Crónicas
Rock Fest Barcelona 2019: Leopardo con aceite y limón
«Def Leppard salvó la partida sin convencer, pero dejó muchas sonrisas dibujadas en la mayoría de sus seguidores. La cuenta atrás para la séptima edición del Rock Fest Barcelona ya se está fraguando.»
7 julio 2019
Santa Coloma de Gramenet, Barcelona
Texto: Josep María Fleitas. Fotos: Irene Serrano
7 de julio… San Fermín (lo siento, ¡tenía que soltarlo!). Último día de festival, que afronto con ilusión, dolor de costado y algo cabreado por haber tardado más de una hora en encontrar aparcamiento en los alrededores del recinto, pero con el ánimo más que subido por poder vivir una nueva jornada de festival.
Como decía, muy a pesar mío, inicio el festival más tarde de lo que me hubiera gustado, pero las cosas hay que tomárselas como vienen… Así que el starter lo presiono con unos Sonata Arctica que hace ya bastante tiempo que han dado un golpe de timón a la propuesta que les dio a conocer y de las que libaron las esencias de un más que merecido éxito. En esta ocasión dieron la talla casi en todo, y ese casi es, en lo positivo, en la calidad musical que mostraron, en ello y en la conexión que supieron inyectar a un público que agradeció con muestras de efusividad el buen hacer de los fineses, que estuvieron técnicamente muy acertados y dispuestos, manifestando sus buenas dotes en propuestas bien matizadas. Destacaban las partes de teclado perpetradas por un más que efectivo Henrik Klingenberg, partes que supieron enaltecer las dosis vocales en las que Tony Kakko siempre se ha mostrado seguro y convenientemente dispuesto, haciendo destacar las entonaciones aplicadas en los mas que bien resueltos: “Closer to an Animal”, “The Day”, “Black Sheep” y “Full Moon”. Muchos echamos en falta la potencia de la banda en sus inicios, pero los tiempos cambian y eso Tony lo demuestra hasta con su imagen, un aspecto que debería cuidar más, al menos en directo (hubo momentos en los que llegué a dudar si realmente era él).
Hacía tiempo que no veía a Sebastian Bach en directo, no tanto por falta de ocasiones sino porque las tres últimas veces que pude verle en acción su voz me defraudó bastante, y tras el concierto sobre las tablas del Stage Rock seguramente tardaré bastante en volver a decidirme en reencontrarlo expresamente en un concierto. Me explico: nada tiene que ver que un músico se entregue al máximo, comunique bien, sea simpático e incluso tenga momentos en los que no sea la sombra de lo que fue por causa de una voz que, y es mi personal opinión, si cuidase más seguiría siendo uno de los cantantes más destacados de la escena. Sebastian Bach intenta salvar los muebles a base de garra, nervio y entrega, y también de sobresaturar el micro con unas reverbs que sólo maquillan lo más que evidente. Si en el Sweden ZP Theart fue el que no dio la medida frente a los clásicos de Skid Row, en este caso fue Sebastian el que demostró estar muy lejos de lo que en su día ofreció en unos discos que siguen siendo referentes de lo que debe ser un estilo necesitado de esas sensaciones. Pero no sólo a nivel vocal la cosa estuvo coja, la falta de fuerza en los coros, la omisión de otro guitarra de soporte y un sonido poco nítido fueron anclas que pesaron demasiado para un barco que llegó a puerto gracias a un brillante setlist, pero que lo hizo navegando en aguas demasiado poco profundas y turbulentas para el calado del navío que Sebastian capitaneaba. “Slave to the Grind”, “Here I Am”, “18 & Life”, “Piece of Mind”, “I Remember You”, “Big Guns”, “American Metalhead”, “Monkey Business”, “Rattlesnake Shake” o “Youth Gone Wild” fueron muy celebrados, pero más por lo que son que por lo que Sebastian Bach propuso. Espero que para otra…
En el Stage Rock y la Rock Tend coincidían dos conciertos de los que me apetecía disfrutar. Por una parte estaba el death melódico de los Children Of Bodom de Alexi Laiho, y por la otra la esencia AOR de los FM de Steve Overland. Como es costumbre en mí cuando me encuentro en estas circunstancias, suelo dividir mis ganas y presenciar los dos conciertos.
Las últimas veces que he visto a Children Of Bodom no ha llegado a cuajar plenamente en mí, sin embargo, FM sí ha sabido, y podido, enamorarme con su propuesta, por lo que me decidí a iniciar con los fineses y acabar con los británicos en un resultado que no varió la impresión de las anteriores veces que he podido verles en acción.
Con un buen trabajo bajo el brazo, ‘Hexed’, que rememora en algunos momentos los atractivos inicios de los finlandeses, se presentaban en el Rock Fest unos secuencialmente cambiantes Children Of Bodom. Siempre he dicho que Children son una banda para disfrutar en salas, lugares dónde la esencia de su death metal técnico, melódico y aplastante puede penetrar más profundamente que en los espacios abiertos, lugares en los que la energía de la banda queda mucho más descomprimida. En esta ocasión, haciendo válida mi propia disertación, los chicos del lago se emplearon a fondo en su propuesta con buenos fogonazos de lo que son sus artes musicales, consiguiendo inyectar consistentes dosis de su death más práctico y efectivo, bases que sin embargo no llegaron a infectarnos hasta el punto de enfermarnos más que de forma intermitente. De lo que vi, sólo “Are you Dead Yet?”, “In Your Face”, “Angel’s Don’t Kill” y “Hate Me!” fueron los virus que no tuvieron vacuna contra su contagio.
Ya en la carpa, FM estaban finalizando “Let Love be the Leader” cuando me uní a la fiesta que los británicos estaban ofreciendo, pieza que se estaba celebrando de forma especialmente entregada, sobre todo en su parte coral, esa parte que hace que se participe de una manera intrínsecamente unida a la calidad y esencia de una voz que sabe llegar y transmitir, sentir y apasionar a la vez que su feeling sabe transportarnos a través de la parte más melodiosa del rock. En la misma línea y gracias a la simpatía y carisma de Overland, las grandes melodías de “Other Side of Midnight”, “I Belong the Night”, “Tough it Out” y “Killed by Love” supieron llenar de pasión y elegancia una carpa que con este final me hizo vivir uno de los mejores momentos del festival.
Uno de los momentos que más esperaba del día era el concierto de los plúmbeos Chuck Billy, Steve DiGiorgio, Alex Skolnick, Gene Hoglan y Eric Peterson, es decir, Testament, una de las formaciones que mejor defiende el carácter y brutalidad de la vanguardia en lo que se ha venido a llamar el thrash old school de la Bay Area, un concepto en el que Testament despunta de una forma exquisitamente brutal. Más de tres décadas demostrando que su propuesta y valía es una de las más sólidas en el estilo es bagaje suficiente como para que los de San Francisco merezcan un lugar especial en el festival y en la crónica del día. Pero eso no fue gratuito y Testament supo ganárselo a pulso, a base de técnica y de entrega, de rabia y de simbiosis con un público que capituló frente a la demoledora mole de metal pesado que nos cayó encima en forma de abrumadoras muestras de su poder y conectiva entrega, transmitidas sobre todo por la potencia de los apasionantes gestos distribuidos a través de la clase que contienen argumentos como “Brotherhood of the Snake”, “The Pale King”, “Eyes of Wrath”, “Into the Pit”, “The New Order” o “The Formation of Damnation”. ¡Descomunales!
Seguimos en el festival y pasamos de la técnica más poderosa, de las guitarras de Skolnick y Peterson a la magistralidad de las ocho cuerdas de Petrucci, la de las explosivas bases de bajo de DiGiorgio a la ampulosidad de John Myung, del enorme carácter de la voz de Chuck Billy a la jurisprudencia vocal de James LaBrie, de la machacante formula tras los parches de Hoglan a la elevada técnica de Mancinni y la elegancia a las teclas de Rudess. Pasamos de la crudeza del thrash a la maniobrabilidad nada simple del metal progresivo más grandilocuente. Pasamos de unos maestros a otros llamados Dream Theater.
En el Sweden el show de Dream Theater acabó de forma tan poco esperada como aquí lo hizo de manera elegante, con el timing para recoger el fruto más que merecido de su técnica y esfuerzo, de su habilidad y matemático acierto. Así cerró Dream Theater un show en el que tanto la exhaustiva perfección de su música como las imágenes que en la pantalla de fondo elevaban muchos puntos más allá de lo que por sí sola ya propone, que no es poco. Entre arpegios, melodías, tempos balanceantes, sincronía y perfecta ejecución, Dream Theater nos transportó a otro mundo, a otra dimensión, una en la que la lascivia y el atemporalismo se bautizaron con los eclécticos nombres de “Unthetered Angel”, “Fall into the Light”, “Peruvian skies”, “Barstool Warrior”, “Lie” o “Pale Blue Dot”. Unos genios que demuestran lo que siempre se ha escrito sobre ellos, Dream Theater no es de este mundo.
Entrabamos en la recta final del festival y la presencia de Dee Snider se considera en él algo intrínseco. De hecho, es como de la familia, quizás ya su alias debiera ser el de Dee ‘Can Zam’ Snider. Un Dee que no se olvida lo que le gusta desayunar, comer, merendar o cenar en el festival un plato de “huevos con aséite y lemón”, aunque aquí se prefiera el “jamón”… Sea como sea, los conciertos de Dee siempre son sinónimo de que un vendaval va a desatarse de la manera más eléctrica y turbulenta posible, aunque no haya banda probando con la que enfrentarse y dar rienda suelta a su carácter, un carácter que imprime en clásicos de su pasado recordado y cantado a todo pulmón en “You Can’t Stop Rock n Roll” (que por minutos no le permitió repetir la frase que el 6 de junio de 2003, mirando a un cielo que vertía cubos de agua, refirió a los dioses escandinavos. Aquí la lluvia, la bendita y sucia lluvia, apareció tras este sublime himno de TS), “Under the Blade”, “We’re not Gonna Take It”, (y su hermano hispano “Los huevos…”), “Burn in Hell” o “I Wanna Rock”, alternados estos por composiciones actuales como “American Made”, “Become the Storm” o “For the Love of Metal”. El show fue mejor que el del pasado año, la banda está mucho más compactada y fortalecida, y Dee… Dee sigue en una excelente forma física, con su voz aguantando estoicamente, al igual que su aguda labia y sagaces palabras. “Highway to Hell” es, además del himno con el que acabó el concierto, la senda por la que transita, y la que, seguramente, le traerá de nuevo a Can Zam. Si es en estas condiciones, por mi parte, nada que objetar ¿y vosotros, qué opináis?
Otros clásicos en Can Zam son unos Europe que también están abonados al festival, aunque de forma algo menos continuada que lo está Dee. Tras su paso por el malagueño Rock the Coast, Europe siguen exprimiendo la fruta que les aporta el jugo suficiente como para seguir siendo de lo más mediáticos. Así, en este episodio, Europe estuvo un peldaño por debajo de lo que mostraron en Fuengirola, y la causa no estribó en el set, que fue el mismo, ni en el sonido, que también fue perfecto, o por la entrega de la banda, que estuvo igual de eficaz y prodigada, lo que bajó ese escalón fue la voz de un entregado, enfático y siempre profesional Tempest, que en momentos era traicionado por su garganta. Aun así hay que reconocer que su solvencia y comunión con el público, a pesar de evitar pasear por la pasarela en los momentos de lluvia, hizo que sus fans disfrutasen de temas emblemáticos como “Rock the Night”, “Carrie”, “Superstitious”, “Cherokee” y “The Final Countdown”, que se codearon con otros, para mí, mejor ejecutados, sobre todo por el efecto que Norum, Michaeli y Haugland imprimieron en los densos “Walk the Earth”, “The Siege”, “War of Kings” y “Nothing to Ya”. Aunque en el set Europe también dispone un tiempo en el que hurgan en los recuerdos que destilan discos como ‘Wings of Tomorrow’ con “Scream of Anger” y “Last Look at Eden”, y el ‘Out of this World’ con la viveza de “Ready or Not”. Al igual que Tempest evitó dejarse los empastes en el resbalón que tuvo tras “The Final Countdown”, su buen saber hacer y carisma evitó que la distensión de su voz quedase en poco más que en un juego de detalles.
Y llegaba el final, el último concierto, ese que te hace pensar en que, sufras o goces, el tiempo es inexorable y que el camino siempre llega a su final… Def Leppard iban a ser los encargados de hacer caer el telón, y con él se cerraron mil y una vivencias y sensaciones, recuerdos que quedan plasmados en un sinfín de imágenes, digitales o mentales, momentos entrañables y otros arrinconados en un baúl que mejor no abrir nunca jamás. Espero que esos hayan sido los menos y no hayan podido eclipsar lo que ha sido un buen festival que se apega, como lo ha demostrado este año, a seguir mejorando y puliendo detalles.
El setlist se situó en el esquema del AOR más que del hard rock y el heavy metal que antaño definieron a una banda que en esta ocasión también supo comportarse, aunque lo hiciera de manera relajada y (quizás) demasiado parsimoniosa, casi mostrando sin disimulo las ganas de cerrar el festival y un tour europeo de 15 fechas que inició el pasado 6 de junio en Sölvesborg, en un concierto que ya definió las bases melódicas y acarameladas que tomaría un set del que en esta ocasión se dejaron aparcado inexplicablemente un himno como “Foolin’”.
Casi repitiendo la misma experiencia que lo que pude vivir en ese concierto inaugural, pero con sensaciones muy diferentes, el concierto de Def Leppard se acunó entre la melosidad, la técnica y el sentimentalismo. Con Joe Elliot flojo de voz, pero motivando regularmente al personal mientras las guitarras de Vivian Campbell y Phil Collen cristalizaban unos temas que se coagulaban en las bases que Rick Allen y Rick Savage proponían, bases que energizaron el primer tramo del set, que se abordó con un tridente que sí contó con la fuerza suficiente como para atraer el recuerdo de esa banda que fue espíritu y alma relevo de la NWOBHM. Esos reflejos fueron “Rocket”, “Animal” y “Let it Go”, que sonaron realmente bien gracias a unos coros que apoyaron la ya evidente justa forma de la garganta de Elliot. Como decía, en esta ocasión aparcaron incomprensiblemente un “Foolin’” que hubiera ayudado a ensalzar más el ambiente.
Ese movimiento de caballo saltándose las casillas provocó que la partida se rompiera rápidamente y que, en defensa de ella, los peones fueran sacrificándose uno a uno para llegar a las tablas en un final que dejó a todos conformes con el resultado dado lo dispuesto por la azucarada “When Love and Hate Collide”, el coreo provocado por “Let’s Get Rocked”, la sobriedad de “Armageddon It”, un soso “Rock On”, la parte acústica con “Two Steps Behind”, el protagonismo de Vivian y Collen en “Man Enough”, el sentimentalismo de “Love Bites” y “Bringin’ on the Heartbreak”, cuya sensibilidad fue rota en mil pedazos por la sesión de disco-rock que propuso “Switch 625”, y la elevación en los decibelios que provocaron “Hysteria”, “Pour Some sugar on Me” y los bises: “Rock of Ages” y “Photograph”.
Lo dicho, Def Leppard salvó la partida sin convencer, pero dejó muchas sonrisas dibujadas en la mayoría de sus seguidores.
La cuenta atrás para la séptima edición del Rock Fest Barcelona ya se está fraguando y, como decía en la crónica del concierto de U.D.O., Accept son los primeros confirmados para lo que, si nada extraño pasa, será un nuevo reencuentro en Can Zam los próximos 2,3 y 4 de julio... ¡Hasta el 2020, Santako!
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6 comentarios
Muy buena y extensa crónica que se ha marcao Josep Fleitas en uno de nuestros mejores festivales haciendo cada dignas actuaciones pero sobresaliendo entre ellas los maestros del Metal Progresivo como son DREAM THEATER. Si para su edición de 2020 están confirmados los históricos ACCEPT entonces se prevé otro gran ROCK FEST.
Este año el festival, en líneas generales, ha sido de poco nivel, con muchas bandas de segunda fila que no meterían ni 500 personas en una sala, excepto algunos nombres que todos conocemos. Lo alarmante es que, actualmente a pesar de su flojo estado de forma, sigan tirando del carro los mismos nombres que había en la escena hace 30 años. También se está haciendo costumbre leer, como bien se indica en muchas de las crónicas de conciertos, el pésimo estado vocal de muchos cantantes (Bon Jovi, Joe Elliot, Tempest, Stanley, Dickinson, etc), lo que demuestra que no todo vale, que se debe de salir al escenario a dar un buen recital, y que si ya no lo puedes hacer, tomate un descanso o retírate. Me da mucha pena ver a determinadas bandas que se arrastran por el escenario sin pena ni gloria (ej. WASP) y que te dejen con un muy mal sabor de boca. Creo que voy a preferir no ir a conciertos antes de ver espectáculos lamentables y ver a muchos de tus ídolos arrastrándose por el escenario. Para la reflexión.
Siguen tirando del carro los nombres que había en escena hace 15 años porque RockFest lo quiere, no porque hoy en día no haya grupos en buen estado de forma (a diferencia de la mayoría de cantantes veteranos, como hemos visto en el festi) y que se podrían marcar un show como cabeza de cartel como la copa de un pino: Powerwolf se merendó a todos el viernes y la hora se le quedó cortísima, en Arch Enemy había una legión de fans masiva. Ghost o Sabaton llenan Can Zam ellos solitos si se lo proponen. El tema es echarle un par y poner a alguna banda de estas como cabeza, intercaladas con cabezas veteranos: daría más vida al festival. Muchos os sorprenderíais de la cantidad de gente que podrían arrastrar algunas de estas bandas.
Hace 30* años quería decir, disculpas! Y un saludo
La verdad, yo estuve en Def Leppard y para mí toda la banda lo hizo de cojones. Quien dice que Joe Elliot no lo hizo bien? Para mí dió el cayo mucho mejor quen conciertos de los noventa. Y no se bajaba los tonos. La verdad es que yo vi un concierto muy redondo. Si tengo que compartir algo con el post es el reperorio mas bien ñoño.
Y Helix?????