Sôber + Savia + Skizoo: Que sean muchos más

Sin nostalgia y con mucha fuerza, pero con algo de retraso, sonó el riff tan reconocible de “La prisión del placer”, que se fundió enseguida con el bajo de Carlos Escobedo, que parece que ha hecho un pacto con el diablo, pues no pasan los años por su cuerpo. Así, 30 años más.

Me gustó la estética del escenario, con el diseño de la gira 30º aniversario de fondo y unas pantallas a modo de amplificadores al principio, que fueron cambiando de color y expresión según avanzaba el concierto.

Tras un medley de 'Morfología' ("Abstinencia", "Caída libre", "Condenado" y "¿Qué hice mal?"), Carlos se dirigió por primera vez al público: “Parecía que no iba a llegar el día… el día de la liberación, ¡Arriba Iruña!”

Nada más comenzar el concierto, ya pudimos ver un combo sensacionalmente compenetrado y muy serio: Jorge Escobedo y Antonio Bernardini a las guitarras y Manu Reyes a la batería envolvían a Carlos Escobedo en un aura de calidad y daban tal sensación de seguridad musical que hicieron una delicia el estar atentos a su buen hacer instrumental durante todo el bolo.

“Sombras” fue presentada por el frontman como ese “lazo de unión en el momento de aparecer Savia”, un momento en el que intentaban cabalgar y manejar sus propias sombras. Así, en esas referencias constantes a la historia de Sôber, continuaron con “Tic Tac”, señalando que “hoy es un día importante”, en el que nos encontrábamos con “ese pasado que nos hace tanto daño y ese futuro que nos ansia…”

Nos acercábamos al fin de la primera parte del concierto, que terminó de forma apoteósica, con el público cantando en comunidad “Arrepentido”, uno de los grandes temas de aquel ya lejano 'Paradysso' (2002).

Tras este primer final, le tocó el turno a las bandas filiales, aquellas surgidas de las entrañas de Sôber, como fueron Savia y Skizoo. Para mí, uno de los momentos más esperados de la noche, pues en su día no llegué a ver a ninguna de estas dos bandas que en su momento me interesaron especialmente. Salieron a escena Jesús Pulido al bajo y el gran Morti, una de las voces más potentes y versátiles del panorama rockero.

Presentó Morti a Skizoo como aquel “animal pariente del frenopático social”, comenzando así “Solo estás tú”, la primera canción de Skizoo en la noche. Se abrió entonces un paréntesis donde se intercalaron temas de Skizoo y Savia. El siguiente fue “Derrotado”, de Savia, donde pudimos ver a un Carlos Escobedo ataviado con el típico sombrero que usaba durante aquella época. Con tres guitarras, el muro de sonido conseguido durante este paréntesis fue bestial. Seguro que a todo el público le mereció la pena pararse a escuchar.

Al volver Morti a la carga para interpretar el segundo tema de Skizoo en la noche, “Habrá que olvidar”, tuvo unas palabras para las personas afectadas por la DANA de Valencia, lo que levantó un fuerte aplauso entre el público. “Desastres naturales y de gestión, tiempos difíciles”, en relación también a Trump, que acaba de ganar las elecciones en EEUU. “Agárrense que vienen curvas”, sentenció Morti para presentar “Habrá que olvidar”, un “reseteo”, como así definió el vocalista una de las mejores canciones de su primer disco.

Se despidió con un “casi todo me da igual, menos vosotros”, dejando al público cantando en solitario. Así se fueron alternando las canciones de Skizoo y Savia: “Insensible”, “Dame aire”, “Sólido”, “Fragile” y “Renuncia al sol”, que puso fin al paréntesis de las dos bandas.

Volvió la formación matriz tras una presentación de Carlos Escobedo en la que señaló la inevitabilidad de estar “enfrentado con uno mismo y convivir con ello”, dando paso con “Eclipse” a uno de los momentos más mágicos y sensibles de la noche. Eso sí, antes de comenzar, Carlos tuvo un momento de desubicación, pues Jorge no había salido al escenario, y Carlos dijo extrañado: “Falta mi hermano, ¿dónde está? Ah, que está meando”, lo que nos sacó a todos una sonrisa mundana antes de la seriedad sublime que se avecinaba.

El final del concierto fue apoteósico. Tras “Vulcano”, “La nube” y “El hombre de hielo” vino “Brazos altos caras bajas” con la nueva interpretación que han hecho con violín para el ya comentado 'Retorcidos'. Tras la mítica "10 años" pudimos ver varios duelos de titanes, entre las baterías, una de ellas sacada exprofeso para Carlos; y entre los dos guitarristas, Escobedo y Bernardini.

Se intuía que se acercaba el final, pues todos los músicos en escena interpretaron la nueva versión de “Tiempo” y “Naufrago”. Sin embargo, en el último tema se quedó el grupo solo. “Loco” puso el broche de oro a un concierto insuperable.

Tras esto, me reafirmo en que Sôber sigue siendo una de las formaciones fundamentales del rock estatal, capaz de reinventarse sin perder su esencia, como así han demostrado en 'Retorcidos'.

El concierto de Iruña de la gira XXX aniversario no solo celebró el legado de estas tres bandas, que son historia viva del metal en castellano, sino que demostró que a Sôber le queda cuerda para rato tras estos primeros treinta años de vida. A por treinta más.

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