IZAR & STAR 50 ANIVERSARIO: CROONERS Y CABALLOS DESBOCADOS

13 enero, 2015 11:31 am Publicado por  3 Comentarios

Kafe Antzokia, Bilbao

mincorcobado

Javier Corcobado | Foto: Alfredo Villaescusa

Un hombre solo ante un escenario. Y una orquesta detrás acompañándole, atenta a cada giro y siguiendo los recovecos de una voz prodigiosa, de un tipo con solera, de los que ha vivido lo suyo y hoy en día los únicos excesos que se permite los encuentra en el arte, como buen esteta. Un paria de la escena musical al que los más vanguardistas acusan de carca por su querencia a la canción melodramática y los tradicionales, por otra parte, quizás no entiendan su fascinación por el ruido, la experimentación y las melodías disonantes.

Esas podrían ser algunas características en un sentido amplio de lo que conocemos en castellano por el término crooner, aunque no han sido pocos los artistas rockeros a los que se ha catalogado así en algún momento de su carrera, caso de David Bowie, Bryan Ferry o Nick Cave. La popularidad de cantautores como Leonard Cohen ha insuflado además a la palabra connotaciones iconoclastas y rompedoras que distan bastante de aquel concepto clásico que inmortalizarían Frank Sinatra, Paul Anka o Nino Bravo y Raphael en nuestro país, todo un icono este último que ahora parece adorado hasta por las hordas indies.

Con un cuádruple cartel en el que se conjugaban diversas sensibilidades con la inusual presencia en escenarios vascos del príncipe de los malditos Javier Corcobado junto a homenajes a Neil Young, The Band o Dr. Feelgood, el ciclo Izar & Star celebraba cincuenta conciertos en los que bandas del terruño nos han hecho tocar el cielo versionando a grupos míticos.

Resulta complicado entender que a nadie se le hubiera ocurrido antes esta genial idea que esperemos que siga adelante por los siglos de los siglos y alcancen en breve el centenar de bolos. Citas con el buen gusto por bandera que no olvidaremos, como aquel emotivo tributo a Lou Reed, la poesía hecha música de Leopoldo María Panero a cargo de Luis Vil o las apoteósicas reverencias a Led Zeppelin o Thin Lizzy del otro día. Nada que ver con la fiebre de versioneros sin fuste imperante en la actualidad.

Con el personal llegando con cuentagotas, los primeros en liza, The Allnighters, apelaron a las esencias rhythm & blues, a ese pub rock surgido en Reino Unido a comienzos de los 70 como reacción a los virtuosismos que los punkis reconocerían como influencia fundamental unos años más tarde. Y qué mejor manera que acordarse de Dr. Feelgood, quizás el nombre más emblemático en dicho estilo. Tiraron de armónica que daba gusto y lo cierto es que se desenvolvían con solvencia en el rock n’ roll añejo, pero la muchedumbre se mostró un tanto fría ante su propuesta por su excesiva linealidad, pese a que no faltaron clásicos del calibre de “She’s A Windup” o “Baby Jane”. Para entrar en calor, ni tan mal.

Nunca fuimos unos entusiastas del country rock de The Band, aunque hay que admitir que se lo curraron mucho The Fakeband rememorando ‘The Last Waltz’, mítico directo de los canadienses con el que se despidieron de sus fans antes de disolverse en 1976 y que el cineasta Martin Scorsese inmortalizaría en un posterior largometraje.

Con un cantante y teclista a lo Elton John realmente sobresaliente, demostraron una querencia por las melodías corales que los más viejos del lugar apreciaron de veras dejándose la garganta en las primeras filas. No faltó su himno “The Weight” ni otras de sus habituales tonadillas que contribuyen a cimentar una especie de buen rollo de comuna hippie, de esos de los que saldrías por la puerta gritando “paz y amor, hermanos” haciendo con las manos el símbolo de la victoria. Para los verdaderos fans de Levon Helm y Robbie Robertson tuvo que ser épico.

Sin duda lo que más nos llamaba del variopinto cartel de la velada era el emblema maldito Javier Corcobado y su Euskal Band, leyenda underground del panorama nacional, que no se prodiga demasiado a las tablas, con una prolífica trayectoria que incluye experimentos sonoros en los grupos Mar Otra Vez, Demonios Tus Ojos y un porrón de discos en solitario en busca del punto intermedio entre el ruido y la canción romántica. Actualmente se encuentra trabajando en un mastodóntico proyecto audiovisual que consiste en una obra musical de 24 horas con la colaboración de diversos artistas como Nacho Vegas, Aviador Dro o Alberto García-Alix, entre otros.

Ya que en su repertorio suele incluir habitualmente versiones, suponemos que no le resultaría ningún esfuerzo dedicar la sesión a los grandes crooners de la historia. Por eso, escuchamos “El Jinete” de José Alfredo Jiménez, adaptada también por Bunbury, una curiosa deconstrucción del “The Partisan” de Leonard Cohen, y temas propios como un estremecedor “A Nadie” en el que sostuvo y desgarró la voz hasta provocar el aplauso. Administró con sabiduría sus minutos en escena y tuvo tiempo tanto de evocar el noise rock chirriante en “El futuro se desvaneció ayer” como de soltar su vena melodramática con el “Amigo” del compositor brasileño multiventas Roberto Carlos. Un señor de los pies a la cabeza, pocos vocalistas pueden interpretar con semejante intensidad.

Y la guinda al pastel llegó con el caballo encabritado Joseba B. Lenoir, acompañado de Willis Drummond y el dúo Napoka Iria para revivir por segunda vez en ese mismo recinto a Neil Young & Crazy Horse. Otros que supieron emplear a la perfección su tiempo yendo directamente a las cosas serias con la colosal “Cortez The Killer”, la no menos magistral “Cinnamon Girl” o “When You Dance I Can Really Love”. Sigue siendo alucinante la manera de tocar de Lenoir, tan avasallador como una locomotora hasta el punto de ensombrecer la digna labor de sus compis, incapaces de competir en las distancias cortas con semejante coloso de la guitarra.

Dicen que la última vez que Neil Young tocó en Biarritz dio uno de los mejores conciertos que se le recuerdan por estos lares, lo de esta noche fijo que no tuvo nada que envidiar con una contundente “Hey Hey, My My” y la inevitable “Rockin’ In The Free World” en la que se subieron espontáneos a cantar el estribillo. A veces los mitos pueden estar únicamente a escasos metros de distancia. Es fácil soñar con crooners y caballos desbocados.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

 

 

 

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Esta entrada fue escrita por Redacción

3 comentarios

  • Juandie dice:

    Quizás están bandas que tocaron esa noche en Bilbao no fuesen las mas metaleras del mundo pero en su estilo rockero y con algunas versiones estuvieron a la altura y brindaron un estupendo recital aquella noche.Con propuestas de este estilo uno descubre a otras bandas de nuestro país aunque mezclen varios estilos aparte de rock.

  • vedder dice:

    Sinceramente os agradezco que una crónica salga Corcobado pues es unode los mejores cantautores crooners o como lo querais llamar que por desgracia ni hace muchos conciertos ni sale mucho en la prensa musical asi que gracias a la redacción

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