Crónicas

Natribu + Leche Frita: Desparpajo, energía y mojo picón

« El público se quedó con ganas de una fiesta eterna»

20 enero 2018

Sala Silikona, Madrid

Texto: Pablo Camacho. Fotos: Nerea Mayor

La noche arrancaba tarde en la madrileña sala Silikona. Unos se quejaban del frío en la calle y otros se lo tomaban con más humor y se acercaban a los bares para hacer tiempo. El espíritu canario se sentía en el aire, y es que pocas veces se reúnen dos bandas de las islas para un concierto en la capital. Leche Frita y Natribu nos darían una buena dosis de mojo picón.

Al poco de abrir puertas, salió a escena Leche Frita. Con una propuesta de música muy directa, sonidos clásicos y una actitud de época, animaron a un público que crecía en número por momentos. Pablo "Krestta" se encontraba pletórico a la batería desde el minuto uno. Cabe destacar también su enorme trabajo a los coros y sus esporádicos guturales que llenaban de energía los temas. “El camino”, “Ratas blancas”, “Sin techo, las canciones caían una tras otra, con algunas paradas para afinar los instrumentos y pequeños discursos de José "El Canario". El cantante y guitarrista es pura simpatía, se le veía feliz sobre las tablas. Los pequeños problemillas técnicos no ensombrecían una actuación llena de rabia en las letras y alegría en la música.

El espíritu punk se mascaba en el aire, pero la banda va más allá. Hay temas muy pesados, que nos transportan a un heavy más clásico y otros en cambio que nos recuerdan al rock urbano de los noventa. Las letras comprometidas como las de “La Marea”, en la que hablan de la inmigración en patera que llega a sus islas, estarán siempre presentes en sus conciertos, como ellos mismos afirmaron. No pueden dejar de lado temas tan duros y cercanos, por muchos años que tenga la composición. Leche frita cerraron el concierto con “La trampa”, que como afirmó José, es “una canción de amor sobre los fracasos matrimoniales”. No pudimos borrar la sonrisa de nuestras caras durante los 45 minutos de concierto, en los que la complicidad con el público fue total. Alguno se llevó hasta una pulsera de recuerdo. El cuarteto se bajó a hacerse fotos y estuvo animando el resto de la noche, disfrutando del concierto desde primera fila.

Amigos y familia de Natribu estaban presentes y prácticamente fueron protagonistas del show de los también majoreros. Arrancaron con la fuerza de “Eres el lobo”, en la que Chapi Solla demostró su imponente carácter como vocalista y frontwoman. El heavy metal es la clave en una banda que se sentía realmente arropada esa noche; hubo canciones dedicadas, intercambio de regalos, abrazos, chistes, subidas al escenario y bailes casi coreografiados, todo ello envuelto en una camaradería que daba gusto ver.

Natribu cuenta con una buena selección de cortes llenos de sentimiento, como demostraron con “Eima”, dedicada a la hija de su guitarrista Salvador Iglesias, o “Decir adiós”, en la que Chapi se quedó sola para cantar sentada un tema lleno de emoción. Pero el sello de la casa es su intensidad y toda ella volvió con “Los juegos del hambre”, en la que el cantante Raúl Álvaro, vocalista de Hijos de Overon, realizó una excelso dueto con Chapi. El bajo de Aridani Ríos sonó con intensidad toda la noche y junto a la muy técnica guitarra de Salvador fueron de lo mejor del concierto. La banda se despidió con “La herencia”, pero poco más de un instante después volvían a escena. Tras bromear con si el gofio canario da más energía o no que el cocido madrileño, quedó patente que el número de insulares era predominante en la sala. El concierto acabó con “No tiene piedad” y “Solo un error”, en la que un Aridani recorrió la sala completa mientras tocaba.

Un gran espectáculo que demuestra la música de calidad que existe en Fuerteventura. Tanto Leche Frita como Natribu prometieron volver, y lo cierto es que el público se quedó con ganas de una fiesta eterna.