Crónicas
Lacuna Coil: La revolución será en directo
«Se agradecen estas iniciativas para no olvidar lo que era la música en vivo, sin grabaciones cutres de por medio»
11 septiembre 2020
Alcatraz Club, Milán
Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos: Emanuela Giuarano.
Allá por 1970 el poeta y músico Gilbert Scott-Heron pronunciaría una frase que pasaría a la historia, formaría parte del acervo cultural de generaciones venideras y se aplicaría a múltiples contextos diferentes. “La revolución no será televisada”, dijo en una esquina de Harlem a modo de advertencia contra el poder manipulador de los medios de comunicación, al tiempo que también censuraba diversos aspectos del estilo de vida americano así como esa brutalidad policial que todavía no ha cesado a día de hoy. Todo un manifiesto antisistema cuya vigencia sigue resultando apabullante en plena era digital en la que cualquiera no conectado está condenado al ostracismo social.
Dadas las medidas dictatoriales respecto a la celebración de conciertos en la península, quizás de momento sea una buena opción recurrir al llamado streaming para seguir disfrutando de eventos en vivo. Eso mismo parecen haber pensado los chicos de Lacuna Coil, que ofrecieron un show a nivel global el pasado 11 de septiembre a través de la plataforma A-Live. Una iniciativa que buscaba paliar el hecho de que la pandemia les pillara en plena presentación de su álbum ‘Black Anima’ y por tanto sin la posibilidad de trasladarlo en condiciones a los escenarios. El Apocalipsis debería ser desde casa, no quedaba otra.
Por ser una tremenda obviedad, dejamos fuera de discusión que un espectáculo en las distancias cortas jamás se podrá comparar a cualquier bolo online, del mismo modo en que nunca será lo mismo la comunicación cara a cara que a través de una pantalla. Asumida esta premisa básica, lo que uno espera en un evento de pago como el que montaron los italianos es que ante todo sea entretenido, dinámico y que refleje lo máximo posible las emociones que te embargaban cuando se podía acudir a sus bolos físicamente. Lo último tal vez se antoje poco menos que una utopía, pero por soñar que no quede en estos tiempos tan complicados para la cultura.
Bajo un fondo negro con estandartes, algún dragón y otros motivos esotéricos, muy puntuales comenzaban a retransmitir Lacuna Coil un show muy del uso de los que acostumbrarían a realizar antes de que el mundo se viniera abajo. Apareció, en primer lugar, Cristina, misteriosa y encapuchada para entonar la intro “Anima Nera”, el paso previo al estallido sonoro de “Sword of Anger”. Todo un acierto iniciar recitales de una manera tan contundente que te levanta hasta las pestañas. Y más cuando uno se encuentra apaciblemente sentado en su casa.
Para que el rollo fuera más interactivo, había una barra de herramientas que te permitía aplaudir y hasta enviar selfies que luego se publicarían en un extremo de la pantalla. Y si uno se sentía con ánimo dicharachero, también existía la posibilidad de charlar con el resto de participantes o mandar mensajes que se reproducirían unos instantes después a la vista de todos. Supongo que el propósito de esto era simular esas conversaciones que se oyen de refilón en los bolos o la peña que te vas topando por el recinto.
Volviendo al concierto que nos ocupa, los milaneses pegaron un repaso considerable a su último trabajo editado con “Now Or Never” o “Reckless”, entre muchas otras, si no lo desgranaron casi entero, poco faltaría. Un servidor, que les descubrió en su primeriza etapa gótica, añora muchos temas de esa época, pero también entiende que su nueva orientación cercana a combos tipo Korn o Slipknot quizás esté más enfocada para las distancias cortas. Cuidaron hasta el más mínimo detalle incluso en la vestimenta, con una especie de monos obreros blancos salpicados de manchas negras. Una guisa similar a la que llevaban In Flames allá por comienzos del presente milenio, un movimiento arriesgado que les granjeó la hostilidad de la mayoría de los heavies tradicionales.
La producción del evento estuvo por tanto muy acertada y algunos seguidores lamentaron que no se tratara de un recital con gente como en la vieja normalidad. Y desde los hogares pudo percibirse asimismo el descomunal poderío vocal de Cristina Scabbia, que sigue oficiando todavía a un nivel deslumbrante. Un dato objetivo que es imposible no resaltar por muchas pantallas que tengamos delante.
“Apocalypse” conserva algo del metal gótico de antaño y “Through The Flames” rompió también el rollo dominante por su halo doom y una vistosa puesta en escena con cruces blancas y humo violeta. De los puntos álgidos, sin duda. En este sentido resultó oportuno en la cúspide del evento un breve parón en el que nuestros dispositivos se llenaron por unos minutos de las caras de los participantes. A la vuelta, continuaron con el exhaustivo repaso a ‘Black Anima’ con piezas que no se tornaban en absoluto pesadas del calibre de “Under The Surface” o “Veneficium”, con coro eclesial pregrabado, pero bueno. Molaron una vez más los detalles accesorios de carácter esotérico con cruces rojas, pentagramas y demás.
En la recta final se decantaron por “Layers of Time” y la homónima “Black Anima” antes de que las cámaras nos mostraran a algunos integrantes de la banda sentados y contando las emociones que habían sentido al subirse a las tablas después de muchísimo tiempo. La sensación predominante era que a la mayoría le había sorprendido “la intensidad”, a pesar de que no existiera contacto humano. Y el otro cantante Andrea nos conminó a permanecer atentos porque todavía quedaba una sorpresa.
El regalo no era otra cosa que el “Save Me” de su más reciente obra con Cristina únicamente acompañada de una pianista. Una curiosa versión que gustó a los seguidores, a tenor de los comentarios leídos, pero que estaba bastante lejos de los deseos de este humilde redactor, que hubiera preferido de lejos cualquier cosa de su olvidado ‘Comalies’ del 2002, o incluso del ‘Karmacode’, si nos apuran. Una escasa hora tampoco era una duración para echar cohetes, aunque ese suele ser su tiempo habitual en escena, si no recordamos mal.
En una situación en la que los conciertos como antes se vislumbran en un horizonte muy lejano, más todavía en este país bananero, se agradecen estas iniciativas para no olvidar lo que era la música en vivo, sin grabaciones cutres de por medio. De justicia es reconocer el esfuerzo de los artistas por saciar el hambre cultural de sus seguidores. Pero no perdamos de vista las palabras de Scott-Heron: “La revolución te va a poner en el asiento del conductor”. Y en eso pensamos mientras levantamos el puño. La revolución será en directo.
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2 comentarios
Con o sin gente los LACUNA COIL en escena siempre dan lo mejor de ellos y esa noche en su ciudad natal lo volvieron a bordar. A ver si pasa ya el dichoso virus y nos lo traen a nuestro pais.