Crónicas
La Excavadora: Auténtico vértigo
«Este tipo de píldoras son las que nos animan a continuar en la brecha sin desfallecer. Toda una sesión de auténtico vértigo que desearíamos repetir cuanto antes»
6 marzo 2021
Sala Santana 27, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Quizás el secreto consista en montar una manifestación gigantesca por los derechos de los osos panda, los delfines o alguna de esas cosas inocuas que no escandalizan a nadie. Todo aquello que sea compatible con esa peculiar libertad de expresión del siglo XXI que únicamente tolera las opiniones al gusto de la mayoría. Y que por supuesto ningún descarriado se atreva a censurar ese orden establecido sin suficiente base científica que obliga a realizar conciertos con aforos ridículos y separados por sillas, mientras que en otros ámbitos se hace la vista más que gorda y no se exige tanto protocolo a la hora de juntar multitudes, véase aerolíneas o transportes públicos, entre otros despropósitos. Igualdad de oportunidades, ese concepto tan rompedor en tiempos de pandemia.
Acostumbrados a que los bolos en nuestro entorno sucedan con casi la misma frecuencia que los eclipses solares, la jornada en la que se obra el milagro de contemplar un espectáculo de estas características se marca ahora en un rojo intenso y hasta uno se va preparando mentalmente desde que salta de la cama. A saber cuándo se volvería a repetir una hazaña similar. Menos mal que la sala Santana 27 es uno de esos establecimientos autorizados para ofrecer recitales, según dicta esa suerte de junta militar que se reúne cada pocas semanas para determinar quién tiene derecho o no a currar en el sector de la hostelería y del ocio.
Este mes la agenda iba a andar repleta para una época de genocidio cultural y nada mejor que inaugurarlo en la capital vizcaína con el supergrupo La Excavadora, una auténtica coalición de talentos con veteranos vinculados a Gatillazo, La Polla Records o Marky Ramone, entre muchos otros proyectos. Además, se han cascado un pedazo debut que debería ser desde ya uno de los lanzamientos de punk más destacados en lo que llevamos de año. Habida cuenta del acreditado buen hacer de varios de sus integrantes en sus respectivas bandas previas, las probabilidades de disfrutar de una gran noche eran elevadas como poco.
Y no defraudó en absoluto “la única máquina capaz de desenterrar los problemas”, según anunciaba una enigmática voz antes de que el enérgico combo irrumpiera en las tablas. Fue como si en ese momento alguien hubiera pulsado un interruptor por el que fluiría electricidad a mansalva durante alrededor de una hora, sin condescender en absoluto a monsergas inútiles o piezas de bajón de esas que te permiten ir al baño. La mayoría de los emocionados asistentes habían venido ya convencidos de casa, por lo que no era de extrañar que el jolgorio resultara en ocasiones complicado de controlar con espontáneos que se levantaban o se acercaban hasta la barra de la primera fila pre-Covid. Había gente tan peligrosa, oigan.
El arranque apabullante con “Kímika” y “Animales” ejerció de percutor del mismo modo en que la película ‘Crank: Veneno en la sangre’ te mantiene pegado a la butaca por su ritmo trepidante. Allí no habían envenenado a nadie con una droga china, pero ni falta que hacía, pues un sonido rotundo a caballo entre el hard rock, el punk y el rock urbano no nos soltó hasta su destino final, un viaje que se hizo bastante más corto de lo que hubiéramos deseado. Los placeres de la vida suelen ser realmente efímeros, es lo que hay.
Con un álbum tan cargado de himnos impepinables cualquier elección se torna acertada, ya hablemos de “Mentiras de viernes” o de “Tiempos diferentes”, inspirada en un viejo poema de Emi Caro. Y si a ello le añadimos algunas versiones reconvertidas al castellano con solvencia, como el “New Rose” de The Damned, podríamos incluso tocar el cielo. En ese aspecto, tal vez lo único que echamos de menos fuera cantar a pulmón esos clásicos que debería conocer cualquier persona de bien, pero era la primera vez que los oíamos con aquella letra. Habrá que aprendérsela.
“¿Habéis escuchado la radio?”, preguntó el vocalista Pela. La respuesta era de sobra conocida, pues la “Mala música” nos invadía. Otro de los instantes álgidos llegó con el corte que daba nombre al grupo y que dedicaron al “héroe de La Excavadora”. Quizás en piezas más cercanas al rock crudo, como esta que nos ocupa, se note la trayectoria previa de un frontman espectacular que no deja indiferente y que sin duda estaría entre lo mejor que puede catarse por estos lares encima de un escenario, con permiso de Txarly Usher.
Emulando al provocador Rotten, Pela anunció unas “vacaciones en el sur de España” y retó a la concurrencia añadiendo “¿Suena bien, verdad?”. No nos esperaba ninguna perorata sobre las bondades de algunos agujeros infectos para turistas, sino otra revisión en lengua de Larra del mítico “Holidays In The Sun” de Sex Pistols. Casi nada. Se tornó una adaptación tan conseguida que algunos hasta ondearon pañuelos y camisetas a modo de bandera pirata en señal de aprobación. Eso todavía no lo han prohibido.
“Perder el vicio” mantuvo el carburante necesario para que funcionara la locomotora y ni se notaron los achaques en la atmósfera más reposada de “Contra el suelo”, una suerte de medio tiempo que va ganando fuerza a medida que se suceden los segundos. Es curioso que esta canción atormentada pase un tanto desapercibida en el disco entre tanto himno, pero en directo resultó de las más celebradas, con algún grupillo arremolinado frente al escenario. Que nos despierten en el siguiente nivel. Derrochando “frescor y actitud”, por supuesto.
Y lo mismo podríamos aplicar a “La reina de la fiesta se hace esperar”, aunque en menor medida, otra tonadilla que se crece en las distancias cortas. Tras la breve pausa de rigor, Pela preguntó a la peña cuántos estaban ahí como “mexicanos ilegales”, en alusión a la prohibición del Gobierno Vasco de desplazarse fuera de municipios colindantes, y varios aguerridos levantaron las manos. No podría presentarse mejor “Esclavos del siglo XXI” de Gatillazo, una canción que “a punto estuvo de ser de La Excavadora”, según relató el vocalista.
“Ceniza” volvió a incitar a la transgresión de levantarse de los sitios y tampoco a muchos les entrarían ganas de sentarse con “Overkill” de Motörhead, otra revisión que bordaron a nivel instrumental, sobre todo en la parte de los solos. “Volveremos cuando os dejen estar de pie”, anunció Pela en plan profeta antes de encomendarse al “Futuro” y de que los ánimos se dispararan una vez más. Lo sentimos mucho, pero algunos se volvieron a saltar la ley. Pero bueno, eso mismo hizo Rosa Parks cuando en un bus se negó a ceder su asiento a un blanquito. Podremos vivir con ello.
A pesar de lo mal que se encuentre el panorama musical con conciertos cada ciento en viento, este tipo de píldoras son las que nos animan a continuar en la brecha sin desfallecer. Toda una sesión de auténtico vértigo que desearíamos repetir cuanto antes sin restricciones absurdas que coartan la espontaneidad y nos reducen a meros autómatas sin alma. Que regrese la pasión.
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3 comentarios
Aplastante concierto impregnado del mejor Punk Rock combativo por parte de LA EXCAVADORA ante sus paisanos presentando su nueva placa de estudio la cual tiene que ser la ostia.
Para reivindicar la música en directo que tanto añoramos no es necesario aludir a los derechos de los delfines , drogas chinas etc...
Crónica seguramente escrita por una persona que si hubiera tenido que pagar para ir al bolo no habría ido, verdad sr. Villaescusa? Ahí, ahí, apoyando la escena, y dando a entender que este virus es un cuento.
Patético.