Crónicas
Nanowar of Steel + Gigatrón en Barcelona: Hay que tomarse muy en serio el absurdo
«Hay que tomarse muy en serio el absurdo, que hay cosas que son lo que parecen y parece que lo paradójico, por suerte, no tiene límites a la vista. Todo cabe en la fosa friki»
28 febrero 2020
Sala Salamandra, Barcelona
Texto: May Diz. Fotos: Raffa Psycho
La noche prometía guasa, el ambiente de la puerta nos daba señales de ello bastante claras. La cola, larga como un día sin pan, estaba plagada de pelucas de los más diversos y estridentes colores. Más de una calva, ya con solera, las miraba con cierta envidia y tierna añoranza. Cabellera de muñeca y camiseta de Gigatrón iban, casi siempre, unidas, como el frío al metal.
La noche encendía el ánimo y la coña empezaba a tomar forma. El carisma de las dos bandas trascendía los límites del escenario.
Apenas con tiempo de tomar una cerveza, ese precioso y muy atesorado líquido, los italianos, embajadores del coronavirus, ya estaban ocupando la tarima. Nanowar of Steel eran los encargados de prender fuego al escenario. Los metaleros poliglotas y frikis de necesidad, empezaron su personal y zumbón show con la tremenda “Barbie MILF Princess of the Twilight”.
Descarados y absolutamente desinhibidos, robaron la atención del público interactuando entre ellos y con el respetable. Durante toda la noche la broma y la socarronería ocuparon la parte central del concierto. Pero eso no oculta, en modo alguno, la perfecta ejecución de las canciones. Un sonido brillante, compensado y potente.
Con las guitarras afinadas en ironía y la batería a golpe de parodia continuaron sin bajar el nivel con temas como “Metal (la-la-la-la!)”, en esta ocasión con un disfraz de Darth Vader sodomizante y progenitor de cafeteras. También tuvieron a bien enseñarnos una palabra en italiano, Barbagianni, y una enorme lechuza acompañó la canción “Il Caciatore di la Notte”.
Demostraron tener un gran fondo de armario cargado de disfraces que no dudaron en enseñarnos. Desde luego, saben manejar la escena con maestría y procurar diversión y buen rollo canción a canción. Se podía ver en las caras un alto porcentaje de risas y carcajadas descontroladas. La caricatura a Helloween vino de la mano de “Iron Monger (The Copier of the Seven Keys)”.
El nivel de broma y la expectación por ver qué sería lo próximo en aparecer en el escenario no bajó en ningún momento. Por fin llegó el que seguramente sería el momento, o uno de ellos, más esperado para muchos: “Norwegian Reggeaton”, con el acompañamiento de Charlie Glamour. Sin duda una canción que da en la diana de la mofa con sentido, de la que es imposible no reírse con avaricia, y no darle al perreo de la forma más metalera plausible. A su vez, es una visión muy válida de los tiempos que nos toca vivir. Si alguien no la ha oído aún, cosa que dudo, que no tarde en hacerlo. Su visión del metal y del reggaetón cambiará para siempre.
Poco a poco la hora de concierto fue llegando a su fin. Un bolo fuera de lo común, donde el humor, por esta vez, se amalgama con el metal y nos rescata de la gris y monótona realidad.
Para acabar pudimos disfrutar de “Valhalleluja” a ritmo de góspel y “Campo de Nabos”, en castellano, para cerrar una actuación completa y divertida, donde puedes salir con agujetas de color de rosa de tanto reír, a base de heavy cachondón. Perfecto para una noche de jolgorio, dejando el listón muy alto.
La segunda parte de noche fue para Gigatrón. Los valencianos son maestros en el arte del remedo y está claro de que tienen una legión de seguidores. Charlie Glamour, o la sombra recién levantada de Alice Cooper, y los suyos saben bien cómo sacar sonrisas a base de tópicos típicos. La comunión con sus seguidores es evidente y total. La irreverencia se comparte y se expande sin control. Es complicado de definir con palabras, pero es como una involución a la infancia. Una entrada por tiempo limitado para un parvulario, con la única norma de ver quién es más loco.
Fue un buen concierto en general, aunque a mí me pareció un poco plano, con un sonido copado por la batería, que dejaba un tanto sordos al resto de instrumentos. Extraña sensación donde, tal vez, primó la parafernalia del disfraz sobre una música bien ejecutada, pero un tanto desplazada.
Pudimos oír canciones como “Macho Cabrío”, “Cthulhu Piscinas” o “Mazinger Metal”, donde un inmenso hinchable del mítico robot de los “¡Puños fuera!” se apoderó de las tablas, para ya no dejarlas. “Apocalipsis molón” y “Heavy hasta la muerte” subieron los decibelios del desenfreno para ir dando final a una noche donde nos quedó claro que hay que tomarse muy en serio el absurdo, que hay cosas que son lo que parecen y parece que lo paradójico, por suerte, no tiene límites a la vista. Todo cabe en la fosa friki. Muerte a lo convencional, viva lo irracional.
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6 comentarios
Gigatron y Nanowar 2 grupos lamentables que no tendrian que tener cabida en este medio, no son rock, no son metal, no son nada.
hay charangas en pueblos con mas decencia y clase que estas personas que se hacen llamar musicos
Te rebatiria con argumentos toda la sarta de imbecilidades que has escrito ( pocas, no te da para mas). En lugar de eso te diré que mimimi mimi mimimi mimi mi.
Prefiero ver en directo a los verdaderos MANOWAR.
Pues que quieres que te diga... No es incompatible señor Trve.