THE DRONES: HASTA PERDER LA VOZ

22 julio, 2014 1:35 pm Publicado por  1 Comentario

Kafe Antzokia, Bilbao

Cuántas veces habremos escuchado de labios de nuestros padres o de alguien no muy versado en música expresiones similares a “eso es puro ruido”. Una categoría no determinada que lo mismo vale para referirse a Led Zeppelin, Sex Pistols o el death metal más brutal. Probablemente esas personas no sabrían qué exclamar si se encontraran con esos auténticos marasmos de ruido literal que creaban The Velvet Underground, los primeros The Jesus & Mary Chain o los inclasificables Swans, que en una de sus visitas al Antzoki bilbaíno rompieron un vaso por su abrumador volumen.

The Drones

En esa última tradición estridente podría englobarse a los australianos The Drones, discípulos de las enseñanzas fantasmagóricas de The Birthday Party, Nick Cave y el blues retorcido y pantoso que toman como base para posteriores elucubraciones. Quizás su material más reciente “I See Seaweed” no suene tan salvaje como antaño, pero siguen epatando por su aridez no apta para estómagos delicados. Con semejante espíritu underground, sorprende que hace unos años recibieran un premio en su país natal imponiéndose a rivales con cara más amable como Wolfmother. Una anomalía del sistema.

A pesar de contar con paradas en las tres capitales vascas, los marsupiales lograron congregar una considerable multitud en su cita bilbaína, lo cual tiene su mérito en periodo estival. Pero era una noche rara en esencia, dieron fe de ello los teloneros Inoren Ero Ni, que por ahí definen como “música para élites exigentes sin concesiones a la galería, lejos de las masas y de las mareas”.

Y lo cierto es que peculiares eran un rato, ya desde que su cantante saludara con un ‘gabon’ medio cabreado y al tercer tema ya estuviera metido entre el gentío, arrodillándose o contoneándose sin pudor alguno. Aparte de este personaje que era como Francis de Doctor Deseo puesto de speed, su palo se antojaba muy original, pues se movían en la estela de The Velvet Underground, la psicodelia o el post hardcore de amplitud de miras de Fugazi. No creo que exista en el País Vasco otro grupo igual. Arriesgados hasta decir basta.

Haciendo gala de sobriedad y sin concesiones en el apartado estético, The Drones iniciaron el viaje alucinógeno con “I See Seaweed”, pieza lúgubre homónima de su último álbum y que representa a la perfección esos tortuosos in crescendos de guitarras chirriantes en los que son maestros. La verborrea poética a lo Lou Reed también estaba muy presente en “How To See Through Fog” y fueron incrementando el poso progresivamente en las atmosferas antes de sumergirse en océanos de ruido.

Llamaba la atención el hecho de que la bajista y pareja del cantante Fiona Kitschin permaneciera gran parte del recital de espaldas, como si quisiera esquivar miradas, algo complicado con el vistoso conjunto en plan kimono que llevaba puesto. Lo de oficiar a la manera de los curas ortodoxos ya tiene cierta tradición en conjuntos noise rock, pues The Jesus and Mary Chain seguían esa peculiar costumbre y lo llevaban incluso al extremo al negarse a hablar al respetable.

Los australes no llegaron a esos límites, pero parecían habitar un mundo aparte, de acoples reverberantes y letras recitadas con vehemencia profética, un burbujón estridente del que en ocasiones era necesario desconectar por unos minutos para coger aire. “Baby2”, de su celebrado ‘Wait Long and the Bodies of Your Enemies Will Float By” se acercaba al descaro punk y quizás se antojaba lo más parecido en su repertorio a un tema comercial, pero ya lo hemos dicho, su palo no es apto para todos los públicos.

Con todo, el personal entendía su rollo y se metía en su paranoia, muchos cabeceaban ligeramente y no perdían detalle a los movimientos del voceras Gareth Liddiard, que lo mismo se tiraba al suelo que jugueteaba con pedales o maltrataba con saña la guitarra, fue un milagro que ninguna cuerda se rompiera para la tralla a la que era sometida. Manejaban empero con solvencia los tempos y a la señal tácita de un grito todo se silenciaba excepto el bajo que continuaba con pulsión hipnótica.

Tuvieron el detalle de condescender al vulgo con “Shark Fin Blues”, votada en una encuesta organizada por la emisora de radio Triple J como la mejor canción australiana de todos los tiempos y que además ha sido utilizada en la banda sonora de la serie yanqui ‘Rectify’. Vamos, para lo que son ellos, un auténtico derroche de accesibilidad.

Para despedirse optaron asimismo por los usos y costumbres frecuentes del género, esto es, dejar a la peña ahí a oscuras flipando con acoples reverberantes. Y cuando pensábamos que volverían para esos bises mínimos exigibles al margen de la pedrada de cada cual, salió el guitarrista para comunicarnos que Gareth se había quedado sin voz y que por ese motivo no iban a poder extenderse, algo que lamentaban profundamente, puesto que les apetecía bastante, según explicó el tipo. “Me gustaría poder decir que en realidad esto es una broma, pero lo cierto es que no lo es”, zanjó para despejar posibles dudas.

Y hala, así nos dejaron con un palmo de narices, sin que nadie se moviera, esperando lo imposible, que fueran unos cachondos sin igual y nos estuvieran tomando el pelo. Las luces encendidas reflejaron la cruda realidad, la de un bolo aceptable hasta perder la voz. Nadie podrá discutir que el pavo no se dejó las cuerdas vocales. Literalmente.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

 

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1 comentario

  • Juandie dice:

    Quizás THE DRONES hagan un rollete un tanto "comercial" y sean una gran banda en su pais y bastante desconocida en el nuestro pero hay que reconocer que estos rockeros australianos dierón un gran recital en esa gran sala bilbaina como es el ANTZOKIA donde han tocao bandas de menor nombre en nuestro pais como ellos y luego han llegao dichas bandas a ser muy grandes.Quizás les pase en nuestro pais lo mismo a THE DRONES.SUERTE!!!

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