Luback

The Measure of the Step

Autoeditado (2021)

Por: Alfredo Villaescusa

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No es tan sencillo crear expectativas en una época con distracciones por doquier. Debería considerarse ya un auténtico triunfo que el personal aparte por unos segundos los ojos de las redes sociales y se entregue a un placer tan primitivo como escuchar música. Nada de supeditarlo a una mera actividad de acompañamiento mientras uno hace otras cosas, al igual que si fuera el hilo musical del supermercado o de la consulta del dentista. Eso es para gente sin alma. Por muy apretada que esté la agenda, los espíritus libres de verdad siempre encuentran hueco para realizar tareas que realmente merezcan la pena.

Dedicarle espacio al flamante nuevo álbum de estos madrileños es una de esas empresas que nunca será en balde, algo que sabrán de sobra los que hayan escuchado los adelantos previos a este lanzamiento. Si en tan breves muestras quedaba clara una idea, esa era la de que los complejos no van con ellos, pues conseguir aportar vitalidad al llamado rock añejo contemporáneo, a pesar de lo contradictoria que suene esa expresión, no está al alcance de cualquiera. Ellos son unos de los elegidos. Pasemos a desgranar los motivos.

La intro bucólica de “Inner Cry” ya nos pone en camino para recolectar algodón en alguna lejana mansión del sur de EEUU. La toma de contacto necesaria antes de que nos posea por completo el aire Black Crowes de “Fighting Star”, con un colosal estribillo para cantar en medio de palmas en una iglesia del Bronx. No sería descabellado tampoco acordarse del “Simple Man” de Lynyrd Skynyrd u otra joya sureña semejante.

La locomotora de “Heat, Flames and Fire” ya la conocíamos a través de sus avances, pero eso no le resta efectividad para llegar a su destino a toda mecha y recoger pasajeros en cada parada. Que nadie se pierda este tren, si no se trata de sus piezas mejor acabadas, poco faltará. Cambian de registro por completo en la soberbia “Shaped by You”, que inevitablemente te recordará a Tom Petty o quizás al lado más country de los últimos trabajos de Bon Jovi. En cualquier caso, otra de esas razones para calzarse sombrero mientras se atiende a esta lección magistral.

“Black Cat” se te cuela en la cabeza con idéntico sigilo al de un minino a base de punteos al tuétano y una voz casi susurrante apoyada por unos coros femeninos que nos hacen pensar de inmediato en el “Gimme Shelter” de los Rolling Stones, ahí es nada. “Tale of the Gang” por su tono folk podría emparentarse con rotundas composiciones del ‘Led Zepellin III’, previamente a “Need”, otro golpe de timón en el que se acercan al blues rock humeante de garito. Que corra el bourbon.

Un duelo al sol en O.K. Corral por lo menos evoca “Outcast”, a estas alturas ya deberías andar con cara de pocos amigos y escupiendo tabaco al suelo. El positivismo te contagiará en “Light State Of Mind”, todo un manifiesto para tomarse las cosas en plan tranqui. Y “Life Guru” vuelve a apelar de nuevo a la electricidad moderada sin desmelenarse demasiado, del mismo modo que la atmósfera sosegada de “Beware”, que casi se antoja una invocación para alejar el mal de ojo. Menos mal que el culín de la botella todavía resulta sabroso con “Empty Pocket”, con un leve halo al Tom Waits más etílico y parrandero, no te preocupes si empiezas a dar golpes al suelo con un pie y las palmas se te chocan sin querer. Déjate llevar.

Dicen que algunos discos nos hacen mejores personas, tal vez este humilde lanzamiento no aspire a tanto, pero probablemente te hará meditar sobre la libertad así entendida en sentido general. Un concepto etéreo que no consiste únicamente en tomarse una caña, sino también en saborear esos placeres cotidianos que aún no les ha dado tiempo a prohibir. Disfrutemos mientras se pueda.

Alfredo Villaescusa
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