ESCAPE WITH ROMEO: UN FLUIR CONSTANTE

Sala Ramdall. Madrid

En las tradiciones filosóficas orientales existe la creencia de que todos formamos parte de un ciclo que incluye vida, muerte y reencarnación. Un proceso de renovación perpetua por el que pasa el individuo a través de diferentes estados conocido como ‘samsara’ que cada religión interpreta a su manera y del que es preciso escapar por su carácter repetitivo. Y es que este vagabundear eterno acaba por convertirse en un sufrimiento determinado por las acciones presentes o futuras.

Quizás en consonancia con estas particulares ideas, los teutones Escape With Romeo decidieron titular ‘Samsara’ su último esfuerzo creativo, aunque en su trayectoria siempre ha ocupado un lugar importante el concepto de evolución desde que su líder Thomas Elbern abandonara la histórica banda de dark wave Pink Turns Blue. Llevándose consigo su peculiar sonido de guitarra, prefirió ampliar sus miras y abarcar un espectro intermedio entre el post punk y la electrónica, sin desdeñar guiños al industrial que tanto furor causa en Alemania.

Viejos conocidos de la escena gótica, su éxito “Somebody” pronto se convirtió en un clásico absoluto de las sesiones del movimiento y sus conciertos fundamentales para los aficionados a Depeche Mode o al tecno pop ochentero, un género con un tirón considerable en la capital. Por eso, pese a que a primera hora la sala presentara cierto aspecto desangelado, el personal fue acudiendo con cuentagotas hasta lograr una afluencia reseñable para los tiempos que corren.

Calentaron los locales Radar con no demasiado respetable en el interior, pues muchos únicamente se animaron a entrar con los protagonistas de la velada. Una pena, y una falta de respeto también, porque se perdieron a un grupazo competente de gothic rock a la vieja usanza que no renunciaba a coquetear con el pulso indie oscurillo contemporáneo de Editors o de sus paisanos October People, otros a tener muy en cuenta en el futuro. Con un guitarra sobresaliente que evocaba las texturas de John McGeoch (Siouxsie and the Banshees) o The Edge (U2), fueron desgranando temas pulidos que enganchaban e incluso contaron con la colaboración de Digital 21 al sitar en “Rescue Me”. Merecen abrirse hueco.

Ante un público mayoritariamente femenino y con bailoteos en las primeras filas, Escape With Romeo iniciaron el viaje espiritual acercándose al industrial con “Simulationen” y “Everyone Against Everyone”. En directo suenan bastante más contundentes que en estudio, donde tal vez prevalece su faceta tecno pop en detrimento de las guitarras, con un papel protagonista en el cara a cara. Y eso que aparte del batería eran únicamente un trío, pero con las tablas suficientes para generar una atmosfera envolvente en la que no se echaba de menos instrumento alguno.

Con una carrera que se remonta a 1989, hay material de sobra para escoger, aunque una de las imprescindibles en sus bolos es “Helicopters In The Falling Rain”. Progresivamente fueron virando hacia tesituras melódicas en “Glitter On The Snow” y “Here Comes The Night”, que pusieron a prueba la capacidad de adaptación del combo a otros terrenos. Y siguieron el repaso a su largo ‘Samsara’ con “Ground Control”, que se reveló sintética con el teclista con voz distorsionada.

La muchedumbre, volcada desde el primer momento, estalló de júbilo con las notas iniciales de su himno “Somebody”, de hecho, ni siquiera dejaron al pobre Thomas presentarla, pues el griterío le impidió pronunciar el nombre de la canción. Era casi de recibo que alargaran la pieza, pero gracias a la pericia instrumental del cantante y guitarrista en ningún momento decayó el fiestón y legaron unos punteos de tocar el cielo. Inmensos.

Otro corte que sin duda animó el cotarro fue la electrónica “Tears of Kali”, que transformó el recinto en una suerte de pista de baile. Han editado recientemente una versión en castellano del tema de su último disco “Sie Liebe Dich (Nicht)” y obviamente le dieron cancha invitando a cantarla en la lengua de Cervantes a Pepe Rodríguez Castro de Dardem, que entonó a lo Bunbury y soltó algún que otro agudo en el estribillo mientras se atusaba la melena. A uno nunca le convencieron eso de las adaptaciones al castellano de canciones en otros idiomas, aunque tampoco se lo curraron mal, no nos detendremos más en ese asunto.

Para acusar recibo tal vez de su etapa en Pink Turns Blue, retornaron para los bises con la rabia post punk del “Skeletons” de The Sound. Puestos a animarse con una versión podrían haber recurrido al “Missing You” o “Walking On Both Sides” de su anterior grupo y situarnos ya en la gloria, pero bueno, tampoco se tornó una elección descabellada.

Pese a echar de menos algún temazo de su lado moñas tipo “Why Don’t You Call Me” no era cuestión de quejarse, pues el repertorio se antojó muy bien estructurado, un fluir constante de géneros, del industrial al tecno pop para finalizar con el post punk por todo lo alto. Imposible aburrirse en un concierto de esta gente con tanto giro de timón. Una trepidante montaña rusa.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

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