Crónicas

Circa Tapes + Box And The Twins: Un otoño eterno

«Música para días grises de taparse con la mantita y mirar por la ventana con aire melancólico»

14 abril 2018

Sala Trashcan Music Club, Madrid

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

 A veces cuando uno quiere ver cosas concretas o un poco rebuscadas no le queda otra que salir fuera de la península. Ya se conoce de sobra el endémico atraso cultural de este país producto del aislamiento franquista, si nos pondríamos a contar todas las giras interesantes que no recalan en la piel del toro, probablemente caeríamos en un profundo estado de depresión. Nunca fueron tiempos propicios para reivindicar la personalidad propia frente al aborregamiento general.

Esto último es lo que trata de hacer la promotora All Waves con esas propuestas exquisitas casi para perros verdes que se lleva marcando en el foro desde hace ya un tiempo. Un rayo de luz, o más bien un arcoíris, entre la abigarrada agenda cultural de la villa que demuestra que también existe vida inteligente al margen de las grandes producciones o los cuatro nombres de siempre. Un acto de valentía similar a tirarse en paracaídas desde un avión, empresas que compensan ya solo por la intensidad de los momentos vividos.

La primera vez que oímos hablar de los alemanes Box and the Twins fue en el festival Amphi de Colonia, que como la mayoría de los eventos, también reservaba un apartado especial para los oriundos de la zona. Así que a una hora intempestiva para noctívagos ahí nos plantamos en ese envidiable escenario que había sobre un barco y ya entonces reparamos en una inusual variedad estilística que abarcaba desde el post rock hasta el shoegaze, cold wave, dream pop o rock alternativo. Un menú equilibrado, desde luego.

Lo cierto es que se congregó una respetable afluencia en el Trashcan, local ya de sobra conocido por amantes de la cultura alternativa, puesto que ahí es donde se realizan las sesiones góticas de Endemoniada. Poca peña de negro se pudo ver en el bolo, hay que decirlo, aunque eso entraba dentro de lo esperable, dado el prodigioso abanico de géneros que dominaban los germanos.

Tras un leve retraso que sirvió para que algún que otro curioso se apuntara al sarao, Box and the Twins exhibieron maneras muy parecidas a las que contemplamos el pasado verano, caso de la costumbre de andar descalza por las tablas de su vocalista o esos arrebatos místicos que le dan de vez en cuando en determinados pasajes sonoros. Todavía con el único largo ‘Everywhere I Go Is Silence’ como referencia absoluta, no tardaron en recurrir a “This Place Called Nowhere”, una de sus piezas mejor acabadas en la que repitieron a modo de mantra la frase “We are here to make mistakes” (ndr: estamos aquí para cometer errores). Menos mal que no se la tomaron al pie de la letra como en Alemania, donde sufrieron algún problema técnico y la utilizaron a modo de justificación.

La cantante se disculpó en alguna ocasión por vivir las emociones demasiado, algo inaudito, ya sabemos que los teutones son más secos que la mojama, pero tampoco hacía falta pedir perdón. Se notaba que se encontraban a gusto, hasta el punto de que a veces parecía que estaban en el salón de su casa, o tal vez en una fiesta del pijama. La voceras se tiraba al suelo, cual atormentada, por lo que se trató de una actuación dramatizada al extremo. Nunca sobra añadir magia a ese a veces rutinario ejercicio de subirse al escenario.

Otro de los momentos fundamentales en su show fue “Gravity”, que animó a los fieles por ese rollo reminiscente a los The Cure del ‘Faith’, quizás de los cortes más movidos que tienen. Y para no desentonar en la tradición shoegaze se fundieron en un mar de acoples mientras la vocalista se llevaba las manos a la cabeza como el célebre cuadro de Munch y se tiraba al suelo cual jarta incontrolable.

La ovación alcanzó niveles estruendosos y hasta se escuchó por ahí alguna petición de bises en alemán. No estaba previsto que regresaran, pero las arengas germanófilas surtieron su efecto y evocaron de nuevo en “Perfume Well” las atmósferas envolventes de la banda de Robert Smith, utilizando incluso bucles pregrabados a lo “Play For Today”. Volvió a tocar suelo y se creó un efecto inquietante con el humo envolviendo el recinto. “Y se querían pirar…”, dijeron algunos.

La verdad es que para disfrutar de la electrónica minimalista de Circa Tapes habría que pillarse un buen colocón de anfetas, aunque eso no quita para que fuera una propuesta interesante para los entusiastas del género. A nosotros nos pilló un poco con el pie cambiado y sentimos sobremanera la falta de guitarras, y casi de instrumentos en general. Tenía su punto ese burbujón de tinieblas y luces parpadeantes, pero había que venir expresamente mentalizado para ello. Y aquella noche nos faltaban drogas.

Hubo los que se entregaron por completo al trance, e incluso en determinados momentos el rollo se acercó al dark wave, pero después del subidón de Box and the Twins, aquello se antojó una cima complicada de hollar. Mirar al variopinto paisanaje quizás parecía un entretenimiento más provechoso.

Al final alguno gritó “dale, dale”, pero el aludido no le dio, en su lugar sonó por altavoces el “Search & Destroy” de Iggy & The Stooges que nos sacó del ensimismamiento de un porrazo. Una terapia de choque que no tardaron en sustituir por algo más acorde a la velada como el “Mongoloid” de Devo.

Si ambas propuestas tan dispares compartían un nexo en común, ese estaría en su inefable aura de otoño eterno, música para días grises de taparse con la mantita y mirar por la ventana con aire melancólico al tiempo que pensamos en las propiedades curativas de la lluvia. Claro, mientras no nos moje, eso nos gusta a todos.

Alfredo Villaescusa
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