THE BLUES BROTHERS BAND: MUCHO BLUES Y POCO BROTHERS

8 septiembre, 2014 11:40 am Publicado por  Deja tus comentarios

Sala La Riviera, Madrid

Blues Brothers Band. Foto: Daniel Claudín

El auditorio estaba abarrotado y expectante. Fuera, un enorme y brutal cordón policial intenta impedir la entrada de los cantantes. Mientras, el resto de la banda está improvisando intentando matar el tiempo y aplacar el enojo de los presentes ante el retraso. Burlando la brutal vigilancia, consiguen nuestros “hermanos” llegar al escenario y ante un silencio sepulcral, comienzan un recital inolvidable, espectacular y exitoso. Este es el final de uno de los grandes hitos de los años ’80, aquella película traducida al castellano como ‘Granujas a Todo Ritmo’ (‘The Blues Brothers’ en la original) y donde los hermanos Blues, Jake y Elwood, eran inmortalizados en el irrepetible John Belushi y Dan Aykroyd. Algo próximo a eso es lo que esperábamos ver en la sala madrileña…pero no.

Y me explico antes de que se me eche a los leones. La banda es sensacional, tanto en el sustento de los dos miembros originales que aún perduran, como son el guitarrista Steve Crooper y el saxofonista Lou Marini, como el resto de acompañantes tanto en la sección de viento con Steve Howard a la trompeta como en la guitarra muy protagonista de John Tropea. Los temas son inmortales, tocados con una gran calidad y cuidado, y sobradamente conocidos y bailados; el sonido, viendo la sala, es excelente y, para terminar, el público de entrada está entregado. Pero, y por desgracia es un pero muy grande, si algo caracterizaba a los originales era la espontaneidad de sus cantantes, la improvisación y en muchos casos la perfecta sincronía de “los hermanos”. Y, lamentablemente, esto no ocurre con los nuevos muchachos. Cada uno va por libre, sin ningún tipo de, por decir algo, coreografía, por simple que sea, ensayada, haciendo que se convierta en un concierto de blues/rock más (de gran calidad, pero sin ese distintivo que les hizo diferentes).

Ya en el inicio tenemos que esperar a que los músicos afinen sus instrumentos y tras esa “improvisación” en la película con “Green Onions”van entrando en el escenario el resto de músicos para asaltar la también instrumental “Peter Gunn”, que para mi gusto alargan demasiado. La tónica se repite en varios temas a lo largo de la noche, cuando en muy contadas ocasiones el grupo se ha caracterizado por temas de más de 5 minutos. Salen los cantante y lo primero que acometen es “Going back to Miami”, suficiente para comprobar que ponerte traje negro, sombrero y gafas oscuras no te convierte en un “hermano”. Eso sí, las voces ganan en calidad, llegando por momentos a recordar a Van Morrison tanto en tono como en aspecto de uno de ellos. De aplauso fácil pero siempre agradecido es ese “going back to España” que sueltan varias veces en el estribillo.“She Caught the Katy”, “Messing With the Kid”, “Knock on Wood”… la sucesión de temas clásicos no cesa y, además, el público madrileño no duda en corear, aplaudir y saltar siempre que se requiere, pero sin llegar a ver esa “comunión” que uno esperaba. Para “Flip Flop and Fly” aparece el tercer hermano, Bobby Harden, quizá el que más anima y mejor se mueve en el escenario, y que repite protagonismo en “Minnie the Moocher”,vestido completamente de blanco y resaltando entre los otros hermanos tanto por la vestimenta como por el negro de su piel. Como ya indiqué, hay momentos excesivamente largos como “Shot Gun Blues” que en sí es delicioso pero que no necesita de tanta prolongación. Como dato positivo y gran detalle por parte de la banda, comentan que están entre el público Francisco Simón y Jeff Espinoza del genial grupo de blues Red House, y les invitan a subir para tocar con ellos, ni más ni menos que la inmortal “Sweet home Chicago”,para después acabar de forma oficiosa con una gran “Soul Man”. Se retiran y, de nuevo, espera interminable hasta que regresan mientras una voz chapurreando el castellano va presentando a los músicos. Esto crea la inquietante sensación de que poco queda ya, y por desgracia así es. Dos himnos con mayúsculas, “Gimme some Lovingy la versión del reverendo Solomon Burke, por la que a día de hoy siguen siendo conocido y que no es otra que “Everybody Needs Somebody to Love”, la cual hace fluir en el ambiente esa sensación de estar escuchando un himno imperecedero tocado por los que en su día fueron culpables de hacerla famosa; preceden al adiós definitivo.

Grandes temas tocados por grandes músicos, buena interactuación con el público (la frase iniciada por “ladies and gentlemen” se repitió hasta la saciedad) y, sobre todo, el poder ver un trocito de la historia de la música que, lamentablemente, quedó empañado por lo totalmente alejado de esas coreografías y movimientos espasmódicos a los que estos nuevos “hermanos” no llegan ni a acercarse pese a poner voluntad, buena voz y ganas de agradar. Otra vez será, esperemos…

Luis de la Encina

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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