Crónicas
Rebellion Festival en Blackpool (Reino Unido): El regreso de la hermandad antisistema
«Vivimos de primera mano el regreso de la hermandad antisistema y comprobamos que el espíritu de unión y camaradería presente en esta cita no se respira en ningún otro lugar del mundo.»
Del 4 al 7 de agosto de 2022
Winter Gardens, Blackpool (Reino Unido)
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Durante mucho tiempo se confundió la actitud cerril e irrespetuosa hacia los semejantes con una supuesta autenticidad que en realidad no es más que una palmaria falta de educación sin paliativos. Un concepto que en otros países no resulta complicado de explicar, pero que en determinados ámbitos peninsulares todavía cuesta entender. Nos va tanto el postureo que parece que para ser el más macarra del lugar es fundamental pisotear los derechos de otros trabajadores en vez de dirigir la ira contra ciertos partidos políticos, grandes corporaciones y demás tentáculos culpables de ese injusto sistema que impide a las clases populares levantar cabeza en todos los sentidos.
En el festival Rebellion de Reino Unido esa noción la tienen muy enraizada en su ideario, así como esa auténtica mentalidad antifascista que aboga por el respeto absoluto a los otros siguiendo la básica premisa de que los allí reunidos son familia y uno debería tratar a los de su misma sangre con la mayor consideración posible. Y esto no se trata de meras palabras vacías, sino de hechos tan inapelables como ceder el paso al entrar en cualquier sitio, una cortesía que choca bastante viniendo de un país en el que predomina la cultura de puchi el último y de quedar siempre por encima de los demás. Insolidarios hasta la médula.
No puedo dejar de resaltar en este sentido la encomiable profesionalidad y rigor de su equipo de seguridad, cuya voluntad de ayudar al personal se notaba en simples gestos como dar agua a los que lo solicitaban y hasta agasajar con gominolas a los asistentes de las primeras filas. Qué diferentes resultaban frente a esos mamporreros con carácter chulesco que favorecen los conflictos y que ejercen la brutalidad policial a la mínima, como los que hemos visto ya en varias ocasiones en alguna sala de la capital del país conocida por sus altos precios.
Tras dos años de pandemia, por fin volvía la cita fundamental para amantes de punk, con el añadido de un escenario adicional al lado de la playa y otro de corte literario en el que había entrevistas a grupos o escritores subversivos como Irvine Welsh, autor de ‘Trainspotting’. Por si a alguien se le quedaba corta la oferta habitual de cinco tablaos en el complejo de Winter Gardens. Aquí había que venir descansados y mentalizados para pegarse una buena pechada.
Una pelirroja salvaje
Abarcar todo en este festival se torna imposible, más todavía con el escenario de la playa de esta edición, pero conseguimos al final realizar un reseñable compendio que abrimos con los históricos Red London, que llevan dándole al asunto desde 1981 y toman su nombre de una canción de Sham 69. Temas suyos como “Revolution Times”, “Cut From a Different Cloth” o “This Is England” resultaban tan potentes como un desayuno inglés con salchichas y beicon, por lo que así daba gusto comenzar la primera jornada del jueves.
Les tomaron el relevo Mondo Wave, con su rollo Ramones e indisimulada afición por Lemmy Kilmister, mientras que Janus Stark sorprendieron por una versatilidad que iba más allá de los tres acordes y no les impedía emplear punteos cercanos al hard rock o melodías en plan power pop, caso de su himno “Every Little Thing Counts”. Normal que su debut ‘Great Adventure Cigar’ haya sido elogiado hasta por gente como Foo Fighters.
Los jovenzuelos de N.V.S. lo cierto es que no inventaban nada con su fidelidad absoluta al sonido de la primera ola del punk del 77, pero por lo menos entretuvieron y demostraron saber estar con sus pintas molonas y toneladas de actitud. La cosa no pudo empezar mejor con la versión a lo Sid Vicious del “C’Mon Everybody” de Cochran y también molaron piezas propias como “Your So Lazy”. Con conciertazos como el que se marcaron en el Rebellion, cada vez se oirá hablar más de ellos.
Otros también populares por la zona eran Pizzatramp, una chaladura máxima de frenético hardcore punk con canciones que en la mayoría de los casos no superaban los dos minutos y favorecían los pogos salvajes, como era de esperar. Poseían además un ramalazo políticamente incorrecto que quedaba reflejado en títulos como “Millions of Dead Goths” o ese “Long Songs Are Shit” que valió al vocalista para despotricar contra Metallica o Foo Fighters. Que ningún ofendidito se los tome en serio, brutales.
Uno de los puntos destacados de la jornada fue sin duda Suzi Moon, que por estos lares ya la apodan como la nueva reina del punk y hay que reconocer que su presencia escénica es realmente arrolladora. Esta pelirroja salvaje sabe cómo deben ser los shows en directo, a degüello, arrastrándose por el suelo cual Iggy Pop y dejándose el aliento en cada poro, en la línea de lo que implican auténticos temazos del calibre de “Dumb & In Luv” o “Sonic Attraction” a medio camino entre Joan Jett y Backyard Babies.
Para certificar que lo suyo no era en absoluto postureo sino agallas para regalar cantó “Animal” desde las primeras filas y no se cortó a la hora de estampar la guitarra contra el suelo y pasearse por las tablas con el mástil como si fuera un trofeo de caza. Maravillosa, que alguien la traiga a la península, por favor.
Nos dio pena no poder quedarnos al show completo de Svetlanas, pero por lo menos pudimos comprobar que su vocalista Olga sigue siendo un vendaval impresionante sobre las tablas. Que te entone a escasos metros “Go Fuck You Self” podría sobrecoger incluso al más aguerrido, quizás la mejor frontwoman que se pueda ver hoy en día dentro del thrash punk.
Había camisetas pululando por ahí con el texto “I hate folk punk”, tal vez debido a la saturación de grupos de dicho estilo, aunque Dropkick Murphys permanezcan en su lugar más elevado. Los británicos Ferocious Dog seguramente no lleguen a la contundencia de los bostonianos y les falte algo más de guitarras, pero habría que ser de otro planeta para no animarse con “Haul Away Joe”. Conscientes de la polémica que parece acompañar aquí al género, cargaron contra los ortodoxos en “Punk Police” y liaron una buena en el escenario de la playa montando simbiosis imposibles entre circle pits y congas. A cascarla los integristas, todo un grupazo.
Dirt Box Disco se definen como una banda de punk alternativo y desde luego uno se daba cuenta de lo especiales que eran al ver a su vocalista con pasamontañas con cresta, otro tipo pintado de azul pitufo y alguna gorra siberiana por ahí. Tenían su punto piezas del estilo de “My Life Is Shit” y la peña debía flipar de lo lindo con ellos, pues se montó un considerable dispositivo de seguridad ante la previsible avalancha de personal lanzándose por los aires. Menuda locura.
Sobresaliente en punk
En el anterior Rebellion que estuvimos ya catamos a In Evil Hour, y como no lo hicieron mal, volvimos a repetir. Su frontwoman no se lo curraba mal, pese a no llegar al nivel de brutalidad de Olga de Svetlanas, y temas enérgicos como “Predators” justificaban prestarles un mínimo de atención. Decentes.
Los activistas Anti-Flag suelen destacar por sus directos, pero ni siquiera llegamos a imaginar que su recital se convertiría en uno de los mejores de los cuatro días. Ya para empezar, irrumpieron en escena con unas ganas enormes, y ese tipo de cosas son contagiosas, por lo que no tardaron en llover a paladas individuos desde lo más alto.
El comienzo fue además para enmarcar con declaraciones de principios tan rotundas como “The Press Corpse”, “Die For the Government” o “Brandenburg Gate”. El bajista, cuyo instrumento acostumbra a lucir la leyenda “Esta máquina mata fascistas”, apeló a la colectividad antes de “Hate Conquers All” y no tardaron en brotar pogos o circle pits solidarios en los que se animaba a levantar a los que se caían. La emocionada fue tal que acabaron por igual tanto tíos como tías con el torso desnudo.
Aparte de proyectiles propios como “Broken Bones” o “1 Trillion Dollars”, conviene destacar el espectacular medley que se marcaron de clásicos del punk del calibre de “Should I Stay Or Should I Go” de The Clash, “God Save The Queen” de Sex Pistols, “Right to Work” de Chelsea o “If the Kids Are United” de Sham 69, entre otras. Sobresaliente en la materia.
No menos relevancia merecían unas leyendas de la altura de Circle Jerks, que en teoría celebraban el 40 aniversario de una piedra angular del hardcore como ‘Wild In The Streets’, por lo que la liada estaba garantizada ya de entrada con el mismo trallazo homónimo, que por supuesto no faltó. Estructurando su repertorio en bloques de canciones, pues la mayoría era un visto y no visto, su vocalista intercalaba anécdotas, pues a sus 66 tacos se había ganado el derecho de hacerlo, según explicó.
Su show desató emociones extremas hasta el punto de que algunos que se lanzaban en volandas luego aterrizaban como diablos de Tasmania revolviéndose contra todo y poniendo a prueba la paciencia del personal de seguridad. Lo cierto es que habría que tener sangre de horchata para no moverse por lo menos un poco con himnos de la envergadura de “Don’t Care” o “When the Shit Hits the Fan”. Pura rabia.
Y cerramos el primer día con la clase y la leyenda de The Boys, que en nuestro país algunos reconocerán porque “El avestruz” de La Polla Records es en realidad su éxito “First Time”. Al margen de ese dato, mencionar que este siempre fue uno de nuestros combos favoritos del sonido 77, por lo que no resulta complicado imaginar la emoción de un servidor por escuchar en directo temones como “No Money”, “USI”, “Tumble” o ese “Brickfield Nights” que empieza igual que el “Be My Baby” de The Ronettes. Enormes los Beatles del punk, estaban en muy buena forma. Otro grupo que molaría ver en la península.
La herencia de Steve Jones
Cuando algo te entra por los ojos y te causa buena impresión, es difícil que las cosas se tuerzan, así sucedió con la banda que inauguró el Empress Ballroom el viernes. Hablamos de The Bolokos, procedentes del archipiélago caribeño de Guadalupe y que se proclaman únicos en su lugar de origen por su peculiar mezcla de rock, punk, música céltica y criolla, a ver quién supera eso. Con su llamativa apariencia de muertos vivientes, se marcaron un repertorio muy entretenido que pudo despertar a cualquiera, caso de ese “White Rum” que sonaba a Social Distortion por los cuatro costados o el ska exótico de “Tropical Rude Boy” muy rollo The Clash. Para seguirles la pista.
Si en la jornada anterior nos alucinó Suzi Moon por su arrolladora puesta en escena, lo mismo podríamos aplicar a Tiger Sex, capitaneados por una fémina indomable que emulaba a Iggy Pop encaramándose por los andamios del escenario, arrastrándose por el suelo o surfeando entre la multitud, por supuesto. Para redondear la jugada, se cascó una revisión muy digna del “I Wanna Be Your Dog” de The Stooges, aunque sus composiciones propias no andaban exentas de atractivo. Una pasada.
Ya hemos mencionado que en esta edición había un escenario literario y no nos quisimos perder la intervención de Irvine Welsh, celebrado autor de ‘Trainspotting’ que en esta ocasión presentaba la obra ‘The Seal Club’, escrita al alimón junto a John King y Alan Warner durante el periodo de confinamiento. En la charla se abordaron asuntos tales como la naturaleza del proceso creativo, la conexión de los escritores con los problemas de la gente o las consecuencias de la nociva “cultura de la cancelación”. Para que digan que el punk solo era peña metiendo ruido.
The Newtown Neurotics contaban con una trayectoria señera que se remontaba a 1979, aunque luego en 1988 sufrieron un parón hasta que se reformaron en 2006. Tampoco eran la bomba, pero nunca estaba de más contemplar esos pequeños objetos desenterrados de la historia de la música con los que nos suele obsequiar el Rebellion.
Mucha más consistencia poseían Bite Me, unas londinenses con el descaro y la actitud por bandera con una frontwoman alucinante que realizaba acrobacias y no paraba quieta. El resto de chicas eran casi como superhéroes por la marcada personalidad de cada una, desde el rollo psychobilly de la batería al aire más glam de la bajista. Y encima adaptaron a su estilo con pericia el himno “Don’t Dictate” de Penetration. Grandes.
Lo bueno que tiene este festival es que puedes ver a grupos que antaño solo conocías por los recopilatorios de punk. Los míticos Infa Riot se antojan un claro ejemplo de esto último, aunque muchos les recordarán por la versión que hacen en castellano M.C.D. de su himno “Emergency”, pieza con la que comenzaron su actuación, por cierto. El veterano vocalista mandó saludos en castellano a “los amigos” de Chile y no dejó de arengar a las huestes a que gritaran “oi oi oi”. La llamada a filas surgió su efecto, pues se montaron de los pogos más salvajes que vimos en el Rebellion.
Los californianos Ignite pusieron la nota diferencial con su hardcore melódico con momentos de metalcore y un inquieto vocalista que también optó por emular a Iggy Pop subiéndose por el lateral del escenario. Ofrecieron a la concurrencia temas tralleros con los que era imposible aburrirse, moló incluso su curiosa vuelta de tuerca del “Sunday Bloody Sunday” de U2. Para apuntarse el nombre.
The Professionals, la banda formada en un inicio por el guitarrista Steve Jones y el batería Paul Cook de Sex Pistols a finales de los setenta, son siempre un valor seguro. La formación actual con Tom Spencer al frente da el callo con un nivel encomiable, como hemos podido comprobar tanto en Bilbao como en el mismo Rebellion. En su repertorio podemos encontrar desde piezas propias de su incomprendido debut como “Just Another Dream” o “1-2-3” a clásicos de los Pistols vinculados a Jones o Cook, caso de “Silly Thing” o ese “Lonely Boy” que aparecía en una de las escenas más divertidas de la película ‘The Great Rock N’ Roll Swindle’.
Esa tarde además estiraron su retahíla de canciones habituales con el inmenso “Problems” de Sex Pistols, donde Paul Cook cantó un fragmento desde la batería, o ese “(I’m Not Your) Stepping Stone” popularizado por The Monkees cuya letra ya era profundamente punk antes de que lo grabaran Johnny Rotten y compañía. Nunca defraudan.
Había que ver de cerca la explosión de colores que celebraba la diversidad de T-Bitch, un conglomerado freak que en lo musical podría catalogarse como los B-52 del punk. Lanzaron confeti y serpentinas como en una fiesta infantil y terminaron enarbolando la bandera arcoíris mientras mandaban a cascarla a los “tories”, partido conservador británico. Todo un ataque en barrena a los convencionalismos sociales.
La iglesia de TV Smith
Una presencia recurrente en el Rebellion es la de TV Smith, mítico líder de The Adverts que hace ya varias décadas emprendió una carrera de cantautor. En esta ocasión tocaba un repertorio centrado en aquel legendario grupo que facturó himnos generacionales como “No Time To Be 21” y que mereció en su época los elogios del mismísimo Johnny Rotten de Sex Pistols. De escucha obligada para cualquier aficionado al punk deberían ser “We Who Wait” o “New Church”, entre otros cortes de su histórico debut. Su iglesia sigue teniendo la tira de fieles, por lo menos en Reino Unido.
Era obligado pegarse la pateada hasta el escenario de la playa para unas figuras fundamentales como The Undertones, que pusieron al personal firme de primeras con un temazo como “You Got My Number (Why Don’t You Use It!)”. En su formación actual falta el vocalista original Feargal Sharkey, pero su encargado al micro le echa mucha chulería, se pavonea como Tino Casal y hasta da vueltas de peonza. Muy dignos quedaron los himnos “Jimmy Jimmy” o “Teenage Kicks” antes de que arremetieran con el frenético “Male Model” o ese “Get Over You” que aquí algunos conocerán por la versión de Siniestro Total. Apabullantes.
Y sin movernos del tablado al lado del mar, The Stranglers demostraron que en Reino Unido siguen gozando de un espectacular atractivo que les hace congregar a unas 20.000 personas, algo que sorprende en un combo que en la península apenas llenaría una sala de 1.000, con suerte. El guitarrista y vocalista Baz Warne se disculpó ante los del sur porque el clima no fuera tan templado como imaginábamos, la rasca nocturna era considerable para el mes de agosto.
Suficiente calor espiritual proporcionaron “(Get A) Grip (On Yourself)”, “Something Better Change” o el soberbio reggae rock de “Nice ‘N’ Sleazy”, con las líneas de bajo de Jean-Jacques Burnel taladrando la cabeza. No faltaron éxitos para cantar a pulmón de la envergadura de “Always The Sun” o “Golden Brown”, sin mentar la piedra angular del post punk “No More Heroes”. Impresionante que un grupo de tanta calidad no haya calado nunca realmente en nuestro país.
Los italianos que comen pasta
La jornada del sábado comenzó para nosotros con The Lee Harveys, combo que le daba al punk pop de ínfulas setenteras tipo The Boys o incluso The Buzzcocks en sus momentos más melódicos. No estaban nada mal piezas enérgicas como “Words Are My Weapons” o ese cántico de hermandad llamado “Generation Kill”. Un apetecible aperitivo.
Siempre nos agradaron los rebeldes que se salen de las normas establecidas, por lo que no nos quisimos perder a Gogoponies, unos italianos que se cachondeaban acerca de los tópicos de su país, como los gastronómicos en “Pasta & Furious”. A estos también había que verlos, con tres chicas ataviadas con llamativos bañadores y un gorila a las cuatro cuerdas que imponía como si fuera el guardián de un harén. La petición de circle pits no surgió demasiado efecto, así que la acrobática vocalista no dudó en meterse entre la peña y dirigir a los más parranderos como si fuera el flautista de Hamelín. Impactantes.
The Webb tampoco resultaban muy convencionales dentro de un festival punk, pues su rollo electrónico y predilección por la parafernalia de Halloween encajaría mejor en un evento gótico, pero ahí estaba este dúo de Wirral (Reino Unido) con voz a lo Siouxsie Sioux y ritmos industrialoides a lo Psychic TV. Una interesante marcianada.
Otros clásicos de recopilatorio punk eran 999, con una trayectoria que se remontaba a 1976 y con canciones tan gordas en su repertorio como “Homicide”, santo y seña total de un movimiento. Siguen dando el callo más de cuatro décadas después de su primera referencia, no en vano les catalogan como uno de los grupos punk más duraderos. Si vas al Rebellion y no están por ahí, algo falla.
Los italianos Bull Brigade podrían ser una suerte de versión transalpina de Kaos Urbano, con clara militancia antifascista y cortes enérgicos de los que te entra subidón de inmediato, caso de “Ansia” o “Ultima Citta”. Tuvieron algún problema técnico, pero el vocalista entretuvo a la afición cantando canciones tradicionales en la lengua de Garibaldi. Actitud a raudales y un repertorio que enganchaba.
Los Spear of Destiny de Kirk Brandon son una de esas bandas ochenteras que sería casi imposible de ver en la península, aparte de que tampoco creo que cuenten con grandes legiones de seguidores en la piel del toro. En Reino Unido tuvieron una época en la que lo petaron en los primeros puestos de las listas de éxitos hasta el punto de que consiguieron hacer de teloneros de U2 en Wembley. Ahí es nada.
En la actualidad Brandon comanda la nave con un chorro de voz espectacular y movimientos más limitados, no en vano se vieron obligados a parar en la cresta de la ola por la artritis del líder. Fue de una exquisitez suprema escuchar piezas como “Never Take Me Alive” o “Liberator”, al guiri que teníamos al lado hasta se le cayó el vaso de la emoción. Me faltaron “So In Love With You” o “Prisoner Of Love”, pero su actuación resultó un impecable ejercicio de estilo. Rock épico para poner piel de gallina.
Naturaleza muerta a pleno sol
Corrimos raudos desde el escenario de la playa para catar a las coreanas Rumkicks y nos encontramos un recinto abarrotado hasta la bandera, no todos los días uno tiene la oportunidad de ver a punks del Lejano Oriente. No conseguimos ver muchas canciones, pero parecían divertidas, desde luego, aparte de su impactante aspecto visual. Como curiosidad, ni tan mal.
La vocalista de Lady Rage nos dio el día anterior un folleto anunciando su actuación, pero lo cierto es que ya teníamos fichada a la banda. No erró la intuición, pues se marcaron un show total con una frontwoman que era pura rabia.
Nos hubiéramos quedado más tiempo, pero coincidía con el homenaje a Mensi, fallecido activista antifascista y cantante de Angelic Upstarts y eso se trataba de palabras mayores. Una imagen gigante del líder desaparecido con el texto “Fuck You Tory Cunts” presidía el escenario, dando a entender que lo que sucedería allí sería especial como poco. Y así fue en un concierto en el que se repasaron clásicos del grupo del calibre de “Woman In Disguise”, “Police Oppression” o “Last Night Another Soldier” junto a invitados como TV Smith (The Adverts) o Patty de Red London, entre otros. Gloria eterna a un grande en todos los sentidos.
Otra vez a la carrera hasta la playa para contemplar a Peter Hook & The Light, histórico bajista de Joy Division que precisamente dedicaría el repertorio en su integridad al legado de esa banda cuya influencia llega hasta nuestros días tanto en el campo del indie como del rock alternativo o post punk. Lo cierto es que la naturaleza muerta del mítico grupo de Mánchester no se antojaba lo más propicio para el tiempo veraniego. El propio Hook se dio cuenta y se permitió incluso cierto cachondeo al decir: “Hace un día maravilloso, pero esto es “Dead Souls”.
Echamos de menos piezas de los comienzos de New Order tipo “Dreams Never End” o de aquel proyecto que montó cercano al brit pop llamado Monaco, pero Hook bordó cortes que incitaban al pogo como “Digital” y otorgó la dignidad requerida a piedras angulares del post punk de la envergadura de “She’s Lost Control” o “Transmission”, que sonaban casi clavadas a las originales. Y no hablemos ya del himno “Love Will Tear Us Apart”. Mágico de principio a fin.
Llegar a tiempo para The Rezillos, otra de nuestras bandas preferidas del punk, ya merecía otra pechada. Lo suyo en realidad es más rock n’ roll con el punto freak que le proporcionan los dos vocalistas Eugene Reynolds y Fay Fife y esas letras sobre abducciones, platillos volantes y demás. Después de haber soportado una pandemia, la visita de alienígenas se ha convertido en una posibilidad ya no tan descabellada como antaño.
“Destination Venus” nos puso de inmediato en órbita y permanecimos ajenos a la gravedad en “Flying Saucer Attack” o “(Take Me to the) Groovy Room”. Y “Mystery Action” demostró que tenían más que ver con la devoción a los clásicos de Meat Loaf que con el nihilismo de Sex Pistols. De los grupos más divertidos que uno se puede topar dentro del género.
Logramos catar un poco de The Exploited, con los que ya habíamos coincidido hace poco en Bilbao, aunque un concierto en Blackpool de esta gente nada tenía que ver. “Let’s Star A War” puso en posición de ataque a las huestes, al igual que “Dogs of War” o la enorme “Alternative”. El entusiasmo que suscitan por estos lares hay que vivirlo por lo menos una vez en la vida.
Poco después teníamos otro plato fuerte, The Godfathers, que están a punto de lanzar disco nuevo en septiembre, pero cuentan con una buena ristra de cortes capaces de despertar al más somnoliento, caso de “‘Cause I Said So”, “If I Only Had Time” o ese soberbio “I Want Everything”. Con The Exploited repartiendo cera a escasos metros, el público no era muy numeroso, pero los que estuvimos allí lo disfrutamos de lo lindo, el vocalista incluso agradeció a los presentes por tener “buen gusto”. Como no podría ser de otra manera, su emblemático “Birth, School, Work, Death” puso el broche final. Bolazo de una profesionalidad intachable.
Y para terminar la jornada, nos picaba la curiosidad con Sex Gang Children, grupo mítico también de los recopilatorios, pero góticos. Que una banda de sus características tocara en un festi punk ya era todo un acontecimiento, aunque el siniestrismo estuvo presente en el anterior Rebellion de la mano de Rubella Ballet. El vocalista Andi Sex Gang luce en la actualidad la apariencia de un vampiro ambiguo, pero se desenvuelve con solvencia en las tareas vocales, pese a que en ocasiones se exceda con tanto histrionismo. Historia viva de la música oscura.
La envidiable juventud
Al igual que otros días, la última jornada del domingo había un potente despertador como The Backstreet Abortions, con fémina de notables cualidades vocales a lo Vice Squad. “Poor Little Rich Boy” resultó un palmario ejemplo de lo que pueden dar de sí en las distancias cortas con sus punteos al tuétano y actitud avasalladora. Ideal para ponerse a tono. El chupito de la mañana.
Los escoceses The Cundeez eran la prueba viviente de que las faldas escocesas no son patrimonio exclusivo de los fanáticos del folk punk, puesto que su estilo andaba más cercano al streetpunk y además utilizaban en sus canciones el dialecto de Dundee. Pintorescos.
Y destilando glam a borbotones estaban The DeRellas, que parecían haberse escapado directamente del Sunset Strip angelino. Nos moló su rollo heredero de Johnny Thunders, Hanoi Rocks o los mismos Mötley Crüe. Se cascaron piezas para meterse picos en vena como “Don’t Tell Me What I Did Last Night”, “Emergency 2020” o “Underground Luv”. Que no se pierda nunca ese macarrismo que se antoja ya de épocas remotas.
Nos dimos el primer y único paseíto hasta la playa del día para The Buzzcocks, leyendas del punk del 77 cuya influencia se puede sentir en Green Day u The Offspring. El guitarrista y vocalista Pete Shelley falleció en 2018, pero tomó el testigo a las tareas vocales el también miembro fundador Steve Diggle.
En este sentido, este cambio creemos que ha restado algo de fuerza a cortes emblemáticos como “What Do I Get” o “Fast Cars”, pero es que dichas composiciones resultaban tan sublimes que eso se convertía en un problema menor. Dudo que nadie se acordara de Shelley en un temón como “I Don’t Mind”, “Harmony in My Head” o el fundamental “Ever Fallen In Love (With Someone You Shouldn’t’ve)”, un servidor probablemente disfrutaría incluso aunque los cantara un perro. Eso es lo que sucede cuando las canciones se vuelven más grandes que los propios componentes.
Chelsea era otra formación señera en la que estuvo en su día Billy Idol de guitarrista y tres de sus cuatro miembros acompañaron a este último para montar Generation X. En cualquier recopilación de punk aparecerá su corte “Right To Work”, pero a punto estuvieron de no tocarlo por falta de tiempo. La presión popular hizo que regresaran al escenario y así ya cerrar en condiciones. Dejaron a la peña con ganas de más.
Acudir a este festival es una auténtica paliza en muchos sentidos, pero uno se acordaba del vocalista Charlie Harper de U.K. Subs dando el callo en el escenario a los 78 tacos y enseguida se le pasaba el cansancio. Lo de este señor parece una envidiable juventud que se contagia del mismo modo a un repertorio inmortal en el que atronaron “You Don’t Belong”, “Down On The Farm”, “Endangered Species” o “Emotional Blackmail”, entre muchas otras. Décadas después, el magisterio de esta banda de la primera oleada del punk sigue siendo inapelable.
Su tremenda influencia llegó hasta nuestro país, por algo Parálisis Permanente rebautizaron su “Warhead” como “¿Por Qué?” o para la memoria quedará ese “C.I.D.” que asociamos al “Jódete” de M.C.D. de inmediato. Normal que durante su bolo no dejara de lanzarse peña por los aires. Aquello fue muy gordo.
Ruts D.C. también gozan de una interesante trayectoria como pioneros del reggae punk, aunque su álbum estrella ‘The Crack’ de 1979 sea en realidad todo un derroche de versatilidad. Se reformaron en 2007, pero no se han conformado con vivir de las rentas del pasado, puesto que siguen sacando notables álbumes de estudio. En su actuación de Blackpool brilló “Jah War”, que suena como si Bob Marley fuera punk. Otro grupo que desearíamos ver en la península.
Los Cro-Mags de Harley Flanagan llevaban confirmados desde 2020, pero la pandemia dejó su visita pendiente, así que había que recuperar el tiempo perdido. La tralla bruta que destilaban se pudo sentir desde el inicio con “No One’s Victim”, “From The Grave” o “PTSD”, pero la falta de implicación del personal no convencía al líder Flanagan. “¿He volado desde Nueva York para tocar ante gente así?”, retó a la concurrencia y su llamada al desorden surtió efecto, ya que se montó un circle pit en condiciones. Se hizo cortísima su intervención, aunque fue correcta, eso sí.
Y para finiquitar el Rebellion teníamos una delicatesen del calibre de Theater of Hate, banda en la que estuvo Billy Duffy de The Cult en sus inicios y que se convirtió en una de las referencias imprescindibles del post punk de comienzos de los ochenta. En este aspecto, de piel de gallina resultó escuchar los tonos marciales de la suprema “Do You Believe In The Westworld?” o el clásico de compilaciones góticas “Original Sin”. Para tomar apuntes.
Pues con esto podemos dar por finalizada nuestra labor en el festival. Vivimos de primera mano el regreso de la hermandad antisistema y comprobamos que el espíritu de unión y camaradería presente en esta cita no se respira en ningún otro lugar del mundo. La consideración y el respeto básico que solo se tiene en una gran familia. Repetiremos la visita a los parientes.
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1 comentario
Extensisimo resumen hacia uno de los mejores y más festivales de Punk Rock combativo de Gran Bretaña como es el REBELLION FESTIVAL en Blackpool, el cual sigue resistiendo a base del mejor Punk Rock desde hace muchisimos años. Todas las bandas a su estilo estuvieron de puta madre en especial unos históricos como los escoceses THE EXPLOITED, una banda que me encanta.