Crónicas

John Mayall: Lección de profesionalidad

«Mayall nos demostró que, si bien su voz sufre para llegar al final, sus pulmones aún son capaces de soplar la armónica con garra»

6 octubre 2019

Teatro de la Laboral, Gijón

Texto: Toni de Lola. Fotos: José Antonio Fernández

Acercarse un domingo a última hora de la tarde, para ver a un músico de 85 años celebrando su aniversario y presentando su último disco, plagado de bestiales colaboraciones, de las que ninguna viene de gira, podría parecer un plan mediocre, salvo porque ese músico es John Mayall y está en una forma artística envidiable.

Arropado por una sólida formación preparada para una sesión de blues-rock heterodoxo de altísimo nivel, el plan pasa a ser toda una experiencia musical. Enfrentarse a la crónica de un concierto de John Mayall exige borrar de la mente las sobadas expresiones que sabemos van a enganchar a quien la lea, tratando de explorar otras vías, tal y como hace él con su música a la avanzada edad de 85 años. La doble sorpresa de esta gira está siendo por un lado el magnífico aguante de Mayall durante las casi dos horas de concierto, y la sobremanera figura de Carolyn Wonderland, una magnífica guitarrista y vocalista que supera el adjetivo de solvente. Conocedora de dónde está, es educada hasta el exceso a la hora de ejecutar los solos de guitarra, tejiendo con sabiduría la fidelidad al original con su propia forma de ver el blues rock. La base rítmica con Greg Rzab al bajo y Jay Davenport a la batería son las dos caras de Juno sobre el escenario. Greg parece estar pegado al ampli, sin casi moverse (no dio señales de vida hasta el último tema), y Jay, asentado como un Moai pero con más brazos que Kali cada vez que ejecutaba uno de sus frecuentes solos.

John Mayall volvió a demostrar que se tuvo que reconvertir de una forma apabullante en un maestro de ceremonias que no pasa un ápice de vergüenza portando su chuletero con las letras (y a saber qué más contiene esa libreta que se deja sobre sus teclados y de la que va pasando las hojas tema a tema). Su voz ya cascada mantiene el tipo de forma agradable. Nunca pasó por ser un notable vocalista, pero la edad le está dando un interesante tinte que se va diluyendo poco a poco sin llegar a desaparecer.

Presenciamos forma clásica de desarrollar el concierto en esta gira del 85 cumpleaños, disfrutando de los temas, dejándolos desenvolverse entre mucho swing y complicidad entre la banda, haciéndolos crecer en largas duraciones que se agradecen para que todos los miembros vayan teniendo su momento y por encima. No, más bien por delante. John, locuaz con el público, pidiendo incluso que riésemos los rápidos guiños de humor inglés casi incomprensibles que hacía al principio de cada canción, presentando los temas que quieren tocar esa noche y que - no lo esperes porque estarás equivocado - no incluye “Room to Move” ni “California”. Pero es igual, dejarnos casi boquiabiertos con las agradables versiones de “Moving Out, Moving On” (pese al punto roto de la voz de John), “Gimme One More Day” (bella forma de empezar a dar leña bluesrockera), “Why Did You Go Last Night”… Mayall nos demostró que, si bien le cuesta moverse por el escenario y que su voz sufre para llegar al final, sus pulmones aún son capaces de soplar la armónica con garra, fuerza, swing y maestría, algo que sí que se echa de menos cuando coge la guitarra y trata de sacarle esas notas que su mente aún atesora pero que sus dedos sufren para lograr.

Cuesta mantenerse sentado- sí, sentado (¡qué manía permanecer sentado en conciertos por mucho que el recinto sea un teatro!) - cuando la banda está en plena ebullición dándonos una lección con “Gimme Some of That Gumbo” y esos toques New Orleans de los teclados de Mayall.

Mayall, feliz, encantado, presentaba cada tema como si de un hijo se tratase, aunque al fin y al cabo, bien pensado algo de eso hay ya que sobre el escenario tenía ya a una hija artística, Carolyn, a quien no dejaba de mencionar en cada tema y, la verdad, no es para menos ya que no acaba de surgir de la nada sino que atesora a sus espaldas un cuarto de siglo de carrera musical con un buen puñado de reconocimientos tanto a nivel de críticas como de premiso y que muchos estamos aun descubriendo.

La banda nos hizo volver a momentos más actuales, no en vano están presentando el 'Nobody Told Me', con una formidable “Delta Hurricane” que en el disco tocaba Joe Bonamassa y que en  la que en este directo Carolyn mantuvo el tipo con una muy elevada nota, al igual que nos dejó en una poderosa recreación de “Mail Order Mystics” rematando una actuación de la que John Mayall estuvo presumiendo todo el concierto. No en vano fue el nombre más mencionado en todo el concierto.

Nos dejaron una total demostración de ese blues blanco (¡mierda, un tópico!) lleno de falsa heterodoxia y cuajado de momentos incluso gratefulianos en los oníricos desarrollos de los temas. La solidez de la banda quedó demostrada cuando se sobreponían a los imprevistos anuncios de Mayall como: “¿pero ahora vamos a tocar esa? ” y algún ligero desliz técnico que nada mancilló el soberbio sonido de todo el concierto. La voz de Mayall contrastó con la poderosa de Carolyn en los contados y delicados momentos en que cerca estuvieron de cantar a dos voces.

La audiencia, ganada desde el principio, adoleció de más ganas de aplaudir, silbar, gritar y disfrutar, efecto tal vez de estar sentados disfrutando de una noche de blues rock que viene a ser como lavarse los pies con calcetines. Faltaron los más que muy merecidos aplausos, silbidos y gritos en mitad de los temas cuando la banda ejecutaba tanto los solos como esos maravillosos momentos de engranaje sólido lleno de swing. Sí, dejadme repetir hasta la saciedad que hubo mucho swing… Y por qué no, algo menos de blues rock dejando su sitio a esos otros sonidos que con el paso del tiempo han ido enriqueciendo los sonidos de John Mayall.

¿Qué si mereció la pena? Puedes apostar que sí, que no hay condescendencia en estas palabras pensando en “Venga, tío, que tiene 85 tacos y acaba de toca mucho más de hora y media”. Dieron, dio John Mayall, no una lección de profesionalidad y entrega, sino, más bien, una demoledora demostración empírica de que estar sobre un escenario requiere amor y pasión por la música que haces, y eso se transmite de tal modo al público que personas que sólo miramos de reojo al blues rock disfrutamos totalmente de una noche de buena música. Y dejad las etiquetas y las frases hechas para la publicidad. John Mayal, feliz 85 aniversario. Tú nos diste un regalo, nosotros sólo supimos disfrutarlo y aplaudir.

Redacción
Etiquetas: , , , ,

Categorizado en: , ,

Esta entrada fue escrita por Redacción

2 comentarios

  • Juandie dice:

    Que un histórico del Rock como John Mayall y más a sus 85 takos estuviese en escena junto con sus buenos músicos una hora y media es de admirar hacia tan histórico músico y que con esos clásicos en Gijón lo bordaron.

  • Blues is alright dice:

    Mencionar también que Carolyne Wonderland toca la guitarra sin púa, al estilo Mark Knopfler. A John Mayall la prensa casi lo enterró el año año porque enfermó de neumonía y ahí lo tenemos al pie del cañón con 85 añazos (mientras tanto, otros príncipes -ejem- venidos a menos están desaparecidos de la vida pública y andan cancelando giras no una sino dos veces).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *