Crónica de Amon Amarth + Testament: Relevo generacional

Con todo el papel vendido y con unos aledaños a reventar, la sala grande de la Razzmatazz condal se preparaba para una tarde-noche de lo más atractiva, donde los papeles que anteriormente hubiéramos adjudicado con total normalidad se tornaban el uno con el otro para formar un cartel de verdadero escándalo. Para más inri, y por si la cosa no terminaba de funcionar del todo, Grand Magus, formación también a la alza en los últimos años, se unió a la fiesta para completar la velada con su particular visión del metal. Los suecos, en este caso, salieron a escena con el impedimento de una escenografía limitadísima a causa de lo que se estaba fraguando a sus espaldas; un telón de fondo con el logotipo de la formación tapaba más de la mitad del escenario y relegaba a un escueto cuarto de escenario a la banda. Pese a ello, Grand Magus supieron conectar con una audiencia que, aunque contemplativa en varios fragmentos del show, canturreó como si le fuera la vida en ello durante, por ejemplo, “Varangian”, sacada de su más reciente esfuerzo discográfico ‘Sword Songs’.

Janne Christoffersson destacó en todo momento por unas voces que casaban a la perfección con las pesadas melodías del grupo y, pese a que la formación en forma de trío no daba para mucho movimiento, los suecos supieron dar alguna que otra sensación de desenfrenó en según qué partes de su espectáculo. A destacar, “Iron Will”, que arrancó los primeros gritos de la audiencia y, tras “Like The Oar Strikes The Water”, el tema insignia de la formación, “Hammer Of The North” tomó forma ante nuestros ojos. Como no podría ser de otra manera, el público coreó esa sección intermedia que a tantos puso la piel de gallina; por si fuera poco, esa melodía que resonaba desde las gargantas de casi todos los allí presentes siguió viva incluso después de que la formación diera por concluido su concierto. Salieron de nuevo de entre bambalinas para saludar otra vez. Antes habían preguntado si deberían volver dentro de poco tiempo. A juzgar por la respuesta del público, apostaremos desde aquí por su sí rotundo.

Grand Magus

Sin duda alguna un activo que llegó a valer la entrada para muchos, los de la Bay Area Testament, salían también, para sorpresa de servidor, con prácticamente el mismo espacio en escena que sus predecesores. Extraño fue ver como una banda con tal legado fuera relegada a un juego de luces tan escaso y a una amplitud de escenario realmente escueta. Pese a ello, supieron desde el primer momento a qué juego jugaban esa noche y fueron a por todas desde la inicial “Brotherhood Of The Snake”, tema que abre el último álbum de la formación y que se ha erigido como uno de los más rápidos y contundentes en lo que va de año. Las primeras filas reaccionaron con un entusiasmo efervescente y los primeros mosh pit de la noche se erigieron sin compasión desde las primeras notas del show. La banda, quizás atenta al público que venía a verles durante esta gira, optó por un setlist encarado especialmente a la más reciente época de la formación. Un total de tres temas de ‘Brotherhood Of The Snake’ fueron los que sonaron, “The Pale King” y “Stronghold” en adición al anteriormente mencionado, y fue así también como rescataron “Rise Up” y “Dark Roots Of Earth” de su pasado lanzamiento.

Pese a ello, es prácticamente innegable el hecho de que fue el dueto “Into The Pit” y “Over The Wall” quién alzó a las masas hasta el éxtasis y donde la sala se convirtió en un auténtico torbellino de gente, dando pie a que incluso Chuck Billy reclamara más seguridad para las primeras filas entre solo y solo virtual en su pie de micro. Como ya viene siendo habitual en sus conciertos, Skolnick y Peterson, encargado casi en su totalidad de la composición del disco que venían presentando, se repartieron el protagonismo dándose encuentro en el centro del escenario de vez en cuando para volver a sus respectivas posiciones sin muchos alardes. Para concluir su concierto, otra de relativamente nueva hornada, “The Formation Of Damnation”, hizo que el wall of death más grande que se pudo convocar (el espacio no daba para mucho) pusiera el broche de oro al espectáculo. Al final, un concierto bastante sólido de los americanos. Nada que ver, eso sí, con un concierto suyo como cabezas de cartel.

Testament

Algo más de veinte minutos fueron los que espaciaron la conclusión del concurso de los de la Bay Area con los vikingos en cuestión. Amon Amarth desplegaron por fin el telón de fondo y dejaron patente la escenografía que estaban llevando por toda Europa en esta ocasión. Y es que, tercera vez que servidor les ha podido ver este año en directo, tercera vez que los suecos presentan un fondo de escenario distinto. Del dragón que escupía fuego de los festivales europeos al drakkar del Rock Fest BCN, esta vez un casco vikingo que presidiría el escenario durante todo el concierto dejaba nicho para la batería así como para dos plataformas laterales donde los integrantes de la formación se pudieran colocar a sus anchas.

Amon Amarth no tuvieron complejos a la hora de atacar con “The Pursuit Of Vikings”, de su ya lejano ‘Fate Of Norns’: todo un clásico de la banda. Una columna de humo se erigió por encima de nuestras cabezas y las notas de “As Loke Falls” retumbaron por la sala grande de la Razzmatazz. “Bona nit Catalunya i benvinguts a la festa vikinga” rezó un imponente Johan Hegg en perfecto catalán para, acto seguido, dar introducción a “First Kill”, ahora sí, primer corte de su más reciente lanzamiento ‘Jomsviking’. “The Way Of Vikings” dejo paso a una batalla entre dos vikingos que entrarían al escenario y que, tras algunas estocadas, darían muerte a uno de ellos, y entonces “At Dawn’s First Light” hizo acto de presencia.

Tras una breve interrupción donde el recién incorporado batería Jocke Wallgren pudo demostrar sus habilidades frente a su nuevo público (mientras los ojos del omnipresente casco se teñían de rojo), “Cry Of The Black Birds” separó en dos la sala para que un grito unido final hiciera salir más y más columnas de humo del escenario. Dos vikingos más se posaron en los laterales del escenario con sus respectivas lanzas para que, al son de una fantásticamente recibida “Deceiver Of The Gods”, fueran acompasando sus movimientos. Tras “Sea Of Blood”, Johan Hegg, siempre al frente y comandando la batalla, pidió más y más gritos de una audiencia que les adoraba, completamente entregada y rendida al espectáculo escenográfico y musical frente a sus ojos.

Amon Amarth

La portada del último disco de la banda dejo sitio en el telón de fondo a un vikingo que luchaba valerosamente frente a un volcán, y fue bajo ese pretexto que “Destroyer Of The Universe” y “Death In Fire” lo pusieron todo patas arriba. Nuestros dos amigos volvieron a escena, esta vez, para intimidar con su arco al son de “One Thousand Burning Arrows”. Para encarar ya la recta final del set principal, Loki, el embaucador de la mitología nórdica, tomó el escenario mientras “Father Of The Wolf” hacia retumbar los cimientos de la Razzmatazz. Tras “Runes To My Memory” y la coreada “War Of The Gods”, la formación se retiró momentáneamente del escenario para volver, entonces, con ese ya nuevo clásico que es “Raise Your Horns”, donde todos los miembros de Amon Amarth, junto a, cómo no, los dos simpáticos vikingos, bebieron de sus cuernos, congregando la fiesta en Barcelona.

“Guardians Of Asgaard”, como no podría ser de otra manera, provocó los gritos de los fanáticos allí presentes mientras los que antes bebían cerveza se posaban ahora intimidatoriamente con sus hachas. Que complicado esto de ser vikingo, por dios. El final de fiesta estaba irremediablemente cerca, así que los truenos tomaron el escenario y fue el dragón serpentiforme Jörmungandr quién se erigió a un lado del escenario mientras Hegg repicaba con su martillo contra al suelo para hacer estallar los últimos acordes de la noche, los de “Twilight Of The Thunder God”, para después amartillar a la enorme bestia..

Tremendo espectáculo el que vivimos, donde nuevos elementos escenográficos se sumaron a la ya de por si imponente muestra de carácter vikinga a la que Amon Amarth nos tienen acostumbrados. Con la sala cantando esos oés oés que tanto significan al final de un concierto, nos retiramos pausadamente de una batalla que nos había dejado literalmente molidos. Que no tarden en volver, por Odín.

Texto: Víctor Vallespir
Fotos: Alfonso Dávila

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