Crónicas

Toni Metralla y los Antibalas: Salvajes antiurbanitas

«Otra de esas citas para rememorar durante meses. Larga vida a los Antibalas y al rock n’ roll macarra bilbaíno»

22 mayo 2021

Sala Bilborock, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Quizás acudir a un concierto todavía en pandemia con el paso del tiempo se convierta en una de esas cosas para sentirse orgulloso. Es curioso cómo se van levantando restricciones incompatibles por completo con la llamada democracia, pero en cambio para el sector cultural no existe posibilidad de relajar medidas en ningún aspecto. Ni siquiera una tendencia descendente de casos en todo el país hace que nuestros gobernantes empiecen a preocuparse por la gente que trabaja en esto de la música. Y ni hablemos ya de esos experimentos para realizar eventos multitudinarios que reciben el vacío institucional por respuesta, encomiables iniciativas que desde luego ni  merecen la atención del ministro del ramo, preocupado más por tuitear sobre fútbol que por desempeñar las funciones inherentes a su cargo.

Pero en épocas de dificultades siempre conviene recuperar aquella vieja máxima de “ladran, luego cabalgamos”, aunque en este caso desde el otro lado no se escuche ni un murmullo, prueba definitiva de que el asunto no interesa a nadie con puestazo oficial. Al margen del desinterés de los políticos, seguirá habiendo bolos que nos aporten energía durante meses, como el que ofrecieron Toni Metralla y los Antibalas en la sala Bilborock, una cita dividida en dos pases a la 13.30 y a las 18.30 que supuso el retorno a los escenarios en un largo tiempo de todo un clásico de la escena local.

Si uno acude a conciertos de rock o punk en la capital vizcaína seguramente no tardará en toparse con un tipo con estética de motorista apostado en las primeras filas. Ese es el vocalista Tonino, con un currículum en el que destacan las aventuras de Macarrada o M.C.D. De una escuela similar procede Lino, otro histórico que lleva militando más de tres décadas en Parabellum, con alguna incursión puntual en la banda que empezó un 23F. Y daba la casualidad de que esa tarde además teníamos al bajo a Koldo, vocalista de Undécimo Mandamiento o Nalga y que en su día también se encargó del micro junto a Jokin y compañía. Toda una coalición de estrellas cercanas.

A pesar de que iniciaran su trayectoria marcándose versiones con mucha personalidad, Toni Metralla y los Antibalas han adquirido una solidez compositiva tal que ya no les haría falta recurrir a piezas de otros, por lo que si tiran de ese rollo es por pura cuestión de principios, sin esconder nada debajo de la alfombra. Por eso, no extrañó que abrieran su enérgico recital con un tema tan reivindicativo como “Rock ‘N’ Roll por siempre”, original de The Carburetors, y que a continuación se elevaran las gargantas con el grito rotundo de “Antiurbanita” de los alaveses Triturbo. Parámetros marcados a fuego.

Siempre encandila en directo su adaptación al castellano del “Always On My Mind” de Elvis y subieron un escalón con “Enamorado de la soledad”, uno de sus grandes himnos recientes imbuido por el espíritu M.C.D. Y lo mismo sucede con “Aditivo de plomo”, que delata por completo su procedencia de un “barrio blues”. Tonino y Lino se comen el escenario, ahí se notan sus viejos galones y la elección de Koldo a las cuatro cuerdas no se podría tornar más apropiada, incluso molaría que le dejaran cantar alguna canción.

El aire a lo The Cramps de “Cohete Cósmico” introdujo un poco de respiro en un repertorio trepidante que invitaba a no perderse ni un segundo, mientras el carismático vocalista maullaba cual felino y arañaba a sus compañeros. La reciente “Laberinto” sirvió a modo de muestra de que no se encuentran muertos ni mucho menos en el aspecto compositivo y no podrían obviar de ninguna manera su clásica revisión del “Rebel Yell” de Billy Idol, Lino tampoco era Steve Stevens, pero se defendió muy dignamente en el solo.

La peña aulló, se batieron palmas por doquier y alguno hasta gritó “¡Más rápido!”, supongo que en plan irónico, pues no pararon ni un momento. Las apelaciones al frontman no cesaron y se sugirió incluso que “bailara”, algo que Txarly Usher, presente en las primeras filas, zanjó diciendo que “Tonino no baila”. Tal vez le suceda lo mismo que al Loquillo de los inicios que tenía prohibido hacerlo en ciertos centros comerciales.

Otra de las que se espera en sus bolos como agua de mayo es “Bien jodida”, que en realidad es el “Pretty Fucked Up” de Supersuckers elevado a una potencia igual o superior a la original. La adoración de los fieles por el voceras quedó patente en el lanzamiento de una braga rosa de cuello vuelto que el aludido no se puso para no parecer “Superman”. Que no falte la coña.

Hacía “Día despejado en Ciudad Rencor”, por lo que no era extraño acordarse de las criminales restricciones de nuestro lehendakari hacia la hostelería, así como recalcar que “volvemos a los tiempos del No-Do”, no en vano los canales autonómicos llevan ya meses situados en esa tesitura. Habrá que recordar épocas pasadas, como cuando “había niebla en el Izangoan”, mítico local deustoarra de rock n’ roll, antes de “Amor francés”, otro temón de los que crecen hasta la estratosfera en las distancias cortas.

Sorprendió que cambiaran de tercio con una versión en castellano del celebérrimo “Enola Gay” de OMD, más guitarrera que en su forma habitual. “Es que nos han vacunado a todos con Moderna”, ironizó Tonino ante el cachondeo generalizado. Se escuchó montar bulla a unas chicas del fondo que habían decidido renombrar su himno “Antibalas” por “antibragas”, por lo que era el momento preciso de sacar su emblemático rifle pie de micro y alzarlo a la multitud como un chalao yanqui tipo Charlton Heston. Toda una ironía que el cantante se cortara el dedo con el arma y tuviera que bajar escopetado al camerino a ponerse una tirita.

El regreso no resultó menos serio con una adaptación a la lengua de Cervantes del “Cum On Feel The Noize” de Slade que en el estribillo reincidía en el hecho de que “no hay bar” en el recinto. Y después de una descarga tan atronadora todavía se pusieron existenciales con aquella recordada pregunta de The Dictators de “¿Quién salvará al rock and roll?”. Una labor que ellos mismos se podrían otorgar después de atreverse con el inolvidable “A-68” de M.C.D., algo casi obligado con tres ex miembros de esta formación sobre el escenario. Impepinable.

“Dad de comer a los hosteleros”, recomendaba Tonino a la afición mientras nos dejaban con la sensación de que el show había sido muy rápido, al contrario de lo que proclamaban los salvajes antiurbanitas desde el público. Otra de esas citas para rememorar durante meses. Larga vida a los Antibalas y al rock n’ roll macarra bilbaíno.

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Concierto muy cañero en una de las salas más emblemáticas de la rockera Bilbao por parte de TONY METRALLA Y LOS ANTIBALAS con sus buenos temas impregnados del mejor Punk Rock.

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