Crónicas

Ethan + Paña Radiostation

«Dos grupos que siguen apostando por la escena musical alternativa.»

15 diciembre 2017

Boite, Madrid

Texto y fotos: Anna Moher

Un viernes de difícil elección en cuanto a conciertos: buena noticia para la escena musical y mala a la vez porque el público no puede dividirse, lo que se reflejó en una sala muy vacía. Teniendo en cuenta que era la primera noche del doblete de Vita Imana y el fin de gira de Loquillo, entre otros, Paña Radiostation y Ethan se vieron rodeados de caras conocidas.

Paña Radiostation se subió al escenario entorno a las once de la noche (comenzaron con retraso por esperar a que llegase gente) bajo la atenta mirada de un felino de tres ojos amarillos, protagonista de la portada de su último álbum ‘Evolución’. La influencia de estilos musicales se aprecia desde los primeros temas: “Comprenderme” y “Magnetismo animal”; en los que se pueden distinguir estrofas lentas poperas, ritmos rápidos al estilo metal y punk y sonidos electrónicos de la mano del teclado, capitaneado por el conocido como Filto, el más dicharachero e inquieto del grupo.

El felino desaparece cuando tocan “Karma”, “Philetas”, “La princesa y el sapo” y “Resurrección”, de su anterior disco ‘Resurrección’ (2014). Estos se caracterizan por un sonido más duro (que carece del teclado) que el que se encuentra en “El talismán”, “Y después” y “Evolución”, que volvieron a trasladarnos a la última etapa profesional de los madrileños. Paña Radiostation es alternativa y no apto para aquellos a los que no les gusten las mezclas. Los que seguro que disfrutaron en esta hora de concierto fueron los familiares y amigos (como la hija de Toni -guitarrista-, Iris, quien, a pesar de no poder todavía mantenerse bien en pie, no dudó en posicionarse en primera fila).

Las siluetas de José Hurtado (bajo), Juanjo Arcas (batería) y Juan Carlos Tovar (guitarra), se recortaban contra la alargada pantalla situada detrás. Ethan nos embarcaba así en un viaje muy lejos con la intro del disco ‘Resurgir’, que ponía la banda sonora a las imágenes de paisajes que se iban reproduciendo.

Txetxu Otero aparecía entonces en escena para dejar a un lado el pie de micro y quedarse con este en la mano, prometiéndonos movimiento y rabia en “Duelo de orgullo”. Una pena que no se apreciaran todos los matices de su voz por el sonido, pero de actitud no se le puede reprochar nada. El siguiente turno fue para “Vuelve a soñar”, también perteneciente a su primer trabajo de larga duración y en el que dejan clara su firme apuesta por la búsqueda de las emociones a través de las melodías.

El único desvío de la ruta hacia tintes más contundentes y progresivos fue el que nos llevó hasta “El laberinto de Caín”, canción de su primer EP ‘El despertar del ser’ (2012). Invencibles o inmortales encontramos el camino de vuelta con “Aprender de mí”, que contó con una colaboración especial: Raven Lenay a las voces, un gran fan y uno de los mecenas de la campaña de crowdfunding con la que logró salir adelante el proyecto. Txetxu y Raven defendieron e interpretaron el tema a dúo, alternándose las estrofas y aunando voces, lo que no hizo sino potenciar la emocionalidad.

 

“Resurgir del fuego”, menciona el estribillo, y por casualidad o causalidad el público logró resurgir de las “Cenizas” y se animó a acercarse al escenario, a bailar y a dejarse la voz. Este tono continuó “En el barro”, una de las canciones que más recuerdan al sonido del EP. Bajo una llamada a la resistencia por parte de Txetxu, “Resiste” puso el punto y aparte al nuevo viaje que nos marca la brújula de Ethan.

Si algo cabe destacar de ambos grupos, es la originalidad y frescura que transmiten cuando los descubres por primera vez, como si no hubieras escuchado nada parecido antes. Dos grupos que siguen apostando por la escena musical alternativa. Apostemos por ellos.

Redacción
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