidad de la ‘vieja escuela’ en lo que a rock se refiere. Sus detractores le acusan de plagiar descaradamente el estilo de Jerry Lee Lewis, la verdad es que tampoco abundan las bandas que le den tanta predominancia al piano a la vieja usanza, recorriendo teclas de un extremo a otro en la línea del ‘Killer’, pero cuando se cuenta con una personalidad tan arrolladora como la de este tipo eso es lo de menos.

Los rockeros de las inmediaciones tendrían marcada en rojo esa fecha en sus agendas, pues una considerable multitud abarrotó el recinto, muchos tupés se vieron por allí y también pin ups con clase, de las que controlan de música, no las petardas que se apuntan al rollo vintage porque está de moda o porque les sienta divinamente el rojo de labios. El entusiasmo que se palpaba en cada rincón con unos cuantos blandiendo guitarras imaginarias ya certificaba que la mayoría no iban de palo.

De auténtico nivelazo fueron los teloneros Juke Box Racket, un entremés de lujo. Con un contrabajo incesante, un guitarra que podría regalar actitud y un batería más que competente, dejaron sin aliento a los fieles con temas a lo Stray Cats, certeros y sin vueltas de tuerca, rock n’ roll como mandaban los antiguos. Y si encima se atreven con una frenética versión rockabilly del “Modern Love” del enorme Bowie o una casi irreconocible “Ace Of Spades” de Motörhead pues tienen el cielo ganado. No éramos el único que opinaba así, todos los que aplaudieron a rabiar debieron pensar parecido. Un grupazo, de verdad.

Hay artistas que rehúyen el contacto con la plebe como alma que lleva el diablo y luego otros como The Jim Jones Revue que buscan incesantemente esa necesidad de calor humano. Tras “Where Da Money Go” y “Never Let You Go”, el voceras no se anduvo por las ramas y dijo “os necesito”, así por las bravas. Y es que la base de todo directo, es la interacción con el respetable, esa peculiar comunicación que se establece entre artista y seguidores, pero cuidado, que aquí nadie habla de dar la brasa, sino de una especie de acuerdo tácito, algo similar a lo que sucede al mirar a una persona a la que conoces desde hace tiempo, esos casos en los que sobran las palabras.

Presentaban su reciente ‘Savage Heart’, un título más que apropiado para describir la personalidad del líder, e “It’s Gotta Be About Me” le sentaba asimismo como anillo al dedo y hasta se marcó unos movimientos pélvicos a lo Elvis. Este personaje de clase anda sobrado, para muestra, la manera en que se deshizo de su chaqueta, tirándola por los aires para que la interceptara un pipa en la esquina. Con chulería y porte aristocrático, como debe ser.

Los demás tampoco le andan a la zaga, con su pinta sofisticada, ahí teníamos, por ejemplo, un guitarra rockabilly con su tupé, un bajista pulcramente vestido y con cierta estética glam, y en el rincón, un joven teclista encargado de aporrear las teclas al estilo de hace décadas. Tomaron especial protagonismo en “7 Times Around The Sun” cuando dejaron sus respectivos instrumentos y se colocaron a la manera de improvisados coristas en plan The Four Tops o algún otro combo vocal.

Uno de los momentos álgidos llegó con “Killin’ Spree”, imprescindible en su repertorio. “Creemos en vosotros”, aseguró Jim, metido en el traje de incombustible predicador encargado de repartir la buena nueva hasta en el rincón más recóndito de la sala. Y es que por formas también podría haberse reencarnado en cantante de soul al bajar con parsimonia las escaleras del escenario y acercar el micrófono a las primeras filas, todo un yonqui del contacto físico.

O lo mismo también podría haber sido Nick Cave, no en vano Jim Sclavunos , de la banda de acompañamiento Bad Seeds y Grinderman, se encargó de producir su reválida “Burning Your House Down”. Piezas del estilo de “Chain Gang” e “In And Out of Harm’s Way” abrieron la chatarrería más fantasmagórica, quizás en este aspecto se le noté un poco más limitado en el tono vocal y requiera una mayor profundidad. Porque no es lo mismo cantarse un rock n’ roll clásico que un tema arrastrado y pesaroso para el que se necesitan registros muy marcados.

Pero donde de verdad la clava Jim es en pildorazos atronadores tipo “Dishonest John” o “Elemental”, con piano rimbombante a tope y el personal gritando el estribillo. Impresionante cuando paró en seco con unos, sin duda fingidos, jadeos antes de retomar con más fuerza, manejando los tiempos con maestría. En los bises, la calma con sabor a oldie de “Midnight Oceans & The Savage Heart” precedió al torbellino “The Princess & The Frog”, con el personal desatado, y que finiquitaron elevando las guitarras en una suerte de aquelarre salvaje.

Impresionante que en estos tiempos duros el poder de convocatoria de los ingleses no se haya visto mermado lo más mínimo. Y con directos así es totalmente comprensible, no resulta habitual contemplar semejantes descargas de adrenalina dirigidas por un animal escénico que sale de su guarida cada noche con un único propósito: el roce de los cuerpos.

Texto: Alfredo Villaescusa

Foto: Fabián Oviedo

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