Crónicas

Duendelirium + Ekyrian: La magia de la música

«Un concierto en el que todos pudimos disfrutar, tanto los espectadores como los artistas, a los que se podía ver disfrutar del mágico ambiente que habían creado»

23 noviembre 2019

Sala Khitai, Madrid

Texto: Cristina Ceballos Zamarriego. Fotos: María Pérez Ramis

Fernando y Cassandra (Duendelirium)

El pasado sábado 23, quienes estuvimos en la Sala Khitai pudimos pasar la tarde-noche visitando otros mundos con piratas y seres mágicos al lado de Ekyrian y Duendelirium.

Ekyrian

El concierto arrancaba con la salida al escenario de los miembros de Ekyrian, una extensa banda compuesta por Jorge como voz principal, Noelia al violín, Roberto a los teclados, Santos a la batería, Fran como guitarra solista, Roldan a la guitarra rítmica, Robcry al bajo, Aitor a la flauta travesera y whistle, y por último, su más reciente incorporación, Clara con el whistle, la gaita y a los coros.

Empezando fuerte con “El alma del viento”, tocaron casi todas las canciones de su casi recién publicado disco, ‘Más allá de la tempestad’ (2019). Canciones como “El aprendiz”, “El laberinto mágico”, “Valor” o “La travesía del navegante”, hicieron que el público se divirtiera tanto por sus animadas melodías como con sus letras, que nos narraban antiguas leyendas sobre mares o sobre las profundidades del bosque.

Jorge (Ekyrian)

Aunque la canción más inesperada fue una versión de “Colores en el viento” (Pocahontas) donde todo el público coreaba sonriendo una canción de la niñez. Su versión de “La batalla con los cueros de vino” de Saurom también le trajo recuerdos a más de uno que la cantaba con nostalgia.

Después le llegó el turno al tema que da nombre al disco, “Más allá de la tempestad”, con el que nos trasladaron a la proa de un barco y, como si de la tripulación nos tratáramos, nos hicieron cantar todos juntos con el puño en alto para luchar contra la tempestad. Tras esa lucha nos trasladamos de época y estación hacia a la navidad para terminar con la conocida “La llegada de krampus”.

Selene (Duendelirium)

Al acabar con la preparación de la escenografía para meternos en situación y tras una gran ovación, veíamos la salida a escena de los integrantes de Duendelirium. Fernando como voz principal, violín y guitarra; Selene, voz y coros; Cassandra a la batería y Thania, voz, coros y flauta dulce.

Con las primeras notas a violín por parte de Fernando de una nueva versión de “Mysteria”, canción de su primer álbum, todo comenzó. Uno a uno fueron llegando temas como “El exilio de las hadas”, “Panzerkaiser” o “The witch and the wolf”, en su mayoría del disco ‘OVUM: Crónicas del cuervo ciego’ (2017). Cada canción era debidamente introducida por Cassandra de forma que parecía narrar una historia en la que nos hablaba de la niñez, brujas, estrellas y leyendas.

Duendelirium

Cuando llegó “Taste of the rain” se unió a ellos Zagar (amigo y parte de la banda Ignitia)  tocando una flauta tenor que acompaña y contrastaba con la flauta dulce de Thania. Como sorpresa, pudimos oír en primicia su nueva canción, llamada “Warriors & Winners”, en la que predomina la guitarra, que nos habla de de la superación, dejar el pasado atrás para poder construir un futuro común.

La escenificación cobró vital importancia en “Huargos”, donde la oscuridad de la sala, una luz frontal azul, las lentillas transparentes de Fernando, los gestos de Selene y Thania, y la potencia de Cassandra, aunaban un sentido de teatralidad y oscuridad en concordancia con la canción. Al terminar le tocó el turno a “Adamas”, personalmente, una de mis canciones favoritas, que contrastaba a nivel más sentimental.

Duendelirium

Desgraciadamente, a unas pocas canciones de terminar el concierto, se avisó de que tendrían que terminar abruptamente, por lo que invitaron a escena a Zagar, esta vez con un  whistle, y a Alberto (otro amigo también parte de Ignitia) a la gaita, mientras tocaban “The Wild Hunt”. Tras esto el público empezó a pedir “Sangre y ron”, por lo que el concierto acabó con el público coreando el estribillo a todo pulmón con el puño en alto. Broche a un concierto en el que todos pudimos disfrutar, tanto los espectadores que bailamos, saltamos, cantamos, sentimos, alzamos el puño… como los artistas, a los que al acabar cada canción se les podía ver sonriendo mientras disfrutaban del mágico ambiente que habían creado.

 

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