Crónicas
Siniestro Total: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?
«Se despedían unos viejos colegas, y lo que se nos venía encima no era sino una traca de la primerísima época, dinamita sin casi alteraciones»
6 mayo 2022
WiZink Center, Madrid
Texto: F. J. Villasante. Fotos: Sandro Santos
El pasado viernes estaba marcado en el calendario. Se despedían unos viejos colegas; si a eso le sumas tres años desde el último concierto, pues había mono, y mucho, de rock & roll. Siniestro Total decían adiós, bueno, empezaban a decirlo, porque el sábado había una segunda y, en teoría, definitiva entrega. Y digo en teoría, porque las últimas dos décadas han sido prolíferas en arrepentimientos sonados: Scorpions, Judas, Ozzy… de modo que… ¿Quién sabe?
Pero vamos a lo que vamos. A eso de las 20:30 los alrededores del Palacio estaban de gala, buen ambiente y peña a mogollón, como en las grandes ocasiones. Se veían muchos gallegos, como no podía ser de otra forma, algunos con banderas y todo. A las 21:00, tan solo media hora antes de la hora del comienzo previsto, había tanta gente en la plaza de Dalí que yo me preguntaba si habría algún dato nuevo sobre la hora de comienzo que me hubiese perdido. Al principio pensaba que sería una enorme y retorcida cola, o varias, pero no, llegamos a la entrada los nueve colegas que íbamos y entramos sin esperar ni un miserable segundo. Una vez dentro, media entrada, efectivamente los de fuera tienen que entrar, no son sólo gente tomándola, no en vano está todo el aforo vendido. Los incondicionales respondieron sin dudarlo a esta mini reunión de la banda, ya que no olvidemos que Miguel Costas no había vuelto a tocar con ellos desde su marcha en 1994. Sólo iba a faltar esa noche sobre las tablas el llorado Germán Coppini.
A las 21:38 por mi reloj, se apagaron las luces. Todavía tardaron un par de minutos en empezar, generando el correspondiente incremento de la intensidad del griterío, hasta que por fin arrancaron: "Buenas noches, Santander", como en los viejos tiempos.
Escenario amplio pero sobrio, lo de Siniestro no son los escenarios de película de Hollywood, luces como no habían tenido en la vida, y lo mismo a nivel de asistencia. Arrancan con “Tan Hermoso”, mal empezamos, no es de las mías, y encima suena regular tirando a mal. A la gente no parece importarle y aquello es un desmadre, sobre todo la pista. Le sigue “Rock en Samil”, esta sí, puritito Ramones, a bailar como posesos y, en consecuencia, primer toque de la amable joven que nos vigilaba, por salirnos del milímetro cuadrado que tenemos asignado para bailar, sin reparar que cualquiera de nosotros podía ser, no su abuelo, pero su padre sobrados, -esto va a ser divertido, me digo-. No sé cuántas veces le dio el toque a mi amiga Mayte. Le siguen “Assumpta”, “Ay Dolores” y “Opera tu fimosis”, marcha, marcha, y de repente, primer parón. Antes de lo que esperaba, pero bueno, va. Julián Hernández se marca uno de sus típicos monólogos y anuncia “España se droga”, primer tema de la noche de la era post Miguel Costas, perteneciente al álbum ‘Policlínico miserable’. Tampoco es de los míos. Con él entramos un periodo de alternancia de temas históricos y otros que no tanto.
“Camino de la cama” y “Todo por la napia”, potentes, “La paz mundial”, floja; “Pueblos del mundo extinguíos”, cal, “Chusma”, arena. En esta última se produjo la aparición del primer invitado de la noche, Segundo Gandio, que fue bajista de la banda entre 1988 y 2001.
A todo esto, las filas superiores de los laterales seguían vacías. ¿Y esa gente dónde está? ¿No está todo vendido? Probablemente en la pista, no había más que verla, llenita a rebosar no, lo siguiente.
“La cultura popular” y “Yo dije Yeah”, fueron las siguientes en desgranarse antes de otro amague de desmadre protagonizado por “Vamos muy bien”, su famosa versión del tema de Obús; “Diga que le debo”, “Fuimos un grupo vigués” cantada por Javier Soto, “Sobre ti (over you)” cantada por Óscar Avenaño, y “Tipi, dulce tipi”, pero cortado de raíz, obviamente desde mi punto de vista, por “Chico de ayer”, de su último trabajo, ‘El mundo da vueltas’. “Tumbado a la bartola”, con la intervención de Alberto Torrado, tercer miembro fundador de la banda junto a Costas y Hernández, nos sirvió de puente para lo que se nos venía encima.
Y lo que se nos venía encima no era sino una traca de la primerísima época: “Nocilla, ¡que merendilla!”, “Naturaleza”, “Mario (encima del armario)”, “Todos los ahorcados mueren empalmados” y “Oye, nena, yo soy un artista”, telita. Pena que decidieran intercalar “Joder, Cristina”, porque después venía “Matar jipis en las Cíes”, que pega más con la serie anterior que la susodicha. “Bésame soy gallego” fue la última aportación al repertorio de sus discos más recientes, en este caso de ‘Popular, democrático y científico’ de 2005.
Y a partir de aquí, dinamita sin casi alteraciones. Primero llega el momento “gallina en piel”: “Vámonos al Kwai”. ¡Madre mía los pedos que me he cogido yo en ese sitio! Había que pedir las copas de dos en dos o no te servían, porque el jodido Constante echaba media botella de refresco por pelotazo, y además no había cerveza. Bueno, ni vodka: "Aquí no servimos productos comunistas", me dijo un día que le pedí dos vodkas con naranja. Toda una leyenda. “Ponte en mi lugar”, “Superavit”, “La sociedad es la culpable” y “Emilio Cao”, se fueron sucediendo hasta llegar a “Ye-ye”, con sus legendarios y absurdos solos de batería y bajo, a los que esta vez añadieron el “solo de triángulo largo”, todo un espectáculo digno de verse.
“Cuánta puta y yo qué viejo” dio paso a otro de los históricos, “Allatollah!”, y con el Palacio desbocado llegó “Miña terra galega”, el tema más aclamado de la noche y, para mí sin duda alguna, el mejor y más emotivo. Y para terminar una cachonda “Menea el bullarengue”, una espectacular “Bailaré sobre tu tumba”, una tremenda “¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?”, cantada hasta la extenuación por el respetable, y despedida clásica con “Somos Siniestro Total”, habitual fin de traca de los conciertos de la banda. Después sonaría la clásica “Que les corten los huevos”, pero ya grabada mientras el grupo se despedía, y a la vez que detrás de ellos se podía leer escrito el siguiente mensaje: "Disculpen las molestias. no volverá a ocurrir". Genios y figuras hasta la sepultura.
En definitiva, un concierto plagado de temas, unos mejores y otros peores, pero indudablemente fueron un montón. A mí particularmente me sobraron unos cuantos, sobre todo de su época más reciente, y me faltaron unos cuantos de los cinco primeros discos. Yo entiendo el planteamiento de hacer un repaso a toda la discografía en un concierto de despedida, lo que pasa es que como persona que paga una entrada prefiero otra cosa. Yo no hubiera hecho un concierto tan largo, no es lo normal en Siniestro Total y a mí me dio la impresión de que se les hizo muy largo aunque intentasen dosificarse. A mí desde luego me hubiera gustado ver lo de siempre, 80-90 minutos de tralla sin parar, con las dos pausas de rigor para los chascarrillos de Julián, y a casa baldado y con cuatro kilos menos. Y luego también me faltaron temas muy clásicos como para no tocarlos. Eché en falta especialmente “Me pica un huevo” (me dolió de verdad), “No somos de Monforte”, “Te quiero” y unas cuantas más, que tampoco es cuestión de enumerarlas todas. Con esto no estoy diciendo que el concierto estuviese mal. Simplemente creo que pudo haber sido mejor sin hacer otra cosa que lo de siempre.
El otro “pero” de la noche se lo pongo al sonido. A veces bueno, a veces malo, iba y venía, ahora se les entiende, ahora no, desde luego mejorable. El saxofón en concreto no se escuchó en ningún momento, al menos desde nuestra posición, por más que el hombre se desgañitase soplando. No se cargó la noche, pero hubiera podido y debido ser bastante mejor de lo que fue, la ocasión lo merecía. He estado preguntando y leyendo alguna crónica a ver si se mencionaba algo en este sentido y, efectivamente, la calidad sonido es la queja y/o crítica más frecuente que me he encontrado en referencia al concierto. Sin embargo, insisto en que aunque ciertos aspectos fueron mejorables, fue una noche emotiva, en la que no paramos de bailar cuando nos dejaron los de la organización, y en la que nos lo pasamos de miedo cantando a pulmón partido canciones de lo que, nos guste o no, ya es otra época. Y si esta crónica no te importe, no somos de Monforte.
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2 comentarios
40 años de carrera musical y la queja del autor de la crónica es que tocaran temas (pocos) que iban más allá de 1990.
Gran concierto de despedida el que se marcaron una de nuestras bandas más históricas como son los vigueses SINIESTRO TOTAL en el Palacio de los Deportes de la rockera Madrid. Lo bueno es que saldrá en formato Cd y Dvd para disfrutarlo.