FITO & FITIPALDIS: ANTES DE QUE CUENTE SEIS

Teatro Circo Price, Madrid

El bilbaíno fue uno de los damnificados cuando el ayuntamiento de la capital se vio arrinconado por la tragedia del Madrid Arena y respondió atacando, con el cierre preventivo de espacios propios como el Palacio de Congresos y el asedio al empresario privado. Una revisión de los espacios de conciertos de la ciudad tan necesaria –para evitar que se repitan tragedias de esa índole y también para intentar lavar su imagen- como tardía y a mata caballo. Si las cosas se hubieran hecho a su debido tiempo o al menos escalonadamente, no se habría visto dañada la agenda cultural de una urbe que aspira a ser sede de unos Juegos Olímpicos y ni siquiera gestiona debidamente lo que ya oferta pájaro en mano.

En cualquier caso Fito pudo desquitarse ni más ni menos con seis noches de lleno en un recinto idóneo para el espectáculo que presentaba, dándole una o muchas vueltas a rolas de todo su cancionero. Nosotros estuvimos el viernes, antepenúltima cita.

Todo empezó con un “Por la boca vive el pez” comenzado a solas por Cabrales y Carlos Raya, no incorporándose el resto hasta el final del primer estribillo. En algunas canciones como la siguiente, “Sobra la luz”, los cambios fueron livianos, centrándose principalmente en la adecuación del volumen y la intensidad interpretativa al espacio en el que actuaban. Pero en otras, varían el enfoque e incluso la instrumentación.  Ya en “Cerca de las vías” (y tanto, el teatro está a pocos cientos de metros de la estación de Atocha) aparecen por primera vez guitarra acústica (en manos de Fito) y el lap steel de un Raya del que, si bien no nos sorprender verle tocar la mandolina, sí que nos dejó con la boca abierta cuando, hacia el final del concierto, apareció con un violín para “Soldadito marinero”.

Javier Alzola, además del saxo, tocó clarinete o flauta travesera y acompañó con algunas percusiones menores como la pandereta. Daniel Griffin tuvo su momento “cucharitas” sentado  a pie de escenario en “214 Sullivan street” y las cambió por un módulo electrónico en “¡Qué divertido!”. Joserra Semperena lideró con su Hammond la pequeña jam de “A la luna se le ve el ombligo” y, aparte de piano, fue en varias canciones que salió al frente con el acordeón; “El funeral -último tema de ‘A puerta cerrada’, que se cuela entre los grandes éxitos- fue el primero de ellos, y con él se da un garbeo por entre las butacas del teatro mientras aceleran el ritmo de la caravana gitana. También se pasearon por el Price Alzola y Raya, este último dejando a asustada y llorosa nena por el camino, que entre el público había desde rockeros hasta familias al completo; y es que a pesar de que la banda lleve su nombre, más que nunca con este espectáculo Fito quiere darle protagonismo a un elenco de músicos excepcionales. También lo es el bajista Alejandro Climent, que si bien no gozó de momento estelar, como el resto dio muestras de su versatilidad ejecutando varias piezas con el contrabajo.

Y así, entre un fronterizo “Para toda la vida” reconvertido en marchosa ranchera con Fito al banjo, y un “Al Cantar” de Platero que interpretó solo con su voz y su Stratocaster y que obviamente a los seguidores de toda la vida nos supo a gloria, las dos horas de concierto se nos pasaron volando.

Texto: Esther Martínez

Foto: Arturo de Lucas

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