Crónicas
Talco + The Real McKenzies en Bilbao: Reconstituyente espiritual
«Recomendamos encarecidamente un concierto de este tipo para los que un buen día se levanten de bajón por el motivo que sea, vean todo negrísimo y les pese hasta el alma. El frenético jolgorio ska punk que monta esta gente funcionará a la perfección como reconstituyente espiritual sin contraindicación ninguna.»
6 enero 2023
Sala Santana 27, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Hace unos años había algunos géneros musicales que nos parecían poco menos que de titiriteros. Todo cambió la primera vez que fuimos al festival Rebellion y ahí vimos a los ingleses romperse de verdad con las trompetas y los ritmos acelerados. Entonces pensamos que quizás nos estábamos perdiendo algo interesante de verdad e intentamos escuchar estilos antaño desechados sin los prejuicios de antaño. Y un servidor, que también adora rumiar miseria a puntapala con Joy Division y similares, acabó pillando el punto a tonalidades más festivas.
Los italianos Talco, con una presencia descomunal de los vientos, no poseen complejo alguno a la hora de mezclar elementos en apariencia antagónicos, caso del punk o de las melodías circenses. Lo cierto es que han creado un auténtico batiburrillo de influencias dispares envueltas en mensajes anticapitalistas y contraculturales que todavía a día de hoy conservan cierto atractivo, a pesar de que en este país algunos de los que se llaman progresistas hayan desvirtuado por completo la esencia izquierdista con políticas institucionales que provocan vergüenza ajena.
No imaginábamos que la bilbaína sala Santana 27 iba a estar tan concurrida a poco de acabar las fechas navideñas. Me suena que ambos de los protagonistas de la noche no era la primera vez que recalaban en el País Vasco, por lo que ya habían plantado la suficiente semilla para conseguir abarrotar un recinto igual que si fueran las fiestas populares de cualquier pueblo. Y visto el fiestón que montaron, no extraña en absoluto que muchos repitieran.
Se había configurado además un cartel muy dinámico con los veteranos del folk punk The Real McKenzies, que llevan ya tres décadas dando el callo en los escenarios, ahí es nada. Con sus faldas escocesas, gaitas y demás parafernalia, ya de entrada ofrecieron un curioso espectáculo visual. El jefe del clan, Paul McKenzie, era un tipo muy querido por la afición, pues no paró de hacerse fotos con la peña que le abordaba y con algunos de ellos hasta mandó a cascarla a la difunta Isabel II de Inglaterra. Menos mal que así se recuperaba cierto equilibrio en el universo después de haber soportado esa penosa estampa con destacados rockeros rindiendo homenaje a una señora de sangre azul cuyo único cometido en vida fue tocarse la vaina a dos manos.
En lo musical, a los canadienses les falta el rollito hardcoreta que poseen Dropkick Murphys, pero montaron pogos y hasta algún intento de conga. Lo normal en un repertorio dinámico con himnos etílicos del calibre de “Drink Some More”, recuerdos a misteriosas criaturas en “Nessie” y a luchadores antifascistas en “The Lads Who Fought & Won” o meras canciones positivistas como “Best Day Until Tomorrow”. Ni un segundo de aburrimiento. Un entremés de lujo.
El listón andaba por las nubes, pero todavía era posible superar lo anterior con la velocidad supersónica que imprimieron Talco desde el inicio con “Via”, todo un temón para despertar al personal. Sin despegarse de su último larga duración, ‘Videogame’, se acordaron del preocupante fenómeno de los populismos con “Paradise Crew”, mientras entre canción y canción se escuchaban ruiditos de maquinitas pretéritas.
Es evidente que estos italianos tienen muy ensayada la fórmula para conseguir que la atención del respetable no decaiga ni un momento, con los integrantes de la sección de vientos metidos de lleno en el papel de animadores sociales y una muchedumbre que entra de golpe en su juego desde el mismo comienzo. Fácil se torna su cometido con “La mano de Dios”, otro corte vinculado al fútbol, al igual que su celebérrimo “St. Pauli”, que fue incluso adoptado por el propio club germano de idéntico nombre y propulsó su popularidad tanto en aficionados al deporte como a la música.
Las melodías bailables siguieron presentes en “La carovana”, con las gargantas desatadas. Definitivamente, si uno lo que busca es un fiestón, este es el grupo adecuado. Un servidor, que no es demasiado amigo de los tonos festivos, ya lo hemos dicho antes, encontró la propuesta sumamente atractiva, a pesar de que la mayoría de las veces se moviera menos que un gato de escayola. Lo sentimos, a los góticos del cante jondo nos educaron así.
Su disco más reciente contenía además auténticas locomotoras en directo, caso de “Descarrilla” y apelar en determinados momentos al deporte rey no iba a disminuir la emoción del respetable. Dieron con la tecla exacta en el ya mentado “St. Pauli”, donde se enarboló la famosa bandera de los dos huesos y la calavera del club. Alucinante la que se lió.
A nosotros las apelaciones al balompié nos daban un poco igual, no así himnos antifascistas como el “Bella Ciao”, con un mensaje inequívoco, por mucho que se lo intenten apropiar veletas sin escrúpulos. Otro instante en el que se vino abajo el recinto con los cánticos y demás. Cierto es que The Real McKenzies también habían conseguido animar a la peña, pero es que esto estaba a otro nivel.
“Garage Jukebox” mantuvo el subidón sin problema y los saltos se reprodujeron por doquier. Aquí no teníamos baladas ni piezas para arrimar cebolleta, sino épica, trompetas a punta pala y tonadillas para elevar voces hasta la estratosfera, caso de la inevitable “Danza dell’autumno rosa”, que podría sonar hasta en estadios de fútbol por su carácter de canción popular. Inmenso.
Su manera de entender los bises no era la habitual a la mayoría de bandas, es decir, limitarse a dos o tres temas y fuera, sino extenderse bastante más en este sentido. Continuaron la jarana con “Radio Countdown” y “Tarantella dell’ ultimo bandito”, entre otras, y más tarde nos confesaron que en realidad tocaban muy poco en su país natal y mucho fuera.
Lo curioso de esto último es que en cada sitio les perciben de manera distinta. Si en Alemania les tienen por punk rockeros californianos, por estos lares la mayoría les asocia con el veterano festival Viña Rock, con los beneficios y estigmas que ello conlleva en determinados ámbitos. Tal vez lo más acertado sea considerarlos un género en sí mismo, permeables a multitud de cosas asimilables sin aspavientos.
Para un grupo de su palo, con tanto mercado en el exterior, la pandemia les hizo polvo, por lo que no dejaron pasar la ocasión de agradecer a la peña por su apoyo. “Muro di plástica” proporcionó más munición para el desparrame, al tiempo que censuraban a los populismos que utilizan a los inmigrantes de forma indecente. Podrían haber metido todavía más el dedo en la llaga haciendo alusión a los políticos que desde ciertas comunidades todavía hablan de razas puras y demás memeces de aldeanos, pero bueno, nunca está de más denunciar a los oportunistas de cualquier signo.
En suma, recomendamos encarecidamente un concierto de este tipo para los que un buen día se levanten de bajón por el motivo que sea, vean todo negrísimo y les pese hasta el alma. El frenético jolgorio ska punk que monta esta gente funcionará a la perfección como reconstituyente espiritual sin contraindicación ninguna. Mano de santo, oigan. O de Dios, como decían ellos.
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1 comentario
Extenso resumen hacia el gran concierto que se marcaron los transalpinos TALCO a base del mejor Punnk/Ska combativo presentando su último álbum y sin olvidar la actuación que se curraron THE REAL MCKENZIES como buena banda telonera.